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los anticuarios sobre si es Cullera ó Alcira: hoy prevalece esta última opinión. Tolomeo nombra estas ciudades de la Contestania: Menlaria, Valencia (en cuya designación hay evidente error, pues pertenecía á la Edetania), Saetabis, Saetabícula, Illici У Aspis (1). No menciona la importante ciudad de Dianio (Denia), situada junto al Promontonio Ferrario (Cabo de San Antonio), el cual separaba los dos grandes golfos, sucronense é ilicitano, ni otras poblaciones costaneras de bastante importancia, como Lucentum (Alicante), Alone (Villajoyosa) y Althaea, que aún conserva su nombre. Tampoco habla de las islas Planesia (Tabarca) y Plumbaria (de Benidorm), citadas por otros autores. Avieno cita dos ríos que desembocan en esta costa, el Alebo y el Sicano. El primero debe ser el Segura, llamado Tader por los romanos; el segundo, el Serpis. Junto al Sicano pone la ciudad del mismo nombre (Sicana), que debió estar por la parte de Gandía. Entre estos dos ríos indica la antigua frontera de los tartesios (2) y de los iberos. Los tartesios, llamados después turdetanos, eran la rama ibérica pobladora de la Bética, como ya hemos visto. Iberos llama Avieno á los pueblos que se extendían por el litoral de Levante desde este punto hasta el Pirineo. Su primera ciudad dice que es Ilerda, entre los gimnetes. Llevó este mismo nombre la actual Lérida, ciudad ilustre en la época romana: es frecuente esta duplicidad de nombres en las poblaciones de la España antigua. No es fácil señalar á punto fijo el emplazamiento de esta llerda contestana: el Sr. Fernández Guerra cree que estuvo en Denia, entre el término de los Tartesios y el Júcar (3). Según Plinio, la Contestania corría arrimada á

(1) Menlaria es Biar. según Cortés, pero Fernández Guerra la pone en Muchamiel. Aspi ha conservado su nombre (Aspe). Saetabícula debió ser colonia de Saetabis: los historiadores valencianos convienen casi todos en que es Javea. (2) Hic terminus quondam stetit Tartessionorum.»>

(3) Cortés ha interpretado caprichosísima y violentamente el texto de Avieno en la descripción de la costa valenciana. Buscando erratas en el nombre de llerda, ha leído Hibera, y para llevar esta población á su sitio, á orillas del Ebro, ha supuesto que el poeta trunca dicha descripción (que viene haciendo de Sur á Nor

la costa, reliqua in ora; pero, según la descripción que hacen de ella otros autores, intèrnábase bastante por el campo de Cartagena, llegando hasta Lorqui. Por la cuenca del Segura avanzaba la Bastitania, y probablemente pertenecía á ella la huerta de Orihuela; después, siguiendo hacia el Norte, ensanchábase otra vez el territorio contestano, hasta tocar la actual raya de Casti. lla, y seguía por allá hasta el Júcar, línea divisoria de la Edetania. Así como esta región recibió su nombre de la ciudad de Edeta, quieren algunos que la Contestania deba el suyo á otra ciudad principal, que llaman Contesta, y que sea la actual Concentayna; pero ni quedan restos de la imaginaria Contesta, ni citan su nombre los autores antiguos. En tiempos de los romanos la principal ciudad y la cabeza de la Contestania y de toda esta parte de España, era Cartago-nova, que cae fuera del reino de Valencia. Anterior á esta ciudad púnica, y procedente de los tiempos prehistóricos, como queda indicado, era la mencionada Ilici, que dió su nombre al golfo Ilicitano, y que, conservando su importancia durante la dominación romana, obtuvo la elevada categoría de colonia inmune (1).

