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animales puros, ó impuros, esto es, buenos ó malos para comerlos (75) establecida hacía mucho tiempo entre los Hebréos; la tuvieron de sus antepasados, y venia de los tiempos anteriores al diluvio; no tuvo que hacer mas que dar á la costumbre fuerza de ley, sin hacer en ella otras mutaciones que las que la experiencia habia acreditado ser, útiles, ú que exigia el designio de separar á su pueblo de las naciones vecinas, la

Pero cualesquiera que hayan sido los motivos por otra parte para la eleccion que hizo, se conoce tambien que tuvo en ella miras diotéticas; que estas miras de régimen y de sanidad entraron principalmente en sus reglamentos, y que en ellas estriba en gran parte el fundamento de la distincion entre los animales que nos permite ó prohibe.

comer,

En efecto ¿cuáles son los que nos prohibe? Los insectos venenosos ó sin substancia, las aves de rapiña que se alimentan de cuerpos muertos, los pescados sin aletas y sin escamas, que se crian en el cieno, los cuadrupedos que no rumian, y que no tienen la pezuña hendida como el burro, el caballo, el perro, el gato, &c. Esto es precisamente aquellos á que tienen repugnancía la mayor parte de los pueblos civilizados, con especialidad los del oriente, aquellos de que se abstienen todavía el dia de hoy, y cuya carne creen que puede contribuir á causar ó sostener las enfermedades comunes en aquellos climas cálidos.

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Si en el número de estos animales se hallan algunos, señor, que os parecen sanos, y que comeis con gusto, es necesario considerar que la diferencia de los parages. y de los climas en que viven pueden darles gusto y cualidades diferentes (76)

S. 2.9

Prohibicion de comer grasas.

En los animales aun los que se llaman puros hay par tes que nos está prohibido comer, porque seguramente no son las mas sanas. No comereis la gordura del, buey, de la oveja ni de la cabra, Cualquiera que coma de la grasa

de alguna de estas bestias, que se sacrifica al Eterno, se-n rá separado de su pueblo, esta es una ordenanza perpetua en 'vuestras moradas (Lev. c. 7. v. 23. c. 3. v. 17).

No pretendemos que Moysés al establecer estas prohibiciones no llevase alguna mira religiosa. Probablemente quiso separar del uso comun aquellas materias destinadas a mantener y reanimar el fuego del altar (77); pero es difi cil creer que no llevase tambien micas de un buen régimen. No nos estaban prohibidas todas las grosuras: aquellas, por ejemplo, que están mezcladas con la carne, nos eran] permitidas, porque su prohibicion hubiera sido muy enfa➡ dosa y easi impracticable, Las grasas que nos prohibe son aquellas que envuelven ó entapizan las entrañas, la ¡que? cubre los riñones, la cola de una especie de oveja de aquel país, la cual es casi toda de gordo, y que pesa co→→ munmente de 15 á 50 libras, esto es, en una palabra, se os prohibe comer el sebo y la grasa de los riñones (Ibid.).

Creemos que convendreis facilmente en que el sebo no es un alimento sano; pero direis para qué prohibirlo? › ¿acaso habrá quien lo coma? En vuestro país, no; pero si11 et Lapon bebe con delicia, y engulte á grandes tragos el aceyte fétido de las ballenas, puede ser muy bien que los pueblos trogloditas, y otras naclones bárbaras que rodeaban la Palestina hubieran hallado agradables estas grasas que el Legislador hebréo prohibió á su pueblo (78). En cuanto á los riñones, si bien agradan á el paladar, son in-digestos, y su grasa es, como todas las deinas, un mal alimento ó mas bien no es alimento. No, señor, aun2 cuando se tome toda la carne gorda de un buey no se sacaría ni un átomo de parte nutritiva. El cuerpo mucoso ó la parte gelatinosa de los animales es solamente la que mienta. Este es un hecho demostrado por la química, y Vos que sols tan gran químico no debiais ignorarlo.

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No solamente no alimentan las grasas, sino que impiden ta digestion de los demas allimentos; es necesario tener un estómago muy robusto para no estar incomodado cuando se come; por lo mismo lo prohiben los médicos, aun en vuestros paises, á los niños, a los convalecientes,

á los hombres de letras; en una palabra á todas las per sonas de una complexion delicada. Pero en ninguna parte son mas mal sanas que en los paises cálidos en donde son tan frecuentes las enfermedades cutáneas; y condenaremos á un Legislador que queria mas bien conservar la salud de su pueblo que lisonjear su paladar?

§. 39

Prohibicion de comer sangre.

