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reconvino al dia siguiente á Zumel, y al confesarle este que inducia á los procuradores para que no jurasen al Rey hasta que jurase este guardar las libertades y privilegios del reino, le amenazó el Canciller con prenderle, confiscarle sus bienes y hasta con la pena de muerte por desleal al Monarca. No intimidaron al representante de Burgos las amenazas, sino que por el contrario sostuvo que no se juraria al soberano sino con las condiciones que habia espuesto, y que además todo el reino estaba pronto á no consentir que los extranjeros le arrebatasen, como lo hacian, sus tesoros. En el mismo sentido presentaron una peticion al Rey los procuradores que habian hecho causa comun con el valeroso burgalés, entregándosela al ministro Chevres que manifestó enojo de que se anticipasen á pedir nada al Rey sin saber lo que este pensaba ordenarles. Bueno es, contestó el enérgico Zumel, que esté advertido de lo que el reino quiere y desea, para que haciéndolo y observándolo se eviten contiendas y alteraciones.

Llamado Zumel solo un dia á casa del Canciller, usó este por segunda vez desabridas palabras y fuertes amenazas, volviendo aquel á mostrar su entereza.

Despues de grandes altercados el Rey se decidió a prestar el juramento tal como se le habian pedido, y juró guardar y mantener los fueros, usos y libertades de Castilla. Mas como pareciese esquivar el jurar otra de las cláusulas de la peticion de los procuradores que contenia el que no habia de dar empleos ni oficios á extranjeros, el vigoroso Zumel insistió en que jurase tambien aquello en términos esplicitos, á lo cual respondió el Rey demudado el semblante y con el enojo retratado en él «esto juro.» (1)

(1) Lafuente, Hist. de Esp., t. XI, p. 85.-Mariana, Hist. de Esp., t. II, p. 254.

En el año 1519 se construyó en Búrgos y en su Catedral la escalera de la puerta alta ó de la Coronería, conocida con el nombre de escalera dorada, atribuyéndola, como pieza arquitectónica, gran mérito, pero principalmente por su antepecho de hierro con infinitas labores, construido por Maestre Hilario, francés de nacion. Hizo su parte de arquitectura el famoso artista burgalés Diego de Syloe (1).

El 19 de Febrero de 1520 descansó el rey Carlos I un dia y una noche en la Cartuja de Miraflores, y salió de ella para entrar con toda solemnidad al dia siguiente en Búrgos (2), donde ofendió mucho á sus habitantes que no se detuviese mas de una semana, siendo la primera vez que habia entrado en esta ciudad, cabeza de Castilla, por ser época de su cumpleaños (dia de San Matias), y por la memoria del fallecimiento del rey Felipe su padre (3). Durante los dias que permaneció en la ciudad recibió al embajador de Francia Lausuch, quien le requirió para que con rehenes y prendas superiores diese las convenientes seguridades á su Rey, de que se casaría con su hija que no tenia un año de edad, y que restituiria el reino de Navarra á Enrique Albret, rey desposeido, ó en otro caso tuviera por nulo el tratado de Noyon. Cárlos respondió vagamente y en términos de que no se rompiese el tratado ni la paz (4).

Próxima como estaba la reunion de las córtes que habian de celebrarse para votarle subsidios

(1) Fué hijo y discípulo del célebre Gil de Syloe; pasó á Granada por estar encargado de la direccion de las obras de aquella Catedral que trazó y puso sus cimientos. En Toledo, en compañia de Alonso de Covarrubias, ejecutó la Capilla de los Reyes Nuevos. El cabildo de Sevilla le nombró Visitador de sus obras. Falleció en 1563 dejando mandas para la Catedral de Búrgos y la parroquia de la ciudad en que fuė bautizado.

(2) Notas sacadas del libro Becerro de la Cartuja.

(3) Madoz, Diccion. geog., t. IV, p. 604.

(4) Maldonado Macanaz, Crón. general de Burgos, p. 84.

con objeto de ir á tomar posesion de la corona de Alemania, vacante por muerte de su abuelo Maximiliano, negoció habilidosamente que Burgos enviase de procurador al comendador Garcia Ruiz de la Mota, hermano de su privado el obispo de Badajoz D. Pedro Ruiz de la Mota, nacido en Búrgos de familia ilustre, gran cronista y maestro del emperador Cárlos V, y que tambien fué obispo de Palencia, habiéndose distinguido mucho como eminente predicador.

Reuniéronse en efecto las córtes en Santiago en 31 de Marzo, de donde se trasladaron à la Coruña, abriéndose el 25 de Abril. El 19 de Mayo la mayor parte de las ciudades, aun las que mas opuestas estuvieron al principio, otorgaron el rui doso servicio extraordinario, y Búrgos, representada, como ya va dicho, por Mota, estuvo siempre en todo al lado del soberano aplaudiendo todo lo que él y su consejo proponian.

