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causando con ello á la villa un gasto de dos mil ducados de oro, cantidad que pedía dicho representante que la abonasen dichos Berrasoeta y Lasao, como únicos causantes del litigio, y por lo tanto del mencionado gasto.

Sin duda alguna los referidos pleitos y alzadas fueron la causa de la Real cédula dada en Barcelona á 29 de Marzo de 1519 por el Emperador Carlos V mandando suspender el establecimiento de esta Comunidad Religiosa á que hace referencia Camino en su Historia de San Sebastián. En virtud de dos nuevas Cédulas Reales, se otorgó nuevo contrato entre la villa y Fray Juan de Robles, Prior del Convento de Atocha, que viene á ser una ratificación del otorgado el año 1516, á que antes hemos hecho referencia, por el cual había de ejecutarse la obra en el paraje situado entre la ciudad y montaña del Castillo, donde estaba la casa de munición de la villa.

Dicho contrato se hizo con fecha 1.° de Febrero de 1531, que fué confirmado por la Reina Doña Juana el 25 de Marzo y por el Provin cial de la Orden, Fray Bartolomé Sahavedra, el 31 del mismo mes y año (1).

En Regimiento de 17 de Enero de 1535 se presentó el prior Juan Robles y expuso que te

(1) Véanse dichos documentos en la «Colección de documentos históricos» publicada por Anabitarte.

niendo la Orden un convento con más de veinte frailes y queriendo edificar el templo y principal edificio del monasterio, según debían quedar definitivamente, habían comprado las plazas que eran de Domingo de Engómez en la calle de la Trinidad y las huertas de Sebastián de Urría, de Hernando de Mena y de Martín de Esturizaga, y como entre las dichas plazas y huertas donde se había de hacer el templo, atravesaba por medio una calleja pública de seis codos de ancho, junto al muro de la villa, sin la cual no tenían espacio suficiente para edificar el templo, ni en la plaza, ni en las huertas solas, pidió licencia para juntar los tales suelos y huertas atajando la mencionada calleja cuanto fuese menester para el templo con su portería, á todo lo cual se accedió de buena gana por el Concejo, disponiendo que no se cerrasen del todo y por todas partes las entradas á los que tenían huertas vecinas, lo cual se podría conseguir bien, no cerrando los frailes las puertas que entonces tenían abiertas en el muro de la villa, frente por frente á la puerta de su iglesia y Monasterio; y habiendo otorgado la correspondiente escritura en las condiciones señaladas fué confirmada por Carta Real de 9 de Noviembre de 1535.

OQUENDO

LOS CUADROS DE LA CASA CONSISTORIAL

El 24 de Junio de 1856 se presentó al Ayun. tamiento de San Sebastián un escrito firmado por 24 vecinos, exponiendo que por no haber en la Ciudad ningún monumento que recordase las hazañas de uno de sus hijos más célebres, D. Antonio de Oquendo, habían pensado abrir una suscripción para costear un gran cuadro histórico que representase alguno de sus altos hechos y que, colocado en la Casa Consistorial, fuese digno homenaje tributado á la memoria de aquel varón esclarecido.

A este fin, decían que habían nombrado una Comisión compuesta de los Sres. D. Javier de Barcáiztegui, D. Joaquín de Mendizábal, D. José de Rezusta y D. José de Mutiozábal, y pedían, á fin de que estos señores apareciesen con un carácter que, sin ser oficial, fuese autorizado y propio del caso, que se sirviera el Ayunta

miento aprobar dichos nombramientos, como lo hizo por unanimidad en sesión del 2 de Julio de dicho año, acordando así bien en la del 22 de Abril del siguiente año de 1857; que se unieran á ella los Sres. D. Pío de Baroja, don José María de Arrillaga, D. José Antonio de Zinza, D. Ricardo de Bouquet y D. José Rodrigo.

Abrióse per el Ayuntamiento pública suscripción con objeto de allegar los fondos nece sarios para el caso, encabezándola con mil rea les, y se pusieron en juego varios medios para fomentarla,contribuyendo á ello D. Jorge Lasso de la Vega, redactor de la «Crónica naval de España, que dió á luz en dicha publicación un artículo histórico de Oquendo y otro referente al acuerdo adoptado por el Ayun

tamiento.

La Comisión, á su vez, estudió la manera mejor de cumplir su cometido con arreglo á los recursos de que iba á disponer, y prefiriendo el pincel al buril, encomendó á D. Antonio de Brugada, pintor de Cámara, Caballero de la Real y distinguida orden de Carlos III y Comendador de la orden de Isabel la Católica, la ejecución de dos grandes cuadros, cuyos asuntos habían de ser: uno, la victoria que alcanzó Oquendo en aguas del Brasil, en aquel supremo momento en que entrando los españoles al abordaje en la Almiranta holandesa,

se arrojaba al mar el general de la escuadra holandesa, Hanspater, el 19 de Septiembre de 1631, y el otro la victoria obtenida en las Dunas, donde la Capitana española, sola, derrota á toda la escuadra holandesa, el 18 de Septiembre de 1639.

Mientras Brugada, hábil artista en este género, se ocupaba con sin igual maestría en traspasar al lienzo aquellas inimitables proezas con que nuestro héroe cubrió de gloria y noble orgullo al pabellón español, el Ayuntamiento, en sesión de 7 de Agosto de 1858, hacía cons tar que en la morada del invicto general y sus sucesores se ponían en el balcón todos los años en la festividad del Corpus, la bandera y el garfio que usó en sus campañas, y acordaba que para que nunca fueran relegados al olvido los grandes hechos de un hijo tan esclarecido, se renovasen dichos objetos, con el objeto de colgarlos todos los años el citado día en la fachada del salón de la Casa Consistorial, donde se conservasen los cuadros que el patriotismo y el amor á la gloria habían costeado.

Ultimados ambos lienzos y cercados por hermosos marcos dorados de 5 metros y 56 centímetros de ancho, por 3,53 de alto, adornáronlos; colocando en su parte superior el escudo de armas de la casa de Oquendo, entre el escudo de la provincia y el de la ciudad.

En la parte inferior llevan una inscripción.

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