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PRÓLOGO

La historia de la Compañía de Jesús, si se considera el tiempo, se presenta naturalmente dividida en dos miembros principales. El primero comprende los dos siglos largos que corrieron desde que San Ignacio fundó nuestra Orden hasta que Clemente XIV la suprimió. El segundo encierra el tiempo transcurrido desde la restauración de la Compañía por Pío VII hasta nuestros días. A la Compañía del primer período solemos llamar ordinariamente Compañía antigua, y á la del segundo Compañía moderna. Estas denominaciones tienen un significado puramente cronológico, pues si atendemos á la organización y al espíritu, no existe ninguna distinción, y la Compañía de hoy es, por la bondad divina, la misma que salió de las manos de San Ignacio.

Con decir que pretendemos escribir la historia de la Compañía en la antigua Asistencia de España, ya entienden todos los hijos de San Ignacio el objeto y la extensión de nuestro trabajo. Mas como los seglares no pueden alcanzar, desde luego, lo que significamos con ese nombre de Asistencia, parece necesario presentar aquí una breve explicación. Es, pues, de saber que en el año 1558 la primera Congregación general de la Compañía, siguiendo lo prescrito por San Ignacio en las constituciones (Part. 9.a, c. v), nombró cuatro Padres, llamados Asistentes, para que ayudasen al General en el gobierno de toda la Orden, para que fuesen sus ordinarios consultores en los negocios ocurrentes, y para que cada uno estudiase principalmente los asuntos de aquella parte de la Compañía que

se le asignaba, y que por esta razón se llamó Asistencia. De estos cuatro Asistentes, el uno representaba á Portugal, con todas las provincias y misiones dependientes de aquel reino. El segundo á España, al cual correspondían las provincias y misiones que luego se fueron fundando en los dominios españoles. El tercero era para Italia, y el cuarto para el Septendrión. Bajo este nombre se comprendía entonces á Alemania, Flandes, Francia y Polonia. En 1608 se dividió esta Asistencia, nombrándose un Asistente aparte para Francia, y quedando el otro con el nombre de Alemania para los estados del Imperio, para Polonia y los Países Bajos. Por fin, el año 1755 se eligió un sexto Asistente para sólo el reino de Polonia, que se desmembró de la Asistencia alemana. En la actualidad, los Asistentes son cinco. Los de Italia, España, Francia y Alemania siguen con las denominaciones antiguas. No hay Asistentes de Portugal ni de Polonia. Los jesuítas portugueses pertenecen á la Asistencia de España; los polacos á la de Alemania. En cambio, el año 1853 se estableció la Asistencia de Inglaterra para los jesuítas de lengua inglesa.

Proponiéndonos, pues, escribir la historia de la antigua Asistencia de España, dicho se está qué extensión ha de tener nuestro trabajo. Abarcará nuestra narración los sucesos de las provincias de Castilla, Aragón, Toledo y Andalucía, en que se hallaban distribuídos los jesuítas de la metrópoli, y además todo lo perteneciente á las provincias y misiones ultramarinas fundadas por los jesuítas españoles. Entran, por consiguiente, en este cuadro las provincias de Méjico, Perú, Paraguay, Chile, Nuevo Reino, Quito y Filipinas. También perteneció á nuestra Asistencia la provincia de Cerdeña, que fué fundada, como veremos, por Padres de la provincia de Aragón. Pero como este país, aunque sujeto mucho tiempo á España en el orden político, es realmente de nacionalidad italiana, y por la lengua, por las costumbres y por todas las relaciones sociales pertenece á Italia, hemos dejado su historia al que escriba la

historia de la Compañía de Jesús en Italia, contentándonos con referir brevemente lo que Cerdeña debió á los jesuítas españoles en el siglo XVI.

En cuanto al modo de escribir la historia, desde luego advertirá el lector, que no nos contentamos con la forma narrativa y artística de la historia clásica, sino que deseamos dar á nuestra obra el carácter demostrativo y científico á que suele aspirar con justa razón la historia moderna. En otros términos: no nos contentamos con narrar la verdad, sino que procuramos probar que es verdad cuanto narramos. Para esto hemos acudido á las fuentes primitivas, procurando recoger las cartas y documentos originales de las personas que intervinieron en cada asunto. De muchos sucesos de la Compañía de Jesús no tenemos narraciones ni buenas ni malas. De otros poseemos historias impresas ó manuscritas, las cuales, con ser entre sí muy varias y presentar modelos de todos los géneros de estilo, convienen, por lo regular, en el defecto de no considerar el asunto por todos lados, sino ofrecer al lector una parte del suceso, descrita con más ó menos primoroso artificio. Además, la inmensa mayoría de las obras históricas que tenemos, se refieren, ó á los primeros tiempos de la Orden, ó al grande acontecimiento de su supresión. El principio y el fin de la antigua Compañía son algo conocidos; el medio yace en tinieblas.

En la presente obra, nuestro propósito es reconstruir toda la historia de la Compañía de Jesús española desde su fundación hasta que fué suprimida por Clemente XIV. Algunas personas

aparecerán en nuestra obra con otro semblante, y algunas acciones con otro color, del que muestran en las historias que corren impresas; pero esperamos que el lector alcanzará las razones que tenemos para disentir de las opiniones comunes, porque si siempre procuramos dar la prueba de nuestras afirmaciones, nunca lo hacemos con más cuidado que cuando nos apartamos de la narración tradicional.

Como muchos de los documentos en que fundamos nuestra

historia, son hasta ahora desconocidos, y no se hallan en archivos abiertos al público, y como, por otra parte, al citar un documento no es fácil que el lector se forme, desde luego, idea cabal de lo que vale el texto aducido, nos ha parecido necesario poner al principio una Introducción bibliográfica, ó sea catálogo descriptivo de todas las fuentes históricas, ya de primera, ya de segunda mano, que nos han servido más o menos para tejer nuestra narración. En este catálogo exponemos, con toda la fidelidad que nos ha sido posible, la índole y mérito de cada colección de documentos ó de cada obra que citamos. Cuando dude el lector de la importancia de un documento, con acudir á este catálogo, podrá resolver la duda y apreciar debidamente el valor histórico del texto aducido.

Inútil es advertir, que hubiéramos deseado presentar más y mejores materiales acerca de muchos puntos de nuestra historia; pero non omnia possumus omnes. No siempre han sido felices nuestras investigaciones. En más de una ocasión habremos de manifestar lo que no hemos hallado en los archivos, á pesar de haberlo buscado. Como en esta labor de investigar lo desconocido, más que en ninguna otra, debemos los hombres ayudarnos unos á otros, ofrecemos por nuestra parte en esa Introducción bibliográfica el fruto de nuestras diligencias. Valga lo que valiere, eso de más tendrán hecho los que nos sucedieren en la tarea de ilustrar la historia de la Compañía de Jesús. Para precisar más las fuentes de cada acontecimiento y ofrecer sucintamente la bibliografía de cada parte de nuestra historia, apuntamos al principio de cada capítulo todas las fuentes contemporáneas del suceso que hemos podido descubrir. Entendemos esta palabra contemporáneas en sentido algo lato, designando con ella, no solamente los documentos escritos á raíz de los hechos, sino también los de personas que por entonces vivieron, aunque escribieron mucho después.

Por último, debemos advertir que las citas de los documentos intercaladas en el texto las escribimos con la ortografia

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