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provincias á otras procurando á sus rebaños comodidad de pastos en ambas estaciones, en lo cual seguian la inclinacion y manera de vivir de los antiguos árabes que de este modo pastoreaban sus ganados, buscando en la mesaifa ó estacion de verano las alturas frescas hacia el Norte ú Oriente, y volviendo al fin de la estacion para la mesta ó invernadero hacia los campos abrigados del Mediodía ó Poniente. Llamábanse estos árabes moedinos, vagantes ó trashumantes (1).

Largo fuera enumerar todas las obras asi literarias como artísticas, industriales y de ornato de ornato y comodidad pública que se debieron al ilustre Alhakem. La famosa biblioteca del palacio Merûan dicen que se aumentó hasta seiscientos mil volúmenes (2); cifra asombrosa para aquellos tiempos, cuando hoy mismo con el auxilio del gran multiplicador, la imprenta, y con los progresos admirables de la mecánica son pocas todavía las bibliotecas que reunen tan considerable depósito de libros. Siendo la poesía como innata á los árabes y una de las bases de su educacion, no podia Alhakem dejar de ser poeta, y lo era por educacion y por genio (3).

(1) Es fácil, añade Conde, que de estos moedinos, alterado el nombre, haya procedido el de nuestros ganados merinos. Y de aqui, no sin verosimilitud, opinan muchos que ha podido traer su origen la institucion conocida en España con el nombre de Mesta,

que tenia un objeto semejante y ha durado hasta nuestros dias.

(2) Ebn Alabar, in Casiri.
(3) Bella y notable es la com-
posicion que dedicó á la sultana
favorita Sobehya cuando partió pa-
ra la campaña de San Esteban de
Gormaz.

De tus ojos y los mios-en la triste despedida
De lágrimas los raudales-inundaban tus megillas:
Liquidas perlas llorabas,-rojos zafires vertias,

Dicen que solia dar á su hijo Hixem los consejos siguientes: «No hagas sin necesidad la guerra: manten la paz para tu ventura y la de tus pueblos: no desenvaines tu espada sino contra los malvados: ¿qué placer hay en invadir y destruir poblaciones, arruinar estados y llevar el estrago y la muerte hasta los confines de la tierra? Conserva en paz y en justicia los pueblos, y no te deslumbren las falsas máximas de la vanidad: sea tu justicia un lago siempre claro y puro, modera tus ojos, pon freno al ímpeto de tus deseos, confia en Dios, y llegarás al aplazado término de tus dias.>>¡ Coincidencia singular! Estas máximas son casi las mismas que inculcó Hixem I. á su hijo Alhakem I. Ahora es Alhakem II. el que las recomienda á su hijo Hixem II. Perdidos fueron los consejos de ambos padres, y distantes estuvieron de observarlos los dos hijos.

Pasaron los dias del esclarecido Alhakem II., dice su cronista arábigo, como pasan los agradables sueños que no dejan sino imperfectos recuerdos de sus ilusiones. Trasladóse á las mansiones eternas de la otra vida, «<donde hallaria, como todos los hombres,

Juntos en tu lindo cuello-precioso collar hacian:
Extrañó amor al partir-cómo no perdí la vida:
Mi corazon se arrancaba,-el alma salir queria:
Ojos en llanto anegados,-aquellas lágrimas mias
Si del corazon salieron,-en su propia sangre tintas,
Este corazon de fuego-¿cómo no se deshacia?

Loco de amor preguntaba,-¿dónde estás, bien de mi vida?
Y estaba en mi corazon,-y con su encanto vivia.........

aquellas moradas que labró antes de su muerte con sus buenas ó malas obras: falleció en Medina Zahara á 2 de safar del año 366 (976), á los 63 años de su edad, y á los 15 años, 5 meses y 3 dias de su reinado: fué enterrado en su sepulcro del cementerio de la Ruzafa (1).»

Con la muerte de Alhakem II., último califa de los Beny-Omeyas que mereciera el renombre de ilustre, variará completamente la situacion de todos los pueblos de España, musulmanes y cristianos. Se levantará un genio extraordinario y colosal, que amenazará acabar de nuevo con la independencia y la nacionalidad española, estinguir en este suelo la fé del Crucificado, llevar hasta el último confin de España el pendon del Profeta y frustrar la obra laboriosa de cerca de tres siglos. Examinaremos en otro volúmen esta época fecunda en graves sucesos.

(4) Conde, cap. 94.

APÉNDICE.

I.

EMIRES O GOBERNADORES DE ESPAÑA POR LOS CALIFAS DE DAMASCO.

Desde el principio de la conquista, hasta el establecimiento del califato independiente de Córdoba.

Tarik ben Zayad el Sadfi.
Muza ben Nosseir el Bekri.

Abdelaziz ben Muza.

Ayub ben Habib el Lahmi.

Alaur (el Horr) ben Abderrahman el Tzakefi.

Abderrahman el Gafeki: 1.a vez.

Alzama ben Malek el Chulani.

Ambiza ben Sohim el Kelebi.

Yahia ben Salema.

Hodeifa ben Alhaus.

Otman ben Abu Neza el Chemi.

Alhaitam ben Obeid el Kenani.

Abderrahman ben Abdallah el Gafeki: 2.a vez.

Abdelmelek ben Kotan el Fehri: 1.a vez.

Ocbah ben Alhegag el Seheli.

Abdelmelek ben Kotan: 2.a vez.

Baleg ben Bassir el Caisi.

Thaalaba ben Salema el Ameli.

Abulkatar Hussam ben Dhirar el Kelebi

Thucba ben Salema el Hezami.

Yussuf ben Abderrahman el Fehri.

TOMO III.

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