Imágenes de páginas
PDF
EPUB

de la lanza é dioles de coscorrones, diciéndoles: andad, andad rapaces, á vuestras madres. E los otros caballeros moros desque vieron los muchachos ir huyendo, comenzaron á reñir con él, porque habia llegado á ellos é no los habia matado; é él respondió, no los maté porqué no vide barbas; é esto le fué contado á gran virtud, que aunque era moro, fizo virtud como hidalgo. Cuando de resultas de la rendicion de Baza se vieron obligados á rendirse los castillos y fortalezas de las comarcas, Alí Abenfahar, alcáide de Purchena, vino á hacer la entrega, y dijo así á los Reyes (1) Yo, Señores, soi moro é de linage de moros: é soi alcaide de la villa é castillo de Purchena, que me pusieron en ella para la guardar: vengo aquí ante vuestra Real Señoria, no á vender lo que es mio, mas á entregaros lo que la fortuna fizo vuestro. E crea vuestra Real Magestad, que sino me enflaqueciese la flaqueza que fallé en los que me debian esforzar, que la muerte me seria el précio que recibiese defendiendo la fortaleza de Purchena, é no el oro que me ofreceis vendiéndola. Enviad, mui poderosos Reyes, á recibir aquella villa que vuestro gran poder fizo ser vuestra. La que suplico á vuestro gran poderio, es que hayan en su encomienda á los moros de aquella villa, é los manden conservar en su lei y en lo suyo: é á mi me den seguro para que con mis caballeros é cosas pueda ir á las partes de Africa. El Rei é la Réina, continua su crónica, oida la razon de aquel moro, creyeron que fuese home leal, é notáron aquel su propósito en el grado de virtud que se debia notar. E comoquiera que le ofrecieron mercedes de oro é caballos como á los otros, no lo quiso recibir.

Fué tambien animosa y valiente la contestacion de Albohacen Rei de Granada á los mensageros de los Reyes católicos que le intimaban volviese á pagar el tributo que solian sus ascendientes. Ya son muertos, les dijo, los Reyes de Granada que daban dinero en párias á los de Castilla, y en nuestras casas de moneda solo se labran alfanges y hierros de lanza (2). Los historiadores castellanos trataron de insoléncia

(1) Pulgar crón. parte III, cap. 114.

(2) El mismo parte II, cap. 73

estas sublimes expresiones, deprimiendo segun acostumbraban las cosas de los moros, sin advertir que disminuian la glória de sus mismos Reyes suponiendo á sus enemigos viles é incapaces de nobles y elevados pensamientos. Elogiar al vencido es realzar al vencedor.

ILUSTRACION VIII.

De la afabilidad y dulzura de caracter de la Reina Doña Isabel y al mismo tiempo de su rectitud y entereza.

Las memórias histéricas del reinado de Doña Isabel refieren los rasgos de dulzura y de grácia, con que sabia atraer los ánimos, tanto de naturales como de extrangeros. En los primeros años de la guerra de Granada, mientras estaba en Córdoba cuidando de surtir al ejército de víveres y dinero, escribia cartas graciosas á los grandes de sus réinos que estaban en la hueste, é á algunos otros caballeros é capitanes á quien entendia ser necesário; á unos agradeciéndoles lo que facian, á otros loando su voluntad de lo que deseaban facer. Así lo cuenta Pulgar en su crónica, como tambien el buen efecto que producian estas diligéncias de la Réina. (1).

Habiendo sido herido en el sítio de Loja el conde de Escalas, caballero inglés que servia de voluntário con cien archeros, home de gran estado é de la sangre real, la Réina cuidó de su curacion, le colmo de agasajos y regalos, y le despacho contento y satisfecho á su tierra (2).

(1) Crón. parte III, cap. 42.

(2) Pulgar crón. parte III, cap. 56 y 58. Pedro Martir epist. LXII. Paléncia en la década IV, lib. 6. llama Eduardo á este caballero que era conde de Rivers, lord Scales y hermano de la Réina de Inglaterra Isabel, muger de Eduardo IV. Restituido á su pátria despues de haber militado en la guerra de Granada durante la campaña del año de 1486, volvió el de 1488 al continente con cuatrocien

[blocks in formation]

Fué mui propio de su afabilidad y discrecion el modo con que dió el arzobispado de Toledo al cardenal Don Pedro Gonzalez de Mendoza. Estaba la Réina recien parida de la infanta Doña Maria el año de 1482, y entró á verla el cardenal sin saber todavia la muerte del arzobispo de Toledo. El cardenal cuando iba á ver á los Reyes, se sentaba siempre en una silla que habia destinada para él en palácio, y por eşta razon la llamaban la silla del caraenal. Díjole la Réina: cardenal, el arzobispo Don Alonso Carrillo de Acuña os ha dejado la silla de Toledo: paréceme que debeis sentaros en ella, que

tan vuestra es como esa.

En 1495, despues de la muerte del cardenal, querien do dar el arzobispado á Frai Francisco Jimenez de Cisneros, şu confesor, y previendo su repugnáncia, hizo venir de Roma las bulas sin prevenirle cosa alguna, y se las dió diciéndole, que viese lo que queria el Papa. Miró el confesor el sobrescrito, donde leyo Venerabili fratri nostro Francisco Ximenio, electo toletano; y diciendo, esto no es para mi, dejó el pliego, y se levantó para irse. A lo menos permitidme que yo lo abra, dijo la Réina, á quien costó mucho trabajo vencer su resistencia (1).

