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mar al gran privado de su siglo y guardar con él relaciones amistosas. En primer lugar el príncipe y rey Don Juan, cuya voluntad ganó completamente Don Alvaro, era contemporáneo y paisano de nuestro ALONSO: habian nacido en el mismo año de 1405, en el riñon de Castilla, á 93 kilómetros de distancia, que es la que media entre Toro y Arévalo; y cuando el jurisperito comenzó á figurar y el rey llegó á su edad provecta, es mas que probable que salieran á plática en palacio estas coincidencias, máxime cuando muy luego. vemos allí con el empleo de continos del Rey á los hermanos Francisco y Juan de Montalvo.

Por otra parte, el establecimiento de esta familia en Huete produjo relaciones de paisanage y parentesco entre el magistrado conquense y el Condestable, hijo de Cañete; relaciones que debieron intimarse en la tutoría de Doña Catalina de Alencastre, cuya madre era Señora de Huete. Los cinco enlaces matrimoniales que entre los dos personages contrajeron con Señoras de familias nobles castellanas, crearon vínculos con las casas mas ilustres de Huete y Cuenca.

Habia además entre ambos personages cierta comunidad de ideas, en asuntos entonces muy controvertidos: sobre la posicion legal y política de los cristianos nuevos, de los recien convertidos y de los judíos tolerados. Don Alvaro, que con sus grandes faltas, tenia grandes y levantados pensamientos, protegió mucho á los perseguidos por la intolerancia religiosa, promoviendo la pragmática de Arévalo en 1443 en favor de los judíos: pues á pesar de lo que se habia resuelto en contra en los concilios de Tortosa y Zamora, nuestras leyes siempre habian sido protectoras de todos los españoles, de cualquier ley y condicion; frase usual de nuestros códigos, que hoy hemos sustituido con la libertad de conciencia. Tal vez esta conducta

del privado fué uno de los pecados que no le perdonaron ciertas gentes; porque buena parte del clero se mostraba intransigente por esceso de celo, ú otras causas, si bien no faltaban en él personas de virtud é ilustracion, interesadas en preferir la caridad, que atrae, á la dureza, que repele.

Entre otros prelados y dignidades los obispos de Búrgos y de Coria, que descendian de judíos, tenian bien merecido el concepto de sábios y piadosos; y muchos juristas y canonistas de ciencia y virtud sólidas reconocian los males de la intolerancia y la injusticia de hacer responsables á hijos buenos y santos del linage de sus padres ó de la historia de su abolengo. El alboroto de los toledanos en 1449, tuvo por blanco ostensible á los tornadizos, como llamaban á los nuevamente convertidos; pero en el fondo fué una maniobra contra la privanza de Don Alvaro de Luna. La sentencia que á 5 de junio dió el alcalde mayor de alzadas Pedro Sarmiento establecia, «que los conver>>sos descendientes de la perversa ralea de los judíos >>fueran tenidos por infames, inhábiles, incapaces é »indignos para todo oficio ó beneficio público y priva>>do en la Ciudad y su tierra, y para dar fé como escri>>banos ó testigos. »>

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Semejante vejacion y los infinitos daños que al pueblo hebreo causaron dichos alborotos, reproducidos en otras poblaciones, movió al rey Don Juan á encomendar al Licenciado MONTALVò que escribiese sobre este punto y lo ilustrase. De aquí el opúsculo que despues insertó el autor al comentar la ley 2. tít 3.° libro IV del Fuero real, con el epígrafe de Unidad de los fieles, en que se sostiene que los judíos convertidos á la fé son admisibles á los oficios públicos y honores eclesiásticos. Prueba este hecho en favor de lo que voy analizando; pues que el valido no pudo ser

ageno al real encargo, ni el informante debia ignorar que coincidia con las opiniones del Condestable; y lejos de aparecer hostilidad ó repulsion entre los compaisanos, el de Cañete fiaba en el saber y rectitud del optense, conforme en esta cuestion con su obispo Don Lope Barrientos, á quien los judíos, encomendaron su causa, como se ve en el papel núm. 3.o del Apéndice. Así se explica naturalmente, que MONTALVO continuase en su carrera de corregimientos, mientras Don Alvaro mereció la omnímoda deferencia del rey Don Juan.

