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donceles sesenta florines. En llegando á cierta edad estos jóvenes constituian especie de milicia, y la profesaban, concurriendo á las guerras en tercio aparte. Tenian su jefe (que pudo equivaler al actual maestro de pajes) llamado en castellano Alcaide de los Donceles, y en latin Præses Domicellorum, como en el Concilio de Constancia, ó Doncellorum custos como en Lucio Marineo: empleo que comunmente ha corrido en los señores de la gran casa de Córdoba desde D. Alonso Fernandez de Córdoba que le tuvo en tiempo del Rey D. Alonso XI, en cuya corónica al cap. 283 refiriéndose la expedicion contra las Algeciras se advierte concurrieron á ella en servicio de aquel Monarca este Alcaide y los Donceles, y que fueron. los primeros que dieron principio á la pelea. Con este motivo expone sus prendas diciendo: que este Alcaide y estos Donccles eran omes que se habian criado desde muy pequeños en la cámara del Rey é en la su merced; é eran omes bien acostumbrados, é avian buenos corazones, é servian al Rey de buen talante en lo que les él mandaba. E estos fueron comenzar la pelea con los moros, é èran fasta ciento de á caballo, que andaban á la guerra. En tiempo del Rey D. Pedro, dice Salazar de Mendoza (Dign. secul. fol. 104) á quien debemos la mayor parte de estas observaciones, que fue Alcaide de los Donceles Diego Fernandez de Córdoba hermano del precedente. Y parece que habia dos clases en la milicia de los donceles, unos de infanteria y otros de á caballo, pues en la historia abreviada del Rey D. Pedro, que alega Zurita en las Enmiendas á la de Ayala, pág. 171, vemos hecha mencion de Martin Lopez de Molina doncel del Rey de la gineta.

A

1354.

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DONCEL DEL INFANTE DON FERNANDO DE ARAGON.

La poca honestidad con que vivia el Rey con su amiga la Padilla y el dañoso ejemplo que de aquí podia seguirse á los jóvenes que servian en palacio, obligó á pensar al ilustre padre de nuestro D. Pedro Lopez quitarlo del lado del Rey y proporcionarle destino mas honesto, pues tal debe ser el cuidado de los padres no permitir, ni aun por la esperanza de grandes premios, que sus hijos tengan destino en que peligren sus costumbres y se contagien de malicias indecentes, en especial durante la juventud, en que el ánimo está dócil á todas las impresiones. Sacóle, pues, de la casa del Rey, y le puso en la del Infante D. Fernando, su primo, marqués de Tortosa, hijo de su tia la Reina Doña Leonor de Aragon, hermana de su padre D. Alonso XI, al cual por este motivo era indisputable la sucesion de la corona de Castilla, caso de faltar sin sucesion legítima el Rey D. Pedro su primo.

Vivia el Infante en Castilla juntamente con su madre, ya viuda, y unido á los Grandes de Castilla fué uno de los que mas se interesaron en la reforma de las costumbres y mal gobierno del Rey, en el apartamiento de la Padilla, y en el honor debido á la legítima Reina su mujer Doña Blanca de Borbon. A este fin fué el primero de los 50 caballeros que con otros tantos del partido del Rey se hallaron el año siguiente 1354 en la conferencia de Tejadillo cerca de Toro para suplicar á S. M., que gustó darles allí benigna audiencia, todas estas cosas á nombre del Reino. Por el Rey y sus 50 caballeros habló primero

como era debido D. Gutierre Fernandez de Toledo, afeando que por tal empeño se metiesen en uniones y ligas de partido. Y por el Infante y los 50 caballeros del bando de la Reina hizo al Rey D. Fernan Perez de Ayala la eficaz oracion de que atrás se habló por dos veces.

El hijo, autor de la crónica, se descubre aquí, diciendo se halló presente como doncel del Infante D. Fernando: é un doncel (son sus palabras) del Infante Don Fernando, que levava su lanza é su yelmo, é un caballo, é era Pedro de Ayala, fijo de Fernan Perez de Ayala. (Zurita. Emiend. pág. 92). Y aquí es donde tambien advierte que en el bando opuesto habia igualmente un doncel del Rey que levava su lanza é un caballo é un yelmo el cual era Gomez Carrillo, fijo de Gutier Sanchez de Toledo.