En Vizcaya y Guipúzcoa se vestia y tocaba á uso del país, pidiendo alguna vez para ello á las señoras sus joyas y adornos, que después volvia mejorados.

En la reforma de las órdenes regulares, que se promovió y verificó en su reinado, consiguio por si misma la de muchos conventos de monjas. Iba á visitarlas, llevando su rueca ú otra labor, segun su costumbre; y tanto con su ejemplo, como con la suavidad de sus persuasiones las aficionaba al trabajo de manos y á la reforma.

En el famoso combate de Trani del 13 de febrero de 1503, pelearon desafiados doce italianos escogidos del ejércidel Gran Capitan contra doce franceses tambien escogidos, y los vencieron. Era el gefe de los italianos Ector Aferra

[ocr errors]

(1) Alvar Gomez de rebus gestis Francisci Ximenii, lib. 1.

mosca, y habiendo pasado despues á España, fué presentado` á la Réina por Próspero Colona. Preguntó la Réina su nombre, y respondió Próspero: Señora, llámase Ector Aferramosca: este hincó la rodilla, y la Réina le dió la mano y dijo: yo estó bien informada de eso y es mucha verdad, é no le han de llamar sinó el conde Don Ector. E desí, prosigue Gonzalo Fernandez de Oviedo, autor de esta notícia (1), le dio un buen condado é vasallos con buena renta en el réino de Nápoles.

La conversacion de la Réina era placentera, y de ella se cuentan vários dichos agudos y graciosos, de los cuales algunos quedaron por provérbio; muestra del gusto y afecto con que sus vasallos los repetian.

Esta apacibilidad y blandura de caracter no era estudiada ni artificiosa; nacia de su buen corazon, y así lo mostraba en todas las ocasiones en que se trataba del bien ageno. Gonzalo Fernandez de Oviedo en el libro de la cámara del príncipe Don Juan, refiriendo que al oficio del veedor toca cuidar de que en el campo vayan siempre con los Reyes algunas provisiones y refrescos, dice así (2): Esto fué mandado é proveido por la católica Réina Doña Isabel desde que en el año de 1494 años yendo los Reyes católicos y el príncipe é sus cuatro hermanas las infantas desde Medina del Campo á Arévalo á ver á là Réina vieja Doña Isabel, madre de la Réina católica, muger que fué segunda del Rei Don Juan segundo de tal nombre en Castilla, se ahogaron de sed por la gran calor é polvo é falta de água un negro de Guevara, mayordomo de la Réina, é dos mozos despuelas de caballos que allí iban: lo cual yo vi et de ahí adelante así de camino como en la caza se acostumbró de irá lo menos tras el príncipe‹ una acémila en que iba lo que es dicho para la gente de á pié, y aun para los de caballo que lo quisiesen, en especial en la caza é siendo verano. Una cosa se me ha venido á la memória, de que asimismo fué inventora aquella-bendita é bien proveida Réina en aquel mismo camino tiempo que tengo dicho; é fué que estando allí en Arévalo, corrie

(1) Quiacuagena I, estáncia 30.

3

(2) Parte I.

[ocr errors]

ron toros delante de SS. AA., é mataron dos hombres e tres 6 cuatro caballos, et hirieron mas, et hirieron mas, porqué eran bravos de Compasquillo; et la Réina sintió mucha pena de ello, porque era naturalmente piadosa é cristianísima, é quedando congojada de lo que tengo dicho, desde á pocos dias en la misma Arévalo mandó correr otros toros para ver si seria provechoso lo que tenia pensado, lo cual fué mui util, é la invencion mui buena é раra reir, y fué de esta manera. Mandó que á los toros en el corral les encajasen otros cuernos de bueyes muertos en los própios que ellos tenian, é que así puestos se los clavasen porque no se les pudiesen caer; et como los insertos volvian los extremos é punta de ellos sobre las espaldas del toro, no podian herir á ningun caballo ni peon, aunque le alcanzasen, sino de plano é no hacerles otro mal, et así era tan gracioso pasatiempo é cosa para mucho reir, et de ahí adelante no queria la Réina que se corriesen toros en su preséncia sino con aquellos guantes de la manera que está dicho.

La bondad de Doña Isabel no era solo en los decretos y cédulas, en que las plumas de los secretários suelen prestar á los Reyes miras y afectos que no tienen, y en que hemos visto á príncipes crueles usar del lenguage de la benignidad y aun de la ternura, sinó tambien en asuntos y circunstáncias confidenciales en que no se finge, y en que lejos de las ocasiones y motivos de ostentacion solo se dice lo que se siente. Bien conocida es la carta que Isabel escribió desde Valladolid el año de 1481 á Gomez Manrique, corregidor de Toledo, dándole licéncia para que viniese á la corte á ver á su muger Doña Juana de Mendoza que estaba enferma. Después de una carta llena de favores, pero de oficio, Isabel al firmarla depone el tono de Réina, y le dice con viveza en una posdata de su puño: Gomez Manrique, en todo caso venid luego, que Doña Juana ha estado mui mal, y estaba mejor, y ha tornado á recaer de que le dijeron que no veniades (1). Es

(1) Existe original esta carta en el archivo de la ciudad de Toledo, y se

publicó copiada al vivo en la Paleografia Española del P. Burriel.

« AnteriorContinuar »