Alrededor del mundo, Volumen7

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1902
 

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Pasajes populares

Página 268 - ... hondas, los de las grises lontananzas muertas... El alma se empapaba en la solemne clásica grandeza que llenaba los ámbitos abiertos del cielo y de la tierra. ¡Qué plácido el ambiente, qué tranquilo el paisaje, qué serena la atmósfera azulada se extendía por sobre el haz de la llanura inmensa!
Página 194 - Grande la cara, el cuello corto y ancho, Los pechos gruesos casi con calostro: Los brazos cortos, muy orondo el pancho, El ceñidero de hechura de olla, Y á do me siento hago allí mi rancho.
Página 194 - Que lo tendría en excesiva estima. Por contemplar en mi belleza un rato; Por darle gusto (que es un poco prima) Le envié, por memoria de mi rostro. Un botijón con un bonete encima. Con la gordura tengo un ser de mostró. Grande la cara, el cuello...
Página 268 - ... eran! Hasta el hosco pastor de mis ganados, que ha medido la hondura de mi pena, si llego a su majada baja los ojos y ni hablar quisiera; y dice al despedirme: «Animo, amo; haiga mucho valor y haiga pacencia...
Página 369 - Oribe, una partida del benemérito instituto, compuesta de un capitán y un sargento segundo, dos cabos y 16 soldados, emprendía su marcha, por etapas regulares, desde Madrid á la frontera francesa. El sargento era D. José de Salamanca, cargado con enorme mochila, manta y equipo, ostentando un grande y espeso bigote, empuñando el honroso fusil y calzando alpargatas.
Página 338 - Guzmán, sus armas eran escudo flanqueado, jefe y punta de azur y una caldera de oro, jaquelada de gules, con siete cabezas de sierpe, flancos de plata y cinco arminios de sable en sautor. Magistrado de buenas dotes administrativas y hombre de ideas algo avanzadas para su época, su gobierno es notable en la historia únicamente por un cúmulo de desdichas. Los seis años de su administración fueron seis años de lágrimas, luto...
Página 402 - Fecunda, como el lecho de amor de la miseria, y parecida a esos padres que engendran más hijos de los que pueden alimentar, mi musa concibe y pare en el misterioso santuario de la cabeza, poblándola de creaciones sin número, a las cuales ni mi actividad ni todos los años que me restan de vida serían suficientes a dar forma.
Página 284 - JUAN ¡Cuál gritan esos malditos! ¡ Pero mal rayo me parta, si, en concluyendo la carta, no pagan caros sus gritos!
Página 349 - Por la tarde hubo toros ferocísimos, muchos rejones y dichosas suertes; pero tan gran calor, que se quedaban los hombres en cueros en los tablados, que era una mojiganga ver cómo estaba la plaza por todas partes42.
Página 268 - ... serias, los de las castas soledades hondas, los de las grises lontananzas muer[tas. . . El alma se empapaba en la solemne clásica grandeza que llenaba los ámbitos abiertos del cielo y de la tierra. ¡Qué plácido el ambiente, qué tranquilo el paisaje, qué serena la atmósfera azulada se extendía por sobre el haz de la llanura...

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