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é que esta es la verdad de lo qve sabe deste hecho, so cargo del juramento que hizo; é firmólo de su nombre.-Alvaro Alonso Prieto.

É despues de lo susodicho, en la dicha ciudad de Sant Miguel, en 15 dias del dicho mes é año susodichos, ante el dicho señor teniente é por ante mí el dicho escribano, paresció el dicho señor mariscal é pidió al dicho señor teniente le mande dar la dicha probanza cerrada é sellada en pública forma, en manera que haga fé é interponga en ella su autoridad é decreto judicial en forma de derecho, é pidió justicia. Testigos, Juan de Espinosa, é Antonio Picado, é Juan Gutierrez.

É luego el dicho señor teniente dijo que mandaba é mandó á mí el dicho escribano que saque ó haga sacar de la dicha probanza un treslado, dos ó mas, los que el dicho señor mariscal quisiere é menester hobiere, é que los dé cerrados é sellados, firmados é signados en pública forma, en manera que hagan fé, para que los lleve é presente á donde quier que le conviniere; al cual dicho treslado ó treslados, dijo que siendo signados de mi signo é firmados de mi nombre, interponia é interpuso á ellos y en ellos su autoridad é decreto judicial, en tanto cuanto podia é de derecho debia, para que valan é hagan fé en juicio é fuera dél, á do quier que parescieren é fueren presentados; é lo firmó é los dichos.Juan de Soto.

É yo Domingo de la Vega, escribano é notario público sobredicho, á lo que de suso dicho es, presente fuí en uno con el dicho señor teniente é los dichos teseigos, é lo fice escrebir é escrebí en estas cuarenta é una fojas con esta en que vá mi signo; é al principio de cada plana van seis rayas de dos caidos é al fin una rúbrica de mi forma, é salvadas las enmiendas; é por ser así fice aquí este mi signo á tal en testimonio de verdad.-Domingo de la Vega.

15 de Octubre de 1531.

XXXII.-Carta de Diego de Almagro al Rey.

(Archivo de Indias.)

S. C. C. M.-Habrá cuatro meses que dende esta cibdad de San Miguel hice relacion á V. M. de lo hasta entonces sucedido

en estas provincias y del estado en que estaban y como don Pedro de Alvarado habia desembarcado en Puerto Viejo, que es la gobernacion que V. M. tiene concedida al gobernador don Francisco Pizarro, y los escándalos que con su venida cabsa a los españoles que en estas partes residen y las muertes, fuerzas y robos que se hicieron á los naturales de aquella tierra, y el mucho daño que han recibido y cada dia reciben las personas que vienen en los navios á servir á V. M., por estar aquella costa, por los malos tratamientos que les hizo, despoblada y asolada á esta cabsa, y desembarcado entró la tierra adentro á la provincia de Quito, que es y confina con los términos de esta cibdad. Despues acá yo, por mandado del gobernador en nombre de V. M., fui con cierta gente de pié é de caballo á esta provincia de Quito, en socorro de un capitan que habia enviado á pacificar aquella tierra á cabsa de las continuas guerras que con los indios habia tenido y tenia, porque es gente muy belicosa. Plugo á Nuestro Señor que con mi ayuda, é la buena aventura de V. M., sin riesgo ni muerte de españoles, se pacificó, é los naturales los mas dellos fueron reducidos á la obediencia de V. M., y estando entendiendo en la pacificacion y conquista en una cibdad que en nombre de V. M. habia fundado, me vinieron á decir los naturales de la tierra como venian cantidad de españoles de pié é de caballo, y que andaban por la tierra cautivando y matando la gente que podian haber, de lo cual se me vino á quejar un gran señor de aquella tierra que conmigo tenia, y sabido, proveí luego, para saber qué gente era, que fuesen aquella parte donde decian que andaban, ocho de caballo de los que estaban conmigo, con mi carta, ofreciéndome á les favorescer é ayudar para que sirviesen á V. M., porque tuve creido que no era Alvarado sino otra gente que podria haber venido por aquella via, porque la tardanza que habia hecho era tanta que estabamos sin sospecha de su venida por aquella parte, y los mensajeros que envié fueron en su busca dieziocho ó veinte leguas de la cibdad de Santiago, y hallaron su rastro y siguieron por un camino real donde habia salido Alvarado en demanda de Quito que ya estaba de paz, de unas montañas do perdió de enfermedades y frios y muertes que pasó, ciento é treinta hombres, y allí toparon con Diego de Alvarado, capitan del Adelantado, que

