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al ver y admirar las corpulentas arboledas de un jardin delicioso y sombrio, no elogiamos por ello á la generacion que lo posée sino á las anteriores que lo plantaron; del mismo modo debemos referir á Isabel la creacion de nuestra edad dorada, de aquel siglo de ilustracion á que dió nombre Felipe II con igual fortuna, ó por mejor decir, con igual injustícia que Vespucio dió poco antes el suyo á las Indias occidentales.

Isabel en los últimos años de su reinado, primeros ya del siglo XVI, gozaba del fruto colmado de sus desvelos y fatigas. La constitucion del reino mejorada; sus límites aumentados dentro de la Península con los domínios de Aragon y Granada, fuera de ella con los de Sicília, Nápoles, Canárias y nuevos descubrimientos de América; las naciones comarcanas, ó amigas ó vencidas; el poder de España fundado sobre su ilustracion, indústria y riquezas; la tranquilidad, la abundáncia, la felicidad rebosando desde las columnas de Hércules hasta el encumbrado Pirineo, todas estas circunstancias formaban un cuadro grandioso y encantador cuya consideracion debia llenar de placer el pecho de nuestra Princesa, pero que no alcanzó á consolarla de las desgrácias domésticas que afligieron el postrer período de su vida. El fallecimiento de su hijo Don Juan, el de la Infanta Doña Isabel ya jurada heredera y el de su nieto el Príncipe Don Miguel, fueron tres cuchillos de dolor que sucediéndose rápidamente llagaron de muerte su corazon afectuoso y sensible. Los esfuerzos de su virtud y la admirable constáncia con que sufrió golpes tan lamentables no estorvaron que se resintiese de ellos su naturaleza, y que la perdiesen sus vasallos cuando aun podian prometerse disfrutar largos años de su felicísimo gobierno. Consumida de pesar y melancolia, conoció que se acercaba su fin en Medina del Campo, y despues de dictar aquel célebre testamento, espejo del alma de Isabel, modelo de religiosidad y de ternura, donde los padres, las esposas, los amos, los Reyes pueden tomar lecciones sublimes de las virtudes que con

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ELÓGIO DE LA REINA DOÑA ISABEL. vienen á todos ellos, bajó finalmente al sepulcro en noviembre de 1504.

El eclipse que se siguió inmediatamente en la glória de España, manifestó bien á las claras quien era el sol que la alumbraba. El venerable arzobispo de Granada Don Hernando de Talavera amenazado de la prision y del opróbio: el gran Gonzalo de Córdoba desatendido, rodeado de espias é indignas sospechas: el descubridor de las Índias acabando sus dias en la oscuridad y casi en la pobreza: el vigor de la justícia debilitado: la corrupcion, la codícia, la profusion sucediendo al noble desinterés, á la moderacion y sobriedad castellana: el Rei Católico tratando de contraer un enlace injurioso al nombre de su difunta esposa, de aquella tierna y amante esposa, de privar del trono á su descendéncia, de trastornar sus planes políticos y dividir de nuevo la sucesion de los réinos de Aragon y Castilla. . . . . . Pero apartemos la imaginacion de ideas tan desapacibles, y fijémosla en la grata memória de nuestra Princesa. Su alma subió á las moradas celestiales; su nombre quedó acá en la tierra, y durará en ella hasta las edades mas remotas. El recuerdo de sus virtudes servirá siempre de honor á España, de consuelo á los buenos y de admiracion al mundo. Su ejemplo hablará en todos tiempos todos tiempos al corazon de los Reyes les amonestará que el único objeto digno del arte de reinar es el bien comun de los súbditos; y les dirá que para conseguirlo nunca pierdan de vista aquella máxima saludable, que habiendo sido el norte constante de las operaciones de Isabel, quedó nuevamente confirmada con los aciertos felicidades de su gobierno: á saber, que la verdadera política mira como unidas con vínculo indisoluble la virtud, la ilustracion y la prosperidad.

y

ILUSTRACIONES

SOBRE VÁRIOS ASUNTOS DEL REINADO

DE

DOÑA ISABEL LA CATÓLICA,

QUE PUEDEN SERVIR DE PRUEBAS Á SU ELÓGIO.

PRESENTADAS À LA ACADÉMIA DE LA HISTORIA

POR D ON DIEGO CLEMENCIN,

SU INDIVIDUO DE NUMERO.

Á LA ACADÉMIA DE LA HISTÓRIA.

