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PREFACIO.

Con mi natural perseverancia, aunque mas despacio de lo que yo quisiera, continuo la galería de Conquenses notables. ¿Hasta dónde la llevaré? Paréceme casi seguro, que no lograré concluirla; porque son muchos los personajes, que tengo á cargo y pocos los años, que vivir puedo.

Cábele el tercer turno al egregio jurisconsulto ALONSO DIAZ DE MONTALVO, lastimosamente olvidado en los diccionarios históricos nacionales y extranjeros, y de quien no conozco biografía alguna especial. Hice su elogio en la junta pública que celebró la Real Academia de la Historia el 26 de junio de 1870; mas un folleto de 46 páginas no bastaba para honrar cumplidamente una de las primeras glorias de la toga española. Hube de limitarme alli al breve discurso, que consienten tales actos, y de otra parte me estrechaba el no poseer entonces suficiente caudal de materiales.

Dos años de nuevas investigaciones han enriquecido el depósito que venia formando: ha parecido la

lápida que cubria sus restos mortales; y la buena suerte y el auxilio de excelentes amigos me han proporcionado instrumentos apreciables y casi inesperados pues tratándose de tan larga fecha era de temer la pérdida de expedientes y papeles relativos al asunto. Para inteligencia y satisfaccion del lector y en señal de gratitud á mis favorecedores, haré indicacion de las fuentes en que he bebido las noticias y de las personas que me han ayudado á adquirirlas.

Tiempo ha, que era poseedor de una copia del ms. Noticias históricas de la ciudad de Huete, redactado en 1768 por D. Julian Antonio Alique, vecino de la misma ciudad, en el que se halla mencion del DOCTOR MONTALVO y de su familia.

Tenia tambien reconocidos y estractados los dos tomos fólio de los Anales de la ciudad de Huete y su tierra, que á principios de este siglo trabajó D. Juan José Sanchez de Arriba, natural del inmediato pueblo de Villar del Maestre y oficial del archivo del duque del Infantado en Madrid; manuscrito difuso en genealogías y en el que se habla de los Montalvos y de sus hechos.

El cura arcipreste de Tarancon D. Felipe Pastor, que antes fué párroco de San Esteban de Huete, me proporcionó otro ms. del siglo XVII, en diez hojas fólio de letra muy metida, cuyo título es, Antigüedad, sitio y memorias de la ciudad de Huepte, que, aunque anónimo y sin fecha, revela en su contexto que se escribió hacia el año 1661

por un monje morador en algun convento de dicha ciudad. Enumerando los varones ilustres de ella, seccion de juristas, trae al DOCTOR ALONSO DIAZ DE MONTALVO, con noticias de su vida, escritos y sepultura, así como de algunos otros miembros de la familia.

El académico de la Historia D. Pascual Gayangos, uno de nuestros mas entendidos y ricos bibliófilos, ha tenido la bondad de facilitarme un volúmen en fólio ms. de la coleccion del Sr. Floranes, y entre las varias materias que comprende, en 198 hojas, tiene desde la 41 á la 68 las Memorias de los jurisconsultos españoles del siglo XV, en las que trata de nuestro DOCTOR y de sus obras, con la ilustracion propia de tan capacísimo literato.

Entre los mss. recientes de la Biblioteca Nacional, el malogrado D. Cayetano de la Barrera me franqueó del estante Kk, un tomo de 150 fólios en 4.o, que es la Biblioteca juridica de España, escrita por D. José Fernandez Llamazares, abogado del ilustre colegio de la Corte, gefe de negociado de administracion y oficial primero de la Ordenacion de pagos del Ministerio de Gracia y Justicia: obra presentada al concurso abierto por aquel establecimiento el año 1861. Se dan en ella bastantes noticias, no siempre con segura crítica, de los principales escritos de MONTALVO y de sus numerosas ediciones en los fólios 33, 42, 81, 87 y 94.

En la ciudad de Huete me ha servido grandemente un hijo suyo, D. Mariano Sanchez Almona

cid, director del instituto provincial de Cuenca, ya reconociendo las ruinas del que fué convento de San Francisco, ya encontrando el paradero de la lápida sepulcral de MONTALVO, ya examinando el archivo del municipio y las memorias de la poblacion. Aun habrian sido de mayor resultado sus atinadas indagaciones, á encontrarse el referido archivo menos destrozado y revuelto, porque es abundante en papeles antiguos.

Rica ha sido la cosecha en el archivo del ayuntamiento de Madrid, con la ayuda de su gefe D. Timoteo Domingo Palacios; pues se han encontrado cuatro documentos y noticia de otros dos, del tiempo en que el Licenciado D. ALONSO desempeñó alli comisiones reales de suma importancia.

No tan feliz resulta el escrutinio de los archivos de Toledo, á pesar del conocimiento especial y buena voluntad con que los ha registrado mi compañero D. Antonio Martin Gamero, historiador dignísimo de la imperial ciudad. Mas he tenido la fortuna de que, en un tomo de varios manuscritos, venido á la Academia de la Historia, encuentre y me copie el entendido oficial D. Manuel Goicoechea una sentencia original de nuestro magistrado, siendo asistente de la corte goda; amen de otro fallo de igual tiempo, que ya habia registrado entre los mss. de la Biblioteca Nacional el académico D. Francisco Fernandez Y Gonzalez.

Mis gestiones en Baeza y en Múrcia, por conducto de los conocidos literatos D. Antonio Benavi

des y D. Ramon Campoamor, han sido completamente desgraciadas. Sea por la falta de papeles de aquella época ó por su confusion y desórden, nada ha parecido que ilustre el corregimiento que en ambas poblaciones desempeñó el eminente juez.

Todavía es mas lamentable la pérdida del archivo familiar, que habia ordenado en Gascueña (Cuenca) D. Francisco Manuel de Sandoval y Parra, donde se sabe que existia, no ha mucho, un gran legajo rotulado Montalvo. No puedo consolarme de la destruccion de depósito tan precioso para mi asunto, porque no procede de la injuria del tiempo, ni del comun descuido, que tantas pruebas han robado á la historia, sino de una determinacion femenil, inconsiderada y fatal. Para ensanchar un comedor y aprovechar la estantería en aparadores, se deshizo el archivo, y se hacinaron los legajos en una bohardilla, á disposicion de cocineras y merceros, que muy pronto los consumieron. ¡Así acaban en un dia las glorias de afanosas generaciones! Si la caridad y las relaciones amistosas no me moviesen en favor de la señora, que cometió tan enorme desacierto, la señalaría por su nombre; pero no ella, sino su error, merece el anatema de la parentela y de los amantes del saber.

Respecto de las obras literarias del DOCTOR MONTALVO no me he contentado con recoger lo que de ellas se ha dicho en la Bibliotheca de D. Nicolás Antonio, en la Typographia del P. Mendez y de su adicionador Hurtado, en el Manual de Mr. Brunet,

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