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ricia de Porredon á quien quiso sujetar desde luego à un consejo de guerra; pero en vista de las observaciones que le hicieron varios de sus allegados, se limitó á separarle del mando de su division confiriéndolo al cabecilla Segarra.-Porredon se vengó mas tarde del Conde de España, siendo uno de los que mas figuraron en su horroroso asesinato.

Las fuerzas del baron de Meer marchaban en dos divisiones; la una mandada por el general Clemente, y la otra por el mismo Baron.

Los carlistas se estendian desde Rialp por Llaborsi hasta Tirbia, ocupando además á Esterri y diferentes puntos estratégicos suficientemente atrincherados.

Parte de las tropas de la reina cargó á la bayoneta las posiciones de la derecha enemiga, posiciones que fueron tomadas casi sin disparar un tiro. España dispuso entonces que aquellas fuerzas emprendieran el movimiento hacia el camino del puente de Escaló, en donde los batallones de Borges se vieron cortados por las columnas dé los brigadieres Solano y Toxá, y precisados á refugiarse en el terreno neutral de Andorra, despues de una marcha penosísima. A pesar de esto, el general carlista quiso tomar la ofensiva atacando por retaguardia al baron de Meer, y al efecto situó una compañía de granaderos en observacion sobre una altura escarpada entre el Tirbia y el Noguera, mientras él hacia un gran rodeo y se colocaba en punto á propósito para un alaque combinado. Un incidente inesperado vino, sin embargo, á destruir todo el plan. La mencionada compañía de granaderos huyó cobardemente (1) á la aprocsimacion de algunos cazadores de Zamora que se dirigia à tomar dicha altura sin saber siquiera que estuviese ocupada, y como el abandono de aquel importante punto privaba al Conde de España de su principal apoyo, ordenó là retirada no parando hasta Gramos, sufriendo considerable pérdida de hombres y de bagajes.

Durante la marcha de las tropas constitucionales, PRIM volvió á dar pruebas de su incomparable valor. Encargado en las acciones de Torregrosa y campos de Bergús de tomar al enemigo sus atrinchera

(1) En una interesante memoria que tenemos á la vista, se asegura que cuando el capitan de la compañía fugitiva llegó al cuartel general del Conde de España, le dijo este con voz de trueno y entregándole un fusil: «En nombre del rey os degrado y os hago soldado raso.≫

mientos mas fuertes, lo verificó con admirable arrojo asaltando una série de inespugnables alturas defendidas por fuerzas quintuplicadas. Aquella brillante operacion fué gloriosamente ejecutada, pero perdiendo PRIM veinte y cuatro hombres de los cuarenta que conducia, y siendo él mismo herido en una paletilla. No bien se hubo incorporado PRIM á la columna, cuando se le presentó ocasion de distinguirse de nuevo, pues al notar que en aquellos instantes se comunicaban las órdenes necesarias para la retirada, solicitó la honra de contri-. buir á sostenerla á pesar del dolor que naturalmente debia causarle la herida que acababa de recibir. Agregado en seguida al estado mayor del brigadier Pavía, tuvo la dicha de ser el primero que acuchilló á los carlistas en una carga que se dió con la escolta, persiguiéndoles casi solo hasta que le mataron el caballo que montaba.—Siempre que PRIM realizaba alguna de sus proezas era objeto de cordiales felicitaciones de sus jefes y compañeros, pero aquel dia lo fué de una manera estrepitosa; hasta los soldados acudian en tropel à contemplar al invicto capitan. Admiraba en efecto el ver que PRIM pudiera librarse de los peligros á que constantemente se esponia, recibiendo solo alguna que otra herida mas o menos grave.

La espedicion al valle de Aran produjo inmensos beneficios para la causa liberal, pues además de haber derrotado à todos los facciosos reunidos de la alta montaña, cayeron en poder de las tropas cuatro piezas de artillería, gran cantidad de municiones, una brigada de transportes, y todo el ganado y trigo que los carlistas habian sacado del valle. Los sublevados del fuerte de Viella deserlaron al pronto, por temor del castigo que podria imponerles el baron de Meer; aprehendidos, sin embargo, la mayor parte, fueron unos pasados por las armas, y otros sentenciados á presidio.

Al terminar el año 1838 se cruzaron algunas comunicaciones entre el baron de Meer y el Conde de España. Este las promovió reclamando contra el hecho de formar sumaria á Tell de Mondedeu, antiguo gobernador de Solsona, y á otros individuos que, despues de ser cogidos prisioneros por los carlistas, se ponian á su servicio. Decia España que tal procedimiento era contrario al derecho de gentes y de guerra, y opuesto enteramente al tratado de Eliot, sin tener en cuenta, al invocar tan sanos principios, que à Mondedeu no se

le juzgaba por la circunstancia de haber pertenecido al ejército carlista, sino por los infinitos asesinatos que habia autorizado, y por cuyo ejemplar castigo clamaban las infelices viudas, las madres y los hijos de las personas inmoladas al furor de los que se titulaban defensores de la religion y del derecho divino, pero que realmente no eran mas que una turba de bandidos. El caudillo constitucional contestó con mucha dignidad, pero casi todos los criminales, incluso Mondedeu, se salvaron del rigor de la justicia. Este es un hecho inesplicable para el historiador. Quizá algun dia se descorra el velo de aquel y de otros sucesos que aun yacen en un profundo misterio.

