Imágenes de páginas
PDF
EPUB
[graphic][subsumed][merged small]

Estado de Cataluña en 1833-Célebre representacion del general Llauder.

[graphic]

UANDO el general Llauder reemplazó al Conde de España en el mando militar de Cataluña, obtuvo en el país la mas lisongera acogida, porque el yugo de su feroz antecesor habia sido fatal para todos los catalanes.

La nueva autoridad desplegó gran celo adoptando enérgicas precauciones para contrarestar á los elementos que se iban hacinando con el fin de promover la guerra civil en el Principado en favor del infante D. Carlos, teniendo que luchar con influencias poderosas tales como las del arzobispo de Tarragona y del obispo de Tortosa, que por do quiera atizaban la tea de la discordia.

[ocr errors]

los se aprestaban para la pelea. Mientras en Castilla, se prevenia todo para hacer frente a los liberales, mandaban á Cataluña, con una mision secreta, al coronel Segarra y escitaban á la rebelion en las demás provincias. En Madrid mismo salieron algunos fogosos carlistas disparando tiros y dando mueras al gobierno constituido, pero esta loca tentativa fué acogida con desden por la poblacion entera y produjo muy mal efecto en el ánimo de las tropas.

Por otra parte, el cabecilla Tey, que fué uno de los primeros que alzaron el grito en Cataluña, espió su crímen en el cadalso ante la inmensa muchedumbre de los habitantes de Barcelona.

La providencia despidió su rayo de muerte sobre la borrascosa vida de Fernando, sucumbiendo á consecuencia de un violento ataque de apoplegía el dia 29 de setiembre à las tres menos cuarto de la tarde.

Cristina quedó en medio de las mayores incertidumbres, pero rehecha en breve del dolor que le causára la muerte de su esposo, desplegó gran sagacidad y energía para asegurar los derechos de su hija en cuyo ausilio acudieron todos los que sustentaban ideas liberales como las mas á propósito para arraigar el sistema Constitucional que se columbraba en lontananza.

[graphic]
[graphic][subsumed][merged small]

Estado de Cataluña en 1833-Célebre representacion del general Llauder.

[graphic]

UANDO el general Llauder reemplazó al Conde de España en el mando militar de Cataluña, obtuvo en el país la mas lisongera acogida, porque el yugo de su feroz antecesor habia sido fatal para todos los catalanes.

La nueva autoridad desplegó gran celo adoptando enérgicas precauciones para contrarestar á los elementos que se iban hacinando con el fin de promover la guerra civil en el Principado en favor del infante D. Carlos, teniendo que luchar con influencias poderosas tales como las del arzobispo de Tarragona y del obispo de Tortosa, que por do quiera atizaban la tea de la discordia.

[graphic][merged small]

para seguir minando el pais por todos los medios de que los facciosos podian disponer.

Todos los contemporáneos están contestes en creer que á Llauder le faltaban elementos para conjurar tantos peligros, elementos que se reclamaban en vano del gobierno de Madrid.

La política de Zea Bermudez descontentó en alto grado al general Llauder; este buscó el apoyo sincero de cuantas personas se habian distinguido en favor de los principios liberales, y bajo el influjo de ellas elevó á la reina gobernadora una célebre esposicion que produjo la caida del gabinete, y sirvió de poderoso contrapeso en la balanza política de aquella época calamitosa.

Aunque en nuestro plan entre solo el pensamiento de bosquejar los sucesos, segun habrán observado ya nuestros lectores, no queremos privarles sin embargo de los principales párrafos de la mencionada esposicion, ya que en el órden político ocupa un preferente lugar.

«Durante mi permanencia en el destino, de capitan general de Aragon, decia Llauder, y ahora en Cataluña, me he podido convencer de que la suerte de estas provincias y la seguridad de ellas depende del acaso, y con frecuencia se debe echar mano de la fuerza para sostener el trono, y esta se gasta con suma rapidez cuando no la sostiene la opinion. Desde que al despedirme de V. M. y besar la mano de su augusta hija, se dignó V. M. prevenirme que la escribiese con toda la libertad que estimase convéniente, protestándome tan espontáneamente repetidas veces que solo deseaba el bien de los españoles, he cumplido puntualmente en hacer presente á V. M. todo lo que era mi obligacion y ofrecerlo á su consideracion en cumplimiento de aquel precepto; pero una constante y larga esperiencia me ha debido convencer de que aquellos candorosos y heróicos sentimientos de V. M. se hallan contrariados por consejos de hombres que, habiendo debido estudiar abstractamente en paises lejanos, han olvidado el suyo propio, sus necesidades, sus deseos, y cuanto debian formar los verdaderos elementos del acierto en el gobierno que V. M. se ha dignado confiarles y á cuyos soberanos designios dejan seguramente de corresponder. Esta es, señora, la opinion acreditada en el público y yo no debo dejarla ignorar de V. M.: mas debo decir para gobierno de V. M., y es, que Zea y su ministerio se ha hecho ya tan impopular

« AnteriorContinuar »