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ponerle y que lo hubieran hecho cuando le pusieron por el de San Juan de Mascoras y del Portezuelo, como poco há dijimos. Obstábales estar todavía en poder de los moros; y era anticipación frívola y sin fundamento.

La segunda, que el Obispo de Coria le hubiera introducido en su Diócesis, alegando pertenecerle por la cercanía y hubiera intentado haber de llevar de sus Iglesias la 3.a parte de los diezmos, como la llevaba de la villa de Alcántara y su tierra; siendo así como dejamos dicho arriba, nunca tuvo en Valencia ni en la suya iura episcopalia hasta que la Orden se lo dió; y así habiéndole admitido, fué con que sólo llevase por esta obligación la sesma de lo que sus vecinos diezmasen, como constará del tenor de la concordia que sobre esto y otras cosas se tomó: La 3.a razón es, que el término fijo de la villa de Alcántara no se estendía más que hasta las sierras de San Pedro, y otra que hoy se llama de Carvajo; consta así de la carta de donación que el Rey Don Fernando 2.o de León dió á Don Armengol, que pusimos en el capítulo 8.o y es el que hoy tiene; y estas sierras están de aquella parte del río Salor y de esta de la villa de Valencia casi tres leguas; y porque cuando el Rey Don Alonso dió la misma villa de Alcántara ó la Orden de Calatrava, estaban apoderados los moros de ellas hasta el río, cuando se señala los términos dice, se la da como los dividía con Portugal, Coria, Galisteo, Alconétar, y con los moros (que era por esta parte) de donde se infiere, no había conquistado el mismo Rey la villa de Valencia y su partido. La 4.o, si cuando el Rey Don Alonso ganó la villa de Alcántara, hubiera ganado también la de Valencia, diera á ésta el fuero que dió á aquélla, ó por lo menos mandara que en ambas se guardase el mismo; no pasó así, que algunos años adelante se le dió el Maestre Don García Fernández. Por todas estas razones se convence, que la conquista de la Villa de Valencia, no fué cuando la de Alcántara sino en este tiempo que hemos dicho.

Llegando aquí no puedo dejar de averiguar si ésta nuestra Valencia es la que Junio Bruto, Cónsul en la España ulterior, señaló para vivienda á los soldados veteranos, que habían seguido las banderas de Viriato, insigne Capitán de la Lusitania, si otra de las que en España conoció la antigüedad. Morales es de parecer que no es Valencia (que hoy llaman del Cid) y da nombre á todo el Reino en la corona de Aragón, aunque algunos hombres doctos lo han pensado, porque teniendo Bruto el gobierno de la España ulterior, y habiendo sido la guerra de Viriato por la mayor parte en la Lusitania, sin que jamás pasase tan lejos á la citerior, es sin duda había de dar á los soldados veteranos tierra donde fundasen Ciudad, en la misma província donde conquistaron; por esto creen otros con más advertencia, sería esta Valencia que ahora se fundó, la que llaman de Alcántara, ú otra en Portugal en frente de la Ciudad de Tuy, llamada de Miño, y esto (concluye este autor) tiene más fundamento de verdad. Juan de Mariana es del mismo parecer aunque con alguna diferencia, porque no reprueba de todo punto que la Valencia que fundaron los soldados viejos por orden del Cónsul Bruto, fuese la que hoy se dice Valencia del Cid; también en que estos que fueron los fundadores, fuesen los que habían seguido las banderas de Roma, contra Viriato, sinó al contrario, los que el Cónsul perdonó y dió tierra donde pudiesen edificar y poblar alguna Ciudad para vivir, y tiene por más probable sea la que hoy se llama Valencia do Miño. Gaspar Escolano, cronista de S. M. en el Reino de Valencia, refiere estas opiniones y las reprueba; oyámoselo decir á él: Todo lo que estos autores dicen va muy fuera de la verdad, porque el Epítome de Tito Livio, recopilado por nuestro español Lucio Floro