Sea como quiera, la ecsasperacion del general carlista llegó á su colmo al ver que desde que habia tomado el mando no tenia que lamentar mas que desastres, lo cual aceleraba su descrédito.de una manera asombrosa. El Conde de España lo conocia y procuraba neutralizar el mal efecto que producian sus derrotas, haciendo recaer la responsabilidad á los jefes subalternos y á los ayuntamientos de los pueblos que recorria. La voz pública acusaba, sin embargo, al Conde, y colocada la cuestion en este terreno, creyó que no le quedaba otro recurso que sofocar los rumores que ya mas de una vez habian llegado á sus oidos, adoptando un sistema de terror que solo puede compararse al que el mismo España habia puesto en obra en diferentes ocasiones. Empezó por llenar las cárceles de Caserras y de Berga, metiendo en ellas à una infinidad de propietarios y autoridades civiles que decia estaban en connivencia con las tropas de la reina, y levantó una horca sobre una altura inmediata con el fin de que de dentro y fuera de la poblacion pudieran presenciarse los horribles espectáculos que aquel tigre preparaba. Un licenciado del ejército y otros tres infelices que el mismo Conde tuvo por conveniente decir eran criminales, sin mas fundamento que su capricho y los deseos que tenia de ensayar su ecsecrable artificio, fueron las primeras víctimas de su ferocidad. La horca no satisfacia del todo al Conde de España; el infame queria gozar aplicando antes el martirio. Así es, que al pié de los tres palos que formaban aquella, hizo colocar un pilon de madera en cuyo borde cortaba el verdugo, de un hachazo, la mano derecha de los que se colgaban en seguida entre los gritos de desesperacion y misericordia.-Ocurrió que un corneta, conocido por el apodo

de Batalla, tuvo la desgracia de embriagarse, en compañía de otros voluntarios, y en tal estado asesinaron á un cabo que, hallándose de guardia, habia salido para reconocerlos. Los perpetradores del crímen huyeron hacia el campo, y reconociendo, una vez recobrada su razon, la enormidad del delito, resolvieron pasarse al enemigo. El desgraciado corneta varió despues de pensar, y presentándose al Conde de España, le dijo que no le pedia sino que, en lugar de ahorcarle, le fusiláran. La súplica no fué atendida; el dia 6 de febrero de 1839 se señaló en Berga por uno de esos dias terribles que no pueden recordarse sin horror. A las doce se hallaba formado el cuadro, en cuyo centro se veian tres figuras á cual mas aterradoras: el pilon, el verdugo y el Conde. Al acercarse el reo, empezó á implorar la pro teccion de la Vírgen; España repitió sus órdenes, y la mano de Batalla quedó inmediatamente cortada. Pero esto no bastaba para saciar el furor de la hiena que dirigia aquella dolorosa escena. Mientras el corneta imploraba aun la gracia de ser fusilado, el Conde mandaba que presentára la cabeza al verdugo. Sujetado el reo, le colocaron el cuello sobre el pilon, y hasta despues de diez ó doce golpes no consiguió el verdugo separar la cabeza del tronco. En vista de tan bárbaro suplicio, hubo desmayos y hasta soldados que soltaban maquinalmente el fusil; ninguno de los espectadores dejó de estremecerse. Solo un semblante no estaba pálido: ¡el del Conde de España!

Por mas reclamaciones que hacian los cabecillas que operaban en distintos puntos en demanda de ausilio y hasta de la presencia de su jefe superior, el terrible España continuaba en Berga gozando con sus crueldades y combinando los medios de aumentarlas. De esta inaccion no dejaban de aprovecharse los constitucionales. En el pueblo de Baquerisas tuvo lugar una reñida accion entre las columnas que mandaban los coroneles Villalonga y Ametller, y las facciones del Llarch de Copons, Vilella y Marcó en número dos veces superior que el de sus contrarios. Los jefes de la reina obtuvieron una completa victoria, y despejaron de este modo el camino para poder conducir inmediatamente un convoy á Cervera. La conduccion de aquel convoy fué muy importante, porque sirvió de base para las operaciones militares que le siguieron.

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Brillante comportamiento de Prim en el sitio y toma de Ager, en las posiciones de Biosca y en los campos de Peracamps.-Sitio de Manlleu.Incendio de Ripoll, Gironella, Olbán, Camprodon y Moyȧ.-Relevo del baron de Meer.-Asesinato del Conde de España.

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I meritorios para PRIM habian sido los hechos de armas en que por espacio de cuatro años le hemos visto distinguir tan notablemente, no lo son menos los que vamos á reseñar hasta la conclusion de la guerra civil. En ellos demostraremos que además de un va

lor y sangre fria á toda prueba, poseia PRIM conocimientos tácticos poco comunes que acabaron de constituir su reputacion militar. El sitio de Ager es uno de los emblemas que figuran en el escudo de armas del Conde de Reus, y esta circunstancia especial nos impone el deber de describirlo con toda la estension que su importancia requiere.

Ager es una villa importante, convertida en aquella época en plaza de guerra por los carlistas, para que les sirviera de punto de apo

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