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Fernan Perez, Dean de Sevilla fué á hablar á los señores de parte del Rey, y dijo asi: «Dicinos el Rey D. Alonso nuestro y vues»>tro señor, que tuviesedes por el á Sevilla, que la mejor ciudad de >> todos los reinos y muy honrada con muy grandes retenencias».

Parecerá ya superfluidad traer mas autores para prueba de este intento, pero no puedo envolver en el silencio dos testimonios que á mi parecer son prueba de la grande estimacion de Sevilla sobre todas las ciudades de España. El primero es de Andreas Bernaldes, en la historia que escribió de los Reyes Católicos que MS. corre con título del Cura de los Palacios. Este autor escribe varias cosas con mucha curiosidad como testigo de vista de aquellos tiempos. Dice en el cap. 76, hablando de un recibimiento de los ejércitos á la valerosa y sabia reina Doña Isabel. « E ficieronle un re>> cibimiento muy singular en que salieron al camino los primeros el >> duque del Infantado que habia venido desta vez á la guerra muy >> pomposo y muy poderoso é el pendon de Sevilla è su gente é el >> Prior de S. Joan fasta uua legua y media del Real: é pusose una » batalla á mano izquierda del camino por donde ella venia to>> dos bien aderezados como para pelear: é como la Reyna llegó >> fizo reverencia al pendon de Sevilla é mandole pasar á la mano >> derecha. En este mismo capítulo dice: que luego los otros pen>> dones de las demas ciudades se abatieron á la Reyna, faciéndo>>le gran reverencia». Pasó esta accion entre Loja y Antequera, no lejos de la Peña de los Enamorados.

El segundo testimonio sea de D. Fadrique Enriquez, Almirante de Castilla que por orden y mandado del Emperador D. Carlos vino de Cataluña, donde se habia retirado por ser ya muy viejo, con plena comision de quietar las comunidades que amenazaban á España fatales daños. Vino pues á Tordesillas, donde se hallaban los comuneros con mucha gente de guerra y con tanta insolencia y atrevimiento, que destruian las ciudades; y dando cuenta á SeviIla de todo lo que pasaba por una carta cuyo sobrescrito era: «< A >> la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla: » y dentro de ella en

la parte superior. «Muy magníficos Señores: hasta ahora no he » escrito á Vmds., porque me parecia debia pasar con mis obras >> adelante. Vmds. sabrán que estando yo y la Condesa apartados de >>bullicio y deseando servir á Dios en lo restante de la vida, oyen>> do allá las revueltas de Castilla, el amor de la patria y un se>>cretario de su Magestad para que me encargase de la goberna>>cion del Reyno, me truxeron acá, etc.» Y despues de algunas cosas de que les da larga cuenta dice asi: «Yo como natural y ve>>cino de esa muy noble ciudad, é tenido y tengo contienda con >>> esta gente de la Junta que por otro nombre unos á otros llaman. >> Santa Comunidad ó Reyno de España, diciéndoles y defendién>>>doles que pues Sevilla los contradice que no son ellos Reyno, y »>que Sevilla es de tanta calidad y merecimiento, que ella sola pue>> de llamarse reyno y ellos sin ella no pueden tener tal nombre». Al fin de esta carta dice: «Cuyas magníficas personas N. S. guar» de y acreciente. De Medina 28 de Noviembre de 1520 años.» Esta carta trae Luis de Peraza en su historia de Sevilla MS. f. 15, y todo á la letra con otras que el almirante escribió, y el perdon general y nombre de los encartados impreso todo, año de 1522, tiene el beneficiado Juan Gomez Brabo, beneficiado de la veintena de la Santa Iglesia mayor de esta ciudad mi amigo.

El libro de las Etimologias es de S. Isidoro, arzobispo de Sevilla, y no del Cordubense.

Es tan propio el gran Isidoro de nuestra ciudad, que la gloria de sus escritos y obras de admirable erudicion toca tambien á la ciudad donde aprendió y leyó con tanta fama en toda la Iglesia Católica: y asi su defensa en la parte que recibiere agravio corre por cuenta de la misma ciudad, pues es su patrono y tutelar. Dice el P. Martin de Roa, fol. 28: «Deste tiempo fueron los dos Isidoros mayor y >> menor, señalados ambos en letras y santidad. Escribió el último >>>sobre el libro de los Reyes y Evangelio de S. Lucas, y el otro >>>compuso los libros de las Etimologias, que por yerro se atribuyen

»á S. Isidoro, arzobispo de Sevilla, que floreció muchos años des>>pues.>>

Quien leyere esta proposicion tan absoluta, tan nueva, tan sin razon ni probanza, no dudo (si ha leido algo de antigua historia) que admirará la mayor novedad que se ha dicho en nuestro siglo, y pues Martin de Roa dice que el atribuirse el libro de las Etimologias á S. Isidoro Hispalense ha sido yerro, será necesario para sacarle del suyo repetir los tiempos antiguos y los autores de la edad en que el Santo escribió, supuesto que Isidoro Cordubense fué doscientos años mas antiguo que el Hispalense. Sea el mismo S. Isidoro el primer testigo, que á buen seguro no se abrogará obra agena, teniendo tantas propias de que poderse preciar. En la epistola dedicatoria de este libro la inscripcion es: «Domino meo et Dei servo Braulioni >>>episcopo Isidorus». Habia comenzado á escribir las Etimologias á ruegos de S. Bráulio, arzobispo de Zaragoza, su discípulo, y aunque no lo habia puesto en perfeccion ni acabado, le dedica el libro como cosa que el Santo habia trabajado y meditado; luego no es ni puede ser de Isidoro cordubense, ni tal libro era en el mundo. Sea el segundo testigo S. Bráulio cesaraugustano, el cual en el libro de Viris illustribus, refiriendo las insignes obras que su maestro escribió, dice: «Isidorus vir egregius Hispalensis ecclesiae episco>>>pus Leandri episcopi succesor et germanus». Buenas señas son todas estas para que nadie dudase, y despues de haber contado los muchos libros que escribió, prosigue: «Ethimologiarum codicem >>nimia magnitudine distinctum habeo titulis non libris, quem ro>>gatu meo fecit quamvis imperfectum ipse reliquerit». No es de menos crédito, santidad y dignidad el testigo que se sigue. Este es S. Ildefonso, arzobispo de Toledo, discípulo tambien de S. Isidoro, en el apendix de Viris Illustribus, dice asi: «Isidorus post Lean>>>drum fratem Hispalensis sedis propiæ Bæticæ cathedram tenuit, >>vir decore simul et ingenio pollens.» Y habiendo referido algunas de sus obras que escribió, dice: «Scripsit quoque ultimo ad petitio>>nem Braulioni episcopi librum Ethimologiarum, quem eum multis