El elógio de la Réina Doña Isabel que me confió muchos años

há la Académia, fué la ocasion de que se escribiesen las ilustraciones que ahora tengo el honor de presentarle. Así como los pintores encargados de composiciones históricas mui complicadas sueden hacer estúdios especiales de ciertas partes del cuadro que lo necesitan ; así tambien en el cúmulo de investigaciones hechas para formar el panegírico de aquella ilustre princesa, fué menester estudiar con mayor esmero los puntos mas importantes o menos conocidos. Estos trabajos parciales produjeron algunos descubrimientos y aclaraciones en matérias pertenecientes al reinado de los Reyes católicos, y su publicacion podrá servir de comentário y de pruebas de várias notícias indicadas en el elógio, que no son comunes en nuestros libros. En la eleccion de los asuntos no siem

pre se han preferido los mas importantes, y mas bien se ha querido dar luz á algunos que no la tenían o podian tenerla mayor, omitiendo otros menos ignorados o menos desatendidos anteriormente. No se crea que con esto se entiende haber ilustrado cuanto hai que ilustrar en los sucesos de tan glorioso reinado: muchos puntos quedan intactos, y excitarán en lo sucesivo la diligéncia de otros escritores. Entretanto las presentes investigaciones dirigidas á ensanchar los límites de la verdad en el campo de la história nacional, y acompañadas de documentos curiosos é inéditos, no serán acaso desagradables á los amantes de nuestras cosas, y son ciertamente acreedoras por el buen deseo de su autor a la indulgéncia de la Académia.

ILUSTRACION I.

Pátria de la Réina Doña Isabel y época de su nacimiento.

H1

a habido y hai dudas acerca del lugar y época del nacimiento de la Réina católica Doña Isabel : cosa que podrá parecer extraña á los que ignoran cuantos son los vacíos de la história , y ven por otra parte que en el dia apenas hai persona por humilde que sea, cuya pátria y edad no consten de un modo irrefragable.

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Los historiadores contemporáneos discuerdan notablemente. Lúcio Marineo, capellan del Rei católico Don Fernando, dijo en el tratado de las cosas memorables de España (1) que Isabel nació en Madrigal el año de 1449. Andrés Bernaldez, Cura de los Palácios en la provincia de Sevilla, autor coetáneo de una apreciable história de los Reyes católicos que se conserva manuscrita, afirma (2) que nació la Réina en Ávila á 19 de noviembre de 1450. Fernando del Pulgar nada dijo acerca de esta matéria en su crónica: pero en la carta al obispo de Osma, que es la V de su coleccion, expre

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só que Isabel entró á gobernar á los 23 años de edad; y como el primero de su gobierno fue el de 1474, hubo de nacer segun esta cuenta en 1451. Del doctor de Toledo, médico de la misma Réina, hai unos apuntamientos históricos en la biblioteca de la cámara del Rei, donde se lee: nasció la santa réina católica doña Isabel, fija del rei don Juan el segundo e de la réina doña Isabel su segunda muger, en Madrigal jueves XXII de abril, IIII oras e dos tercios de ora despues de mediodia, año dñi MCCCCLI años. El crónista Alonso de Paléncia en el libro II de sus décadas latinas, dice que la Réina nació en el año de 1451, IX kal. maii, que corresponde á 23 de abril. Conforme con Paléncia vá la crónica del Rei Don Juan el II, que corrigió y publicó Lorenzo Galindez de Carvajal, ministro favorecido y analista de los Reyes católicos: en este tiempo, dice (1), en veinte y tres de abril del dicho año (1451) nació la infanta Doña Isabel que fue princesa y despues réina y señora nuestra. Finalmente Pedro de Torres, rector del colégio de San Bartolomé de Salamanca á principios del siglo XVI, en unos apuntamientos que se guardan en la biblioteca real, dice: nasció Doña Isabel año dm. 1455, die 14 novembris ho. 17. Y mas abajo expresa que nació Regina Helisabet a. d. 1453, die 14 novembris hora 17, ascendens 4 gr. scorpio, medium celum II gr. leonis.

En órden al año del nacimiento de la Réina Doña Isabel, la discrepancia de los historiadores queda enteramente dirimida por la carta en que el Rei Don Juan el II lo avisó á la ciudad de Segóbia, en cuyo archivo se conserva original. Por ella se vé que el nacimiento fué en el año de 1451, y que Pulgar, Toledo y Paléncia, mejor informados de estas particularidades por su asisténcia á la corte, las refirieron con mas exactitud que otros.

Mayor dificultad presenta señalar el dia del nacimiento de la Réina. La opinion general de nuestros historiadores, apoyada en los respetables testimonios de Paléncia y Galindez, lo

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