En este mismo año hubo en Búrgos un gran temblor de tierra que arruinó muchas casas, y del susto malparieron muchas mujeres (1).

Pronto estalló la rebelion en varias ciudades, empezando Toledo y siguiendo Segovia, Zamora, Madrid, Guadalajara, Alcalá, Soria, Avila y Cuenca. Las causas que motivaron estas sublevaciones fueron: la provision de las mas altas dignidades y empleos en extranjeros; la venta de los oficios públicos y la rapacidad de los ministros flamencos; el viaje del Rey; la no acostumbrada reunion de cortes en Galicia; el pedido exorbitante despues del que se habia concedido en las cortes de Valladolid; la conducta de los procuradores y el dejar de regente del reino à un extranjero. Iba estrañando que Búrgos no tomase parte en esta contienda; pero no tuvieron que aguardar mucho

1) Berganza, Antig. de Esp., t. II, p. 287.

los impacientes, pues à principios de Junio de 1520, con el pretesto de la prision de dos artesanos hecha por el Corregidor, á consecuencia de haberle hablado con altivez en la reunion del concejo en la Iglesia Catedral (1), sublevóse el pueblo contra aquella autoridad, allanó su casa, quemó sus joyas y mal hubiera librado á no refugiarse en el convento de San Pablo, dejando la vara de la justicia, que tomó un hermano del obispo Acuña. Declaráronse por la comunidad, lo mismo que las demás ciudades pronunciadas, nombrando caudillo á Bernal de la Rija y Anton Cuchillero. Acudieron á pedir á D. Diego Osorio, Señor de Abarca, que aceptase el cargo de su capitan, pero este se evadió del compromiso pidiéndoles un dia para responder, el cual aprovechó para irse á Córdoba, de donde era Corregidor. Sabida su fuga, intentaron derribar su casa, pero se la defendieron D. Pedro de Cartagena, su yerno y D. Pedro de Velasco, hijo del Condestable y Dean de la Santa Iglesia.

Tomaron los rebeldes el camino de la Cartuja para quemar un soto, y sabido por el Dean les salió al encuentro y les aplaudió el pensamiento; pero haciéndoles notar que les sería mas conveniente hacerlo en el invierno porque entonces era época de mucho calor, bastó esta observacion para que en medio de su efervescencia desistieran de su empeño (2).

Supieron despues que Doña Maria de Tobar, marquesa de Berlanga y mujer del condestable D. Iñigo, habia afeado en sus conversaciones el poder de los alborotados, y que habia lanzado algunas amenazas y dicterios contra los hermanados para la noble empresa de la defensa de las libertades pátrias; cayeron sobre su casa, que

(1) Lafuente, Hist. de Esp., t. XI, p. 121.

(2) Maldonado Macanaz, Crónica de Burgos, p. 84.

era la actual del Cordon, disparando contra ella una pieza de artilleria que derribó parte de la esquina de una torre. Inmediatamente forzaron las puertas, penetraron en la lujosa morada, quemaron infinidad de objetos y papeles de importancia, tomando de su armeria prendas de inestimable valor que se perdieron para siempre; y aquella señora hubiera pagado con la vida la ligereza de sus espresiones si no se hubiese podido ocultar en un aposento secreto.

Fueron luego á la casa de Garcia Ruiz de la Mota, procurador de esta ciudad en las córtes de Galicia, y la saquearon y quemaron, entregando tambien á las llamas en una hoguera que hicieron en la calle, las alhajas, tapicerias y ropas, en castigo de su conducta en aquella asamblea.

Dirigiéronse despues á unas magníficas casas que habia edificado y que tenia adornadas con extraordinario lujo un francés llamado Jofre, aposentador que habia sido del Rey Católico, y que se enriqueció mucho en poco tiempo con el favor de la córte, diciendo que ofendia é insultaba á los pobres tanto fausto acumulado á costa de la sangre y tributos del pueblo. Escondido Jofre y protegido despues por los nobles y el embajador de Francia, pudo huir de la ciudad; pero cometió la imprudencia de decir con arrogante tono à unos pasajeros que se encontró en el camino: decid á los marranos burgaleses que reedificaré mis casas poniendo sus huesos por cimientos, y dos cabezas por cada piedra que de ellas han arrancado. Irritados los de la ciudad con esta noticia, despacharon en su busca algunos ginetes, y alcanzándole en la aldea de Atapuerca, pretendió librarse de sus manos entregándose en las del Omnipotente: tomó asilo en la iglesia, y aunque el cura sacó la Sagrada Forma, no pudo conseguir ninguna gracia de los rebeldes que le atropellaron

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