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que luchar personalmente à culatazos con los ginetes de la reina que acuchillaban su gente, y apenas los demás jefes podian arrastrar consigo, para rehacerse, algunos pequeños pelotones.

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<«<Pero luego ya ni en esto se pensaba, pues el enemigo les perseguia con empeño tal, que Cabrera solo debió su salvacion à la noche

y

á la ligereza de su escape. Carratalá esperaba en efecto sacar mayor fruto de la retirada que de la accion, porque contando con el triunfo, habia oficiado, al disponer su plan, á las columnas del brigadier Foxá y coronel Nogueras que operaban á la derecha del Ebro para que acudiesen á su orilla, y mandando retirar á ella todas las barcas y ocupar los vados desde Mora hasta Caspe. Así fué como los fugitivos, recibidos á balazos, tuvieron los unos que rendirse ya en cueros y otros perecer ahogados en la corriente. >>

«Solo Carnicer, que habia salido de Mayals con 200 de caballería é infantería, llevaba la mitad de este número en Alforque, cuando se dirigia á pasar el Segre por la Granja de Escarpe. Fué en esta operacion mas afortunado que sus compañeros, porque el destacamento colocado allí de órden de Carratalá habia sido retirado presurosamente á Lérida, donde se presentaron síntomas, ó se hicieron creer al gobernador de aquella plaza conatos de una revolucion. Aprovechándose Carnicer de aquel ponton, pasó al pueblo de Cinco Villas, se apoderó de una barca, y con ella volvieron los restos de su hueste á sus guaridas del bajo Aragon. Esta derrota, debida á los diestros movimientos de Carratalá y Breton, costó á los carlistas mas de 300 muertos y sobre 700 prisioneros que fueron llevados á Tarragona y dedicados á los trabajos públicos. »>

El desastre que sufrió la espedicion de Carnicer, introdujo un desaliento general entre los carlistas del Principado, pero en esta clase de luchas los reveses suelen ser muchas veces el origen de mejor organizacion, desarrollando proyectos que quizá nunca hubieran pasado de tales. Así es que bien pronto una partida se atrevió á entrar en el arrabal de las Roquetas, distante un cuarto de hora de Tortosa, y despues de hacerse entregar una porcion de raciones y alpargatas, huyó en direccion à la montaña antes de que llegase la fuerza enviada en su persecucion.

Entretanto el brigadier Colubí batia en Sierra Seca y Coll de Baix,

á las partidas que recorrian por aquella parte, y Llauder en el tránsito de Santa Coloma de Queralt à Igualada alcanzó á otras pequeñas facciones obligándolas á guarecerse en la espesura del terreno. Ni el Llarch de Copons ni Tristany fueron mas afortunados.

El antiguo canónigo de Gerona, á quien se consideraba como á uno de los primeros jefes que la faccion tenia en Cataluña, unia, á la tenacidad de sus convicciones, una dureza de carácter y una energía, que ciertamente era mas á propósito para la guerra, que para el servicio del altar.

Cuando Galcerán dió el grito de insurreccion, no tardó Tristany en presentarse en el pueblo de Monistrol, para capitanear una partida que, á pesar de sufrir contínuos reveses, engrosaba de dia en dia. Fué tal sin embargo el buen resultado de las operaciones militares que combinó Llauder, que no solo Tristany se vió precisado á ocultarse vergonzosamente, sino que igual suerte les cupo á Boquica, Muchacho, Ros de Eroles, el albeitar de Biosca y á olros varios cabecillas que infestaban el territorio de Berga.

La historia de los primeros tiempos de aquella guerra no es mas que una série no interrumpida de adversidades para los carlistas. Los planes mejor concebidos eran destruidos por los jefes de la reina.

El Ros de Eroles, perseguido por los urbanos de Igualada, Vendrell y Villafranca, salvaba su existencia con pocos de los suyos en los montes de la Llacuna.

Otra partida de urbanos consiguió capturar, por medio de varios estratégicos movimientos, al cabecilla Pujades que con una corta fuerza vagaba por las inmediaciones del valle de Andorra.

Los restos de la partida de Boquica eran perseguidos tenazmente por la parte de Berga, siendo dispersados en la altura del Mas de la Riera despues de haber tenido que abandonar bastantes armas, sufriendo por último una pérdida de 20 hombres en una refriega que trabaron con un destacamento de cazadores del regimiento del Rey.

La fuerza que capitaneaba el estudiante Guardiola fué asimismo destruida con la prision de su jefe en las inmediaciones de Sanahuja por la columna que cubria la línea del Llobregat.

Los cabecillas Antonio Mas (a) Chavana, y Pablo Ginart (a) Grabat

de Llinás, eran aprehendidos al propio tiempo por los mozos de la escuadra; el primero fué pasado por las armas en Berga y el segundo murió en el acto de su captura por haberse resistido.

Al terminar el mes de mayo, reapareció el Ros de Eroles, pero tuvo que ocultarse bien pronto porque era tan viva la persecucion que sufrian los carlistas, que por espacio de algun tiempo no se habló de ellos mas que para recordar sus contínuos desastres.

Convencidos los principales caudillos de aquella rebelion que su impotencia consistia en su falta de unidad, efecto del aislamiento con que obraban, se concibió el plan de poner todas las facciones del Principado á las órdenes de un jefe autorizado, cuyos antecedentes y capacidad pudieran naturalmente dominar todas aquellas ambiciones personales á la disciplina y necesaria gradacion de la milicia.