Independientes y libres, guerreando quizás entre sí, vivían aquellos pueblos iberos, indómitos y toscos, cuando llegaron á la Bética los audaces navegantes fenicios (quince siglos antes de J. C.), y asentados en ella, abordaron á poco á las tranquilas playas de los dos grandes golfos valencianos, estableciendo colonias, con el carácter de factorías mercantiles: cuáles fueron y á qué poblaciones dieron origen, es hoy muy difícil determinarlo. Más conocidas y famosas fueron las colonias griegas, que mucho tiempo después (en el siglo vII antes de J. C.) encontramos en

te), pasando de un salto de Cartagena á aquel río, y volviendo luego atrás, método que sería de todo punto incomprensible. Koto de este modo el hilo de la descripción, quiere Cortés que el río Sicano sea el Cenia, y la ciudad Sicana, Vinaroz.

(1) Reliqua in ora flumen Tader, colonia inmunis Illici, unde Illicitanus sinus. In ea contribuuntur Icositani. Plinio, lib. III, cap. 3.

este litoral (1). La colonización fenicia había venido del Mediodía; la helénica fué avanzando por nuestras costas de Norte á Sur, porque su principal foco fué la colonia focense que, instalada en Massalia (Marsella), había crecido rápidamente y se había convertido, á su vez, en metrópoli comercial y colonizadora. Verdad es que, antes que los massiliotas, vinieron á España los rodios y fundaron á Rosas (Rhodas) en Cataluña; pero, si bien parece natural que extendieran su tráfico por el litoral de Valencia, no consta que afirmasen en él la planta. Los focenses de Marsella, después de crear una gran factoría en Ampurias, junto á la misma Rosas, vinieron al país de los contestanos y edificaron tres ciudades. La principal de ellas, la única de que queda memoria segura, estaba perfectamente situada para sus empresas mercantiles, junto al cabo que separa los dos golfos: llamáronla Artemision, por la diosa cuyo culto introdujeron en España, y á la que erigieron allí famosísimo templo. Los romanos, que denominaban Diana á la Artemisa de los griegos, traduciendo á su idioma el nombre de la ciudad, llamáronla Dianium, y de Dianium ha venido Denia. Tenía esta ciudad una atalaya (hemeroscopos, en griego; specula, en latín), de la que se valió Sertorio en sus campañas, y parece probable, aunque lo niegan algunos autores, que tomase el nombre de Hemeroscopium. Strabón (2), que habla de estas tres colonias focense-massaliotas, no dice los nombres de las otras dos. Artemidoro, al ocuparse de Dianio,

(1) Grote dice que hasta el año 700 antes de J. C., los fenicios eran los únicos que navegaban por el Mediterráneo: «La Iberia y la Tartesia no fueron visitadas por los griegos antes del 630.» History of Greece, tomo II, cap. 18.

(2) Inter Sucronem et Carthaginem tria sunt Masiliensum oppida, non procul à fluvio, quorum nolissimum est Hemeroscopium, havens in promontorio fanum Dianae Ephesiae magna veneratione cultum, quo ad res maritimas receptaculo usus est Sertorius: munitum enim est, et latrociniis aptum, longeque ad navegantibus cerni potest. Vocatur autem Dianium, quasi Arthemisium. Estrabón, lib. III. Esta versión latina del texto de Strabón da el nombre de Hemeroscopium á la colonia focense, pero otros comentadores sostienen que el geógrafo griego sólo dice que había en ella un hemeróscopo, no que se llamase así. El canónigo Cortés, aferrado á esta idea, sostiene que la ciudad de Hemeroscopio citada por otros autores antiguos, no era Denia, sino la actual Ulldecona, á la que serviría de atalaya el Munciá.

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ΤΟΜΟ Ι

menciona también á Alonis «ciudad é isla dependiente de Massalia.» Mayans, Bossio, Pérez Bayer y Cortés, colocan á esta Alcnis ó Alo en Guardamar; el conde de Lumiares en Villajoyosa, y esto le parece mejor al Sr. Fernández Guerra, por la isla de Benidorm, que tiene enfrente. La tercera colonia massaliota ¿sería la hierática ciudad de Elo, adoradora del sol? Suposición es ésta no inverosímil, indicada por el Sr. Rada y Delgado (1). Lo cierto es que tal influencia ejerció la colonización helénica en este Litoral, que el mismo Sr. Rada ha llegado á decir que era un pueblo casi griego el contestano.

