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de Cristina, cuyos indicios se notaron en breve, porque frustraba todos sus cálculos, y alentaban el descontento por medio de sociedades secretas que tenian en contínuo jaque al espíritu público.

Imbuido el ánimo de Fernando para que preveyese el caso de que su esposa diera á luz una niña, el 29 de marzo de 1830 se publicó la pragmática sancion en fuerza de ley decretada por el rey D. Carlos IV á peticion de las córtes de 1789 que admitia á las hembras en la sucesion à la corona de España.

El dia 10 de octubre de 1830 dió Cristina á luz una niña que fué bautizada con el nombre de Isabel y proclamada solemnemente princesa de Asturias heredera del trono.

Los carlistas se felicitaron de que fuese hembra y no varon el recien nacido, porque de este modo la vaguedad del derecho les permitia apelar á medios estremos, á cuyo efecto hacia tiempo preparaban ya los ánimos.

En el verano de 1833 enfermó D. Fernando del pecho; este inesperado suceso le puso en alarma, y de acuerdo con su esposa invitó al ministro Calomarde y al astuto obispo de Leon para que emitieran su parecer acerca de lo que podria ocurrir en caso de su fallecimiento. La contestacion de ambos fué poco satisfactoria; pero Calomarde, que no creia prudente arrebatar de un golpe las esperanzas de Cristina, indicó que quizá D. Carlos la defenderia siempre que pudieran avenirse por medio de un acomodamiento que conciliase algun tanto la ambicion del infante. En su consecuencia, el conde de Alcudia recibió el encargo de presentarle el nombramiento de consejero de la reina. Desechada esta proposicion, se le dijo entonces que se pusiera al lado de Cristina como regente del reino, exigiéndosele, empero, el prévio reconocimiento de los derechos de su sobrina, á lo cual se negó tambien con notable franqueza.

En este estado las cosas, se presentaron un dia algunos cortesanos en la real cámara, y trazaron un cuadro tan desgarrador sobre el espíritu de los partidos y exageraron tanto los elementos de adhesion al infante, que consiguieron que el monarca anulase la pragmática sancion de 29 de marzo por medio de un codicilo que no debia publicarse hasta despues de su muerte.

TOMO I.

Apesar de la reserva que se habia recomendado, la noticia del acuerdo de D. Fernando circuló con la rapidez del rayo, y los aduladores ya daban á D. Carlos el títuto de Magestad.

Las ilusiones de estos partidarios quedaron sin embargo bien pronto disipadas.

Restablecióse el rey de la enfermedad contra el parecer de los facultativos, mejoría que salvó indudablemente la futura regencia de Cristina, porque meditando el monarca sobre lo que acababa de acontecer y aprovechando el apoyo que le ofrecian todas las clases de la sociedad, convocó las córtes, y el 20 de junio de 1833 fué reconocida Isabel como heredera del trono.

Antes de que tuviera lugar esta jura solemne, quiso Fernando obtener de su hermano una manifestacion libre y esplícita acerca de este punto, indicándole que por escrito y sin violentar su conciencia dijera si concurriría ó no á dicho acto. «¡Cuanto desearia poder hacerlo! contestó D. Carlos, « tengo unos derechos tan legítimos á la corona >>>siempre que te sobreviva y no dejes varon, que no puedo prescindir >>>de ellos; derechos que Dios me ha dado cuando fué su voluntad que »yo naciese, y solo Dios me los puede quitar concediéndote un hijo >>varon que tanto deseo yo, puede ser mas que tú; además en ella de>>>fiendo la justicia del derecho que tienen todos los llamados despues »>que yo, y así me veo en la precision de enviarte la adjunta declara>>cion que hago con toda la formalidad á tí y á todos los soberanosá »quienes espero se lo barás comunicar. >>

Como se vé, la contestacion no pudo ser mas terminante, en vista de la cual fué desterrado D. Carlos y su familia á los Estados Pontificios; pero el infante se valió de una porcion de prelestos para evadir el embarque que debia verificarse en Lisboa en donde á la sazon se encontraba acompañando á la princesa de Beira.

Al propio tiempo que se convocaron las córtes, fué llamada á Madrid la division del general Pastors, á cuya sombra se sustituyó el funesto ministerio Calomarde por el de Zea Bermudez, que desde luego acordó, entre otras varias disposiciones importantes, la separacion del Conde de España en el mando que ejercia de Capitan general de Cataluña nombrando en su reemplazo al general Llauder.

