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habían encontrado inscripciones romanas, y que si le pagaban los gastos la Academia iría á examinarlas, pero ésta resolvió contestar que se le agradece; en 17 de Diciembre de 1853, fué encargado para recoger una puerta antigua, que ofrecía el Sr. Alcalde Corregidor de Barcelona para el Museo; en 26 de Abril de 1856, propuso los medios económicos para la traslación de las antigüedades que existían en la casa llamada del Arcediano, y en 19 de Mayo de 1855, manifestó que en el trozo de la antigua muralla destruído por la abertura de la calle de Ataulfo, habían aparecido algunas lápidas que recogió para el Museo. Estos y otros objetos, que largo sería enumerar, recogió el Sr. Llobet y entregó á la Academia y que hoy ya no existen.

Con los antecedentes expuestos se comprende fácilmente como en los primeros años de la fundación del Museo de antigüedades, pudo reunir la Academia la preciosa y notable colección que hoy posee, á pesar de tener que luchar con la escasez de recursos, la apatía general y las contrariedades, que en no lejana fecha ha tenido que sufrir por falta de local á propósito en donde instalarla, y de haber estado por espacio de algunos años abandonado su Museo en los claustros del ex-convento de San Juan, sin personal que lo custodiara y atendiera á su conservación.

II

Entregado por el Real Patrimonio á la Excma. Diputación Provincial y ésta á la Excma. Comisión de Monumentos históricos y artísticos el ruinoso edificio llamado capilla de Santa Agueda, comenzóse su restauración, que terminó en breve tiempo, con gran contentamiento de todos los que se interesan por las glorias del arte patrio. Debiéndose dar á este edificio un destino propio y adecuado á su índole, se acordó formar en su recinto un Museo cristiano, proyecto que obtuvo buena acogida por la Superioridad, redactando la Comisión de Monumentos un bien escrito y meditado re

glamento para su instalación y desarrollo; pero los sucesos políticos sobrevenidos al intentar su planteamiento, hicieron abandonar su realización, y en consecuencia de ello, se colocaron en Santa Agueda los objetos recogidos, sin distinción de carácter, y que fueron aumentados con las lápidas y fragmentos arquitectónicos hallados en el derribo de los conventos del Carmen y de la Enseñanza de Barcelona.

A poco de haberse instalado este Museo, la Academia vióse obligada de un modo apremiante á trasladar á otro local su colección de antigüedades; á este fin gestionó cerca del Excelentísimo Sr. Rector de la Universidad literaria para que facilitara sitio conveniente en aquel edificio, pero por motivos que ignoramos se desistió de ello y acordó la Academia depositar su Museo en el que había comenzado á formar la Comisión de Monumentos, reservándose la propiedad de todos los objetos.

Verificada su traslación, cuidó de su arreglo D. José de Manjarrés como vocal y conservador de la citada Corporación, quien dió por terminado su cometido en el año 1879.

En este mismo año, el Gobierno creó de Real Orden en Barcelona, un Museo provincial de Antigüedades dependiente de la Dirección general de Instrucción pública y á cargo y dirección de un individuo del Cuerpo facultativo de archiveros bibliotecarios ó anticuarios, consignándose una cautidad muy reducida para atender à sus gastos.

Este nuevo establecimiento se formó con los objetos reunidos en el Museo de la Comisión de Monumentos, formando parte del mismo, no sólo los objetos adquiridos por aquélla, sino los que en él habían depositado, quedando todos sujetos á las disposiciones vigentes en el ramo de Museos y cuidando de su conservación el Jefe nombrado por la Superioridad.

Los objetos que hoy existen en el Museo, son en número de 1,404 (1), los cuales están colocados sin orden de épocas y secciones, por ser muy limitado el espacio disponible, habiéndose aprovechado en su distribución todo el edificio y parte de la contigua plaza del Rey, al punto de ser ya algo difícil dar cabida á nuevas adquisiciones.

En los muros laterales de la Capilla tienen colocación una serie algo importante de capiteles, claves, fragmentos de columnas, lápidas de la Edad Media y época moderna; otra de bien esculpidos medallones del Renacimiento, escudos de gremios, de la nobleza catalana y de la ciudad de Barcelona; procedentes de antiguos edificios civiles y religiosos modernamente derribados. En las partes que antes ocupaba el presbiterio, se hallan simétricamente colocados algunos sepulcros de obispos, caballeros y religiosos; á su pié ocupando parte del centro de la nave, puede examinarse el notable mosaico descubierto en el Palau en el año 1860.

Frente al mosaico están colocadas entre dos columnas, varias aras romanas; una preciosa estatua griega de los buenos tiempos; su ropaje y la actitud artística de sus miembros constituyen una joya escultórica de gran valía. En lo que fuẻ coro tienen colocación los objetos que la Excma. Diputación compró al cónsul español en Arlés D. Eusebio Fortuny, consistente en una escogida colección de armas, cerámica, etc., egipcias y romanas. En el altar mayor y en sus paredes laterales vénse varios retablos del siglo xv, notables algunos de ellos por su mérito y por la importancia histórica que tienen por haber sido costeados por el principe D. Pedro de Portugal, siendo opinión autorizada que figuraron en el sitio que hoy ocupan.

