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ña, desde donde hostilizaban encarnizadamente á las tropas constitucionales.

Hallándose destacado PRIM en Tona, se dirigió el 2 de noviembre con su compañía á Taradell con el fin de atacar á la faccion, que, segun le habian informado, se encontraba en aquel punto. Antes de llegar al pueblo, le dijeron varios labradores que los carlistas lo habian abandonado hacia mucho rato y que ignoraban su direccion. La compañía penetró sin embargo en él, á fin de proceder á un reconocimiento, y hé aquí que desde una de las salidas divisa PRIM por casualidad á un lancero faccioso que marchaba al galope. Verlo, picar espuela á su ágil caballo, y caer impetuosamente sobre el fugitivo, fué obra de pocos minutos. Empéñase la lucha; recibe el ginete carlista un sablazo en la cabeza, al mismo tiempo que su lanza rozaba el hombro del agresor; sigue aquel defendiéndose con ánimo resuelto, observando que á su adversario se le habia roto el sable, pero bien pronto tiene que ceder ante el empuje con que es acosado, dejándose caer al fin por un derrumbadero inmediato al camino. - PRIM presentó poco despues á sus compañeros, como trofeos de victoria, el caballo y las armas del vencido en la mas noble lid. Algun biógrafo ha dicho que el faccioso pereció al filo de la espada de nuestro héroe, pero esto no es ecsacto. El lancero carlista que tuvo que batirse cuerpo á cuerpo con el entonces capitan PRIM, es un honrado jornalero que vive actualmente en Gracia, villa inmediata á Barcelona, recordando con orgullo aquella lucha personal y venerando los laureles que ha conquistado el invicto marqués de los Castillejos; solo recibió una ancha herida en la cabeza, y algunas contusiones que le causaron las piedras que con él se desprendian al precipitarse por el barranco.

Durante dicho mes ocurrieron algunos encuentros de poca consideracion; el hecho de armas mas importante es la sorpresa que ejecutó el Ros de Eroles en Montmaneu, cuya casa fuerte fué incendiada y hechos prisioneros los noventa y tres hombres que la guarnecian.

A principios de diciembre, el brigadier Iriarte sorprendió á su vez á la faccion que ocupaba el pueblo de Espluga Calva. Acometidos los carlistas en todas direcciones, perdieron mas de 200 hombres entre muertos y heridos, y tuvieron que abandonar á varios concejales de San Martin y Bellpuig que llevaban en rehenes."

El 11 del mismo hizo la compañía de PRIM una salida de Granollers, y consiguió dar muerte á seis bandidos que bajo el nombre de Aduaneros (1) cometian en el pais toda clase de escesos. En la reseña de este hecho no podemos citar nada notable; mas adelante veremos de qué manera se distinguió PRIM al verificar uno de aquellos reconocimientos.

El 24 falleció el general Mina, despues de una cruel enfermedad, agravada visiblemente por las turbulencias intestinas de los partidos; su cadáver fué conducido al cementerio con gran pompa, y las Córtes Constituyentes declararon que su nombre debia esculpirse en el salon del Congreso al lado de los de otros ilustres defensores de la patria y de la libertad.

D. Francisco Espoz y Mina era hombre de gran prestigio, de tacto y de fortaleza de ánimo, y Barcelona respetaba mucho al que con solo la autoridad de su voz habia conjurado situaciones tan peligrosas como la del 15 de agosto. Cuando aquel dia regresaba á palacio, desde haber persuadido à la multitud, le dijo su ayudante Mateo: «Mi general, este es uno de los mayores triunfos que ha obtenido V. en su gloriosa carrera. » A lo que contestó Mina con melancólica sonrisa: «Este es el último esfuerzo que hago por la libertad de mi patria y por la tranquilidad de Barcelona. >>

pues

(1) Los aduaneros eran los encargados de recaudar las contribuciones que imponia la faccion.

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Entre otros hechos heróicos, Prim sorprende por dos veces à la faccion en la Ametlla.-Ligera reseña sobre los acontecimientos politicos de Barcelona y de Reus.-Traicion de Oliver.-Toma de Solsona.-Gandesa sitiada nuevamente por Cabrera.-Entrada de la espedicion de don Carlos en Cataluña.

