Romancero general ó colección de romances castellanos anteriores al siglo XVIII: (XII, 736 p.)

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Agustín Durán
Imprenta de la Publicidad, a cargo de D. M. Rivadeneyra, 1851
 

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Página 602 - Pasaron ya los tiempos cuando lamiendo rosas el céfiro bullía y suspiraba aromas. Ya fieros huracanes tan arrogantes soplan que, salpicando estrellas, del sol la frente mojan; ya los valientes rayos de la vulcana forja, en vez de torres altas, abrasan pobres chozas.
Página 90 - Cartas le fueron venidas que Alhama era ganada ; las cartas echó en el fuego, y al mensajero matara. «¡Ay de mi Alhama!» Descabalga de una muía, y en un caballo cabalga ; por el Zacatín arriba subido se había al Alhambra. « ¡ Ay de mi Alhama ! » Como en el Alhambra estuvo, al mismo punto mandaba que se toquen sus trompetas, sus añafUes de plata.
Página 416 - Dijeron que antiguamente se fue la verdad al cielo: ¡tal la pusieron los hombres, que desde entonces no ha vuelto! En dos edades vivimos los propios y los ajenos, la de plata los extraños, y la de cobre los nuestros.
Página 80 - Allí respondiera el moro, bien oiréis lo que decía: — '"Yo te la diré, señor, aunque me cueste la vida, porque soy hijo de un moro y una cristiana cautiva; siendo yo niño y muchacho mi madre me lo decía que mentira no dijese, que era grande villanía: por tanto pregunta, rey, que la verdad te diría.
Página 417 - Sin libros y sin papeles, sin tratos, cuentas ni cuentos, cuando quieren escribir, piden prestado el tintero. Sin ser pobres, ni ser ricos, tienen chimenea y huerto; no los despiertan cuidados, ni pretensiones, ni pleitos.
Página 417 - Virtud y filosofía peregrinan como ciegos: el uno se lleva al otro, llorando van y pidiendo. Dos polos tiene la tierra, universal movimiento; la mejor vida, el favor, la mejor sangre, el dinero.
Página 208 - Pues el Conde ya llegado, Preguntó si ser podría Hablar con la Emperatriz Por cosa que le cumplía. Supo que ninguno entraba Do estaba su Señoría, Sino es su confesor, Fraile de muy santa vida.
Página 416 - Sólo sé que no sé nada," dijo un filósofo, haciendo la cuenta con su humildad, adonde lo más es menos. No me precio de entendido, de desdichado me precio, que los que no son dichosos ¿ cómo pueden ser discretos?
Página 36 - Yo me estaba allá en Coimbra — que yo me la hube ganado, cuando me vinieron cartas — del rey Don Pedro mi hermano que fuese a ver los torneos — que en Sevilla se han armado. Yo Maestre sin ventura, — yo maestre desdichado, tomara trece de muía, — veinte y cinco de caballo, todos con cadenas de oro — y jubones de brocado: jornada de quince días — en ocho la había andado.
Página 416 - A mis soledades voy, de mis soledades vengo, porque para andar conmigo me bastan mis pensamientos. ¡No sé qué tiene la aldea donde vivo y donde muero, que con venir de mí mismo no puedo venir más lejos! Ni estoy bien ni mal conmigo, mas dice mi entendimiento que un hombre que todo es alma está cautivo en su cuerpo. Entiendo lo que me basta, y solamente no entiendo cómo se sufre a sí mismo un ignorante soberbio.

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