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cosas que en asuntos de riqueza pública contraria siempre y neutraliza hasta cierto punto los errores de la autoridad, y el comércio de América que hacian exclusivamente los españoles y produjo la pasagera opuléncia de Sevilla, habian mantenido por cierto tiempo el prestígio del poder nacional, pero estaban minados sus cimientos. El mal, que ya era grande en tiempo de Carlos V, creció y se hizo mayor en el de Felipe II. Desde fines del siglo nuestros economistas no cesan de lamentar las calamidades y atrasos que se experimentaban, y eran ya entonces de tal tamaño que no podian de modo alguno ocultarse. En las declamaciones que les dictaba su celo, no fue de extrañar que abultasen los bienes pasados y los males presentes, que exagerasen mas de lo justo lo floreciente de las antíguas fábricas y la miséria y despoblacion de su tiempo, dando motivos para que los críticos del dia duden de la veracidad y exactitud de sus notícias. Pero en general sus quejas eran fundadas. Burgos, Medina del Campo, Leon y otras ciudades y villas populosas y ricas de Castilla iban quedando en esqueleto de lo que habian sido. Valladolid no era ya aquella ciudad que armó treinta mil personas durante el gobierno del cardenal Jimenez; ni Segóbia la que mantuvo en 1520 doce mil hombres para defenderse de Ronquillo (1). En las relaciones tipográficas de los pueblos de España que se formaron de orden del gobierno por los años de 1570 hasta el 1580, se expresa frecuentemente que iba en diminucion el vecindário y se ve que empezaba á haber despoblados: síntoma fatal que continuó y se agravó en los réinados sucesivos. España tenia mas crédito que poder verdadero. Las cortes de 1594 decian al Rei: "La verdad en que no hai ni se puede poner duda, es que el réino está consumido y acabado del todo, sin ,, que haya hombre que tenga caudal ni crédito ó casi ninguno: "У el que alcanza no es para grangear, negociar ni tratar con él, sino para recogerse á otra manera de vida la mas estrecha y ,, escasa que halla, con que pueda conservar pobremente lo que

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(1) Sandoval, hist. de Carlos V, lib. 2.

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tiene o sustentarse dello poco á poco hasta que se acabe.... De donde viene la universal pobreza y necesidad que hai en todos los estados.... En los lugares de obrages de lanas, donde ,, se solian labrar veinte y treinta mil arrobas, no se labran ,, hoi seis, y donde habia señores de ganado de grandísima can,, tidad, han disminuido en la misma y mayor proporcion, acaeciendo lo mismo en todas las otras cosas del comércio universal " y particular. Lo cual hace que no haya ciudad de las ,, principales destos réinos ni lugar ninguno, de donde no falte notable vecindad, como se echa bien de ver en la muchedum,bre de casas que estan cerradas y despobladas, y en la baja ,, que han dado los arrendamientos de las pocas que se arriendan ,,y habitan." No puede darse testimonio mas autorizado, ni pintura mas melancólica. El armamento de la Invencible en 1588 habia sido el último esfuerzo y llamarada de la candela. Felipe II después de remover con sus negociaciones y con sus armas las cuatro partes del orbe, y de haber hecho el pri mer papel en el teatro político de Europa, no pudo ya sojuzgar un pueblo de pobres pescadores que se negó á obedecerle; y habiendo empezado por edificar el Escorial, acabó por pedir limosna. Una cuesta vergonzosa de que habló como testigo Gil Gonzalez Dávila al principiar la história de su hijo Felipe III, yendo el gobierno de puerta en puerta á solicitar los auxilios de los habitantes pudientes de la corte, descubrió patentemente el estado de miséria y debilidad efectiva á que era venido aquel coloso de España que habia dado tantos recelos y por tanto tiempo á la Europa. Todo el siglo siguiente fué de languidez y agonia.

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ILUSTRACION XII.

I. Lujo en los espectáculos, y fiestas del siglo XV, y su refor en tiempo de Doña Isabel. II. Moderacion y parsimónia personal de la Réina. III. Extracto de sus leyes suntuárias. IV. Novedades en esta matéria despues de su fallecimiento. V. Reclamaciones inútiles de los castellanos á Carlos V. VI. Documentos inéditos sobre el asunto de la presente ilustracion.

§ I.

Los que han leido con atencion la história del siglo XV, estan bien informados de lo costoso de los espectáculos, diversiones y placeres que en él fueron comunes, y en que se ostentaba un lujo loco y extravagante. En aquel siglo floreció mui particularmente la caballeria y brillaron los altos fechos de armas; se frecuentaron las justas, los torneos, las empresas amorosas llevadas á réinos extraños, y todo acompañado de galas, preseas y gastos descompasados de mil clases. Así era generalmente en Europa, y asi fué en Castilla. El paso honroso que sostuvo Suero de Quiñones en el puente del Órbigo el año de 1433; la justa del mismo año en Madrid, en que fué mantenedor el célebre marqués de Santillana D. Iñigo Lopez de Mendoza y aventurero el condestable D. Alvaro de Luna; la fiesta que dió el año siguiente en Valladolid el condestable, justando en ella el Rei D. Juan de Castilla; el paso que por espácio de cuarenta dias mantuvo en la misma ciudad Rui Diaz de Mendoza, mayordomo mayor del Rei, con motivo de las bodas del príncipe D. Enrique, paso menos famoso, pero mas sangriento y funesto que el de Suero de Quiñones; el que sostuvo el año de 1459 en el camino del Pardo D. Beltran de la Cueva en obséquio del embajador de Bretaña, y dió motivo á la fundacion del monastério de S. Gerónimo del Paso; todos estos espectáculos y las fiestas cortesanas que de ordinário les seguian, eran ocasiones en que

