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Acabo por no cansaros que aun yo no cansaba, mas ruegoos questa mi carta y todas las otras que os e escripto, ó las quemeys ó las tengays en un cofre debaxo de vuestra llave, que persona nunca las vea, para volvermelas á mi quando pluguiere á Dios que os vea: y encomiendome en vuestras oraciones. De mi mano (24) en zaragoza á quatro de deziembre, y de camino para castilla, que ya no ay placiendo á Dios porque detenernos, que las cortes de aqui á ocho dias tienen de plazo, y mejor venia que no se acabasen, porque no se quitase la hermandad con que se haze justicia, y sin ella nunca se haze aqui. Yo la reyna. = Ruegoos que á todo esto me respondays luego.

Al muy reverendo y devoto padre el arzobispo de Granada

mi confesor.

ILUSTRACION XIV.

Sobre la educacion del príncipe D. Juan y sus hermanas.

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Es acreedor á muchos elógios el cuidado con que la Réina Doña Isabel atendió á la buena educacion de sus hijos. El célebre valenciano Juan Luis Vives en su obra De stiana foemina, libro I, capítulo 3 dice: Regina Isabella Fernandi coniux nere, suere, acu pingere quatuor filias suas doctas esse voluit. Y en el cap. 4: quibus quatuor sororibus nullae memoria hominum mulieres sinceriore pudicitia, nullae puriore ac integriore fama, nullae populis suis gratiores atque amabiliores regi

Granada) Alonso Sanchez Abolax y Francisco Cantueso. Concluye el apuntamiento por el resumen de várias propuestas del arzobispo, relativas al gobierno de los moriscos y á la dotacion de la iglésia mayor.

(24) Con efecto en las cortes de Za ragoza de 1493 se trató sobre la continuacion de la Hermandad, cuyo establecimiento sufrió desde los princi

pios muchas contradicciones en Aragon, y se prorrogó con ciertas limitaciones en el modo de proceder. Los Reyes pasaron en Zaragoza lo restante del mes de diciembre, y después de celebrar la fiesta de año nuevo, partieron empezando el de 149.1 para Valladolid, donde se hallaban el 25 de enero, segun el memorial ó registro de Lorenzo Galindez de Carvajal.

nae extiterunt, nullae magis amarunt coniuges suos, nullae obsequentius eis paruerunt, nullae accuratius se ac suos omnes sine labe conservarunt, nullis magis foeditas aut lascivia displicuit, nullae absolutius et exactius numeros omnes probae foeminae impleverunt.

La Réina católica amaba con particularidad á su hija Doña Isabel á quien solia llamar mi suegra, porque se parecia á la Réina Doña Juana, madre de D. Fernando. El autor del Carro de las Donas, que vivió por aquel tiempo, habla mui detenidamente de las virtudes y prendas de cada una de las cuatro hermanas, todas las cuales fueron réinas, y dieron con su conducta abundantes pruebas de la esmerada educacion que habian recibido.

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Acerca de la educacion del príncipe D. Juan, nadie dejó notícias tan circunstanciadas como Gonzalo Fernandez de Oviedo en su libro manuscrito de la Cámara de dicho príncipe. Allí puede verse el cuidado de la Réina en cultivar las felices disposiciones de su hijo tanto para las letras como para otras habilidades, y sobre todo para la virtud: la prolijidad y precauciones para que ninguna de las personas que se acercasen al príncipe, pudiese perjudicar á sus costumbres: el arbítrio con que Doña Isabel corrigió la mezquindad y escasez de que habia dado algunas muestras. Fué su maestro de primeras letras y humanidades D. Fr. Diego de Deza, quien después de haber gobernado diferentes diócesis, fué arzobispo de Sevilla y murió electo de Toledo. En la razon de los libros de la Réina que se conserva en el archivo de Simancas y de que hablaremos con detencion en otro lugar, hai memória de los cartapácios y borradores de las composiciones latinas del Príncipe, y otros indícios de que en su educacion no se olvidó la enseñanza del dibujo. Pero lo que mas llama la atencion por la originalidad del pensamiento, es la sociedad que formó Doña Isabel de diez caballeros, cinco de edad madura y cinco jovenes, para que en ella se criase su hijo. Esta espécie de colégio inventado por Doña Isabel, esta feliz aplicacion del sistema de educacion pública á la del príncipe, que ni antes ni después ha teni

do ejemplo, merece nuestra particular consideración, y prueba las grandes luces y discrecion de la Réina. Juan de Zapata, comendador de Hornachos y ayo del príncipe, era como el rector de este singular y nunca visto colégio: sus indivíduos antiguos, de los cuales nunca podian faltar uno o dos de la preséncia del príncipe, eran D. Sancho de Castilla, que por fallecimiento de Juan de Zapata le sucedió en su honroso cargo; Pero Nuñez de Guzman, que en adelante fué comendador mayor de Calatrava y ayo del infante, después Emperador, D. Fernando; Juan Velazquez que murió contador mayor de Castilla; Juan de Calatayud, y D. Frei Nicolás de Ovando que después fué gobernador y capitan general de las Indias, y fundador de la ciudad de Santo Domingo en la isla Española. Los alumnos ó colegiales modernos fueron Hernan Gomez de Avila, señor de Villatoro Navamorcuende; D. Diego y D. Sancho de Castilla,hijos de D. Sancho; Hernan Duque de Estrada y D. Luis de Torres, hijo del condestable D. Miguel Lucas de Iranzu. Los mas desempeñaron en lo succesivo empleos y comisiones importantes y decorosas: D. Sancho de Castilla el joven se señaló por la bizarra defensa de la plaza de Salsas contra todo el poder de la Fráncia en el año de 1503.