En vista de todos estos acontecimientos, los partidarios de D. Car

los se aprestaban para la pelea. Mientras en Castilla, se prevenia todo para hacer frente á los liberales, mandaban á Cataluña, con una mision secreta, al coronel Segarra y escitaban á la rebelion en las demás provincias. En Madrid mismo salieron algunos fogosos carlistas disparando tiros y dando mueras al gobierno constituido, pero esta loca tentativa fué acogida con desden por la poblacion entera y produjo muy mal efecto en el ánimo de las tropas.

Por otra parte, el cabecilla Tey, que fué uno de los primeros que alzaron el grito en Cataluña, espió su crímen en el cadalso ante la inmensa muchedumbre de los habitantes de Barcelona.

La providencia despidió su rayo de muerte sobre la borrascosa vida de Fernando, sucumbiendo á consecuencia de un violento ataque de apoplegía el dia 29 de setiembre á las tres menos cuarto de la tarde.

Cristina quedó en medio de las mayores incertidumbres, pero rehecha en breve del dolor que le causára la muerte de su esposo, desplegó gran sagacidad y energía para asegurar los derechos de su hija en cuyo ausilio acudieron todos los que sustentaban ideas liberales. como las mas á propósito para arraigar el sistema Constitucional que se columbraba en lontananza.

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Estado de Cataluña en 1833-Célebre representacion del general Llauder.

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UANDO el general Llauder reemplazó al Conde de España en el mando militar de Cataluña, obtuvo en el país la mas lisongera acogida, porque el yugo de su feroz antecesor habia sido fatal para todos los catalanes.

La nueva autoridad desplegó gran celo adoptando enérgicas precauciones para contrarestar á los elementos que se iban hacinando con el fin de promover la guerra civil en el Principado en favor del infante D. Carlos, teniendo que luchar con influencias poderosas tales como las del arzobispo de Tarragona y del obispo de Tortosa, que por do quiera atizaban la tea de la discordia.

No bien hubo llegado la noticia del fallecimiento del rey, cuando se organizaron instantáneamente algunas facciones en las provincias de Barcelona y Tarragona, á cuya cabeza aparecieron, Busons, Bagarro, Tristany, Llaugé, Ros, Sobrevias (a) Muchacho, Boquica, Vilella, el vicario de Oix y el Llarch de Copons, (D. Manuel Ibañez) (1). Pero como Llauder habia organizado 40 batallones de urbanos, fortificado muchos puntos, y dado estraordinarias facultades á los alcaldes y á los gobernadores militares para proceder con todo rigor contra los que turbaran el órden, pudo facilmente apagar aquellas chispas.

Sin embargo, tanto el capitan general como los jefes que le secundaban con notable lealtad, no tardaron en conocer que se hallaban sobre un volcan próximo á estallar, favorecido por la situacion topográfica del pais y por el estado moral en que se encontraba, efecto de las encontradas aspiraciones que chocaban continuamente.

Un parte de Lļauder refiere en estos términos el plan de los carlistas. «Sus comunicaciones, dice, rápidamente establecidas, lo están por >>>secciones: las órdenes que salen del seno de la faccion se transmiten, »por lo que toca á los pueblos foráneos al monasterio de benitos de San >>>Feliu de Guixols en donde está la caja principal; de aquí pasan á los >>curas de los pueblos que con el nombre de CABEZAS DE CONFERENCIA >>les están agregados, y estos las comunican á otros eclesiásticos subal>>>ternos que tambien tienen sus agregados para la circulacion. LAS CA>>BEZAS DE CONFERENCIA se reunen para sus deliberaciones sin tener sitio >>>fijo, con cuyo sistema todo se hace á la vez y es imposible la intercep>>tacion de documentos. Ninguna vigilancia basta para impedir estas >>>confabulaciones: solo una fuerza local puede neutralizar sus efectos »y sofocar en su nacimiento las primeras tentativas, debiendo recono>>>cerse que ya es esta una cuestion de fuerza despues que ninguna con»>sideracion ha bastado para calmar la resistencia de los desafectos á >>nuestra soberana. ».

En vista de un cuadro trazado con tan vivos colores, no estrañará el lector que las autoridades tropezáran á cada momento con la red de una vasta conspiracion que no se detenia ante ningun obstáculo

(1) Este cabecilla habia sido sentenciado á presidio por el conde de España por haber enarbolado el pendon de D. Carlos en el año 1830. Ocho años despues recibió un abrazo, del mismo conde al frente de seis batallones que mandaba, y fué nombrado brigadier,,

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