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más en sus convicciones católicas, y no dejándose arrebatar en adelante, de entusiasmos irreflexivos, que además de no ser nunca laudables, llegan á vituperables, cuando redundan en daño de la edificación de las almas.

C

AL CAPÍTULO V

DON FERNANDO DE ANTEQUERA

IERTAMENTE si el Compromiso de Cas

pe por su constitución es un hecho glorioso para nuestra patria, no lo es menos por habernos traido con su elección, príncipe de tan altas cualidades como era D. Fernando, muy digno de ser comparado con los fundadores de la Confederación Catalano-aragonesa, Ramón Berenguer el Santo y Alfonso I el Casto. El día que se escriba la biografía de este Rey, se verá que no hay exageración en mis palabras. No voy á hacer más que bosquejar ligeramente su fisonomía moral, y creo que ello será bastante para justificarlas.

Fué D. Fernando «príncipe muy hermo»so (como dice un contemporáneo suyo), »de gesto sosegado e benigno;» y según testimonio de quién le conoció y trató íntimamente, Alvar de Santa María, «alto de >>cuerpo, mayor que mediano e blanco e >>colorado e las mejillas un poco tan ma>>lants (hinchadas?) empañadas de paños

»e avie las archas (ijadas?) redondas e las >> piernas e el cuerpo de buen talle, los ojos >>muy fermosos, un poco blancos como »>bermejos, los cabellos ni rubios ni prie>>tos, más rubios que castaños.»> Como se desprende de tales señales, fué de temperamento equilibrado, en el cual los hervores de la sangre quedaban contrarrestados por los humores linfáticos, y la acritud de la bilis (de que da señal la enfermedad de que murió) suavizada por la especial composición de su sangre.

Moralmente, fué espejo de monarcas, por educación y por carácter. Fernán Pérez de Guzmán con Alvar de Santa María en Castilla; San Vicente Ferrer en Valencia, y Lorenzo Valla en Italia, al trazar el elogio de este gran Príncipe convienen en señalarle unos mismos rasgos y cualidades, lo cual no fuera posible, no habiendo podido consultarse mutuamente sus obras, si el elogio no tuviese por base la realidad. «Fué príncipe »>casto e honesto, muy catolico e devoto >>cristiano; la fabla vagorosa e floxa, e aun >>en todos sus actos era tardio e vagoroso; >>tanto paciente e sofrido que parescía que »non avie en él turbación de saña ni de ira. >>Pero fué príncipe de gran discreción y que >>siempre hizo sus hechos con bueno e ma»>duro consejo. A los que le sirvieron fué »asaz franco,» así dijo Fernán Pérez, y en

compendio había dicho antes Alvar de Santa María: que fué «hombre muy desenvuel>>to, muy católico e muy sabio e muy pru»dente, oía muy bien á cuantos con él que»rían hablar, muy manso e justiciero, e muy >>honrador de los hombres e hombre de >>gran corazón.» Todo lo cual conviene (y ciertamente no habían aún éstos escrito sus Crónicas) con lo que dijo San Vicente en un sermón pronunciado en Valencia poco después del Compromiso: «Item más: que »este rey por su condición más que caste>>llano es catalán ó aragonés; no tiene ami»gas, virgen llegó al matrimonio; ya veis >>cuantos hijos tiene y no se crían en brazos >>de doncellas, sino entre las fatigas de mon»tar, cazar, etc. Item más: los castellanos >>son muy habladores ¡D. Fernando Ferran>>do de los Arcos de los Mayores!..... pues »nuestro Rey es tardo en el hablar y pron>>to en los hechos (1).»

(1) Hé ahí el texto catalán que debo al ilustre archivero de la catedral de Valencia, D. Roque Chabás.

<«<Item mes: que aquest rey no ha condició de >>castellá mas de catalá ó aragonés: no te amigues, >>tot verge vench al matrimoni, e veus quantes >>creatures, e aquestes no's nodrexen en faldes de >>donzelles, mas á cavalcar e caçar, etc. Item mes: >>los castellans son molt parlers: Ferrán Ferrando »de los Archos de los Mayores, mas nostre rey a tart

Después de tan autorizados testimonios que luego corroborarán los datos históricos, yo no tengo inconveniente en admitir la elegante semblanza que del Infante de Castilla traza Lorenzo Valla en su historia, escrita con más espíritu retórico que parcial (1), dice así:

«Fué, pues, Fernando de natural elevado (magnífico) sin ninguna fastuosidad: de espíritu confiado é intrépido pero encogido y apocado para toda injusticia y mentira. Vehemente contra los contumaces y malos; pero clementísimo para cuantos alegasen necesidades, pobreza, enfermedades, edad ó cualesquiera otras causas de misericordia. Amante de la gloria bélica, pero siempre

»>parlá sino que despatxa los feyts. E axi Egredi»>mini, etc.» Sermó de St. Vicents Ferrer sobre San Juan Evang., t. IV, fol. 248, en la Cat. de Valencia.

(1) Hago mucho hincapié en el concepto en que tengo á Valla como historiador, porque el haber escrito su De rebus a Ferdinando gestis, ha hecho creer á muchos (y uno de ellos es Bofarull) que era quien «más de cerca pudo haberle observado,» cuando Valla nació en 1406 en Italia, y hasta 1443 no estuvo en España (D. Fernando murió en 1416), de manera, que nunca vió ni trató á D. Fernando. Seguramente se movió á escribir su historia en vista de los datos que pudo allegar durante su estancia en Barcelona los cuatro primeros años de su fuga de Roma, donde, como en Milán, Génova y Florencia, había enseñado Elocuencia.

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