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BRIMOS este capítulo consignando un hecho que nos prueba hasta qué punto deseaba PRIM castigar á los facciosos, sin que para conseguirlo reparára en el inminente riesgo que corria su vida. En una de las diferentes salidas que su batallon dividido en varias secciones verificaba desde Granollers, le tocó á PRIM dirigirse el 25 de enero de 1837 hacia el valle del Congost, cuyo terreno es uno de los mas á propósito para el abrigo de foragidos. Hallábase emboscado con parte de su compañía, cuando le hicieron observar que en el terrado de una casa inmediata habia cinco aduaneros encargados sin duda alguna de vigilar el movimiento de las tropas de la reina. Era muy difícil que sus soldados pudieran moverse del punto en donde se encontraban apostados sin ser vistos, y PRIM creyó entonces que debia

tentar un golpe atrevido para que alguno de aquellos facciosos cayese en su poder. Se dirigió, pues, él solo á la casa, medio arrastrándose por entre las malezas; y valiéndose de cierta estratagema que hizo practicar á un mozo de labranza, pudo conseguir que bajára uno de los aduaneros por la escalera esterior que conducia al terrado. Al penetrar en la casa, armado de su trabuco, se vé acometido por PRIM; lanza un grito de alarma con el fin de que sus compañeros se fugáran, como en efecto lo realizaron, mientras él mismo puede escaparse de las manos de PRIM. Este le persigue; dispara la pistola, pero no sale el tiro, y entonces se arroja valerosamente sobre el fugitivo con quien traba una lucha á brazo partido. El lance era terrible. Aquellos dos hombres abrazados pugnaban por vencerse mútuamente, porque preveian la triste suerte que aguardaba al vencido, cuando ambos cayeron rodando por una hondonada. La caida fué favorable á PRIM; sujetó á fuerza de muchos esfuerzos á su contrario, apoderándose de su anteojo y de su trabuco cargado con 35 balines. Al aduanero se le vió al cabo de una hora colgado en una encina.

A consecuencia de la ley votada por el Parlamento en que se concedian facultades estraordinarias al gobierno, hubo una asonada en Barcelona que pudiera haber costado mucha sangre si no hubiesen intervenido por parte de las autoridades, personas tan dignas como el coronel Luna.

Reunidos en la Rambla el 13 de enero numerosos grupos en cuyos semblantes se notaba una agitacion febril, se presentaron algunos lanceros de la milicia, que reputados por reaccionarios, dieron lugar á que la jarana empezase. A las disputas acaloradas, siguieron sendos palos y sablazos; los lanceros dirigiéronse precipitadamente al fuerte de Atarazanas, y los grupos, compuestos en su mayor parte de individuos pertenecientes á varios batallones de nacionales, se reunieron en los claustros del ex-convento de San Agustin.

El general Parreño, rodeado de los que entonces se conocian por furibundos moderados, dictó varias medidas para reprimir el ímpetu de los díscolos, y entre ellas la publicacion de la ley marcial. Una columna formada de la tropa disponible y de algunos marinos, se dirigió á las diez de la noche á San Agustin y allí fué donde, gracias á las ecsortaciones del coronel Luna, que mandaba la fuerza, se consiguió que los amotinados se retiráran á sus casas.

No satisfecha sin embargo la autoridad con haber disuelto á los descontentos, dispuso al dia siguiente, á escitacion de los que le rodeaban, que fuesen desarmados los batallones de la Blusa y Zapadores, operacion que se verificó sin la menor resistencia. El municipio fué tambien disuelto y reemplazado por otro de nombramiento ilegal; en aquellas circunstancias se hizo muy poco caso de la ley, y precisamente de la misma que se habia invocado en el momento del tumulto.

Aquí tenemos que hacer una salvedad en favor de los nacionales que con las armas en la mano se habian puesto al lado de las autoridades. Cuando vieron que se trataba con tanto rigor å varios individuos de la milicia, cuya buena fé era generalmente reconocida, no pudieron menos de alarmarse del giro que tomaban las cosas, y acudiendo al general Parreño espusiéronle que dejarian las armas si no se hacia mas justicia á sus compañeros. Esta noble actitud contuvo algun tanto los proyectos de los reaccionarios, y contribuyó á que se eleváran sentidas esposiciones à las Córtes.

En Reus ocurrian casi simultáneamente otros sucesos menos graves, causados por haber depuesto el general Serrano, padre del exministro universal, al comandante general de la provincia de Tarragona. La milicia nacional cedió, despues de iniciar el movimiento, á la voz de sus jefes y autoridades locales, pero se quejó al gobierno de la injusta separacion de D. Martin José Iriarte. Este bizarro jefe acababa de destrozar la partida del Llarch de Copons matándole mas de 200 hombres, de los 400 que llevaba, y haciendo 50 prisioneros, entre ellos nueve frailes, que fueron fusilados acto contínuo, cuando recibió la órden para que depusiera el mando; en aquella medida se quiso ver una venganza personal, y por eso fué acogida con gran desagrado por los pueblos.

Pocas acciones de guerra tuvieron lugar durante el primer mes del 37, tanto porque los frios se dejaban sentir aquel año de una manera insufrible, como porque se esperaba la llegada del Baron de Meer; todos los liberales fundaron grandes esperanzas sobre el impulso que podria dar á la guerra un general que venia precedido por la fama de militar activo y valiente, y de partidario acérrimo de la causa constitucional.

Tristany, el Ros de Eroles y otros cabecillas recorrian no obstante

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