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Escusado es decir el esmero con que se escogieron los indivíduos no solo de esta sociedad, sino los de todas clases que debian asistir al lado del príncipe. La Réina solícita de cuanto podia influir en su educacion, extendia tambien su cuidado á la de los pages que le servian como se vé por las notícias de Gonzalo de Oviedo. Hubo entre los pages del príncipe personas señaladas como D. Pedro Fajardo, marqués de los Velez, caballero en quien florecieron á la par las letras y las armas, y á quien se dirigieron muchas cartas de la coleccion publicada de Pedro Martir; D. Pedro Fernandez de Córdoba, marqués de Priego, uno de los mayores antagonistas del tribunal del santo oficio en aquel tiempo (1); D. Pedro Giron, primogénito de la casa de Ureña, que fué capitan general

(1) Sandoval lib. 1. § 26.

de la Hermandad en tiempo de las comunidades; D. Fadrique Henriquez de Rivera, marqués de Tarifa, célebre por sus viages; y D. Garcia de Toledo, heredero de la casa de Alva, joven de grandes esperanzas que murió gloriosamente en la jornada de los Gelves el año 1510.

Tambien fué idea de la Réina poner casa y estado á parte á su hijo aun antes de casarlo, como asimismo formar un consejo compuesto de hombres sábios y respetables al modo del de Castilla, donde exerciendo el oficio de presidente aprendiese las leyes, los usos, los negócios y en suma el arte del gobierno. Comprehendió sin duda Doña Isabel la poca consecuéncia que hai en pasar de los juegos y dependéncia de la niñez á ser de repente padre de família, y de la obscuridad, encogimiento, é inexperiencia de una vida privada á dirigir sin ensayo alguno el timon de una vasta monarquia. Hízose esta operacion estando la corte en Almazan el año de 1496, y teniendo el príncipe 18 años de edad. Los ministros nombrados para formar este consejo presidido por el príncipe, eran en substáncia los maestros destinados para enseñarle la ciència de reinar y de gobernar á los hombres. Obtuvieron este honroso destino el doctor Martin Fernandez de Angulo, arcediano de Talavera, que después de los dias del príncipe fué obispo de Córdoba y presidente de la chancilleria de Valladolid, y los licenciados Zapata y Mojica. Sirvieron de secretários Gaspar de Gricio, hermano de Doña Beatriz Galindo, la cual segun dice Oviedo era la muger mas acepta en esta sazon de la Réina, y Pedro de Torres, hermano de Doña Juana de Torres que fué la nodriza que crió al príncipe..

Estas eran en general las máximas que dirigieron aquella educacion y que unidas á los ejemplos de sus padres debieron producir un príncipe cabal y perfecto. Conforme á una costumbre propia del espíritu de aquel siglo, el príncipe dormia con la espada colgada á la cabecera de la cama. Enseñóle á jugar de ella y de todas armas Maestre Bernal, á quien Gonzalo de Oviedo califica de gentil y virtuoso mancebo. El príncipe gustaba de la caza y la entendia. De su aficion á la

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música vocal é instrumental y de los conocimientos que tuvo en ambas, copiaremos lo que al fin del libro de la Cámara cuenta el mismo Oviedo, por la notícia que dá de algunos profesores nuestros y de los instrumentos usados en aquel tiempo. Era, dice, el príncipe D. Juan mi señor naturalmente inclinado á la música é entendiala mui bien, aunque su voz no era tal como el era porfiado en cantar: é para eso en las siestas, en especial en verano, iban á palácio Joanes de Ancheta su maestro de capilla, é cuatro ó cinco muchachos mozos de capilla de lindas voces, de los cuales era uno Corral, lindo tiple; y el Príncipe cantaba con ellos dos horas ó lo que le placia, é les hacia tenor, é era bien diestro en el arte. En su cámara habia un claviórgano é organos é clavicímbanos é clavicórdio é vihuelas de mano é vihuelas de arco é fláutas: é en todos esos instrumentos sabia poner las manos. Tenia músicos de tamborines é duzáinas é de harpa é un rabelico mui precioso que tenia un Madrid natural de Carabanchel, de donde salen mejores labradores que músicos; pero este lo fué mui bueno. Tenia el Príncipe mui gentiles menestriles altos, é sacabuches é cheremias é cornetas é trompetas bastardas é cinco ó seis pares de atabales, é los unos é los otros mui hábiles en sus oficios é como convenian para el servício é casa de tan alto Príncipe.

Las circunstancias de su dolorosa muerte pueden leerse en la epístola CLXXXII de Pedro Martir, que fue testigo presencial de ella. El príncipe tenia un hermoso lebrel llamado Bruto, al que no fué posible separar del cadaver de su amo ni del sítio donde se le depositó en la catedral de Salamanca, hasta que se murió de tristeza (1).

(1) Gonzalo de Oviedo quincuagena 2.a estáncia 22.

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