»annis conaretur perficere inexpleto opere diem extremum visus >>est conclussisse.» Todos estos testigos son instrumentales y de vista.

Tambien es antiguo Sigisberto Genblacense en el libro de Viris illustrib. «<Isidorus junior hispalensis episcopus multa scripsit ad >>>Braulionem episcopum viginti libros Etymologiarum.» El abad >>>Tritemio de scriptorib. ecclesiast. «Isidorus junior episcopus his>>palensis, vir in divinis scripturis eruditissimus: hic dicitur junior >>ad differentiam senioris episcopi cordubensis: Scripsit autem iste >>Isidorus multa præclara opuscula de quibus dumtaxat reperi sub»jecta.» El coronista Morales, natural de Córdoba, lib. 12, cap. 21: César Baronio en los Ann. anno 636 n.° 9, y antes y despues de ellos cuantos autores han escrito de cosas de España: Belarmino en el tratado de los escritores eclesiásticos. Cuantas impresiones se han hecho desde que se inventó el arte de la imprenta, intitulan las Etimologías, constantemente de S. Isidoro hispalense. Ultimamente vea el lector la prefacion de Joan Griales, á quien el señor Rey D. Felipe el prudente cometió juntar, reconocer y enmendar las obras del gran doctor de las Españas, el cual dice que con la potencia de tan gran Monarca se juntaron de todas partes mas de treinta códi— ces MS. antiquísimos de letra gótica, y longobárdica, y que el libro de las Etimologías se encomendó con particular atencion al doctor Alvar Gomez, canónigo de Toledo, para que comunicándolo con el doctísimo Antonio Agustin, arzobispo de Tarragona, y Pedro Chacon, que se hallaba en Roma, dijese cada uno lo que sentia y se remitiese á Alvar Gomez. Las palabras de aquel autor, entre otras de dicha prefacion, dicen asi: «Etymologiarum emendatio >>Alvaro Gomezio Toletano, viro in primis erudito credita est, tra>>>ditaque ipsi veterum codicum magna copia, quorum bona pars got>>thicis caracteribus sive mavis longobardicis erat scripta. Quo ipse, >>>varietate notata, ad Antonium Augustinum, tarraconensem ar>>>chiepiscopum, et Petrum Chiachonium Romæ jam tum commo«rantem singulis de rebus referret. Quorum utrique id etiam fuerat

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»à Rege injunctum: ut et ipsi, collatis suis exemplaribus, quid sen>>sus sui esset ad eumdem Alvarum remiteret. Constat autem omnes >>>triginta, aut eo pluribus manuscriptis libris in hoc opere emen->>dando fuisse usos. » Juzgue ahora el lector cuyo es el error, y si ha delinquido el consentimiento comun nacido de tan conocida verdad ó el efecto desordenado de usurpar para su ciudad lo que no le puede tocar por ningun título.

El mismo autor en el fol. 35. «Fuerza me obliga á no pasar de >>aqui sin alabar el esfuerzo que el licenciado Rodrigo Caro hace en >>sus Antigüedades de Sevilla para probar que hubo escuelas en ella; >>mas no puedo admitir dos testimonios de que se vale, porque no los >>>tengo, ni los tienen varones doctos por legítimos: el primero de una >>piedra, ó un antiguo mármol, que está en la iglesia de San Salva»dor, etc., quiere que sea título sepulcral, y que el entierro hubiese >>>sido en las escuelas, cosa tan agena de los romanos». En otra parte dice Martin de Roa «que no cabe en humano discurso haber sido »>Triana Itálica». Antes que se satisfaga á los escrúpulos que opone

y

de que se muestra mal contento, no puedo dejar de culpar á este autor que se ponga á inquirir si hubo ó no escuelas públicas en Sevilla, y si Triana haya sido Itálica, diciendo que no cabe en humano discurso que lo haya sido, porque no tiene que ver esto con el Principado de Córdoba que intentó averiguar. Esto sin duda es saltar fuera del corro, como está en el proverbio. Parécele á Martin de Roa que en decir yo en mi Principado que hubo escuelas públicas en Sevilla hago un grande esfuerzo por mi ciudad averiguándolo alli, y la verdad es, que aunque parece hacerme honra no puedo pasar por ello falta mia será no haber logrado el intento, no descrédito de la causa. Por confesion de Martin de Roa (y en esto no nos da lo que es notoriamente nuestro) Sevilla fué cabeza de la Turdetania. Los turdetanos le llama Estrabon, los doctisimos de toda la provincia, luego muy verosimil es que aun en aquel primero siglo tuviesen escuelas en la cabeza de sus ciudades. Cuanto mas en tiempo de los romanos, que continuando aquella su antiquisima mayoría fué metrópolis

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