El infante D. Sebastian, secundado por el general Romagosa, era quien debia ponerse al frente del ejército que se organizase. Al efecto llegó el infante á Barcelona á fines de julio bajo la salvaguardia del juramento de fidelidad que habia prestado á su sobrina. Llauder trataba al príncipe con todas las consideraciones de su alta gerarquía, pero bien pronto tuvo que variar de conducla amenazándole con adoptar medidas enérgicas, puesto que sabia por conducto seguro que su presencia en la capital tenia relacion con el plan que debia iniciar Romagosa.

La firme actitud de Llauder obligó al infante á que se marchase de Barcelona, dirigiéndose en seguida à defender en Navarra la causa de D. Carlos.

Romagosa, nombrado teniente general, recibió toda clase de recursos para que sublevára toda Cataluña. Un bergantin sardo le dejó en las playas de San Salvador y la punta de Bará, burlando la vigilancia que practicaban los cruceros españoles y una escuadrilla fran

cesa.

Desembarcado el nuevo jefe catalan, se situó en la casa del cura párroco de Selma y desde allí dictó sus primeras disposiciones, gracias à la cooperacion del alcalde del pueblo.

Pero á Romagosa le seguia sin duda una mala estrella.

Avisadas las autoridades de su próximo desembarco, tomaron tales medidas, que á los cuatro dias de haberse verificado, fué aprehendido

en el mismo pueblo de su naturaleza encontrándosele en el equipaje sobre trescientas onzas y multitud de proclamas y documentos importantes.

El preso y el rector Güell fueron conducidos á Igualada y fusilados tres dias antes de estallar la insurreccion proyectada.

Aunque la captura y muerte del esperado caudillo, destruyó por completo los planes que habian concebido los carlistas para la organizacion de sus fuerzas, continuaban recorriendo el país varias partidas. Una de ellas, mandada por Triaxet, fué batida por una compañía de voluntarios de Isabel II. Citamos especialmente este pequeño combate, por ser el en que el cadete PRIM recibió su bautismo de sangre. En los seis meses que habian transcurrido desde su ingreso en el batallon, se habia granjeado de tal modo el aprecio de sus compañeros, que estos aguardaban con interés el primer dia que entrase en fuego para ver de qué manera se conduciria. La refriega que sostuvo la compañía fué de poca consideracion, pero lo bastante para que PRIM recibiese el parabien de todos sus camaradas por el arrojo y serenidad de que empezó á dar pruebas.-Creemos que el héroe de los Castillejos debe conservar gratos recuerdos del dia 7 de agosto de 1834.

Como consecuencia de la conspiracion abortada, el teniente coronel D. Ramon Aldama, nombrado por D. Carlos gobernador de Lérida, sufrió la pena de muerte en aquella plaza.

El coronel Saperas (a) Caragol, espedia órdenes, à pesar de todos estos escarmientos, para levantar un somaten general derramando con profusion el oro del rey Alberto que decia ser moneda del pretendiente. A dicho cabecilla se le unieron el Ros de Eroles, Tristany, Montaner, Llauger y el Muchacho, reuniendo entre todos unos 300 hombres mal armados. Se dirigieron al Prat de Llusanés donde creian encontrar simpatías por haber sido el pueblo en que Galceran diera el primer grito de guerra, pero fueron perseguidos y derrotados por las columnas de los gobernadores de Vich, de Manresa y de Sellent, obligándoles á emprender la fuga hácia Malamargó, despues de haberles alcanzado en San Mateo, Coaner y Moyal.

Targarona apareció con 200 hombres por la parte de Nuria á principios de noviembre; y marchando y contramarchando derramaba

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bandos y proclamas en los pueblos que trataba dominar; mas los bien combinados movimientos que por la parte de Camprodon ejecutaban las tropas de la reina, consiguieron diseminar su gente penetrando alguna en Francia.

Para que el resto de las facciones siguieran igual camino, estableció Llauder una línea de columnas que desde Borradá se estendian por San Jaime de Montañá, la Pobla de Lillet y Bagá hasta Coll de Fou. Esta y otras disposiciones produjeron magníficos resultados. El cabecilla Muchacho fué atacado en el caserío del Raurell de Segás por la columna que mandaba el coronel D. Antonio Oliver, compuesta de 80 carabineros, 20 mozos de la escuadra y la compañía de voluntarios á que pertenecia PRIM. Este formaba en las guerrillas, y á los primeros tiros se lanzó intrépidamente sobre él enemigo logrando en su retirada herir de un bayonetazo al mismo Muchacho en una nalga. Por lan bizarro comportamiento fué recomendado por su capitan Sr. Ochoa y propuesto para el grado de subteniente.

Cuéntase que á los pocos dias de haber ocurrido la accion que acabamos de citar, encontró el Muchacho á un arriero conocido suyo y le dijo: «Ahí tienes media onza y entrégala al valiente voluntario que me hirió en el Raurell de Segás. »-«Está bien, contestó el arriero, cumpliré tal como V. desea su encargo, pues me consta que el que le hirió á V. es un cadete que se llama PRIM. »-« Pues entonces, replicó el Muchacho, devuélveme la media onza y hazte la cuenta que no te he dicho nada porque no quiero contribuir á que lo hagan oficial. »— ¡Qué lejos estaria de creer entonces este jefe carlista en el brillante porvenir que la fortuna tenia reservada para el valiente voluntario á quien él no queria favorecer indirectamente!

Una buena parte de las partidas de Targarona y Tristany se vió precisada á traspasar la frontera; Boadella fué preso con otros cinco en una cueva por los urbanos de Santa Coloma de Farnés, y fusilados en los pueblos de su naturaleza; igual suerte cupo á Tradera, cogido en el corregimiento de Tortosa, en donde no eran menos afortunadas las tropas de la reina, pues el coronel Azpiroz y el brigadier Colubí, gobernador del distrito, hicieron mas de 50 prisioneros, obligando á presentarse á indulto á todos los facciosos que no pudieron pasar el Ebro.

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