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obispo de Canária y D. Diego Villalan de Almería, florecieron en la elocuéncia sagrada. En ella asimismo tuvieron renombre Empúdia y Montesino, franciscanos, de quienes pueden llamarse discípulos los que se distinguieron en el ministério de la predicacion á princípios del siglo XVI, como el obispo de Mondoñedo Guevara, los dos Virués monges benedictinos, Santo To más de Villanueva y otros. La casa del venerable prelado D. Hernando de Talavera fué en tiempo de la Réina católica, como lo habia sido anteriormente la del célebre obispo de Burgos D. Alonso de Cartagena, un plantel de letras y de virtud que dió señalados ministros á la iglésia. Excusado es nombrar otra vez al inmortal Cisneros, y recordar sus esfuerzos para promover la instruccion general del clero.

Aun sin estos auxilios y estímulos hubiera sido dificil á por mejor decir imposible, que cuando medreba y crecia la ilustracion y cultura general de Castilla, no percibiesen algun fruto de esta novedad favorable las ciencias eclesiásticas. Con efecto empezaron á deponer el desaliño que habian contraido en los siglos precedentes y sus profesores á tomar mejor direccion de la que habian seguido comunmente hasta entonces. El estúdio de los libros sagrados que habia yacido abandonado, como se lamentaba el cardenal Cisneros hablando con el Papa Leon X en la dedicatoria que le dirigio de su Poliglota, el de la litúrgia y otros semejantes llamaban ya la atencion que se merecian. Lebrija escribió sus Quincuagenas sobre las divinas escrituras; y Alonso Ortiz canónigo de Toledo, orador de gran fama en su tiempo, que disputo sobre asuntos de la Inquisicion con el protonotário Juan de Lucena, imprimió corregido el misal muzárabe en el año de 1500. Empezaban ya á sonar en su juventud lozana los nombres de Francisco Victória, Domingo Soto, Alfonso de Castro, Dionísio Vazquez, Juan de Medina, Pedro Ciruelo y Juan Ginés de Sepúlveda, que con sus tareas y enseñanza produjeron el siglo de los Huergas, Canos y otros infinitos teologos célebres. La ilustracion del clero no se habia ceñido á las ciencias sagradas: todos los ramos de la cultura castellana le fueron deudores de adelantos y mejoras, y concurrieron tan bien por su

parte

á adornar y hermosear los estúdios eclesiásticos. La escuela de Alcalá fue donde especialmente se vió el agradab y espectáculo de la alianza entre las buenas y las divinas letras, y donde brilló la teología con todo el aparato de la erudicion el la comitiva de los conocimientos amenos. Allí fué donde con particularidad pudieron observarse los efectos de la revolucion que habian esperimentado las ciencias sagradas en el reinado de Isabel, y donde se desarrolló el gérmen de la reputacion que disfrutó en este punto la nacion española durante, aquel siglo y señaladamente en el concílio de Trento.

Cuando se elógia una época literária, no es preciso decir que entonces se llegó á la cumbre del saber, y que allí estan los modelos y dechados de todo género de ilustracion y doctrina. En las empresas complicadas y dificiles es imposible llegar á la perfeccion desde los mismos princípios. El mérito de una época literária consiste en los mayores esfuerzos para sacudir la ignoráncia, en la mayor cantidad de dificultades vencidas para ello, en los mayores adelantos respectivos, en el mayor espácio corrido en menos tiempo, en la mayor preparacion para los progresos ulteriores. Tal es el verdadero punto de vista bajo que este asunto debe mirarse, y bajo el cual no es dudable la superioridad del siglo de Isabel sobre el de Felipe II. Este monarca dexó en estado de decadéncia las letras que habia recibido en el de crecimiento y pujanza; y en médio de las muchas personas sábias que ilustraron su reinado, en él se vió á la ilustracion española suspender el vuelo que habia tomado, y empezar á declinar de su reputacion y lustre. Melchor Cano, D. António Agustin, Pedro Chacon, Arias Montano, Fr. Luis de Granada, Ambrósio de Morales, Juan de Mariana, Fr. Luis de Leon, Miguel de Cervantes, que florecieron bajo Felipe, no tuvieron succesores. Todavía vivian algunos de estos grandes hombres, y se celebraba é imprimia para borron de España y de aquella época el Auto de Logroño. Desde entonces la literatura española fue contínuamente á menos, y lejos de prosperar y producir los modelos que necesitábamos, y de que en gran parte carecemos todavía, menguó rápidamente y

llegó á obscurecerse y casi á eclipsarse en el discurso de la cen

túria XVII.

Los príncipes fomentan las letras con su autoridad, con su ejemplo, con los prémios que les conceden, y mas aun dejando libre el curso de las luces, que naturalmente fecundas se extienden por sí mismas siempre que no se oponen obstáculos poderosos é insuperables. Isabel fundó escuelas, facilito y propagó la enseñanza, hizo que aprendiesen sus criados y cortesanos. Añadio el estimulo del propio ejemplo: dedicó sus ócios al estúdio, protegió con empeño á los sábios, los traslado frecuentemente desde las cátedras á las dignidades, los colmo de honor y riquezas. Eximió de derechos la entrada de libros en el réino, concedio favor y privilégios á los mercaderes é impresores extrangeros que se establecian en Castilla (1). A estos médios debió España, la reputacion literária que empezó á disfrutar desde el tiempo de Doña Isabel, y á este hubiera debido en lo succesivo el esplendor y glória que prometian tales princípios, á no haberlo estorbado los extravios de los reinados que siguieron.

