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La Real Academia de la Historia consideró siempre como uno de los mas interesantes objetos de su instituto salvar de la destruccion los documentos antiguos, y darlos á la prensa ordenadamente para ilustrar los sucesos de la Historia nacional. Dispersos y diseminados en diferentes archivos, cumplia en verdad reunirlos y publicarlos.

Ya en diversos tiempos algunos individuos de la Academia habian examinado por órden del Gobierno los archivos públicos y copiado notables documentos. Las colecciones del Marqués de Valdeflores, de Abad y Lasierra, de Muñoz y de Floranes, de Villanueva y Vargas Ponce, y de otros infatigables literatos existen en la Academia, y se hubieran publicado antes si los medios de ejecutarlo hubiesen correspondido á los deseos de esta corporacion.

Creció la necesidad de adoptar un pronto remedio al ver que desaparecian archivos respetables, que se destruian muchos de sus códices y documentos, que otros perdian en manos iliteratas los caractéres que aseguraban su autenticidad, y que no pocos figuraban en los archivos y museos extrangeros, acusando á la Nacion que se dejó arreba¬ tar con ellos los testimonios de sus glorias.

La Academia elevó su voz contra esta calamidad pública; ofreció sus servicios, su cooperacion, su celo para aminorarla: todo en vano. Limitada en el número de sus individuos, sin recursos para atender á sus necesidades ordinarias, trabajaba en silencio cuidando de conservar viva la llama del saber histórico, aunque sus trabajos morian dentro del recinto de sus sesiones, aunque faltaba el estímulo y la recompensa del voto de los inteligentes.

La Academia vuelve hoy á cumplir con el público la antigua deuda. Próxima á darse á luz se halla la Crónica de Fernando IV: estan en prensa el tomo 8.o de las Memorias de la Corporacion y la Historia general de Indias del capitan Gonzalo Fernandez de Oviedo; y se hallan impresos el tomo 47 de la España Sagrada, y los tomos 11, 12, 13, 14 y 15 del Viage literario á las Iglesias de España por el Padre Jaime Villanueva. Que no de otro modo corresponderia la Academia á las distinciones recibidas de la Reina N. Sra., de las Córtes y del ilustrado Gobierno.

La muestra de confianza que pesa mas en el ánimo de la Academia es el haber merecido la distincion de conservar el precioso archivo del cronista D. Luis de Salazar y Castro, que si bien reclamaba con derecho como sucesora en el oficio, anduvo corriendo varia fortuna en los últimos cuarenta años. La Academia hará participante al público de las riquezas que encierra, y evitará cuidadosamente su extravio.

Con este archivo, con sus antiguas colecciones, con los originales que existan dentro del rádio de su accion, empieza la Academia á publicar periódicamente documentos históricos. Los que comprende este primer número son de la época de D. Alfonso el Sábio, época en que las ciencias, las letras y las artes tuvieron proteccion y apoyo, en que el

lenguaje habia perdido su rudeza; y época que la Academia miró siempre con particular predileccion, habiendo publicado las obras legales, y proyectado dar á la prensa las obras históricas de tan distinguido Monarca.

La Academia sin embargo no puede menos de recordar lo dificil y lo expuesto á errores de esta clase de publicaciones, especialmente cuando han desaparecido los documentos originales y hay que descansar en la fé del colector. La Academia indicará la procedencia de los documentos que publique, dejando al juicio de los sábios el resultado de sus trabajos.

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