El delincuente español: el lenguaje (estudio filolâogico, psicolâogico y sociolâogico) con dos vocabularios jergales

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Suárez, 1896 - 343 páginas

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Pasajes populares

Página 161 - Ya sabes mis flaquezas: quiero que sepas que con todas ellas nunca perdí algún día de rezar el rosario entero, con otras devociones ; y aunque te oigo murmurar que es muy de ladrones y rufianes no soltarlo de la mano, fingiéndose devotos de nuestra Señora. piensa y di lo que quisieres como se te antojare, que no quiero contigo acreditarme.
Página 119 - ... yo y el italiano le dábamos con la de Juan trocado, y al garitero y á los tahúres con la de Juan grajo, y cuando jugaba el italiano , hacíamos yo y el español lo mismo, echándonos sobre la tabla y acercando los dados...
Página 128 - ... dos bravos y bizarros mozos, de bigotes largos, sombreros de grande falda, cuellos a la valona, medias de color, ligas de gran balumba, espadas de más de marca, sendos pistoletes cada uno en lugar de dagas, y sus broqueles pendientes de la pretina...
Página 162 - El tiene ordenado que de lo que hurtáremos demos alguna cosa o limosna para el aceite de la . lámpara de una imagen muy devota que está en esta ciudad, y en verdad que hemos visto grandes cosas por esta buena obra...
Página 157 - Y, pues dices que quieres mi compañía y gustas della, no creo se te hará mala ni dificultosa de llevar; porque soy compañero que sé agradecer y estimar lo que por mí se hace. A las obras me remito; ellas darán testimonio, el tiempo andando. Mas, porque...
Página 127 - ¡al ladrón, al ladrón! ¡deténganle, deténganle! se pone en medio, y se opone al raudal de los que le siguen, diciendo: «Déjenle al cuitado, que harta mala ventura lleva; allá se lo haya, castigúele su pecado».
Página 156 - No trocara esta vida de picaro por la mejor que tuvieron mis pasados. Tomé tiento a la corte, íbaseme sotílizando el ingenio por horas, di nuevos filos al entendimiento y, viendo a otros menores que yo hacer con caudal poco mucha hacienda y comer sin pedir ni esperarlo de mano ajena — que es pan de dolor, pan de sangre, aunque te lo dé tu padre — , con deseo desta gloriosa libertad y no me castigasen como a otros por vagabundo412 acomódeme a llevar los cargos que podían sufrir mis hombros.
Página 126 - No tardó mucho cuando entraron dos viejos de bayeta, con antojos, que los hacían graves y dignos de ser respetados, con sendos rosarios de sonadoras cuentas en las manos...
Página 156 - Yo estaba enseñado a las ollas de Egipto; mi centro era el bodegón, la taberna el punto de mi círculo, el vicio mi fin, a quien caminaba. En aquello tenía gusto, aquello era mi salud y todo lo a esto contrario lo era mío. El que como yo estaba hecho a qué quieres boca, cuerpo qué te falta, los ojos hinchados de dormir, las manos como seda de holgar, el pellejo liso y tieso de mucho comer, que me sonaba el vientre como un pandero, las nalgas con callos de estar sentado, mascando siempre...
Página 161 - Yo pensé, dijo Cortado, que el hurtar era oficio libre, horro de pecho y alcabala, y que si se paga es por junto, dando por fiadores a la garganta ya las espaldas...

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