con cierta gente por su mandado, andaba por aquella tierra corriéndola, tomando mantenimientos y otras cosas contra la voluntad de los indios, y no ostante que le dieron mi carta, los prendió y quitó las armas, y presos los llevó á don Pedro de Alvarado, y agraviándose ellos de la prision tan injusta que les habian hecho, los soltó y me los envió, á los cuales dijo como él traia en gobernacion por V. M. las provincias del Cuzco, que el gobernador don Francisco Pizarro en nombre de V. M. tenia pobladas de españoles, y que se lo habia de dar, y otras cosas de mucho alboroto y escándalo, y con esto se volvieron los mensajeros é me certificaron de todo lo que habian oido y se les habia dicho, y aunque rescibí pena de haberlos prendido y tratado mal y del alboroto en que ponia la tierra é daño que con su venida rescibian los indios, porque deseo servir á V. M. con toda paz y esto siempre conoscí del gobernador, envié luego al real del Adelantado á un alcalde mayor que en aquella provincia tenia el gobernador, é á un alguacil mayor é un escribano é otras personas con un mandamiento para Alvarado, en que le mandaba en nombre de V. M., como teniente gobernador destas provincias, que mostrase las provisiones que de V. M. traia para andar por aquella tierra, ante el cabildo de la cibdad de Santiago ó ante mí, so cierta pena, ó á que saliese de la tierra dentro de cierto término que le asine, porque no ya alborotase y destruyese, como lo hacia, y habia hecho estando de paz y poblado en nombre de V. M., lo cual le notificaron y requirieron, y tomó tanta alteracion y mostró tanta soberbia, diciendo palabras de tanto alboroto que daba á entender que todo era suyo, y respondió con mucho desacato, diciendo palabras enderezadas contra el servicio de V. M., y con esta respuesta volvieron los mensajeros tan espantados por ver lo que Alvarado publicaba y les habia dicho, que pensaban, por su parte, que no habia de haber sino todo rompimiento y que habian de perder lo que habian ganado, é yo, porque deseaba toda paz de los cristianos por mas convencello envié luego personas religiosas celosas del servicio de V. M., é de tener é conservar toda paz, é que la procurarian por todas vias para que les pidiese é requiriese que, si algunas provisiones tenia de V. M. por do le señalase alguna gobernacion en esta tierra, las mostrase, é que yo las obe

