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parte, lo mucho que amaba la prosperidad y grandeza del pais. Inspiradísimo estuvo tambien el general PRIM, cuando hizo referencia á lo de que él se decia acerca de los tristes acontecimientos del 43, aunque algunos intransigentes, á quienes quizá indigestó tan amargo recuerdo, criticáran este pasaje. Pues que, ¿á su honra no interesaba retar á los jefes del partido moderado para que publicasen los compromisos que se aseguraba tenia con ellos contraidos por el precio de algunos millones? Si su conducta no fué producto de un contrato vil y sucio, sino de su fé política que creyó vulnerada, ¿no habia de alzar su voz para rechazar la vergonzosa nola que pesaba sobre su persona? ¿Cómo guardar silencio en una ocasion tan solemne como oportuna, dando un enérgico mentís á los que le consideraban víctima de una infame venta? ¿Puede pedirse, por otra parte, confesion mas franca que la que hizo PRIM en aquellos sublimes instantes en defensa de su reputacion?-« Todos hemos cometido errores, dijo, en primer lugar los esparteristas, luego los que les combatimos, en seguida los centralistas, y yo tambien los cometí... ¡Qué poco pensaban el señor Olózaga, y con él sus amigos y yo con ellos, que las célebres palabras de Dios salve al país, Dios salve á la reina, causarian nuestra ruina!. » ¿No se observa en esas frases una confesion que no puede menos de honrar al que la hace?-«El señor Olózaga y sus amigos, todos leales, olvidaron lo que los cartagineses hicieron en España, entrar vendiendo por salir mandando...... » añadió el Conde de Reus, lanzando así una filípica punzante y certera, que espresaba el dolor del que tan oportunamente sabia usarla.

No creemos necesario estendernos en mas observaciones sobre los estremos que abraza la magnífica peroracion del entonces diputado por Vich, porque estamos persuadidos que el lector habrá pronunciado ya su fallo acerca de todos los actos cuyo velo hemos descorrido sin faltar á la verdad histórica ni á la imparcialidad que nos sirve de norma.

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TOMO I

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Prim es elegido diputado por Barcelona en las segundas elecciones que tuvieron lugar en los dias 14 y 15 de agosto de 1851, despues de una lucha reñidisima.-Discursos que pronunció en las cortes durante la legislatura del mismo año.-A principios del año 53, es otra vez elegido diputado por Barcelona.-Sus discursos.

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ETIRADO á la vida privada el ministerio Narvaez, por una de esas evoluciones tan frecuentes en política, fueron decretadas otras elecciones generales para el mes de mayo de 1851.

Viendo el nuevo gabinete que no podria evitar el que PRIM fuera elegido diputado en varios distritos, y particu

larmente por el de Vich, en el cual tenia el triunfo asegurado, se valió de un ardid que podrá ser muy admitido en esa clase de luchas, pero que para nosotros es harto indigno.

Elevadas personas de aquella situacion se encargaron de gestionar cerca del Conde de Reus para que aceptára otra vez el mando de la capitanía general de Puerto-Rico, escitando al efecto el patriotismo del general catalan. A tales argucias y á tantos recursos se apeló, que

PRIM tuvo al cabo que conformarse con marchar de nuevo à dicha antilla, y en su consecuencia manifestó á sus amigos que no le llevaran en candidatura porque se esponian á que no quedasen satisfechos los deseos de sus comitentes. Pero hé aquí que verificadas las elecciones, se le comunica al general el resultado del juicio de residencia por su último mando en Ultramar, previniéndose en él que no pudiera desempeñar otros en aquellas posesiones hasta que no hubiesen transcurrido cuatro años.

Al Conde de Reus no le quedó otra esperanza, en vista del engaño de que fué víctima, que entrar en segundas elecciones, si, como era natural y hasta necesario, aspiraba al honor de sentarse en los escaños del congreso.

La ocasion no tardó en presentarse.

Don Jacinto Félix Domenech, que habia sido elegido diputado por el distrito de Mataró y por el tercero de Barcelona, optó por el primero, dejando vacante por lo tanto el de la capital.

A pesar de la fama de buen orador y de celoso representante del país que PRIM tenia adquirida, se presentaron muchas dificultades antes que fuera designado para reemplazar á Domenech. Vencidas por fin las principales, tuvo lugar una reunion general de electores, y su mayoría le proclamó candidato, haciéndolo saber al cuerpo electoral por medio de esta alocucion:

La Junta Directiva de elecciones del partido progresista de Barcelona, á los electores del tercer distrito de la misma.