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mezcladas la ferocidad y la molície, la fatiga y el regalo, se hablaba indistintamente de armas y de amores, y se ostentaban á competencia la profusion de los manjares, el aparato de las mesas, la bizarria de los trages y arreos, el capricho de las invenciones, la riqueza de los adornos y el desperdício de todo lo mas precioso. El fondo suficiente para la subsisténcia perpétua de mil famílias se sacrificaba al vano deléite y aturdimiento de algunas horas. La relacion de los festejos con que el año de 1427 se obsequió en Valladolid á la infanta Doña Leonor de Aragon á su paso para Portugal yendo á casarse con el príncipe D. Duarte, sorprende por la invencion y la novedad, no menos que por los gastos que en ellos hi cieron los Reyes de Castilla y Navarra, y el infante de Aragon D. Enrique: pero aun sorprenden mas los que el año, de 1440 hizo en Briviesca D. Pedro de Velasco, conde de Haro, al pasar por aquella villa la princesa Doña Blanca de Navarra, nóbia del príncipe de Castilla (1). Las fiestas que el Rei D. Enrique dió en el Pardo el año 1459 al embajador de Bretaña de que se habló arriba, duraron tres dias: en los aparadores hubo mas de veinte mil marcos de plata sobredorada, y se admiraron los cuantiosos regalos que el Rei distribuyó con extraordinária profusion á las damas, á los cortesanos, á los caballeros y á todos los concurrentes (2). Este desordenado lujo se extendia á todos los objetos de lucimiento, y era vício comun de Príncipes y de magnates. El empeño de sobresalir y de distinguirse hacia estudiar y andar siempre buscando nuevas y exquisitas maneras de gastos. En las vistas que tuvieron á orillas del Vidasoa los Reyes de Castilla y de Fráncia en abril de 1463, la barca en que pasó el rio D. Beltran de la Cueva llevaba la vela de brocado, y sus borceguies estaban guarnecidos de perlas y otras piedras preciosas (3). En su boda, que se celebró en Guadalajara con asisténcia de los

(1) Crónica de D. Juan el II en los años citados.

(2) Enriquez del Castillo, crónica capit. 24.

(3) Memórias de Felipe de Comines, cap. 36.

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Reyes, se imitaron las antíguas fiestas nocturnas de Calígula; hubo torneos de noche, y se corrieron toros y sortija al resplandor de faroles y luminárias (1). En la fiesta que D. Alon so de Fonseca, arzobispo de Sevilla, dió en Madrid el año de 1459 á la Réina Doña Juana muger del Rei D. Enrique, des pues de la cena en lugar de dulces se sirvieron bandejas con anillos de oro engastados de diversas piedras preciosas, para que las damas escogiesen los de la piedra que mas les agradase (2). Las crónicas coetáneas hacen especial mencion de fiestas celebradas en la corte de Castilla, unas veces solo por solaz y deporte, como decian, de los Reyes y cortesanos, otras en celebridades de bodas, de nacimientos de príncipes y personages, ó de recibos de embajadas; y siempre se derramaba el oro á manos llenas. Este frenesí, tan contrário á las leyes de la razon, se calificaba de grandeza de espíritu; y el desprécio que se afectaba de la riqueza en los gastos, se miraba como indício de ánimo generoso y excelso, no siéndolo sinó de la vanidad de quien los hacia y de la miséria de los pueblos, que eran los que en último resultado los costeaban. A éstas convulsiones del lujo palaciego sucedian por necesidad los nuevos pedidos de servícios en cortes, la manifestacion de la penúria y escaseces del erário, el descontento de los vasallos. y. el descrédito del gobierno, orígen de infinitos males en un estado.

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El reinado de Doña Isabel interrumpió este orden, ó por mejor decir, este desorden de cosas: y si sus crónicas hablan de fiestas hechas con decorosa ostentacion en ocasiones de regocijo público como nacimientos y bodas de sus hijos, ó de etiqueta como la llegada de embajadores, en que era forzoso conformarse con los usos del siglo y los de otras cortes, no se cuentan los excesos y demasias que de los reinados anteriores. Cesaron en tiempo de Doña Isabel los peligros de las corridas de toros; cesaron los torneos y juegos feroces, las carreras y encuentros con arneses de guerra y lanzas de fierros

(1) Crón. de Enriquez del Castillo, (2) Ib. cap. 23.

cap. 42.

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