deceria é cumpliria lo que V. M. mandase y dejaria la tierra con toda paz, como la tenia, y si traia alguna gobernacion mas adelante, que yo, como á persona que decia que iba á servir á V. M. le ayudaria, y que sino, que no habia de consentir ni dar lugar á que se destruyese la tierra, que en toda quietud é sosiego en servicio de V. M. tenia poblada en su real nombre el gobernador don Francisco Pizarro, ni anduviese destruyendo los naturales de la tierra, que estaban de paz, debajo de la obediencia de V. M.; y Alvarado mostró las provisiones que tenia públicamente, en presencia de su gente, dándoles entendimiento, conforme á la intencion que traia, diciendo que era gobernador de toda la mar del Sur, islas é tierras della é que en aquella se incluia aquella provincia y el Cuzco, para tomar alguna entrada en esta tierra, no declarándole V. M. en sus reales provisiones que le daba en gobernacion mas de aquello que descubriese é poblase á la parte del poniente, por do parece claro traer voluntad de meterse en esta tierra que estaba descubierta é poblada para procurar sacar algunas ...... de las cosas que se hicieron en deservicio de V. M. en la Nueva España, y para estorbar y empedir el servicio que se hace á V. M. en ello, pues habiendo puesto é capitulado con. V. M. de ir á descobrir islas por esta Mar del Sur y tierra á la parte del Poniente, se vino á esta del Levante á meterse en lo que en nombre de V. M. estaba descubierto é poblado y pacificado y tenia en gobernacion por V. M. el gobernador don Francisco Pizarro, y sabido esto y lo que alborotado decia y que segund sus palabras y obras no podia tener con él la paz que deseaba, con mensajeros que envió le envie á decir que si queria pasar adelante que pasase y que yo le ayudaria y proveeria de todo lo que tuviese necesidad y le daria gente de servicio y le haria hacer las puentes para que pasase por do quisiese, y estando algo descuidado y con menos pena, creyendo que en hacer esto le tenia ya pacífico, como la codicia y soberbia que traia le habia ya vencido, el dia que llegaron los mensajeros á su real, que estaba cinco leguas del pueblo que yo tenia ya poblado, y sin querer ver mi carta ni oir mi respuesta, mandó apercibir su gente para salir con él, y como vieron mis mensajeros apercibir la gente y que él venia, cuanto los caballos los pudieron traer, me vinie

ron á avisar que el Adelantado apercibia su gente, y luego dende á poco rato las velas y atalayas que tenia puestas por los cerros para ver la que hubiese en el campo y me avisasen. Como siempre me recelaba por lo que habia visto, vinieron á avisarme como Alvarado venia y mucha gente armada, por el camino real cerca del pueblo, y como yo tuve por cierto su venida y que venia con intencion desasosegada, puse en orden toda la gente que conmigo estaba; aunque poca, toda era muy buena, todos á pié con sus armas y picas en dos escuadrones, en la plaza del pueblo para me defender dél y no consentir que V. M. fuese deservido; enviéle á requerir de parte de V. M. que se detuviese y no entrase en el pueblo porque allí estabamos en paz y poblando en nombre de V. M. aquella tierra y puesto; y aunque le fué requerido, no quiso sino pasar adelante, diciendo que habia de entrar en el pueblo y seguir su propósito, y con esta respuesta se volvieron, y dende á poco rato, ya tarde, asomó el Adelantado por cima de un cerro que está junto al pueblo, con ciento é veinte de á caballo y otros tantos rodeleros y ballesteros y escopeteros, á punto de guerra, y como llegó allí y vió toda la gente que conmigo tenia aparte y bien aderezada, paresciole que estaba con pensamiento de defender sus casas y haciendas, ó morir sobre ello, pues tanta razon tenia, y reparó con su gente un poco, y por mas justificarme y hacer lo que debia al servicio de V. M., para procurar y estorbar por mi parte que no hubiese rompimiento ni muerte de cristianos, enviele á requerir allí otra vez allí do estava, con dos regidores y un alcalde del pueblo y un escribano, que no entrase en él y se retrujese con toda su jente a se aposentar, y como vió que no podia salir con lo que pensaba, pidióme que le dejase estar aquella noche en unas casas que estaban cerca de allí, y como mi intencion sea siempre de servir á V. M. y conoscí la suya no ser tal, hubelo por bien, y así se apeó en aquella casa aquella noche y me envió á decir que se queria ver conmigo; yo dije que como él quisiese, y otro dia nos hablamos, y me pidió ciertos medios y partidos que yo no quise hacer porque no convenian al servicio de V. M. ni se debian hacer, y visto que no podia efetuar lo que queria, vino á pedirme que le comprase la armada, y por estar en paz y que la tierra se acabase de poblar y pa

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