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muchos encuentros que tuvo con los moros, se apodero de Zaragoza. Entonces se consolidó la monarquía aragonesa: los reyes pudieron atender mas á los objetos que constituyen la civilizacion, y los pueblos ya mas seguros y considerados con las fran quicias que les daba el régimen municipal, aspiraron con buen éxito á asegurar sus derechos contra las invasiones del poder.

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Tambien conquistó aquel esforzado monarca á Tudela, Tarazona, Alagon, Epila, Calatayud, Bubicrca, Alhama y Ariza; y considerando que desde Daroca á la ciudad de Valencia, por las continuas guerras y entradas todos los lugares estaban desiertos, fundó y mandó poblar la ciudad de Monreal, estableciendo en ella la nueva orden militar del Santo Sepulcro, fundada á imitacion de la que con el mismo nombre habia en la Palestina, con objeto de asegurar los caminos y facilitar de este modo la conquista de los reinos de Valencia y Murcia, proyecto utilísimo que acredita el celo y capacidad de tan ilustre soberano. Mancilló sin embargo tanta gloria con el testamento que dejó hecho, en el cual nombraba por sucesores de sus estados á las órdenes militares del Temple, del santo Sepulcro y los hospitalarios de S. Juan.

El pueblo aragonés, aunque obediente á sus monarcas, 'conocia demasiado sus derechos, y estaba muy distante de pasar por tan desatinado

testamento. En consecuencia se juntaron las cortes, compuestas no de los magnates solos, sino de estos, los mesnaderos y caballeros, y los procuradores de las villas y ciudades del reino (1), para tratar de la eleccion de un rey. Habiendo acaecido esto por los años de 1134, se ve que entonces se componia la representacion nacional en Aragon de aquellos tres brazos, y que no dudaban del derecho que les correspondia de elegir un monarca á su arbitrio; pues sin buscarle al principio de régia alcurnia pensaron en nombrar á un magnate, señor de Borja, llamado D. Pedro, de Atares. Dos ricos hombres rivales de este llamados D. Pedro Tizon, de Cuadreita y D. Pelegrin de Castellezuelo, pudieron disuadir de este propósito á las cortes, y por acuerdo de las mismas fue elegido rey el infante D. Ramiro, hermano del difunto D. Alonso, á pesar de que era monge profeso y sacerdote en la orden de S. Benito. Los navarros no se conformaron con esta eleccion y nombraron á D. Garcia Ramirez, restableciendo su independencia. Ași lo refiere Zurita, escritor diligentísimo, y de gran crédito en las cosas de Aragon; atendiendo á lo cual no puedo conformarme con la opinion del Sr. Trag

(1) Zurita Anales, tomo 1.o, fol. 11 vuelto, col. 2.a

y

gia (2), que sin alegar prueba alguna califica de cuentos las cortes de Borja y Monzon y el suceso de D. Pedro Atares, y por consiguiente la narracion de Zurita. ¿No es cierto el hecho de haber sido anulado el testamento del rey Don Alonso nombrado D. Ramiro? ¿Pues quién pudo hacer esto sino las cortes? ¿Y seria estraño que estas pensasen en nombrar á un magnate, como habian hecho con Pelayo los godos en Asturias, y mas siendo monge, sacerdote y aun prelado Don Ramiro? No era el reino por naturaleza electivo? ¿ Todas las presunciones pues estan á favor del historiador aragonés mientras no se pruebe lo contrario. Contrajo matrimonio este rey con dispensa del Papa, y tuvo una hija llamada Petronila, á quien casó con D. Ramon Berenguer, conde de Barcelona; despues de lo cual se retiró de los negocios, cediendo á este el mando con el título de Príncipe de Aragon, pues segun las leyes fundamentales solo á Doña Petronila correspondia el de reina.

(2) Fue quien redactó el art. Navarra del Diccionario histórico-geográfico de la academia.

CAPÍTULO IX.

Origen del condado de Barcelona; estado social de la Marca hispánica cuando estuvo sujeta al dominio de los monarcas franceses: principio de la soberanía independiente de aquel condado, y sus progresos en la carrera de la civilizacion hasta que se incorporó con la monarquía aragonesa.

Aunque la provincia de Cataluña abunda en monumentos históricos, acaso mas que las otras de España; reinaba sin embargo la mayor incertidumbre acerca del origen de la soberanía de sus antiguos condes, atribuyéndola unos á Don Wifredo el Belloso, ó á su nieto Borrell, otros á D. Ramon Berenguer el Viejo; quien al rey de Aragon D. Alfonso el Casto, y quien á D. Jaime el Conquistador, en fuerza del tratado de Carbolio ó Corbeill celebrado en 1258 con Luis IX de Francia.

Hallándose asi indecisa y cercada de oscuridad una cuestion de tanta importancia histórica, se

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dedicó á esclarecerla el Sr. don Próspero de Bofarrull y Mascaró, archivero mayor en el general de Aragon, en su apreciable obra titulada los Condes de Barcelona vindicados, que á la abundante copia de nuevos y escogidos datos sacados de los archivos, reune una atinada crítica y un sólido juicio. De ella pues me valdré desde la época en que empezó á ser independiente el condado de Barcelona; pero como del tiempo anterior apenas habla el Sr. Bofarrull, me he visto precisado á acudir á otros autores que se citan al pie (1). Apoyado pues en tan respetables testimonios paso á referir los antecedentes que precedieron al establecimiento del condado de Barcelona, y estado social en que se hallaba la Marca hispánica bajo Ja dominacion de los condes, feudatarios de los reyes de Francia.

Por los años de 797 se apoderaron los francos de todo el pais narbonés, que desde 793 estaba sometido al yugo sarraceno; y pasando el Pirineo conquistaron tambien á Gerona, donde tremolaba el estandarte musulman. El emir ó mo

(1) Feliu, Anales de Cataluña; Pujades, Crónica universal de Cataluña; Diago, historia de los condes de Barcelona; Balucio Capitulares, Mr. Romey historia de España, Ensayo cronológico inserto en los tomos 3.o y 5.o de la historia de Mariana, edicion de Valencia.

Tomo I.

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