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residía el P. Provincial con otros tres, en Alcalá eran once, otros tantos en Gandía, seis en Valencia, cuatro en Barcelona, tres en Valladolid y dos en Zaragoza. Pequeña hueste, es verdad, sobre todo si se considera que la mayor parte eran Hermanos estudiantes que no habían recibido aun el sacerdocio; pero la divina Providencia, que había velado sobre el humilde peregrino de Manresa para hacerle Padre fecundo de generosos apóstoles, velaba sobre estos sus tiernos hijos, que en el retiro y humildad se preparaban para las gloriosas fatigas del apostolado, y aunque principiantes en la vida religiosa, difundían ya en torno suyo un suave olor de Cristo, que edificaba sobremanera á los fieles (1).

(1) No estamos seguros de acertar en el número y distribución de los jesuítas al tiempo de constituirse la Provincia de España, pues además de no existir catálogo alguno de aquella época, sabemos que en aquel mismo otoño de 1547 cambiaron de domicilio varios sujetos y fueron admitidos algunos en la Compañía. Para presentar al lector un resumen de nuestras investigaciones, pondremos á continuación el estado de las casas, citando los documentos en que nos apoyamos para establecerlo. En Madrid, P. Antonio de Araoz, Provincial; Hermanos Martín de Verástegui, Francisco y Hernando Avendaño (Epist. mixtae, t. 1, p. 275). Estos datos son del 3 de Mayo de 1546. Es muy posible que un año después estuviera hecho algún cambio en estos tres que vivían con el P. Araoz.

En Alcalá, H. Francisco Villanueva, rector; P. Miguel de Torres, P. Cristóbal de Mendoza, el licenciado Cavallar, el P. Juan Pablo Álvarez, el H. Maximiliano Capella, el H. Manuel López, el H. Pedro Sevillano, el H. Diego Cavallar, el H Juan Sánchez, el H. Duarte Pereira (Epist. mixtae, t. 1, pp. 346 y 360). Probablemente, ya había salido de Alcalá el P. Alonso Álvaro. En cambio, por el otoño de 1547 fué á Alcalá el P. Dr. Torres, aunque para poco tiempo, como veremos. Puede consultarse también Cristóbal de Castro (Hist. del colegio de Alcalá, 1. 11, capítulo VIII), Ribadeneira (Hist. de la Asist. de España, 1. I, c8. VI y VII).

En Valladolid, P. Diego Méndez, rector, H. Juan González, H. Juan de Valderrábano. Epist. mixtae, t. 1, p. 275. Ibid, p. 398.

En Valencia, P. Diego Mirón, rector; H. Pedro Canal, H. Juan Gottan, H. Ambrosio de Lyra, H. Isidoro Bellini, llamado también Sbrando, H. Jacobo María, el milanés. Véanse las cartas de los PP. Mirón y Oviedo, escritas en el año 1547 (Epistolae mixtae, t. 1). El P. Luis González de Cámara había vuelto ȧ Portugal después de pasar algunos meses en Valencia (Ibid, p. 348.)

En Gandía, P. Andrés de Oviedo, rector; P. Francisco Onfroy, P. Vicente Salvador, P. Baltasar Díaz, H. César de Aversano, H. Manuel de Sa, H. Antonio Cordeses, H. Alberto Caballino, H. Simón Olivera, H. Juan García (Epist. mixtae, t. I, p. 430). Á éstos se debe añadir San Francisco de Borja, que ya estaba admitido en la Compañía, como lo veremos en el capítulo siguiente, aunque todavía no se había publicado su admisión.

En Barcelona, P. Juan Queralt, P. Monserrate Soler, P. Luis Cisteró, P. Bernardo Casellas. Ribadeneira (Hist. de la Asist. de España, l. 1, c. v).

En Zaragoza, P. Francisco de Rojas, H. Hércules Bucceri (Epist. mixtae, t. I, p. 392).

CAPITULO VI

VOCACIÓN DE SAN FRANCISCO DE BORJA

(1546-1551)

SUMARIO: 1. Linaje y estado de San Francisco de Borja.-2. Su educación y vida en la corte.-3. Resuélvese en Granada á vivir santamente.-4. Su género de vida siendo virrey de Cataluña.-5. Muerta su esposa, es admitido en la Compañía en 1546.-6. Por un breve de Paulo III hace profesión solemne en 1548, conservando todavía el aparato de duque.-7. Parte para Roma en 1550, y allí da ejemplos admirables de virtud.-8. Pide licencia al emperador para renunciar sus Estados.-9. Mientras espera respuesta, trata el papa de hacerle cardenal.-10. Huye el santo á Guipúzcoa, y en Oñate renuncia sus Estados, y viste la sotana de la Compañía en 1551.

