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mismos criticaron mi resolucion diciendo que yo debia haber permanecido en Barcelona. ¡Fatal destino del que manda en circunstancias tan difíciles! No siempre el écsito corona sus esfuerzos, y se condenan sus actos olvidando los principios y los datos que debieron guiarle. Si yo hubiera permanecido en Barcelona y la revolucion general, aislándome, hubiera aumentado ó acelerado los estragos como parecia natural, entonces habrian esclamado los mismos hombres, ¿por qué quedó en Barcelona? ¿Era gobernador de la plaza ó capitan general de Cataluña? ¿No tenia la plaza jefes naturales: no habia generales subalternos á quienes confiar su mando? ¿Pensaba salvar la capital dejando incendiar el Principado? ¿Creia menos conveniente impulsar con su presencia y su ejemplo las operaciones militares en otras partes, que contener á los descontentos en Barcelona?»>

En vista de estas esplicaciones, pronuncie ahora el público su fallo respecto al proceder de aquella autoridad.

De los acontecimientos que acabamos de reseñar, resultaron grandes esperanzas para la causa carlista; los liberales dieron en su consecuencia mayor impulso á las masas, y ensanchando el círculo de sus compromisos, hizo mas tenaz su resistencia y mas empeñada la lucha, aunque su situacion era muy crítica. Amenazado por todas partes de enemigos; mal mirado del gobierno; escaso de recursos; abandonado á sí propio y dividido profundamente en el seno de las poblaciones, tal era el estado en que se encontraba el partido liberal. Solo el entusiasmo y el patriotismo pudo contener el incremento de las huestes carlistas.

Encargado interinamente Pastors de la capitanía general de Calaluña, y amortiguadas algun tanto las pasiones políticas, empezaron de nuevo y con ardor las operaciones militares.

Entre las fuerzas de la reina que mas servicios prestaban en la montaña, distinguíanse por su bravura y sufrimiento los Tiradores de Isabel II, que, como ya tenemos indicado, se organizaron al principio de la guerra en todos los corregimientos de Cataluña.-Mientras PRIM, curado completamente de la peligrosa contusion que recibió en Ribas, se disponia para marchar á Palma con el objeto de incorporarse al regimiento de Albuera, á cuyo cuerpo habia sido destinado al ascender à oficial, el comandante D. José Rodriguez, jefe del bata'lon de

Tiradores que operaba por la parte de Vich, le hizo proposiciones ventajosas para que sirviera á sus órdenes, en la confianza de que podia serle de gran utilidad un jóven de una resolucion à toda prueba y que tan acreditado tenia ya su valor militar. El novel subteniente, que no pensaba entonces en otra cosa que en los triunfos que podia adquirir sobre el campo de batalla en defensa de la causa liberal, á la que se - hallaba afiliado siguiendo los impulsos de su corazon y de los sentimientos que le inculcaran sus padres, aceptó desde luego lo que le proponia el comandante Rodriguez, tanlo mas cuanto que le repugnaba mucho tener que pasar á las Baleares en donde indudablemente habria cortado su carrera.

Aunque conservando el carácter de subteniente de infantería, ingresó PRIM en el batallon de Rodriguez en clase de teniente de cuerpos francos (1), y el 29 de julio se encontraba ya en campaña, esto es, en el verdadero elemento de todo hombre de guerra, con la satisfaccion de ver realizados sus vehementes deseos.-El 2 de agosto se vió de nuevo en frente de los carlistas en el pequeño combate de Viladrau, combate que no presta materia para describirlo, puesto que las facciones reunidas de Camas-cruas y del Grabat de Guisona, emprendieron la fuga poco despues que las tropas rompieran el fuego. No ocurrió por lo tanto en esta accion incidente alguno notable, y solo la citamos porque se halla registrada en la hoja de servicios del conde de Reus.

Mencionemos ahora varios hechos para demostrar el vigoroso aliento, sellado con actos de crueldad inaudita, que los partidarios de D. Carlos adquirian, sin que bastára á contenerle la presencia de la legion argelina enviada por el gobierno francés en virtud del tratado de la Cuádruple Alianza.