en el Libro 55, de quien ellos tomaron la relación de este caso, no dice que el Cónsul Bruto hubiese dado á los soldados que pelearon contra Viriato la Ciudad de Valencía, sino á los que pelearon por él y debajo de su bandera; ni dice que les dió sitio para edificar ciudad, á quien ellos después de edificada pusieron nombre Valencia, sino que les dió la ciudad de Valencia y su campo para habitación y vivienda: sus palabras son éstas: Junius Brutus Cónsul in Hispania, his, qui sub Viriato militaverant, agros oppidum que dedit, quod Valencia vocatum est. De donde se sigue que esta Valencia no pudo ser la de Portugal ni de Castilla la Vieja, porque en buena razón de estado no había de dejar á los rebeldes en el mismo paraje donde se había batido el cobre de la guerra contra Roma, sino pasarlos al otro cabo de España para mayor seguridad de nueva rebelión, como al contrario lo había hecho años antes Sertorio, pasando los rebeldes de nuestra Laurona ó Liria á los estremos de Portugal. Así tengo por cierto que la Valencia señalada por el Cónsul á los soldados de Viriato, fué la nuestra por la razón dicha, queriendo por este camino apartarlos de Portugal y hacerles olvidar sospechas con darles estancia tan á medida de un estremado deseo. Es de nuestro parecer Ludovico Nonio en su España, capítulo 69, donde deshace el argumento de los contrarios, tomado de la mucha tierra que hay de Valencia á Portugal, y afirma por las historias antiguas que Viriato no sólo sustentó la guerra en Lusitania, más aún en la Carpetania y Celtiberia.

Lo mismo siente Andrés Resende en su heroico poema de San Vicente Mártir, que padeció en nuestra Valencia, si bien la llama obra y fundación de Decio Junio Bruto, hecha en el año 616, después de la de Roma, como que él la hubiese edificado; mas el Epítome de Tito Livio, de quien lo tomaron todos, no significa tanto, según lo acabamos de escribir en este capítulo. También se comprende de Frontino, (Libro 63, capítulo 10) que Viriato tuvo campo formado en este Reino de Valencia, cuando andaba al palo con los romanos; y entonces fué cuando usó de aquel ardid con los de Segóbrica ó Segorbe, que enviando una poca gente que les saltease el ganado, les mandó que en habiéndoles dado vista se fuesen retirando como que huían, para meterlos con este cebo en una emboscada, donde quedaron los segobricenses destrozados. A esto se llega que Viriato fué muerto en este Reino, por lo cual cuenta Apiano Alejandrino, que después de su muerte levantó luego su ejército por General, á un valiente soldado llamado Tántalo, que al momento comenzó á marchar para Sagunto ó Murviedro. Y Pineda (Libro 9, capítulo 14) dice que se vinieron á guarecer á nuestra Valencia. De todo lo cual se sigue que después del suceso de Segorbe vino á manos de sus enemigos y que fué en él campo de Valencia, pues su ejército se acogió á Murviedro. Siendo esto verdad, no puede dejar de serlo que nuestra Valencia fué la que por algún concierto hecho con los romanos se señaló para población y morada de los soldados de Viriato, por ventura porque después de su muerte todos ó parte de ellos se debieron pasar á la voz de Roma; y así no puede ser alguna otra Valencia de las arriba referidas.

Hasta aquí este autor á nuestro propósito. He visto á Ludovico Nonio citado por él, y añade que por ventura por esta razón en las inscripciones antiguas los vecinos de Valencia se llamaban veteranos y veteres, como significando que de los soldados viejos que habían militado debajo de las banderas de Viriato, se había habitado aquesta ciudad; y trae una que hoy se halla en ella, donde por palabras claras lo dice, y otra trae Pedro Antonio Beuter, Crónica general, libro 1.o, capítulo 17. Tienen el mismo sentimiento

el Padre Brito en la Monarquía Lusitana, tomo 1, libro 3, capítulo 9, que cita también á Andrés Resende y Manuel Faria de Sosa, (capítulo 8, n.o 1) que hace no poca fuerza para entender es cierta esta opinión; pues siendo portugués de nación, se la hizo tanto la razón, que prevaleció al amor y afición de su patria, afirmando no ser Valencia do Miño en la que se recogieron los soldados viejos de Viriato. Bien es verdad que pudieron ellos alcanzar lo que yo adelante diré.