FUENTES CONTEMPORÁNEAS: 1. Cartas de San Ignacio.-2. Epist. S. Franc. Borgiae.-3. Regestum litter. S. Ignatii.-4. Cartas del B. P. Fabro.-5. Epistolae mixtae.-6. Litterae quadrimestres.-7. Procesos de beatificación de San Ignacio.-8. Ídem de San Francisco de Borja.— 9. Archivo secreto del Vaticano, Brevi.-10. Ibid. Lettere dei Principi.-11. Epist. Principum.— 12. Archivo municipal de Valencia, l. 1 de la Universidad de Gandia.-13. Ribadeneira, Vida de San Francisco de Borja.-14. Dionisio Vázquez, Vida manuscrita del P. Francisco.

1. «El mundo no tiene orejas para oir tal estampido,» escribía San Ignacio (1) á San Francisco de Borja, encargándole guardar secreto acerca de la mudanza de vida que pensaba hacer entrando en nuestra religión. Fué, en verdad, providencia amorosa de Dios, que cuando la Compañía empezaba á extenderse en España, y levantaba, no sin fatiga, sus primeros colegios, la acreditase de golpe el gloriosísimo estampido que dió entrando en ella un hombre, en quien competía lo noble del linaje con lo heroico de las virtudes.

Don Francisco de Borja y Aragón, biznieto del papa Alejandro VI por parte de padre, biznieto del rey católico Fernando V por parte

(1) Cartas de San Ignacio, t. 1, p. 285.

de madre (1), había nacido en Gandía el 28 de Octubre de 1510 (2), y era hijo primogénito de D. Juan de Borja, tercer duque de Gandía, y de D.a Juana de Aragón. Conocido es en todo el mundo el lustre que alcanzó en el siglo xv el linaje de los Borjas por la elevación de dos individuos suyos al Sumo Pontificado, en el cual llevaron los nombres de Calixto III y Alejandro VI. Bien que el apellido de Borja despierte el recuerdo de muchos crímenes y de muy lamentables miserias (3), no se puede negar que en la primera mitad del siglo XVI, la familia Borja, gracias al favor de los papas y de los reyes, y á sus alianzas matrimoniales con algunos príncipes de Italia, se veía ro

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Monumenta hist. S. J. S. Franciscus Borgia, p. 164. Véanse también en el mismo tomo, p. 51, nota y p. 275. En estos pasajes y en los biógrafos de San Francisco de Borja pueden verse más pormenores sobre el complicadísimo árbol genealógico de la célebre familia.

(2) Process. remiss. Valentiae, f. 386. La fecha del nacimiento la compruel a este proceso, copiando del libro de memorias del notario Alfonso Salelles estas pr labras: Die lunae computata vigesima octava octobris anni 1510 natus fuit D. Franciscus de Borgia.

(3) Es muy de notar la diferente impresión que causa el nombre de Borja dentro y fuera de España. Entre nosotros es pronunciado con religiosa veneración, perque recuerda, ante todo, á nuestro santo, con cuyos hijos emparentaron las principales familias de nuestra aristocracia. Fuera de España, el nombre de Borja designa principalmente á Alejandro VI, y, por consiguiente, recuerda las mayores ignominias del falso renacimiento.

deada de un honor humano que pocas familias podían presentar en Europa.

2. Á los siete años de su edad empezó Francisco á instruirse en los deberes de cristiano y de caballero. En los primeros le industriaba Alonso de Ávila, canónigo de Gandía, á quien tomó la duquesa para confesor del tierno niño, y en los segundos le ejercitaba el Dr. Ferrán, elegido por el duque para ayo de su primogénito (1). Iba éste dando cada día mejores muestras de sí, cuando á los diez años perdió á su buena madre, y poco después, llegando á Gandía la tempestad de aquellas revueltas civiles, que en Castilla se llamaron Comunidades y en Valencia Germanías, hubo de salir á toda priesa de su casa, arrebatado por su buen ayo, que le salvó de los furores populares y le condujo á Zaragoza. Era arzobispo de esta ciudad don Juan de Aragón, tío materno de Francisco. En casa de este prelado continuó el niño su educación, y acrecentó su piedad con la frecuencia de sacramentos (2).

