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jerga antigua (germania) son muy raras, y en la actual (caló carcelario) predominantes. Aparecen tomadas del francés las palabras belitre, borne, dupa, muquir y muquición y sage (astuto ó avisado): del italiano, parlar, mancar, bracio, gamba, sacocha (de saccoccia, alforjas), y probablemente Suzarro, suzarrillo y vellerife: del italiano y del francés fromage.

FORMAS DE REPRESENTACIÓN.-Son las genuinamente características de la jerga. La jerga no se distingue por tener modos fonéticos peculiares, sino por tener peculiares modos representantivos. No se distingue por la influencia filológica, sino por la influencia psicológica. Por lo tanto, hay que estudiar psicológicamente estas representaciones. Hasta ahora el modo representativo de la jerga se ha caracterizado en la modalidad de nombrar las cosas por sus atributos; pero este modo no se ha sometido á análisis para hacer las convenientes diferenciaciones y referir cada representación á su impresión ó su tendencia determinantes. A esta justificación se encamina nuestro estudio, que procuraremos exponerlo metódicamente.

Calificación por atributos.-Sesenta y dos palabras hemos separado del léxico jergal en que este modo de calificación se manifiesta. Unas acusan sensaciones de dimensión: ancha (ciudad), alta (torre), enano (puñal), á que se puede añadir, como sensación de verticalidad, plomada (pared); otras califican por la forma en sí ó comparativamente: campana (saya), campanudo (broquel), hueca (ca

ña), combada (teja), tejado (sombrero), aristas (piedras), luna (rodela), cometa (flecha), embudos (zaragüelles), á que se puede añadir barbado ó barbudo (cabrón) y dentones (tenazas); otras descubren sensaciones luminosas y sus derivadas: claro (cielo), clariosa (agua), luminaria (ventana), luceros (ojos), rayos (ojos), verdón (campo), negra y negrota (caldera), ilustres (botas), niebla (madrugada); otras indican sensaciones táctiles: liso (tafetán) y en cierto modo babosa (seda), á que se puede añadir blanda (cama); otras se refieren al sonido: gruñente (puerco), balante (carnero), sonantes (nueces), golpeado (postigo); otras son propiamente sustantivas: barroso (jarro), ferronas (espuelas) y desosada (lengua); otras precisan la posición que ocupa el objeto: faldudo (broquel), cubierta (saya), á que se puede añadir, por derivar de este concepto, capa (noche); otras determinan la función: labradora (mano), pisantes (zapatos y pies), á que se pueden añadir cruzado-elipsis cruz (camino), calca (camino), corriente (río), mordientes (tijeras); otras se conexionan íntimamente con sensaciones mortificantes ó dolorosas: apretado (jubón), duros (zapatos y azotes), tirantes (calzas), tiradera (cadena), picante (pimienta), picón (piojo), punjiente (espina), quemantes (ojos); otras se inspiran en la idea de asociación: liga (amistad), hermanas (orejas y tijeras); otras cafilican un todo por una parte: banco (cárcel); otras se fundan en una cualidad imperativa: cierta (muerte), fresca (nueva); otras constituyen un modo es

tético: bonito (ferreruelo); y otras, en fin, aprecian distintas circunstancias, como ocurre al denominar al gallo, que se llama caporal, rey y obispo, por su jefatura corralesca, capiscol porque canta, y misacantano porque coincide su canto con el toque de misa de alba.

A estos términos se pueden asimilar otros que aluden: á la dimensión longitudinal, árbol (cuerpo), arbolado (crecido), asta (lanza), astado (crecido), chapitel (cabeza); á la estrechez, banasto (cárcel); á la forma, balanza (horca), ballestas (alforjas), cobarba (ballesta), carlancas (cuello de camisa), enrejado (preso), gabia (casco), calzas (grillos), pirámides (piernas), racimo (ahorcado), bosque (barba), orizonte (casco), y aparentemente bola.(feria), porque este término implica rotación; á las sensaciones luminosas, centella (espada), fanal (ojo), lanternes (ojos) y extensivamente nube y nublado (capa); á la función, anclas (manos), martillo y martillado (camino); á una sensación mortificante, carcoma (camino); á una sensación erótica, dichosos (botines ó borceguíes de mujer); á la idea de asociación, cofradía (malla).

Fijado este carácter de la jerga, que es incuestionable, lo que importa es advertir que en esencia no constituye singularidad-porque las cosas se denominan por apreciación de su naturaleza— y que la singularidad está en el modo.

Este modo puede hacerse depender ó bien de la naturaleza de la personalidad de los creadores de la jerga, en lo que conviene la definición de

Chaves, cuando la define como acomodada al entendimiento de tales gentes, ó bien de las condiciones del medio, que en la misma definición se tiene en cuenta al hablar no solamente del entendimiento, si que también de la vida.

Entonces podremos empezar por decir que los formadores de la jerga entienden de cierto modo y viven de cierto modo, lo cual les hace ver las cosas concordadamente con esas aptitudes é influencias.

Pero aun así, importa la distinción de si esas condiciones de entendimiento son nativas ó accidentales, y si lo segundo, precisar los accidentes.

En mi opinión hay algo nativo y mucho accidental, y como es difícil hacer un apartado categórico en estos dos grupos, y como no se debe eludir la demostración en cada caso del carácter que distingue á cada palabra, lo que procede es hacer la distinción enumerando los caracteres que indiquen una ú otra cosa.

Estos caracteres se pueden agrupar, por el momento, en dos fases, que consisten en la simplicidad y en la exageración de las representaciones.

Simplicidad de las representaciones.-Sin decir que sean ó dejen de ser imbéciles los formadores de la jerga, es notorio que las alteraciones fonéticas representan, en su excepción, modalidades propiamente infantiles, y que las representaciones concuerdan por su simplicidad con esta índole primitiva. Acudiendo, para explicarlas, á otro razonamiento de Lombroso (Genio e follia) que para

definir en qué consiste el genio habla de combinaciones binarias, ternarias y cuaternarias de sensibilidad, podremos decir que en el lenguaje de los delincuentes sólo se descubren las primeras. Este lenguaje, relacionado con la naturaleza afectiva de sus inventores, permite hacer alguna indicación acerca de su sensibilidad. Esta sensibilidad es evidente en cuando se relaciona con determinados estímulos, y aparece como completamente embotada en otro orden de relaciones. La diferenciación de esa sensibilidad y de ese embotamiento es el camino para conocer las determinantes de la jerga, que no se ha formado ni ha podido formarse de otro modo, y en el desenvolvimiento de este estudio se procurará hacer particularmente esa diferenciación; pero por el momento lo afirmable es que las representaciones se distinguen en conjunto y en detalle por su simplicidad.

Para no repetir los ejemplos, basta fijarse en los que se han dado en la calificación por atributos. Esos atributos unas veces son categóricos y otras acusan una modalidad elementalísima. El jarro, por ejemplo, se llama barroso, porque está hecho de barro, cualidad genérica á toda la vajilla de mesa y de cocina. De un mismo concepto se saca una representación recíproca: la noche es capa y la capa es noche, y por extensión nube y nublado. La escudilla es conca, y la caldera, que es más cóncava que la escudilla, es negra y negrota por estar al humo. Así se advierte que los formadores de la jerga son unilateralmente impresiona

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