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á las unas y á hacer pedazos la otra. Pues si eso es lo que se quiere, si se quiere establecer el antiguo régimen, ¡el antiguo régimen!... yo preguntaré: ¿con quién lo vais á establecer? ¿Con Doña Isabel II? ¿Ha olvidado el Gobierno los raudales de sangre y de oro que costó al pueblo liberal el defender el Trono constitucional de Doña Isabel II? Pues si el Gobierno lo ha olvidado, el pueblo no lo olvida ni lo puede olvidar. ¿Cómo olvidar aquellos dias de delirante entusiasmo, aquellos dias en que el labrador abandonó el arado, el artesano sus talleres, el estudiante sus libros para correr á empuñar las armas y engrosar los batallones que debian sostener la sangrienta lucha? Y aquellos batallones, ¿qué se hicieron? ¿Qué se hicieron los valientes que los componian? Los batallones desaparecieron por el fuego y hierro de las falanges enemigas. ¡Y los huesos de los que los componian esparcidos están por los campos de batalla, y humean todavía las charcas de su sangre! Y si habeis olvidado la lucha habeis olvidado tambien el por qué de aquella lucha? Aquella lucha se sostuvo, no por un nombre, sino por un nombre y una cosa: entonces se luchó, no para sostener á Doña Isabel de Borbon contra D. Carlos de Borbon; se lidió para sostener à Doña Isabel II constitucional contra Carlos V, representante del absolutismo, de la inquisicion y de los frailes. Si hubiese triunfado entonces, si el pueblo liberal no hubiese tomado parte en la lucha en favor de Doña Isabel II constitucional, lo que hubiera sucedido lo han dicho varios señores oradores con la elocuencia que les distingue, y últimamente lo dijo tambien el Sr. marqués de Pidal; pero yo lo diré ahora con la rudeza del soldado: si el pueblo liberal no hubiera tomado parte en la lucha en favor de Doña Isabel II constitucional, Carlos V hubiera plantado su estandarte en el alcázar de cien Reyes; Carlos V hubiera empuñado el cetro de Castilla; Carlos V se sentaria hoy en el sólio que ocupa la Reina Doña Isabel II. Si esta es la historia de los hechos; historia que no se puede negar; si á la lanza de la libertad se debe el sosten del Trono de Doña Isabel II, ¿por qué no respetais la libertad? Respetadla, pues, si no por gratitud, al menos por precaucion, porque el partido carlista no está muerto, no; y no solo no está muerto, sino que es numeroso, y se compone de hombres bravos que levantarán de nuevo la bandera á la primera ocasion que les presente la fortuna; y si para entonces habeis ahogado el espíritu público, y si entonces el

pueblo liberal de España se mostrase indiferente, podria suceder lo que no sucedió en aquella larga lucha..... y lo que no es posible que suceda mientras que el Trono de Doña Isabel II esté sostenido por el robusto brazo del partido liberal.

Esta, señores, es la apreciacion que yo hago, esta es la apreciacion que vosotros deberiais hacer tambien de la situacion política del país; pero si quereis desconocer estas verdades, decidlo, y de una vez acabemos con la farsa y la comedia; tened el valor de vuestras opiniones; enarbolad, valientes, vuestra bandera; los hijos de la libertad enarbolarán la suya, y resolvamos en una gran batalla si la España de Padilla ha de ser libre ó ha de ser esclava, porque el que crea que se ha de hacer aquí impunemente lo que se ha hecho en otra parte, se engaña torpemente; aquí estamos muy preparados y muy dispuestos á pelear en nombre de la sacrosanta libertad, y como nuestra divisa el dia del combate será vencer ó morir, venceremos. ¡Y ay de los enemigos de la libertad en aquel tremendo dia! No olvideis la profecía. »

Honda sensacion causó la parte que en este discurso se trala sobre las violencias cometidas en Barcelona. Espuestas con claridad y templanza, pero con un colorido que hizo resaltar sobremanera los detalles de abusos, cuyo triste recuerdo aun se conserva, las palabras del conde de Reus produjeron estraordinario efecto, mayormente entre los que midiendo la importancia de las que brotaban de labios tan autorizados, podian apreciar el valor de las vertidas por ciertas reputaciones creadas al soplo de la adulacion, de la inconsecuencia y del egoismo.

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El Conde de Reus es nombrado jefe de la Comision militar que el gobierno español dispuso que pasára á estudiar las operaciones de la guerra de Oriente.-Su llegada à Constantinopla.-Es agregada la Comision al cuartel general de Omer-Bajá.-Primeras operaciones.-Breve reseña sobre la cuestion de los Santos Lugares.-Reunion de las escuadras aliadas. Paso del Pruth por los rusos.-Preparativos de la Turquia.Omer-Baja invita especialmente á la Comision española para que asista al acto en que se lee al ejército otomano la declaracion de guerra à la Rusia. Chumla.-Situacion y fuerza de los ejércitos beligerantes.Toma de Kalafat.-Llegada de Omer-Bajá à Totorkan.-Accion de Oltenitza. El general turco consulta en sus operaciones al Conde de Reus. Brillante comportamiento de los oficiales españoles.