Tuvo asimismo la Edetania colonias de aquella raza llamada á cambiar la faz del mundo, y entre ellas una famosísima dentro y fuera de España. Cuentan historiadores y poetas, aficionados á simbolizar en héroes y semidioses el esfuerzo colectivo de los pueblos, que Hércules, al atravesar la España, perdió en ella á su compañero Zacynto, y que, en el punto donde le dió sepultura, consagróle una ciudad, la cual tomó su nombre. Esa ciudad era Sagunto; Hércules, la personificación de las razas viajeras y colonizadoras. Hubo Hércules egipcio, fenicio y griego. ¿Cuál de estos pueblos, representado por el famoso semidiós, construyó las murallas de Sagunto? Hoy es opinión general entre los arqueólogos que su primitiva fundación se remonta á tiempos prehistóricos, ó por lo menos, á aquellos remotísimos y oscuros, en los que pueblos mal conocidos levantaban las construcciones llamadas ciclópeas ó pelásgicas, de las que aún quedan restos en Sagunto. El Sr. Sampere y Miquel quiere que sea el Hércules egipcio (es decir, los inmigrantes chetas) su legendario fundador; el sabio alemán Movers, investigador de las antigüedades fenicias, atribuye á este pueblo su primera colonización extranjera (2).

(1) Antig. del Cerro de los Santos, discurso de recepción en la Real Acad. de la Hist. 1875.

(2) Die Phoenizier, Berlin, 1841. Entiende Movers que Sagunto debió ser de las primeras colonias de los fenicios en España, sundándose en que Estéfano Bizantino (De urbibus et populis), cita otro Sagunto (Zacundsia) líbico, además del Sagunto ibérico.

La fábula de Zacynto, el compañero de Alcides (el Hércules helénico), se relaciona con las noticias históricas de los autores antiguos sobre otra colonización griega, muy posterior á la de los pueblos orientales. Según aquellos escritores, Sagunto debió su origen y su nombre á los navegantes y mercaderes de la isla jónica de Zacyntio (Zante). Y aún no terminó aquí la generación allegadiza de la ciudad insigne : del Lacio vino á ella una colonia rútula, de la ciudad de Ardea, citada muchas veces en la Eneida: así lo dice Tito Livio, que en esto debía estar bien enterado (1). De ese modo, las estirpes más ilustres de la antigüedad infundían su genio y su cultura en aquella vetusta ciudad ibérica, que asentada en la última cima del selvático Idubeda, en el seno del golfo que abre sus brazos para amparar á las naves extranjeras, miraba alegre al sol levante, como buscando en sus primeros rayos la luz de la civilización, que resplandecía en Egipto y en Fenicia primero, en Grecia y en Roma después.

Fenicios y griegos fueron en España colonizadores, no conquistadores: asentadas sus ciudades en las costas, no trataron de extender su territorio, ni de subyugar á los indígenas; contentábanse con explotarlos mercantilmente. Difundían á la vez entre ellos su cultura, más adelantada; trajéronles nuevos dioses y nuevas artes; enseñáronles el alfabeto y la escritura. Pero, tras esos huéspedes pacíficos, vinieron los pueblos verdaderamente guerreros y conquistadores, los cartagineses y los romanos.

Llegamos ya á los tiempos históricos. Cuando Cartago, extendiendo su poderío marítimo, aspiró á dominar el Mediterráneo Occidental, acometió á los foceos, que habían poblado sus costas de colonias florecientes. El combate naval de Alalia en aguas de Córcega (536 años antes de J. C.), el primero que menciona la historia, decidió la hegemonia púnica en estos mares.

(1) Después de consignar que Sagunto es oriunda de Zacinto, añade: «mixtique etiam ab Ardea rotulorum quidam generis.>>

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