En la parte exterior de la Capilla de Santa Agueda están colocadas una numerosa colección de lápidas, columnas, piedras tumulares romanas, dignas de estima, por dar á conocer y comprobar la organización política, religiosa y social de la Antigüedad, además de algunas caprichosas gárgolas, escudos de las derruidas murallas de Barcelona, y varias lápidas hebreas procedentes del fosar dels juheus, situado en la montaña de Montjuich, dos de los cuales han sido adquiridos recientemente.

Dentro del cercado que ocupan estos objetos, son dignos también de mención una elevada columna procedente del llamado templo de Hércules y un Priapo de colosales dimensiones.

La sección numismática es la única del Museo que está reunida y bien colocada, y consta de dos colecciones; la que perteneció al autor del Tratado de monedas labradas en Cataluña, D. Francisco Salat, y otra que es peculiar del Museo, formada por compras, depósitos y donativos. Insiguiendo lo preceptuado en el Reglamento del Cuerpo de Archiveros, se ha colocado el monetario de Salat en sitio aparte y con indicación de su procedencia; consta esta colección de 461 monedas y medallas; su serie romana y autónoma es poco importante, goda sólo existe una de Don Rodrigo, acuñada en Barcelona; la castellana es reducida, no así la catalana, que la forman 163 piezas, algunas de ellas raras. Las medallas son en número de 21, relativas á proclamaciones, viajes, etc. El monetario propiamente dicho del Museo, lo forman 544 monedas y medallas, habiéndose adoptado en su arreglo y clasificación el sistema geográfico y cronológico, según las obras de Cohen, Delgado y Heiis.

ANTONIO ELÍAS DE MOLINS

REVISTA CRÍTICA

La Música en Gerona. Apuntes históricos sobre la que estuvo en uso en esta ciudad y su comarca desde el año 1380 hasta mediados del siglo xvi, por Julián de Chía.-Con un apéndice del maestro Barbieri, en 8.o 116 pág. Gerona 1886.

El trabajo del Sr. Chía no se reduce sólo á haber sacado nota de varios documentos de los músicos que en diferentes ocasiones tocaron por cuenta de la autoridad popular de Gerona durante los siglos xiv al xviii, pues casi siempre procura ilustrar el punto dando una explicación de la naturaleza del instrumento que los dichos músicos tocaban, ó bien revela las dificultades que respecto de los mismos encuentra, dificultades que esperaba dicho señor que resolvería un erudito y un músico como el Sr. Barbieri, pero que éste, sin duda por haber escrito su trabajo á la ligera, deja casi siempre en pié. La memoria, pues, del señor Barbieri puede considerarse como una serie de notas al trabajo del Sr. Chía.

Desde luego creemos que un trabajo tan árido como el que ha llevado á cabo el Sr. Chía y que no había de aprovechar, pues se declara ignorante en cosas de música, es muy de agradecer, pero esto no quita que nosotros deploremos el método seguido por el Sr. Chía, quien á partir del año 1380, va citando los instrumentos á medida que salen en los documentos, y esto que parece haber desde luego comprendido la importancia que tenía la reconstrucción de las orquestas de la época. Por otra parte este defecto que á primera lectura resulta ya de su trabajo, no es tan grande como de seguro lo sería, si no tuviéramos sobra de documentos para reorganizar las orquestas de la Edad Media, Renacimiento y época contemporánea.

Pregúntase el Sr. Chía para el primer instrumento que cita, la trompa, si trompas y trompetas son un mismo instrumento, y naturalmente para decidir la diferencia no tiene más que citar las Ordenanzas de la Real Casa de Pedro el Ceremonioso, que distinguen claramente entre trompadors y trompeters. Esto no está tan claro en la memoria del Sr. Barbieri, pues después de distinguir entre Tuba, Cornu y Buccina, dice que la trompa se llamó en catalán trombeta y en castellano trompeta. Y añade "una prueba de esto se halla en un documento del mismo año 1380, citado por Ducange que también se refiere á una procesión y que dice: Salvi Pelio Sabaterii et suo socio, qui cum TROMPIS associaverant dictam prossescionem“ etc., pág. 100, lo que en efecto no dice sino que Sabater y su compañero tomaron parte en la procesión tocando la trompa. Y si Ducange dice que por trompa se ha de entender trompeta, esto no basta que se diga, sino que es menester probarlo. Da luego el Sr. Barbieri una lección de latín al Sr. Chía, explicándole el verbo tubicinare, que no sabemos á qué viene, pues el Sr. Chía no hace de los sustantivos Tubicem y Tubicinator instrumentos, sino tocadores de Tuba, como puede ver el Sr. Barbieri en la pág. 23. ¿Se llamaba ó se llamó en Gerona á la Tuba, Tubicina? Al Sr. Barbieri le extraña,

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