También me la hace á mí, y aunque estimara no poco poder atribuir esta gloria, si es alguna, á nuestra Valencia, tengo la opinión de Escolano y los que él y yo citamos, por más fundada que la contraria; y porque los hijos de esta noble villa, hacen grandes esfuerzos en la Ley final, ff de Censibus, que dice así: In Lusitania Pacens s sed-emeretenses Iuris Italici sunt, idem Ius Valentini-Licitani habent. Barcenonénses quoque ididem inmunes sunt: y particularmente en aquellas palabras idem ius habent Valentini, que los de Valencia tienen el mismo derecho de ciudadanos de Roma que los de Badajoz y Mérida, de cuyas ciudades es tan vecina Valencia, como es notorio y que todas están inclusas en la Lusitania; así lo entendió Beuter en el lugar citado; pero esta razón se deshace en dos reparos que yo hago en el contexto de la Ley: el primero que si la palabra Valentini se entendiera por los vecinos de la nuestra, incluyérase en el mismo período que los de las otras dos colonias de la Lusitania, Badajoz y Mérida y dijera In Lusitania Pacenses, Meritenses, Valentini iuris itali sunt, y aquí no habia razón de dudar. Comienza, pues, otro con el nombre Valentini, con que se convence pertenecen á la provincia de los Lacetanos, que confina con los montes Pirineos y está en Cataluña, Morales, descripción de España, folio 85, libro 6, capítulo 29, y los Barcelonenses, los de Barcelona, que es la Tarraconense. El segundo reparo, que estos son reconocidamente de ésta, de que se infiere lo son también los Valentinos y Lacetanos, que esa fuerza tiene aquella palabra ibiden. De aquí se conoce la mala inteligencia que dan á esta Ley Pedro Antonio Beuter y los demás que dijimos, y el primero no la refirió toda, talló desde la palabra Lautani inclusive, y por no hallanarse á confesar que la ciudad de Valencia de Aragón, donde era natural, había recibido aquel favor de los romanos, refirió lo que le estaba á cuento; pero si en ello hubiera hecho el reparo que yo digo, conociera no se había de entender de Valencia do Miño como dice.

Aunque esto es así, cierto, lo es aún más que nuestra Valencia de la Orden de Alcántara es fundación muy antigua, y lo era en tiempo de Romanos, Darános para probar esta verdad, Flavio Dextro, insigne Cronista español, dos testimonios que referiré á la letra, el primero: Marcus Haeréticus Hispanias petiit; proemoniti vero Hispani á Petro Epistol.-2.° Soepius á Paulo cum Carpetaniam adiit, Toleto pulsus, volensque Valentiam, Lusitanorum corrumpere in la provincia male tractatus nonmillas muliéreulas corrupit, ab aliis vero irridetur; que traducido en castellano dice: «Marco herege vino á España con ánimo de sembrar sus errores; fueron avisados los españoles del Apostol San Pedro, como consta de su epistola segunda, y muchas veces de San Pablo, de su venida, y falsa doctrina, y así habiendo llegado á la província de Carpetania y á la ciudad de Toledo su Metrópoli, no fué admitido en ella, antes echado afrentosamente; pero queriendo inficionar la ciudad de Valencia en la Lusitania, fué muy maltratado en ella: con todo atrajo á sus falsos dogmas algunas mujerzuelas, pero otros burlaron de él, reconociendo sus embustes.>

El segundo: In Lusitania Urbe Veettonun Valencia passi sunt S. S. Mártires Félix, Fortunatus, Achileus á S. Ireneo misi ad predicandum contra Hareticos Gnosticos 23 Aprilis. «En Valencia, ciudad de los vetones en la Lusitania padecieron en 23 de Abril los Santos Mártires Félix, Fortunato y Achileo, enviados de San Irineo á predicar contra los hereges gnosticos.>

Otro lugar nos dará San Máximo, Obispo de Zaragoza, que dice así: Omnia Valencia rura in Lusitania Alani, quibus Sálida prerat, addito fuisse dicuntur per cundem.-«Que Sálida, Capitán ó Rey de los alanos, en la Lusitania, dió á Valencia todos los campos, de que vió necesitaban para que creciese más su población.>

Ilustrando Rodrigo Caro estos lugares, dice en el Indice en la palabra Valencia, que el primero se entiende de Valencia de Portugal, que es la que hoy se llama Valencia do Miño, por la cercanía á este río. Y el segundo de Valencia de Extremadura, que es Valencia de la Orden de Alcántara. En el tercero duda y se refiere á Ambrosio de Morales en el libro 8, no señala capítulo, pero ha de ser el 3.o El Maestro Fr. Francisco Vivero, Monge de la sagrada congregación del Cister, en la observancia de Castilla, que con erudición más que ordinaria ilustró el Cronicón de Flavio Dextro, dice, que los dos lugares que hemos traido suyos, se entienden de Valencia, en la Lusitania, pero no dice cuál de las dos que hay en esta provincia.

El Doctor Beuter quiere que el segundo lugar se entienda de Valencia de Aragón; Ambrosio de Morales de Valencia en Francia siguiendo al Martirologio romano.

Todos estos autores han padecido engaño; vea el curioso lector la ilustración de Rodrigo Caro sobre el lugar segundo, que con ella se deshacen las razones de estos dos últimos, y queda por constante la lectura de Flavio Dextro.