En el pueblo de Camarasa penetró una partida carlista; se apoderó de 50 urbanos que se habian hecho fuertes en la iglesia, pero que tuvieron que rendirse porque sus enemigos le pegaron fuego sin reparar en que se tenian por defensores de la religion, y despues de asesinar al alcalde, y al capitan y teniente de la fuerza, ataron de dos en dos á los infelices urbanos, los degollaron bárbaramente como

(1) Debemos consignar aquí que el distinguido patricio D. Mariano Pons y Tarrech contribuyó poderosamente á que Prim ingresara en el batallon de Rodriguez, sin que perdiera el carácter de subteniente del ejército.

si fueran carneros, y los arrojaron al Segre. Tan infame comportamiento produjo gran terror; todos los pueblos de la montaña temian verse invadidos á cada instante por aquellas hordas de asesinos que cometian toda clase de crímenes llevando por enseña la asquerosa bandera del pretendiente.

Persistiendo los carlistas en sus planes de dominacion, reuniéronse Sansó, Tristany, Ros de Eroles, Borges, Grabat de Guisona y el Muchacho, y el dia 8 de agosto se presentaron al frente de Torá con la imponente fuerza de 2,000 hombres. Intimada la rendicion, los urbanos y los liberales de las inmediaciones que se habian concentrado en el pueblo á la primera noticia que tuvieron sobre el alarmante movimiento de los facciosos, acordaron defenderse hasta el último estremo, teniendo presente el triste fin de sus hermanos de Camarasa. La defensa fué heróica en efecto; solo unos 160 hombres á las órdenes del capitan de Saboya D. Matías Chamorro, sostenian el alaque sin amedrentarlos el que les cortaran las aguas ni el incendio de algunas casas y pajares. El espectáculo que ofrecia el pueblo era horroroso; las llamas lo cercaban por todas partes, y aunque era aterrador el lamento de las víctimas que sucumbian, no por eso enflaqueció el espíritu de los defensores. -Merece consignemos un episodio que revela la desesperacion de los sitiados. Doña Concepcion Preciado, esposa del capitan Chamorro, empuñó un sable, y con un heroismo sin igual, recorria todos los puntos de mayor peligro animando á los combatientes y suministrándoles alimentos.

A las treinta y ocho horas de cruel incertidumbre, apareció por fin la columna que mandaba el coronel D. Manuel Sebastian, y lanzándose á la bayoneta sobre el enemigo, lo desalojó de todas las posicio nes causándole una pérdida de 40 muertos y 120 heridos, salvando. de este modo al pueblo de Torá de un seguro desastre.

El comandante Rovira, conocido por el Pep del Pó, tenia que sostener en aquellos dias una reñida accion contra los carlistas que en número de 1,500 hombres se habian tambien presentado en Villavella; Calvet se batia en Bacarizas, y el dia 13 fué tambien atacada sin resultado alguno la villa de Prats de Llusanés por los cabecillas Boquica y Altamira.

Mientras ocurrian estos encuentros, empezaba á realizarse el plan

de espediciones que los hojalateros (1) de la ficticia córte de D. Carlos aconsejaban adoptar, como medio mas eficaz, para acelerar el momento en que su Rey selvático se sentára en el trono de San Fernando. Decian que los pueblos ardian en deseos de pronunciarse, que Cristina empaquetaba ya su equipaje con el objeto de huir al estranjero con sus hijas, y en fin que las boinas abririan paso por do quier.

