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en la que corrió á ríos sangre de moros y cristianos (13 de Agosto de 1088). Las crónicas castellanas dan la victoria al Cid: lo cierto es que D. Sancho, después de aquella jornada, entró en Morella, pasó á degüello la población y puso fuego á la villa, que al cabo de ocho siglos recuerda aún aquella matanza.

la

Siglo y medio después, comenzaba por Morella la definitiva reconquista del Reino de Valencia. No hay en todo nuestro Romancero nada más interesante y poético. Estaba el rey D. Jaime en Alcañiz; acababa de recibir el mensaje de la conquista de Ibiza, que completaba la posesión de las Baleares; había hecho cantar el Te Deum laudamus, y recreaba la vista por las tierras que del alto castillo se descubren. Veíanse á lo lejos los montes, tras los cuales se esconden las llanuras valencianas. Á ellas volaba ansioso el pensamiento del monarca. Su mayordomo, el señor de Alcañiz, D. Blasco de Alagón, que había estado dos años al servicio del rey Abu-Zeyt, le decía: Es la mellor terra é la pus bella del mon (1). Decide D. Jaime la conquista, y mientras apresta las fuerzas del reino, permite á D. Blasco entrar en la morería, ofreciéndole darle los pueblos que ganase. Don Blasco arma sigilosamente los suyos y cae sobre Morella. Estaban encerrados en su castillo dos infantes moros, hijos de Abu-Zeyt: habían tenido amores con dos bellas del harem de su padre, y fueron librados de la muerte por intercesión de D. Blasco, á la sazón en Valencia. Cayó después del trono Abu-Zeyt, arrojado por Zeyán, rey de Denia; pero los infantes continuaban prisioneros en Morella. Los moros de esta villa, cuando vieron encima la hueste del señor de Alcañiz, los enviaron por embajadores y medianeros, y convinieron ellos la entrega secreta de la plaza. La noche señalada, D. Blasco y cinco caballeros suyos se emboscaron en el barranco de la Pinella: brilló una luz en las almenas, y se acercaron al castillo; brilló otra luz, y llegaron á tientas á la Puerta Ferrisa: brilló una tercera luz, y los infantes moros

(1) Crónica del rey D. Jaime, 128.

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abrían el portal; los defensores del castillo eran acuchillados al grito de Aragón! y la mesnada de Alcañiz tremolaba sus pendones sobre la torre Celoquia (1), la más alta de la inexpugnable fortaleza. Al mismo tiempo, los peones de Teruel se apoderaban por sorpresa del castillo de Ares: había comenzado la reconquista de Valencia.

Estaba D. Jaime en la sierra de Albarracín, cazando jabalíes, cuando le llamaron para tomar posesión de Ares. Púsose en marcha enseguida, y supo en el camino que el de Alagón había tomado á Morella. ¿A dónde acudir? Morella era castillo tan fuerte, que sólo al rey debía pertenecer. Había que arrancárselo á D. Blasco. Rápido como el rayo, marcha el monarca á Morella; pero no quiere descubrirse hasta apoderarse de su triunfante mayordomo. Era en lo más crudo del invierno. Á media noche del 5 de Enero de 1232 llegó á la vista de la plaza: nevaba, y el cierzo traspasaba los huesos. Desde un montículo, que ha conservado el nombre de Roques del Puig del Rey, el Conquistador contemplaba la fortaleza al dudoso resplandor de las estrellas, y disponía gente que se apoderara de D. Blasco cuando bajase del castillo á la villa. Sin comer ni dormir pasó el rey la noche, mal abrigado en una cueva, en la que entraban la lluvia y la nieve. Al día siguiente fué el tiempo tan malo, que D. Blasco no bajó á la villa, ni salió del castillo: el poderoso monarca lo pasó en la cueva sin probar bocado (2). Al tercer día, el castellano fué

(1) La puerta Ferrisa se conserva aún, pero hoy está tapiada. La Torre Celoquia se mantuvo en pie hasta 1809: la destruyeron los proyectiles del general Mont-Marie, que atacaba la plaza. En el castillo de Murviedro, la plaza Oriental se llama también Celoquia. Este nombre es árabe; significa baluarte.

(2) « E estiguem aquí esperant la companya, e jaguem tota la nuyt en aquell puig. E mochse temps de neu, car era ja passada la festa de sant Miquel, e feyen molta, e venia ab pluja que nuyl home non gosava descobrir la cara, per paor que la neu nol tocás..... e haguem á endurar que no menjam ni beguem de la nuyt que menjam en Vilaroja tro á hora de las vespres, ni nos ni els cavals ni les besties.» Crónica del rey D. Jaime, 134. Aquel sitio, que aún se designa con el nombre citado de Roques del Puig del Rey, está á Poniente del Castillo, próximo à la Alameda y no lejos del Campo Santo. Durante la última guerra civil se construyó allí un fortín avanzado. La cueva, aunque destrozada, subsiste.

detenido por los hombres de D. Jaime al salir de la fortaleza, y llevado á presencia del rey. La Crónica real relata la entrevista en estos expresivos términos:

Y descavalgó ante nos, y nos levantamos por él: y después, se sentó ante nos, y con él D. Pero Ferrández, y D. Atorella, y el Aceyt-Abuceyt; y dijo que quería hablar á solas con nos. Y los hicimos salir á todos, menos á él, y nos dijo: «Ea, señor, ¿qué queréis?» Y nos le dijimos: «Os diremos que sois D. Blasco, y sois mi mayordomo, y hombre á quien mucho hemos amado y beneficiado, y que tenéis tierra por nos; y que Dios, según me habéis enviado á decir, os ha dado este lugar; y este lugar es tan fuerte y tan nombrado, que, si bien merecéis vos cuanto bien tengáis, este lugar no corresponde á hombre alguno en el mundo más que á un rey; por lo cual, os rogamos, por la naturaleza que tenéis con nos, y por el bien que os hemos hecho, y porque sois nuestro mayordomo, que reconozcáis el castillo como nuestro, de tal manera, que os hagamos tanto bien, que digan todos que buen galardón recibís por el servicio que nos prestáis. » Y dijo él: «Señor, ¿no recordáis la carta que nos habéis otorgado? Y dijimos: « Sí la recordamos: dice la carta que si ganáis algo de los moros, sea vuestro. » Y dijo él: « Señor, así es. >> Y dijimos: D. Blasco, sabéis vos que esta presa no os corresponde, por la razón de que es un castillo que vale tanto como un condado con sus pertenencias; y lo que os toca hacer es que, puesto que Dios os ha dado tan buen lugar, y me lo podéis entregar, me lo entreguéis, y que yo os haga tanto bien, que conozcan todos el servicio que me habéis prestado, y yo lo he de hacer de buena voluntad.» Y salió con cuatro caballeros que estaban aparte, y volvió cuando lo hubo pensado, y nos dijo: Señor, ¿queréis resueltamente tener á Morella?» Y le dijimos: D. Blasco, bien podéis entender que la queremos, y que cesitamos, y á vos os conviene lo que os hemos propuesto. » Y dijo él: «Puesto que veo vuestra resolución de tenerla, y que me ofrecéis tanto bien, pláceme que sea vuestra; y una cosa os

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ruego: que ya que queréis tener á Morella, que me hagáis tanto favor, que la tenga yo por vos, pues razón es que, habiéndoosla entregado yo, la tenga por vos, mejor que cualquier otro barón del reino. » Y le contestamos que nos placía, y le dijimos: «Siendo así, vamos ante D. Pero Ferrández, y D. Atorella y AceytAbuceyt, y sepan que por nos la tenéis.»

De esta manera recibió D. Blasco de Alagón la tenencia del castillo de Morella, arrodillándose ante el glorioso monarca y prestándole homenaje de manos y boca, el día 7 de Enero de 1233, fiesta de San Julián, que desde entonces fué patrono de la villa (1).

D. Blasco acabó mal: olvidando su dependencia del monarca, fué enseñoreándose de estas asperezas; pobló con gentes de las sierras de Teruel y de Medina á Zorita, Olocau, Hervés, Catí, Villores, Cinchtorres, el Forcall, Ortells, Ares, Culla, Cuevas de Vinromá y Benasal, repartiendo todos estos lugares entre sus caballeros. Se apoderó, cinco años después de la toma de Morella, del formidable castillo de Galintort, último refugio de los sarracenos, en lo más agrio de esta comarca, y fundó allí la actual villa de Castellfort; fundó también en parajes deshabitados á Albocácer (2) y Villafranca, llamada esta última del Cid, no por el famoso de Vivar, como algunos han creído, sino por

(1) Posteriormente, en 1235, por convenio celebrado en Montalbán, el rey confirmó la cesión de Morella á D. Blasco, durante la vida de éste, reservándose el rey el castillo llamado Torre Celoquia, nombrando gobernador de él à D. Fernando Díez, que lo tuviese por ambos, per nos et per vos (dice el rey), y estableciendo que cuando éste faltase, se nombrara gobernador de común acuerdo.

(2) Albocácer, villa importante hoy y cabeza de partido, era una alquería del término de Aben-Romá, al tiempo de la reconquista. D. Blasco de Alagón la dió á un caballero catalán, llamado D. Juan de Brusca, quien otorgó en 1237 carta-puebla para treinta vecinos. El sepulcro del fundador se conserva aún adosado al muro exterior de la ermita de San Juan, que sin duda fué fundada también por él: tiene una inscripción medio borrada, que comienza así: «Hic suit sepultus Jhs. de Brusca.» Albocácer puede considerarse como patria de uno de los investigadores más concienzudos de la historia valenciana, el presbítero D. Agustín Sales, nacido en 1738, que fué cronista de la ciudad de Valencia. Vino al mundo en Valjunqueras, pero sus padres se hallaban accidentalmente en este pueblo, habiendo vivido siempre en Albocácer.

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MORELLA.-IGLESIA ARCIPRESTAL: PUERTA DE LOS APÓSTOLES

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