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Los efectos de tantas instancias y de otras muchas que se repitieron de parte á parte, mediando en casi todas la autoridad de la Reina madre, fueron que el Rey con el fin de deshacer sagazmente el partido que tenia contrario, afectó ser de su voluntad, y habiendo consentido que mudasen todo el teatro, y se estableciese el sistema de gobierno que ellos querian, cuando parecia se hallaba conforme en el nuevo método establecido por estos señores, pasó á su bando á fuerza de dones las voluntades de los principales, y despreciando á los otros por partido muy débil, se volvió á las andadas, desamparando con acelerada fuga la corte y la Reina su mujer, y pasando á buscar á su destino al iman de su espíritu Doña María de Padilla, que todos los juegos descomponia, re- a volvió luego sobre la corte, y con el pretexto cierto ó incierto de que todo lo anterior habia sido violencia ignominiosa á su Real carácter, hizo en cuanto pudo coger en

Toro y aun fuera de allí la mas horrible carnicería, hasta derribar las cabezas de algunos á los pies de su propia madre. Esta señora contempló que el hijo la faltaba al respeto, y con algun desmayo cayó tambien al suelo. Volvió en sí, y desplegando mil maldiciones contra el hijo de sus entrañas, por no ver en Castilla tan tristes espectáculos, se retiró á Portugal, de donde vino despues la noticia de que murió de órden del padre por iguales liviandades que aquellas porque la misma hizo matar á Doña Leonor de Guzman querida del Rey su marido. Así que los fines regularmente verifican si los empeños fueron justos ó injustos, ni hay mas firmes antecedentes para rejir el hombre sus juicios, é inferir lo cierto en casos dudosos.

El partido que el Rey no pudo atraer al suyo fué el de los hermanos D. Enrique, D. Tello, D. Sancho y otros señores de su devocion, que instigados de varias maneras se huyeron á Aragon y revolvieron aquel reino contra este. Pasaron despues á la Francia, y esta que no estaba mejor acondicionada contra el Rey de Castilla por el desprecio que hizo de su Doña Blanca y la muerte injusta que luego la dió, los cargó de auxilios para que revolviendo contra él le quitasen en efecto la vida y el trono.

Nuestros Ayalas no siguieron por ahora á estos señores sino al Rey desde el año 1354 en que vieron no pudo lograrse de él buenamente la pretendida reunion á la legítima Reina su mujer y retiro de la Padilla.

1359.

NO FUE DE LOS COMPRENDIDOS EN LA SENTENCIA DEl rey CONTRA LOS PROFUGOs.

Ya empezamos á lidiar con el dean de Toledo Don Diego de Castilla, tan acérrimo defensor de la conducta del Rey D. Pedro, como puede inferirse de que no hay otro mas interesado, pues fué su cuarto nieto ilegítimo por su bisabuelo el obispo de Osma y de Palencia D. Pedro de Castilla (hijo de un hijo que el Rey D. Pedro oviera non legítimamente, segun Alvar García de Santa María, autor de su tiempo), el cual hubo hijo á su abuelo Don Alonso de Castilla, llamado el Santo, no siendo mozo, como escribe D. Diego, ó bien sea Gracia Dei, sino siendo obispo, como asegura el Rey D. Juan II en la cédula de legitimacion de este D. Alonso (que es del año 1350) diciendo habérselo representado así en su narrativa el mismo obispo D. Pedro. D. Alonso tuvo hijo á Don Francisco de Castilla, que fué el primero que en sus coplas impresas año 1552 en Zaragoza, se opuso á la opinion vulgar de la crueldad del Rey D. Pedro, su tercer abuelo, y á la legalidad de la historia que de él escribió nuestro Canciller; D. Diego, pues, dean de Toledo, á quien vamos á impugnar, fué hijo de este D. Francisco, y el que con tan poca fortuna disputó con Zurita fuertemente estos puntos.

El motivo de estar los Castillas tan enconados contra D. Pedro Lopez de Ayala proviene no tanto de que por su pluma se sepa quien fué el Rey D. Pedro su pro

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