En 1523, á instancias de D.a María de Luna, mujer de D. Enrique Enríquez, pasó de Zaragoza á Baza, en Andalucía, donde fué recibido y agasajado con extraordinarias demostraciones por los parientes suyos que allí residían (3). Al año siguiente le enviaron á Tordesillas para servir de menino á la infanta D.a Catalina, hija de D.a Juana la Loca, prometida ya al rey de Portugal Juan III. Por fin en 1527 fué nuestro Francisco presentado en la corte del emperador, donde se atrajo la admiración de todos, así por la bizarría de su persona y su destreza en los ejercicios caballerescos, como por la modestia y apacible dignidad de sus costumbres. Carlos V y la emperatriz le cobraron extraordinario amor, nombráronle montero mayor del emperador y caballerizo mayor de la emperatriz, y dispusieron casarle

(1) Estas noticias nos las suministra D. Tomás de Borja, hermano del santo, en el largo testimonio que dió en los procesos sobre las virtudes de Francisco. (Process. remiss. Valentiae, fs. 175-189.) Es de advertir que D. Tomás no conoció á su hermano hasta el año 1548. Tiene dos partes su testimonio: la primera encierra lo que D. Tomás vió por sí mismo en las varias ocasiones en que acompañó al santo (folios 175-180). La segunda parte comprende lo que el mismo testigo oyó en el seno de la familia, y conoció por pública voz y fama (fs. 181-189).

(2) Para más pormenores sobre los primeros años del santo, pueden consultarse sus dos biógrafos contemporáneos, Dionisio Vázquez (Vida del P. Francisco, l. 1, c. v) y Ribadeneira (Ídem, 1. 1, cs. I y II).

(3) Su estancia en Zaragoza y su viaje á Baza lo atestigua D. Tomás, diciendo que fué á Baza á los doce años de edad. (Ibid., f. 182.) Véase allí mismo la honestidad de costumbres de nuestro santo.

con D.a Leonor de Castro, dama de la primera nobleza de Portugal. Verificóse tan feliz enlace á principios de Setiembre de 1529, y para realzar la dignidad del novio quiso Carlos V conferirle el título de marqués de Lombay (1). Bendijo Dios la unión de Francisco y de Leonor con la sucesión feliz de ocho hijos, cinco varones y tres hembras.

3. Tranquilos corrieron los diez primeros años del matrimonio de Francisco, cuando en 1539 el tremendo espectáculo, de que todo el mundo tiene noticia, determinó en nuestro héroe, no diremos una conversión (Francisco nunca fué malo), sino un arranque valiente, que le había de conducir á la santidad más estupenda.

El 1.o de Mayo de 1539 había muerto en Toledo la emperatriz D.a Isabel, hija de D. Manuel, rey de Portugal. Dispuso el emperador que el joven marqués de Lombay condujera la difunta á Granada para sepultarla junto á los Reyes Católicos, sus abuelos. Ejecutóse así, y llegado el fúnebre cortejo al término de su viaje, hizo Francisco la entrega del cadáver el 16 de Mayo (2) en presencia del arzobispo, del cabildo y de un concurso numeroso. Al verificarse este acto solemne, abrióse el ataúd para reconocer el cuerpo de la difunta, y entonces apareció el antes hermoso rostro de la emperatriz tan horrorosamente desfigurado y feo, que no era posible descubrir ni rastro de sus primeras facciones. «El marqués de Lombay, dice Ribadeneira, habiendo de consignar y entregar el cuerpo, y hacer el juramento en forma delante de testigos y escribano, que aquel era el cuerpo de la emperatriz, por verle tan trocado y afeado, no

(1) No he podido averiguar el día preciso en que se verificó el casamiento; pero es de creer que sería á principios de Setiembre, porque la emperatriz, en carta al duque de Gandía, fecha en Madrid á 10 de Setiembre de 1529, anuncia que ya se ha celebrado el matrimonio de Francisco y de Leonor. (Process. remiss. Valentiae, f. 391.) Véase en el mismo proceso el titulo de marqués de Lombay, que está en el folio siguiente, y fué concedido en Ausburgo, á 7 de Julio de 1530.

(2) El día puntual en que ocurrió este hecho célebre lo conocemos por las actas capitulares de la catedral de Granada. En el t. 11, f. 289 v.o, leemos lo siguiente: «Viernes XVI de Mayo de 1539 años, estando capitularmente ayuntados los señores.... Este día se juntaron para el recibimiento de la emperatriz, y acordaron que este dis se hiciese el recibimiento muy solemne, y mandaron que a decano usque ad acolitum vayan y vengan en procesión, so pena de un ducado de oro al que se saliese dells.> «Este día se saldrá á rescibir á la emperatriz después del medio día.» (Granada, Archivo de la Catedral.) Por las palabras transcritas debe corregirse la fecha 7 de Mayo que Cienfuegos y otros señalaron á este acontecimiento, fecha, por otra parte, inverosimil, pues si la emperatriz murió en Toledo el 1.o de Mayo, difícil era que en tan pocos días se verificase la traslación de sus restos á Granada.

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