« Háse acordado, que el jóven general D. JUAN PRIM sea vuestro candidato. No hay quién no le conozca en España y fuera de ella. Es catalan, soldado de probada bravura y orador animoso y distinguido. La prensa progresista de Madrid le llama con interés al congreso, los hombres mas notables de nuestra comunion política en el mismo punto residentes, le recomiendan al efecto con empeño, justa y públicamente se le califica de un adalid aventajado en el campo y en la tribuna, un crecido número de electores ha reclamado por escrito su candidatura, y multitud de respetables fabricantes, haciendo abstraccion de opiniones políticas opuestas, ha solicitado por medio de una atenta comunicacion que sea propuesto para diputado, no

queriendo ver en él mas que al activo y resuelto defensor de la industria del país. Las simpatías en favor de ese bizarro militar y selecto tribuno, no pueden ser mas espresivas ni mas elevadas en su objeto: tal vez no las haya escitado ni reunido nadie con tanta anticipacion ni menos de esa manera. No olvideis los aplausos generales que mereciera por su valiente y patriótica conducta en el Parlamento. Desde aquel momento, el trabajado partido á que pertenecemos, se reorganiza, y desde aquel momento marcha gloriosamente á su destino. Ayer, puede decirse, corrimos entusiasmados y unidos à las urnas electorales, sin que uno siquiera de nosotros dejase de mostrarse digno de su causa: no hubo mas que un pensamiento: mañana y siempre debe suceder lo mismo. Solo á nuestros enemigos es dado combatirnos, ó á los que no siéndolo, malamente comprenden los intereses públicos y las nobles y generosas palabras de nuestra Junta Central de elecciones compuesta de los hombres mas importantes del progreso. Conviene repetirlas: son estas: Olvido, reconciliacion y concordia. En nuestras filas, bien lo sabemos, no se halla tan solo un partidario que tenga valor para colocarse fuera de ellas, ni que por ligereza, error ó imprevision haya de lamentar faltas delicadas ó tristes estravíos: ejemplos mil nuestro envidiable y honroso comportamiento justifican. De este modo vencimos y de este modo venceremos siempre.- Barcelona 15 de julio de 1851.-El presidente, Mariano Borrell.-Mariano Pons y Tárrech. —Antonio Ribera.-Olegario Vilageliu.-José Fontseré.—Gaspar Rosés.-Severo Modolell.—Magin Soler y Espalter.—Gil Bech. -Ramon Planas.-Pedro Vehils. »

A la precedente alocucion, el Conde contestó con el franco, liberal y notable manifiesto siguiente:

Señores de la Junta de elecciones del partido progresista de Barcelona.

Muy señores mios y apreciables amigos: la distinguida honra que se sirven VV. dispensarme en la alocucion del 15 del actual, me satisface y envanece en alto grado. En ella se me declara el candidato del partido progresista para la eleccion que el tercer distrito de esta ciu

dad deberá verificar en reemplazo del Sr. Domenech; y si bien dicha declaracion no ha sido el resultado de la voluntad unánime del comité, como yo hubiera deseado, y á cuyo fin puse todos los medios que estuvieron á mi alcance, proclamado por la mayoría, me creo en el deber de decir cuatro palabras relativas à la conducta que seguiré en el parlamento, dado el caso que, si como he merecido la confianza de la mayoría de ese comité, llegue à merecer la de los electores del tercer distrito.

Mi pasado todos lo conocen; y tanto por ser de todos conocido como por pertenecer á la historia desde que el invicto Duque de la Victoria tendió un tupido velo á lo que fué, no debo ocuparme aquí de lo que he sido y de lo que he hecho, puesto que ni á mí ni á nadie le está permitido el volver la vista atrás. Ocuparéme, pues, de mi conducta en el porvenir, y para hacerlo con precision y claridad diré : « que los principios políticos y económicos que esa Junta popular consignara en su manifiesto de 3 de mayo último, son incontestablemente mis principios (4). » Y luego añadiré, que siendo progresista, lo soy, no

(4) He aquí el manifiesto á que hizo referencia el Conde de Reus, manifiesto que cree. mos oportuno reproducir siquiera no sea mas que por las consecuencias que produjo en favor del partido á el cual se dirigia.

<La Junta Directiva de elecciones de la liberal é industriosa Barcelona, siéntese todavía grata y profundamente conmovida al dirigir su patriótico acento á sus amigos políticos, en cumplimiento de su mision honrosa y elevada. Siéntese sí, esta Junta popular grata y profundamente conmovida todavía, porque ha sido testigo del mas hermoso, magnífico y sorprendente acto que han podido ofrecer á la nacion los hombres del progreso en las distintas situaciones de su combatida vida, y antes de los infelices y azarosos siete años últimos, años para ellos de duras pruebas, de llanto y amargura. Una reunion imponente, un órden admirable, un entusiasmo estraordinario y un ciego respeto á la sacrosanta bandera de la libertad; hé aquí el sublime y encantador espectáculo de ayer, el que demostraremos mañana; hé aquí el sublime y encantador espectáculo con que nos distinguiremos siempre.

El partido progresista es el defensor constante de ideas salvadoras, el firme adalid de importantes principios de regeneracion vital; es el que adora postrado la moralidad y baja la cabeza y dobla la rodilla ante la divinidad de la justicia: este partido es imperecedero, eterno como su sagrada causa. Nosotros abogamos por los intereses de todos sin distincion de matices políticos, por los intereses morales, intelectuales é industriales, y por estos intereses abogamos y abogaremos siempre, cual á nosotros cumple: con resolucion y valentía.

Nosotros condenamos el despilfarro y lo anatematizamos sin miramiento alguno á las personas, nosotros lanzamos á la execracion pública los miserables y espúreos hijos que esplotan su madre patria y se levantan con improvisadas fortunas, insultando la miseria general. Nosotros sostendremos hasta fatigarnos, hasta donde alcancen nuestras fuerzas las indispensables economías que en otro tiempo tocasteis realizadas por los

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