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P. Dondé se empeñó la primera batalla? R. En Aké, habiendo durado todo un dia y quedado los Yucatecos dueños del campo. Trabése de nuevo al dia siguiente y entonces los Españoles fueron dueños de él; pero sin poder avanzar por estar rendidos de fatiga, reducidos en su número y por su ignorancia del terreno. Aquella fué propiamente la primera guerra de conquista.

LECCION XVII

CONTINUACION DE LA CONQUISTA

Cuando el año de 1528 empezó á correr, D. Francisco de Montejo se hallaba todavia aislado en Aké; pero determinado á reconocer el pais y ver si habia minas de oro y plata procurò situarse en otro punto mas ventajoso, como lo era el asiento de la antigua ciudad de Chichen-Itzá, llena de grandes y monumentales edificios pero arruinada y abandonada, para desde ahí observar el pais procurando en lo posible evitar encuentros con los habitantes de la tierra que tan temibles se habian hecho. A fuerza de bondad y contemplaciones llegó á conseguir

que se le reunieran algunos indios, y á favor de éstos pudo hacer que se fabricaran casas de madera y estacas cubiertas de hojas de palma como se han usado siempre aquí. Habiendo sabido que en la provincia oriental y lejana de Bakjalał (Bacalar) habia oro y plata, mandó al capitan Alonzo Dávila con cincuenta soldados de á pié y diez y seis de á caballo con instrucciones para fundar una poblacion que fundada se denominó Villa Real. Entretanto, los jefes del ejército yucateco ha bian preparado todos los medios de un combate decisivo para extirpar de la Península á los conquistadores ó sacrificarlos á todos sobre las aras de los dioses. Presentáronse, pues, en órden de batalla, y pusieron un sitio formal á los reales de Montejo en la histórica ciudad de Chichen, viéndose así los Españoles en la durísima alternativa ó de morir víctimas del hambre ó de caer en las manos de los indios. El temple del valor español ha brillado siempre heróicamente en los casos dificiles. Ellos se resolvieron á morir luchando en tal conflicto, y dejando atrevidamente sus fortificaciones bajan al encuentro de sus numerosos sitiadores. Empeñóse entonces la batalla mas cruda que hasta allí se hubiese te

nido con los indios, y el cronista mayor D. Antonio de Herrera dice, que si bien se mira, la conquista de Yucatan fué mas heróica que la de Méjico por el mayor valor de sus habitantes. Los Españoles hicieron sobre los indígenas todo el extrago que debe suponerse causarian con su resolucion desesperada y la ventaja de sus armas y disciplina, pero fueron derrotados y tuvieron ciento cincuenta muertos que era la mitad de su número: los restantes quedaron heridos y en una situacion tan triste, que tuvieron que retirarse á sus fortificaciones casi todos incapaces de volver á la lucha, de modo que si los Yucatecos los seguian, habrian sido muertos todos sin ninguna excepcion. Y temiendo esto, en la noche inmediata levantaron el campo muy sigilosamente, y para impedir que los vencedores los siguieran, ataron la cadena de un perro al cordel de una campana, y á una distancia fuera del alcance del animal pusieron carne, de modo que primero por seguir á sus amos y despues por alcanzar la carne, estuvo constantemente repicando. Curioso estratagema inventado para adormecer la vigilancia de los sitiadores. Así los Españoles consiguieron escapar

se en silencio, salvando las líneas enemigas, alcanzar la costa, reembarcarse é ir á situarse en Campeche para no abandonar la Península y estar cerca de sus barcos para cualquier evento. El Capitan Dávila entre tanto sufria no menores contratiempos en el otro extremo de la Península, pues llegado á la provincia de Bakalal, envió un mensaje al Señor de Chetemal (Chichanja), solicitando noticias sobre oro y pidiendo provisiones de gallinas y de maiz. El cacique le envió a decir que ya le enviaria gallinas ensartadas en las lanzas de sus guerreros y mazorcas de maiz en las puntas de sus flechas, fiera y significativa respuesta que dejó confuso y desconcertado á Dávila y á sus soldados. Despues de algun tiempo considerable, estérilmente empleado en aquel sitio, le abandonaron, y se abrieron paso hacia la costa marchando al traves de muchos trabajos hasta juntarse con el General Montejo en Campeche dos años despues de su infortunada separacion. Reanimáronse los conquistadores en sus reales de Campeche (1530) con la alegria de sa reunion en un solo punto, y se propusieron de nuevo penetrar en el interior del pais; pero se lo impidieron las tropas indias, el grueso de cuyo ejército se presen

taba cuando el caso lo requeria y recorriendo en diferentes direcciones sus guerrillas, que una vez llegaron á prender al Adelantado, y le sacrificarian sin duda en el instante, si no se hnbiesen propuesto llevárselo vivo y dado tiempo con esto de que los suyos lo libertaran. Viéndose impotente el Adelantado Montejo para lograr la conquista de Yucatan, desalentada su gente y desertándosele en gran manera para ir á tomar parte en la conquista del Purú, cuyas noticias comenzoron á llegar por aquella época con grande fama de oro y plata que allí abundaba extraordinariamente, se propuso dejar en Campeche á su hijo (que era de su mismo nomdre) con el resto de la gente, y se dirigió él á Nueva-España (Méjico) para reclutar mas gente y venir á proseguir la conquista.

Con el favor y las rentas que tenia en Nueva-España, logró reunir algunos soldados y compró buques, armas y otras municiones de guerra para proseguir su obra. Como Tabasco pertenecia á su gobierno de Yucatan, y los indios de aquella provincia, que habian sido sometidos por Cortés se hallaban en insurreccion, el Adelantado consideró oportuno reducirlos primero. Hiciéronse los buques á

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