Otro indicio de que debieron ser fáciles las relaciones entre Don Alvaro y DoN ALONSO le encontramos en que varios de los adictos y servidores del privado, eran amigos tambien, parientes y paisanos del letrado juez. El obispo de Cuenca Barrientos defendió con el baston de general la causa del Condestable en su misma sede, y era tan admirador de la ciencia jurídica de MONTALVO, que le encomendó aquel otro opúsculo sobre la potestad del Papa y del Rey, ó sobre la autoridad eclesiástica y civil, inserto en la glosa del Fuero real, ley 17, título 6, libro III. Pedro Carrillo de Huete, dueño de la aldea del Salobral en Barajas, halconero mayor del Rey, camarada en empresas de Don Alvaro y escritor de sus hechos; el arzobispo de Toledo Don Alonso Carrillo de Acuña, tio del Condestable, como hijo del regidor de Cuenca Lope Vazquez; y Pedro Morales, natural de Huete, paje y confidente del Condestable, á quien este distinguió dándole en el cadalso la sortija que llevaba puesta; eran tambien convecinos, paisanos y amigos de MONTALVO: y aunque es verdad que otros conquenses, como el procurador á Córtes Mosen Diego de Valera, D. Diego de Mendoza, que se reveló en Cuenca, y Ruy Diaz de Mendoza, comisionado para la prision del valido, fueron sus ene

migos declarados; el mayor número estuvo de su parte, sin los muchos mas que se mantuvieron en el aplomo de lo justo, ni aplaudiendo demasías, ni atacándolas por caminos reprobados.

Mas, si todo lo expuesto inclina á creer que MoNTALVO no fué mal quisto ni adversario del Condestable, otros hechos y consideraciones parece que contradicen los hasta aquí alegados. En efecto, aunque el juez íntegro continuó ejerciendo corregimientos en Baeza y otros pueblos durante el predominio del árbitro de Juan II, fueron plazas de escasa importancia, que ni escitaban la codicia de los envidiosos, ni llamaban la atencion en las secretarías de Palacio. Lo cierto, lo notable es, que la elevacion de MONTALVO á mas altos destinos coincide con el suplicio de Don Alvaro de Luna. A los noventa y tres dias de decapitado el favorito, vino nuestro ALONSO á Madrid con comisiones extraordinarias, revestido de poderes que se parecen á la dictadura; le vemos luego Asistente de la imperial Toledo, Gobernador de la órden de Santiago en Castilla, y sucesivamente oidor de la audiencia del Rey, su consejero y refrendario; como si hubiera desaparecido el estorbo, que le impedia encumbrarse. Pudo ser natural esta marcha, sin mas causas que la edad, el tiempo, los servicios ú otras puramente accidentales; pero tambien pudo ocurrir que mejorasen las circunstancias, al quedar el ánimo del monarca libre de su voluntaria pesadumbre y al sucederle el hijo Don Enrique, fácil en hacer gracias.

Lo que, sobre todo, presenta como sospechosa la conducta de MONTALVO respecto á Don Alvaro de Luna, es el opúsculo que escribió por encargo del Rey Don Juan, inserto en la glosa del Fuero Real, tit. 4. lib. I «de los que no obedecen el mandamiento del Rey.» Es una historia crítica del crimen de Estado de

cierto conde de Dacia, en que se pintan y retocan las demasías, crímenes y sacrilegios del favorito dacio, las revueltas de los magnates y los sufrimientos del reino, hasta que, al cabo de tiempo, el rey conoce el yerro de haber abandonado en el valido su autoridad, y le abandona y condena. El autor declara á Carlin, así llama al Conde, reo de lesa magestad, opinando que por la notoridad de los delitos, y ser punibles por derecho natural, no habia necesidad de oir al reo para condenarle y castigarle.

Expone despues sus consejos para la enmienda de los males causados y para la restauracion del maltratado reino, y entre filosóficas consideraciones concluye de este modo. «A los que, queriendo penetrar lo »>inescrutable, preguntan, ¿por qué Dios permitió >>tanto tiempo á este Conde abasallador, por qué con>>sintió tantos daños y violencias, por qué dejó pros»perar á los malos y sufrir enormemente á los buenos? »á esto no me toca responder, porque vale mas una »>ignorancia fiel, que una ciencia temeraria.»

Ha sido opinion acreditada entre los jurisconsultos, que manejaron este comentario, que el opúsculo del Conde Carlin, fué una sátira encubierta contra la privanza de Don Alvaro de Luna. Un ejemplar del Fuero Real de la edicion que en 1569 se hizo en Salamanca, existente en la Biblioteca Nacional, tiene al márgen del fólio 14 esta nota ms. letra del siglo XVI: «Supreso nomine, Alvarus de Luna delineatur.» Es decir, que al juicio del anotador, bajo el pseudónimo Carlin se esconde un apólogo del Condestable. ¿Es aceptable esta opinion? Veamos.

MONTALVO traza su cuadro genéricamente, tomando la doctrina y los rasgos de las sagradas letras, de Santos Padres, de Séneca y otros filósofos y escritores antiguos; por manera, que los caractéres de su tira

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