Otra de las partes de los animales aun de los llamados puros, que nos está prohibido comer es la sangre; prohibicion antigua, y que Dios habia puestó á Noé y sus hijos al salir del Arca, y que Moysés renovó en los términos mas expresos. No comereis sangre, dice, en ninguna de vuestras moradas, ni de pájaro ni de cuadrúpedo; cualquier hombre que coma sangre será separado de su pueblo ; cualquiera de la familia de Israél ó de los extrangeros que viven entre ellos que haya comido sangre, yo le arrancaré de en medio de su pueblo porque la vida de la carne está en la sangre, y por lo mismo yo he mandado que se derrame sobre el altar en propiciacion de vuestras vidas, y he dicho á los hijos de Israél que nin guno de vosotros coma sangre ni aun el extrangero que habita entre vosotros, y cualquiera de los hijos de Israél ó de los estrangeros que tienen su morada entre ellos, que hubiese cazado alguna bestia salvage ó algun pájaro de los que se comen (79), verterá su sangre y la cubrirá con el polvo. Cualquiera que coma sangre será separado (Lev. c. 7, v.25, y 17, v. 10). Habiendo leido estos textos no se puede menos de convenir en que estas prohibiciones tan formales, y tantas veces repetidas acompañadas de penas tan rigorosas han tenido por fundamento motivos religioso y morales. El Législador queria sin duda que su pueblo aprendiese á respetar la sangre de los hombres en la sangre de las bestias, y que esta sangre destinada á la expiacion de los pecados no se emplease en usos profános, y acaso querria tambien separarlos del culto de los idólatras TOMO III. CUAD. I.

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que en los tratados tenian la bárbara costumbre (80) de beber la sangre de las víctimas.

Pero no creemos por eso que nos separamos de su intencion asegurando que esta ley era tambien en parte dietética. La sangre en efecto seria un alimento poco sano principalmente para los que lo usasen con frecuencia. Se sabe á cuántas enfermedades están sujetos los Tártaros que á imitacion de los Scitas sus antepasados beben la sangre de caballo, la de toro se tenia por veneno. Los Atenienses se la daban á los criminales condenados á muerte, y algunos historiadores refieren que Temistocles precisado por el Rey de Pérsia á servir contra los Griegos se envenenó bebiendo con este objeto una copa de la sangre del toro que se acababa de inmolar. Verdad es que hay animales cuya sangre puede ser menos peligrosa; pero aunque con ella prepareis alimentos que os parezcan agradables no vereis que vuestros Hipócrates los pongan en la clase de los salubres (81), y si este alimento no parece soportable, aun en vuestros climas sino en los tiempos, y sazonado con especias estimulantes, si en los tiempos cálidos os repugna, si principalmente entonces los estóma gos mas robustos apenas se pueden acomodar á él ¿qué debia suceder en aquellos climas ardientes, y principalmente en un pueblo en que ningun animal estaba castrado? iy sería injusto colocarlo entre los alimentos mal sanos? y no debemos nosotros estar agradecidos á nuestro Legislador por habernos quitado por consideraciones religiosas un alimento que á una especie de barbárie une un peligro para la salud? Seguramente, señor, si la sangre fuese un buen alimento no. se desperdiciaria tanta en todos los pueblos civilizados aun en aquellos en que cuestan tan caros los víveres.bogs

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S. 49

Prohibicion de comer bestias sofocadas, muertas de enfermedad, despedazadas por otras bestias.

De la prohibicion de comer sangre resultaba para los Hebréos una obligacion, que quizá no habreis adverti

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do hasta ahora, y que debía ser útil á la salud; y es que debian sangrarse con cuidado los animales que se debian comer, uso que conservamos con una exactitud que vues tros pueblos civilizados harian muy bien de imitar. Por lo tanto no se ven entre los Hebréos esas carnes mal desangradas tan sujetas á corromperse, desagradables por su color rojizo, y tan poco agradables al paladar, como dañosas á la salud. La religion atendia este particular, y reprimia igualmente al vendedor y al comprador.

De la prohibicion de la sangre se saca la consecuencia que no podiamos comer aun de los animales puros,' muertos de enfermedad; pero el Legislador creyó debernos hacer una ley terminante sobre esto: no comereis nos dice, bestias muertas por sí mismas. Aun cuando alguna de las bestias que se os den á comer, se muera por sí misma, el que haya comido de ella, estará impuro hasta la tarde (Deut. cap. 14, W. 21, Levit. cap. 10, *.40),

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Esta sábia ley, prohibiéndonos un alimento peligroso, que una sordida economía podia solamente hallar soportable, prevenia una multitud de enfermedades; y nos tenia incesantemente alerta. De aquí aquel cuidado que tenian nuestros Padres, y nosotros así como ellos tenemos todavía de asegurarse por el reconocimiento de las entrañas, si los animales estaban sanos, y si se les puede comer sin peligro. Por falta de estas precauciones han pa“ sado infinidad de epidémias crueles de los animales á los hombres, y han despoblado las ciudades y los campos.

No dudareis al parecer que la prohibicion de comer las bestias despedazadas por otras no fuese una ley tambien de régimen útil y benéfico. Estos alimentos sin ser siempre peligrosos, son dañosos muchas veces. Podian serlo particularmente en la Palestina, en donde como en todos los paises cálidos, los insectos y los réptiles venenosos, los lobos rabiosos, &c. son bastante comunes. Las bestias mordidas, despedazadas por estos animales, podian comunicar su veneno y causar enfermedades mortales (82). Todos estos reglamentos de una policía sábia, soste

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