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LIII. D. Cristóbal de Zayas, Mariscal de campo; desde el 6 de Diciembre de 1765 hasta el 18 de Febrero de 1771.

LIV. D. Antonio Oliver, Brigadier de los Reales ejércitos; desde el año de 1771 hasta el mes de Octubre de 1777.

LV. D. Hugo O-Conor Cunco y Fally, Brigadier de los Reales ejércitos, hasta el 8 de Marzo de 1779 en que falleció.

LVI. D. Roberto Rivas Betancourt, hasta el 26 de Junio de 1783; aunque algunos dicen que este solo gobernó como interino.

A mas de estos Capitanes Generales gobernaron como interinos algunos tenientes de rey, que los mismos Gobernadores tenian facultad de nombrar al tomar posesion del gobierno. Y aunque por lo comun y conforme á real cédula anterior, en los casos de vacante entraban á gobernar los Alcaldes ordinarios, por nueva cédula mandó el soberano que gobernaran en tales casos los tenientes de rey; y habiéndose reiterado aquella órden, aparecen desde esta época dichos funcionarios gobernando como interinos cuando el caso lo requeria.

1. D. Juan Antonio Ainz de Ureta, go,

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bernó interinamente como teniente de rey de Campeche con motivo del fallecimiento en Noviembre de 1762 del Capitan general D. José Crespo Honorato; hasta el 17 de Junio de 1763.

2. D. José Alvarez, teniente de rey de Campeche; hasta el 24 de Diciembre de 1763.

3. Ei mismo, con motivo del fallecimiento del Capitan general Ramirez de Estenoz en 11 de Noviembre de 1764, gobernó hasta el de Diciembre de 1765.

4. D. Alonso Manuel Peon, Caballero de la Orden de Calatraba, Coronel del ejército, gobernó interinamente hasta la llegada del Capitan general Cunco y Falli.

5. El mismo, desde el 8 de Marzo de 1779 en que falleció el Capitan general, hasta la llegada del Sr. Rivas Betancourt.

Gobernando el Sr. Crespo y Honorato sucedió que en el partido oriental de Sotuta se sublevaran los indios en el pueblo de Quisteil, siendo su caudillo un indio llamado Jacinto Can-Ek [15 de Noviembre de 1761.] De la misma manera que en las épocas anteriores se habia visto cómo de cuando en cuando la chispa de la insurreccion indígena

se presentaba, así en esta vez, los naturales de Quisteil formaron un plan para sacudir el dominio español y abjurar la religion cristiana que habiau abrazado. Cometieron pues, asesinatos, incendiaron casas, robaron, y formaron un simulacro de gobierno provisional, desprendiendo de una imágen de la Vírgen la diadema imperial para coronar con ella á Can-Ek que se habia hecho proclamar rey. Levantáronse inmediatamente tropas que el Capitan general mandó sobre los sublevados, y en un combate librado el 26 de Noviembre fueron vencidos. Apresado Can-Ek, fué ajusticiado en Mérida con golpes de barra, y quemándose su cuerpo, sus cenizas fueron exparcidas al aire para escarmiento de los demas. Fueron tambien ahorcados ocho indios principales que aparecieron cómplices de la sublevacion, habiéndose cortado una oreja á todos los demas indios menos principales que habian tomado parte en aquel crímen. En cuanto al mismo pueblo de Quisteil, el rey mandó por su cédula de 13 de Julio de 1776, que fuese arruinado por completo y sembrado de sal, desapareciendo así del catálogo de las poblaciones de la provincia.

Otra desgracia sufrió el pais en esta épo

ca, y fue la expulsion de los padres jesuitas, que desde su ingreso hasta el momento de su violenta expulsion solo habian hecho bienes á la sociedad yucateca. Las cortes de Francia, España y Portugal habian sido minadas por los enemigos de la Iglesia católica, y todos sus tiros se dirigian á hacer desaparecer una Orden que, como la de los jesuitas, era el mas poderoso antemural y defensa de la Iglesia romana. De estas maquinaciones resultó, pues, que de aquellos tres paises cuyas cortes ó gabinetes habian sido sorprendidos por los enemi gos de la Compañía de Jesus, fuesen expatriados los padres, cerrados sus colegios y Universidades y ocupados sus bienes por los gobiernos. Era Capitan General de la provincia D. Cristóbal de Zayas cuando se recibieron las órdenes del rey Cárlos III sobre este asunto, previniendo su exactó cumplimiento bajo la mas escrupulosa responsabilidad. Habia á la sazon en la casa profesa de Mérida doce jesuitas, yucatecos en su totalidad, nativos los mas de Izamal y Valladolid, célebres y generalmente queridos por su eminente virtud y ciencia. En medio de las tristes lágrimas de todo el pue

monarca.

blo, y con direccion á Italia, fueron embarcados en Campeche el 12 de Junio de 1767, al tercer dia de recibidas las órdenes del Murieron en Bolonia con fama de preclara virtud y letras los tres mas distinguidos de aquellos jesuitas yucatecos, que fueron D. Manuel Brito, D. José Vicente Anguas y Alcocer, nativos de Valladolid (Yucatan), y D. Domingo Rodriguez, nativo de Izamal. El P. Brito escribió del P. Auguas un Elogio histórico en la mas pura y bella latinidad, que con el título de "Elogium R. D. Josephi Vincentii Anguas et Alcozer Nove-Hispaniæ sacerdotis" publicó en Ferrara, año de 1786, en la imprenta de Francisco' Pomatelli, y que el Ilmo. Sr. D. Pedro Agustid Estevez y Ugarte, Obispo de Yucatan, tradujo al castellano (1). Para honrar á Yucatan con el recuerdo de sus hombres célebres, no dejaremos pasar esta ocasion sin dejar consignada una uota manuscrita del Ilmo. Sr. Estevez, que autógrafa se lee al calce del ejemplar del "Elogium" que perteneció á su biblioteca, y dice así: "Este elegantísimo es

(1) Puede verse en el tomo 10 del Diccionario histérico de Yucatan, por D. Jerónimo Castillo, verb. "Anguas."

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