Hemos concluido la tarea que nos impusimos al princípio de este ensayo, en el cual hemos consultado menos á nuestras fuerzas que á nuestra voluntad, y en cuyo desempeño deseamos se ocupen con otra extension nuestros sábios.

(1) Las franquezas concedidas á Melchor Goricio italiano de Novara, á Anton Cortes Florentin, y á Teodorico Aleman, se mencionaron en la il stracion XI. Al fin de la crónica de España escrita por Diego de Valera é impresa en 1482, hao ando su autor con la Réina Doña Isabel, alaba á los alemnants de mui expertos é continuo inventures en esta arte de imprimir, que sin error divina decivse puede: de los cuales alemanes es uno Michael Dachaver de maravilloso ingénio é doctrina, familiar de vuestra alteza. Parece que en los principios del arte. tipográfico no

estaban todavía divididas las profesiones de librero y de impresor, y que los dueños del capital y de las oficinas empleaban otros operários, que eran los que materialmente imprimian. De una ú otra clase hubo muchos de várias naciones, que vinieron á Castilla en la primera edad de la imprenta, como Fadrique de Basilea, Pedro Hagembach, Lope de Roca, Pedro Brun, Pablo de Colónia, Juan de Francour, Juan Gentil, Lanzalao Polono, Meinardo Ungui y Leonardo Aleman, además de los que arriba se numbraron.

ILUSTRACION XVII.

Biblioteca de la Réing Doña Isabel.

Hubo en Castilla reinando D. Juan el II una aurora de ilustracion, que luego se obscureció en los tiempos turbulentos de D. Enrique IV, hasta que volvió á aparecer con ventajas en los de su hermana Doña Isabel. D. Alonso de Madrigal, obi po de Avila, D. Alonso de Cartagena, obispo de Burgos, el marqués de Villena, el de Santillana, Fernan Perez de Guzman señor de Batres, Juan de Mena y otros personages menos conocidos formaron una época memorable, en que quizá tuvo influjo la literatura á la sazon naciente de Itália, y la asisténcia de muchos castellanos á los concílios de Costanza y de Basilea. Fué natural que durante este período se buscasen libros y se empezasen á formar bibliotecas, Señalóse en esto D. Enrique de Aragon, marqués de Villena; por cuvo fallecimien. to en el año de 1434 se llevaron sus libros al Rei D. Juan (1) al cual placianle mucho libros é histórias, segun cuenta Fernan Perez de Guzman en las Generaciones y semblanzaș. Por los años de 1440 se formaba en la fortaleza de la villa de Benavente una libreria, numerosa para entonces, por el conde D. Rodrigo Alfonso Pimentel. Frai Liciniano Saez copió de un documento antíguo y publicó el catálogo de dicha libreria (2), por el cual se vé que el Rei D. Juan solia prestar sus libros para que los trasladasen los aficionados. En Medina de Pomar junto tambien muchos libros D. Pedro Fernandez de Velasco, primer conde de Haro, de quien se ha hablado con elógio en vários parages de estas ilustraciones, y entre ellos vivió retirado los últimos años de su vida. Del marqués de SantiIlana D. Iñigo Lopez de Mendoza, que murió el año de 1458, refieren las Generaciones y semblanzas que tenia grand cópia de libros, de que aun quedan restos en la libreria de la casa

(1) Centon epistolar de Fernan Go- (2) Demostracion de las monedas de mez de Cibdad-Real, ep. 66. Enrique III, nota XIII.

de los duques del Infantadò, sus descendientes.

La introducion de la imprenta, que segun parece no fué anterior al año de 1474 en España, facilitó ya en adelante la formacion de bibliotecas, que antes eran alhajas reservadas al amor de las letras reunido á la opuléncia. Pero no se crea que al pronto fueron mui comunes los libros impresos, porqué ni podian imprimirse todos, ni se tiraban tantos ejemplares de cada obra como al presente.

La Reina Doña Isabel habia heredado de su padre D. Juan la aficion á recoger libros. Cuando fundó en Toledo el convento de San Juan de los Reyes en el año de 1477, puso en él una biblioteca con muchos manuscritos, de que habló el P. Andrés Burriel en su carta al P. Francisco Rábago, y que ha perecido desgraciadamente víctima de las llamas en la invasion de la Península por los franceses, sin que haya quedado descripcion, catálogo ni aun notícia de los tesoros literários que sin duda encerraba. Habia en ella una inscripcion que decia: Ferairandus et Elisabet CC. principes H spaniarum semper AA. semperque invicti in hoc suo coenobio construentes bibliothecam, congregaverunt de regionibus libros pretiosissimos. Aedificaverunt domum sapientiae, quae juxta portas stans clamitat: si quis est parvulus insipiens, veniat ad me ut comedat panem intellectus. Proverbiorum 8. 5.

En el archivo general de Simancas se conservan dos inventários de libros propios de la Réina Doña Isabel.

y

cargo

El uno es de los libros que existian en el alcazar de Segóbia, de que se hizo al camarero Juan de Velazquez. Este inventário se halla repetido en un libro del mismo archivo que tiene este título: Libro de las cosas que estan en el tesoro de los alcázares de la cibdad de Segóbia en poder de Rodrigo de Tordesillas, vecino é regidor de la dicha cibdad de Segóbia, el cual hizo Gaspar de Grício, secretário de* Rei D. Fernando é de la Réina Doña Isabel nuestros señoresl por mandado de la dicha Réina nuestra señcra, é vió é pasó por inventário todas las joyas é cosas que en el dicho tesoro se hallaron en el mes de noviembre del año del nacimiento de

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