En el primero y último le padeció el mismo Rodrigo Caro, juzgando que aquel se entendía de Valencia do Miño, y dudando que éste se pueda entender de otra Valencia que la de Extremadura, que es de la Orden de Alcántara. Hácese cierto esto conque Valencia do Miño, no está inclusa en los términos de la antigua Lusitania, también porque el nombre de Valencia es muy moderno, dióselo el Rey D. Alonso 3.o de Portugal, cuando 2. vez la mandó poblar, y llamábase antes Contrasta; consta así de las palabras de la carta en que lo manda, que son éstas: «Quando iterum fecimos populare ipsan Villam mutavimus sibi nomen de Contrasta, imposuimus sibi nomen Valenciam. Ha dado luz de esta verdad como de otras muchas, el Doctor Antonio Blandon; escusa tienen los demás Cronistas, que aunque tan diligentes en las materias que trataron; como no pudieron ver todos los archivos de España, era fuerza de no tener noticia de muchas cosas que en ellos se hallan y otros descubren; una de ellas es ésta, con que se convence que todo lo que se hallare escrito de Valencia en la Lusitania se ha de entender de la nuestra de que vamos hablando.

No tenía su asiento, á lo menos en tiempo de romanos, donde le tiene ahora, sino distante de él una legua, á la parte de Mediodía, en el camino que va á Mayorga, en otro alto fragoso y fuerte con unas rocas grandes que le einen y llámanle la Villa vieja. Vense hoy trozos de sus murallas, sillares y otros rastros de sus ruinas, con que se hace cierto hubo allí población, aunque el arado que todo lo allana, lo ha puesto en el estado que he dicho. Vense también en su contorno unas Antas (así las llaman sus naturales) ó losas hechas de propósito de piedra berroqueña bruta; de cuatro se formaba

una como capilla ó cueva, que cubre otra y dicen que eran estas aras ó altares donde ofrecían sacrificios á los Dioses, según la costumbre de los gentiles. De este puesto podemos pensar se trajo una piedra que hoy se halla en un sillar de la pared de un cercado con una inscripción; lo que en ella se puede leer no dice más que Ara loves. El asiento que hoy tiene la Villa de Valencia, por lo menos podemos entender es del tiempo de los moros, porque se halla en una casa particular otra inscripción en arábigo y yo tengo tres monedas de plata con letras que también lo son.»

MEMORIA, DIVISIÓN, DISTINCIÓN Y LÍMITES

de las parroquias de Valencia de Alcántara, Roque-Amador, Santiago y Encarnación AÑO 1575

HECHA POR EL

Ilmo. Sr. D. Diego Deza,

Obispo de Coria, del Consejo de S. M., etc., en 10 de Marzo de 1575. Con ocasión del pleito, entre partes, los curas de Roque-Amador y Santiago, reos que pretendían la división, y el cura de la Encarnación, Consejo, Justicia, reximiento y vecinos que la defendían, hizo observar y guardar la siguiente, que presentó la parte de los curas de Roque-Amador y Santiago, en 7 de Febrero de 1575 y que de inmemorial venía observándose

Memoria de los límites y términos y calles por donde se dividen y están conozidas las Parrochias de la dicha villa.

Primeramente que puesto un hombre en la fortaleza, la qual caye en la Parrochia de rroque amador, hacia la Parte que dicen de la barrera, baxando por la calle que dizen de Simon Garzía, á dar á el possito de la Orden-y de allí á dar á la calle que dizen de Pedro Gomez y la calle abaxo hasta dar en la calle de la Pulga, arriba, hasta dar en el poço de la Carnizería=y entrando por la calle de Villagutierrez y la misma calle arriva, hasta dar en las cuatro calles, todo lo que este hombre biniendo por este camino y calle, es todas las calles y casas, biniendo de su mano izquierda--Son y pertenezen á la Parrochia de nuestra Señora de rroque amador y las dichas calles y cassas que el dicho hombre dexa á su mano derecha, son y pertenecen á la Parrrochia de Señor Sanctiago y llegando el dicho hombre á las dichas cuatro calles y subiendo la calle arriba hasta la plaza, passando la puerta prinzipal de nuestra señora de la Encarnazion hasta dar á la puerta de la villa, que llaman de Marban, todas las cassas y calles de la mano izquierda, son y pertenezen á la parrochia de rroque amador y las de mano derecha pertenecen á la Encarnazion. -Salido por las dichas puertas de Marban todos los arrabaldes que estan fuera con las cassas que dizen del hoso, hasta el meson de Diego Hernandez, son y pertenezen á la Parrochia de Roque amador.

«La Parrochia y Parrochianos de Señor Sanctiago se deslinda y divide de la Parrochia y Parrochianos de la Encarnazion desta manera:-tornándosse

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