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yon y Santis, Caballero de la Orden de San Juan y Capitan general de artillería del Reino de Jaen, hasta el 27 de Marzo de 1672. XXXIII. D. Miguel Francisco Cordoño, Capitan general de caballería, desde el 27 de Marzo del año de 1672 hasta el 28 de Setiembre de 1674.

XXXIV. D. Sancho Fernándo Angulo y Sandoval, Caballero de la Orden de Santiago; hasta el 18 de Octubre de 1677.

XXXV. D. Antonio Iseca y Alvarado, Caballero de la Orden de Santiago; hasta el 14 de Julio de 1683.

XXXVI. D. Juan Tello de Guzman; hasta el 25 de Julio de 1688.

XXXVII. D. Juan de la Bárcena, Maestre de Campo; hasta el 20 de Agosto de 1693. XXXVIII. D. Roque Soberanis y Zenteno, Caballero de la Orden de Santiago; hasta el 25 de Setiembre de 1699 en que falleció. Fuera de estos propietarios gobernaron como interinos los siguientes:

1. Dr. D. Frutos Delgado, Oidor de la Real Audiencia de Méjico, gobernó del mes de Octubre de 1669 al de Mayo del inmediato de 1670.

2. D. Juan de Arechaga, Oidor de la

misma Real Audiencia, gobernó los últimos meses del año de 1683 despues del gobierno del Sr. Iseca.

8. D. Martin de Urzúa y Arismendi, Conde de Lizarraga; de Febrero de 1695 á Febrero de 1697, con motivo de haber ido el propietario D. Roque de Soberanis y Zenteno á dar cuenta de su gobierno en la audiencia de Méjico.

En esta época fué que despues de diez y nueve meses de trabajo se concluyó y se inauguró solemnemente la ciudadela de S. Benito (1669) en el local del Monasterio de S. Francisco que se conocia bajo la denominacion del Convento grande; habiendo hecho poco tiempo despues (1670) el gobernador D. Frutos Delgado, que se tapiaran las puertas del Oriente y Sur de dicha ciudadela por donde los religiosos atendian la parroquia de S. Cristóbal que estaba á su cargo, y dejando solo la del Poniente.

Vino una órden del Rey para que los Tenientes de rey que los Gobernadores tenian facultad de nombrar en la provincia, fuesen los que sucediesen á éstos en los casos de vacante y no los Alcaldes ordinarios como ha

bia sido la práctica. Y aunque el Teniente de rey Dr. D. Antonio de Escalona tomó posesion de este empleo, por nombramiento que en él recalló, y se siguieron nombrando tales empleados, no sucedieron en el gobierno en las vacantes, porque los Yucatecos quisieron seguir su costumbre de que los Alcaldes gobernaran hasta que llegase un interino nombrado por la Audiencia ó el propietario nombrado por el rey.

Siendo la villa de Campeche el puerto de la provincia y por consiguiente su plaza mercantil, era el blanco principal de las constantes irrupciones de los piratas que, en esta época lo mismo que en las anteriores, sorprendieron repetidas veces. Era Gobernador D. Juan Tello de Guzman [1685] cuando la dicha villa de Campeche calló completamente en poder de los corsarios que al mando de su general Lorencillo invadieron en considerable nú. mero la poblacion, y aunque ésta se defendió todo lo que fué posible, al fin la superioridad del número y la ventaja de las armas enemigas triunfaron con mengua nuestra y permanecieron dueños de la villa por algun tiempo, haciendo excursiones á los lugares circunvecinos y aun preparándose para caer so

bre la ciudad de Mérida. Todo el pais se puso en estado de guerra, y reuniéndose unas compañías de Mérida, Izamal, Valladolid y otros puntos, siendo los Capitanes D. José Ingran, D. Juan José Gómez y Velazco y D. Lázaro de Canto, teniendo el mando en jefe D. Juan Chacon, se dirigieron á recobrar y libertar la oprimida villa, habiendo marchado tambien el Capitan general que se situó en Hequelchakan. La tropa avanzó hasta Hampolon, pueblo inmediato á Campeche, donde se libró el combate en que se cubrieron de gloria las armas yucatecas, venciendo á los ingleses. Uno de los principales caudillos de los piratas quedó en el campo de batalla atravesado su cuerpo de once balas, lo cual, así prueba el arrojo de los enemigos, como demuestra el valor heróico con que lucharon los nuestros, apesar de alguna torpeza en el arte de la guerra, á que estaban poco acostumbrados. Viéndose perdido el enemigo se embarcó llevándose ciertamente ricos y abundantes despojos que de antemano habia robado y prendiendo fuego á las habitaciones de la desolada villa. Desde este suceso en que se contaban ya cinco ocasiones que los ingleses invadian á Campeche,

el gobierno de la provincia y los ciudadanos, tomaron con calor la resolucion de amurallar la villa, echándose derramas voluntarias, de modo que habiéndose juntado desde luego y como primera partida la suma de 13,500 pesos, se abrieron los cimientos el año de 1686.

No volvieron los filibusteros á obtener los triunfos que solian en aquel puerto y ya dirigieron sus invasiones á la costa Norte y Oriental. El mismo Lorencillo invadió á poco dentro del mismo año (1686) el territorio de Valladolid y el de Tijosuco, pero tambien fué vencido por nuestras tropas en un combate ó mas bien por una curiosa estrategia que contra él se empleó á inmediaciones de Tijosuco, viéndose precisado á correr precipitadamente á alcanzar sus barcos y retirarse. No se tenia sin embargo la misma suerte con respecto á la Laguna de Términos ó Isla del Cármen, que como indefensa y aislada, los corsarios ingleses tenian en ella su guarida principal para andar infestando todo el Seno mejicano. Hízose venir de España una compañía de guardias presidiales que desembarcaron en Campeche en Agosto del año de 1688, y en el siguiente llegó la primera artillería gruesa que hubo en Yu

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