El general Guergué, de nacion francés, fué el designado para que penetrára en Aragon y Cataluña al frente de 5,500 hombres y 190 caballos. El general Montes y el brigadier Gurrea se dirigieron en su persecucion con fuerzas respetables, habiéndole alcanzado el último en las inmediaciones de Tremp, en donde Guergué perdió unos 60 hombres y varios pertrechos de guerra, despues de sufrir una regular corrida por el camino de la Pobla de Segur. Los navarros tuvieron que guarecerse en el Pirineo, desde cuyas breñas se desertaron algunos grupos para volverse á sus provincias. Rehecha sin embargo la hueste carlista, gracias à varias partidas catalanas que se le unieron, emprendió Guergué un movimiento atrevido con el fin de alentar á sus soldados, dejándose caer sobre la villa de Olot. Su comandante de armas D. Juan Fábregas, despreció las amenazas que le dirigiera el jefe rebelde, á pesar de que para la defensa no contaba mas que con 400 nacionales y una compañía de América, fuerza bastante escasa por cierto teniendo que sostener el combate contra 4,000 facciosos. Estos se valieron de todos los medios para conseguir la rendicion de la codiciada villa; no repararon en abrir zanjas, ni en incendiar las casas inmediatas, con cuyos escombros formaban parapetos que les servian para hacer un fuego mortífero. Los defensores de Olot ya empezaban á sentir los efectos del sitio, cuando se presentaron en su ausilio las tropas de la reina en número de 3,500 hombres al mando del gobernador de Vich D. Juan Beccar. Dos batallones de nacionales, el 2.o y el 12 ligero, ó sea de la Blusa, formaban la vanguardia á las órdenes del comandante Nat. Llegada á las Presas fué recibida á descargas cerradas por algunas compañías de navarros, y despues de una hora de tiroteo retiróse á San Estévan, en cuyo punto

(1) Los carlistas ultrajaban con esta frase á los cortesanos que, no teniendo valor para defender la causa del pretendiente con las armas en la mano, soñaban en triunfos y en espediciones, esclamando contínuamente: ¡Ojalá que se ataque y ganemos!

acampó toda la division. Los carlistas se apostaban entretanto al abrigo de formidables posiciones que debia defender el jefe D. Juan O'Do nell. Beccar se inclinó á la izquierda del camino, hácia el llano de la Piña, donde formó tres columnas de ataque, mientras el resto de las fuerzas del enemigo se iban escalonando sobre su derecha. Desplegáronse las guerrillas en ocasion en que el bizarro oficial de artillería D. Joaquin Bassols (1) se adelantaba con las piezas de montaña y empezaba á dirigir balas rasas á los balallones navarros que se encontraban á tiro. Aquella fué la señal del combate. Empeñado este en toda la línea, bien pronto tuvieron los facciosos que, abandonar sus posiciones retirándose sin órden alguno, hasta que, desbandados en todas direcciones, no les quedó mas recurso que la fuga. Los sitiados hicieron una salida oportuna y acabaron de atropellar á los fugitivos. La derrota de los carlistas fué completa: muchos de ellos cayeron prisioneros, entre los que se contó á O'Donnell, encerrado á los dos dias en el castillo de Figueras.

Este descalabro, que indudablemente desprestigió en gran manera la fuerza moral que en el bando carlista habia infundido la invasion de Guergué, coincidia con otro triunfo que el coronel Niuvó alcanzaba en Guimerá. Atacado el cabecilla Roset, á principios de setiembre, tuvo que guarecerse en el castillo, viendo que el pueblo caia en poder de la legion estranjera. A las 48 horas tuvieron los rebeldes que rendirse á discrecion en número de 500 hombres. Niuvó recogió 317 fusiles, 29 sables y 5 caballos. Roset y otros 35 individuos mas fueron fusilados en el mismo Guimerá; otros 12 en Verdú, 22 en Tárrega y 3 en Igualada como tristes resultados de las represalias. Los demás fueron conducidos á Lérida en clase de prisioneros.

El dia 8 de aquel mes asistió PRIM à la pequeña accion que tuvo lugar en Juanet, en donde á la cabeza de una mitad de compañía se lanzó sobre el enemigo con su acostumbrado arrojo; lo desalojó de las posiciones que ocupaba, pero no pudo conseguir cortarlo como se proponia, á pesar de los esfuerzos que hizo para ello, en razon á no permitírselo la espesura del terreno. Aquel encuentro, pues, fué de escasa importancia, y no ocurrió en él incidente alguno por el que podamos hacer mencion especial en favor del teniente PRIM.

(1) Actualmente Mariscal de campo y Gobernador militar de Mahon.

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