N cuanto hubo terminado el primer
período de la legislatura de 1853,
pasó el general PRIM á París desde
donde dominado por su carácter en-
tusiasta, solicitó licencia para mar-
char á Oriente con el objeto de ha-
cer el estudio de una lucha que por

sus gigantescas proporciones debia ser el asombro del mundo.
Conociendo el ministro de la guerra, que lo era á la sazon el gene-
ral Lersundi, la utilidad de que pudieran obtenerse noticias ecsactas

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sobre los movimientos de los ejércitos beligerantes, y sobre cuanto se relacionara con sus adelantos y organizacion, mandó que sin pérdida de tiempo se trasladase una comision militar al teatro de la guerra, bajo las inmediatas órdenes del conde de Reus. El coronel graduado comandante de E. M. D. Federico Fernandez San Roman, y los señores D. Carlos Detenre, coronel graduado segundo comandante de infantería, y D. Agustin Pita del Corro, teniente coronel graduado de la misma clase y arma, fueron desde luego nombrados para que ausiliaran al general PRIM; mas tarde se agregaron á la comision, en cumplimiento de órden superior, el coronel graduado capitan de ingenieros D. Salustiano Sanz, y el teniente coronel graduado capitan de artillería D. Joaquin María Enrile. Concedióse además un escribiente de la clase de tropa, y una escolta de un sargento y doce individuos voluntarios de las rondas volantes estraordinarias de Cataluña.

Entre el gran número de jefes y oficiales del ejército que por su cuenta solicitaron permiso para pasar á Oriente, obtuvieron solo real licencia los comandantes de infantería D. Luis Escario y D. Miguel de Trillo y Figueroa, el capitan de ingenieros D. Ramon Mendez de Vigo, y los tenientes de infantería D. Enrique de Trillo y Figueroa y D. Fernando Useleti de Ponte. Estos señores, que sin carácter oficial y árbitros por consiguiente de elegir su sistema de viaje, se hallaban por el mes de setiembre en Constantinopla á la llegada del general PRIM; se incorporaron espontáneamente à la Comision, sujetándose á todo su servicio. Así es que de ella formaron parte hasta el regreso á París los señores Escario y Mendez de Vigo, habiéndose separado en Chumla para volver á España los hermanos Trillo y Useleti de Ponte.

Agregáronse tambien al cuartel general español, durante las dos campañas que presenció, el comandante de E. M. piamontés Mr. Joseph Govone, y el capitan inglés del ejército de las Indias Mr. Grodfroid Rhodes, ambos con licencias de sus respectivos gobiernos. El primero se unia á la Comision cuando la encontraba en sus correrías, pero el segundo no se separó nunca de ella.

En la campaña del 33 nombró el gobierno turco al comandante de E. M. de aquel ejército Saofet-Efendi para intérprete y ausiliar de la Comision, con una escolta de lanceros.

Durante una gran parte de la segunda campaña, se agregó igual

mente al cuartel general español, el comandante polaco Mr. Edmundo Choieski, al servicio de Egipto, y el doctor francés Mr. Pelltan, jefe de Sanidad militar del ejército de Romelía.

Las condiciones de aquel país ecsigen un gran número de criados y caballerías para el servicio de transportes; y la Comision, provista de las tiendas y cantinas indispensables para su personal, se componia en el segundo viaje, al salir de Constantinopla para Chumla, de trece oficiales, treinta y siete criados, cuarenta y seis caballos y un furgon; con la circunstancia de que cada oficial llevaba solamente un caballo, un criado y su reducido equipaje en una pequeña maleta. Todo era poco, sin embargo, y mas de una vez tuvieron que renovarse los medios de conduccion para conservar y valerse de un tren de campaña necesario.

El gobierno dió las correspondientes instrucciones al general PRIM para el desempeño de su delicado cometido, y además se le previno que al terminar el viaje presentase una Memoria sobre el resultado de la espedicion. De esta interesante Memoria, en cuya primera parte se dan estensos pormenores histórico-geográficos de la Turquía, nos valemos nosotros para hacer la reseña de las dos campañas en que el nombre del distinguido general catalan figuró con frecuencia en honra de su patria y del ejército español de que fué digno representante.

Sabido es que la cuestion de los Santos Lugares dió márgen á la guerra de Oriente, y que en la Tierra Santa ha buscado siempre la Rusia sus quejas contra los musulmanes sin otro objeto ostensible que el de estender su dominacion hasta los Dardanelos.

Antes de entrar en detalles sobre las primeras operaciones militares que tuvieron lugar en las orillas del Danubio, vamos á esponer brevemente la historia de dicha cuestion.

En tiempo de Francisco I la Francia firmó el primer tratado con la Turquía sobre los Santos Lugares, en posesion entonces de los cristianos de Jerusalen, y obtuvo de Soliman I el Grande, en 1535, la primera capitulacion que constantemente ha servido de base á todos los arreglos posteriores de los gobiernos de la cristiandad. El artículo 33 de aquel tratado garantiza los santuarios ó lugares de visitacion que se encuentran en su poder ab antiquo, pero sin designar cuales

son.

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