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Don Phelipe, por la gracia de Dios Rey de Castilla, de Leon, de Aragon, de las dos Sicilias; de Jerusalen, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaen, de los Algarbes, de Algecira, de Gibraltar, de las Islas de Canaria, de las Indias, Islas y tierrra firme del mar Occeano, Conde de Flandes, y de Tirol, etc. Al Serenísimo Príncipe don Carlos, nuestro muy caro y muy amado hijo: E á los Prelados, Cardenales, Arzobispos y obispos, y á los Duques, Marqueses, Condes, Ricos-homes, Priores de las Ordenes, Comendadores, y Subcomendadores, y á los Alcaydes de los castillos, y casas fuertes y llanas, y á los del nuestro Consejo, Presidentes y Oidores de las nuestras Audiencias, Alcaldes, Alguaciles de la nuestra Casa y Corte, y Chancillerías, y á todos los Corregidores, Asistente, Gobernadores, Alcaldes mayores y ordinarios, y otros jueces y justicias qualesquier de todas las ciudades, villas y lugares de los nuestros reynos y señoríos, y á cada uno y qualquier de vos en vuestra jurisdicion, á quien esta nuestra carta fuere mostrada, salud y gracia: Sabed que cierta y notoria es la obligacion que los Reyes y Principes cristianos tienen á obedecer, guardar y cumplir, y que en sus reyfos, estados y señoríos, se obedezcan, guarden y cumplan los decretos y mandamientos de la santa madre Iglesia, y asistir, y ayudar, y favorescer al efecto y execucion, y á la conservacion de ellos, como hijos obedientes y protectores, y defensores de ella, y la que ansimismo por la misma causa tienen al cumplimiento y execucion de los Concilios universales, que legítima y canónicamente con la autoridad de la santa sede Apostólica de Roma han sido convocados y celebrados. La autoridad de los quales Concilios universales fue siempre en la iglesia de Dios de tanta y tan grande veneracion, por estar y representarse en ellos la iglesia Católica y universal, y asistir á su direccion y progreso el Espíritu Santo. Uno de los quales Concilios ha sido, y es, el que últimamente se ha celebrado en Trento, el qual primeramente á instancia del Emperador y Rey mi señor, despues de muchas y grandes dificullades, fue indicto y convocado por la felice memoria de Paulo III. Pontifice Romano, para la extirpacion de las heregias y errores que en estos tiempos en la cristiandad tanto se han extendido, y para la reformacion de los abusos, excesos y desórdenes de que tanta necesidad habia. El qual Concilio fue en vida del dicho Pontífice Paulo III. comenzado. Y despues con la autoridad y buena memoria de Julio III. se prosiguió, y últimamente con la autoridad y bulas de nuestro muy santo Padre Pio IV. se ha continuado y proseguido hasta se concluir y acabar, en el qual intervinieron y concurrieron de toda la cristiandad, y especialmente de estos nuestros reynos, tantos y tan notables Perlados, y otras muchas personas de gran doctrina, religion y exemplo. Asistiendo asimismo los Embajadores del Emperador nuestro tio, y nuestros, y de los otros reyes y príncipes, repúblicas, y potentados de la cristiandad, y en él con la gracia de Dios, y asistencia del Espíritu Santo se hicieron en lo de la fe y religion tan santos y tan católicos decretos: y ansimismo se hicieron y ordenaron en lo de la reformacion, muchas cosas muy santas, y muy justas, y muy convenientes, y importantes al servicio de Dios nuestro señor y bien de su iglesia, y al gobierno y policia eclesiástica. Y agora habiéndonos su Santidad enviado los decretos del dicho santo Concilio impresos en forma auténtica: Nos como católico Rey, y obediente y verdadero hijo de la iglesia, queriendo satisfacer y corresponder á la obligacion en que somos, y siguiendo el exemplo de los reyes nuestros antepasados de gloriosa memoria, habemos aceptado y recebido, y aceptamos y recebimos el dicho sacrosanto Concilio, y queremos que en estos nuestros reynos sea guardado, cumplido y executado, y daremos y prestaremos para la dicha execucion y cumplimiento, y para la conservacion y defensa de lo en él ordenado nuestra ayuda y favor: interponiendo à ello nuestra autoridad

y brazo real, quanto será necesario y conveniente. Y así encargamos y mandamos á los arzobispos, obispos, y á otros Perlados, y á los generales, provinciales, priores, guardianes de las órdenes, é á todos los demas a quien esto toca é incumbe. que hagan luego publicaré publiquen en sus iglesias, districtos y diócesis y en las otras partes y lugares do conviniere el dicho santo Concilio, y lo guarden y cumplan, y hagan guardar y cumplir, y executar con el cuidado, zelo y diligencia que negocio tan de servicio de Dios, y bien de su iglesia requiere. Y mandamos á los del nuestro consejo, presidentes de las nuestras audiencias, y á los gobernadores, corregidores, é á otras cualesquier justicias, que dén y presten el favor y ayuda r y ayuda que para la execucion y cumplimiento del dicho Concilio, y de to ordenado en él será necesario, y Nos ternemos particular cuenta y cuidado de saber, y entender como lo susodicho se guarda, cumple y executa, para que en negocio que tanto importa al servicio de Dios, y bien de su iglesia, no haya descuido ni negligencia. Dada en la villa de Madrid á doce dias del mes de julio, de M. D. LXIV. años. Yo el Rey: Yo Francisco de Eraso, secretario de su Magestad Real la fice escrebir por su mandado. Juan de Figueroa, El licenciado Vaca de Castro, El Doctor Diego Gasca, El Doctor Velasco, El licenciado Villagomez, El licenciado Espinosa, El licenciado Gomez de Montalvo. Registrada, Martin de Vergara, Martin de Vergara por Chanciller (a).

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BULA CONVOCATORIA

DEL SAGRADO, ECUMENICO Y GENERAL CONCILIO DE TRENTO, EN EL PONTIFICADO DE PAULO III.

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6

Paulo obispo, siervo de los siervos de Dios, para perpétua memoria. Considerando ya desde los principios de nuestro pontificado, que no por mé+ rito alguno de nuestra parte, sino por su gran, bondad, nos confió la providencia de Dios omnipoten+ te, en qué tiempos tan revueltos, y en qué circunstancias tan críticas para todos los negocios se habia elegido nuestra solicitud y vigilancia pastoral; deseábamos por cierto aplicar remedio a los males que por tanto tiempo han afligido, y casi oprimido ta república cristiana mas Nosy cercados tambien, como hombres, de nuestra propia enfermedad, com prehendiamos que nuestras fuerzas eran insuficientes para sostener tan grave peso. Pues conociendo que se necesitaba de paz, para libertar y conservar la república de tantos peligros como la amenazaban; veíamos por el contrario; que todo estaba lleno de ódios y disensiones, y en especial, opues

Paulus episcopus, servus servorum Dei, ad futuram rei memoriam Initio nostri hujus Pontifica tus, quem non ob merita nostra, sed propter suam magnam bonitatem Dei omnipotentis providentia nobis commisit, cernentes jam tum in quas per turbationes temporum, quotque incommoda rerum ferè omnium nostra Pastoralis sollicitudo, et vigilia esset vocata cupiebamus quidem mederi Christia nae Reipubl. malis, quibus illa jamdudum vexata, et propemodum oppressa est (1); sed ipsi etiam, ut homines, circumdati infirmitate, ad tantum onus tollendum impares vires nostras esse sentiebamus. Nam cum pace opus esse intelligeremus ad libe randam, et conservandam a plurimis impendentibus periculis Rempublicam, omnia invenimus odiis, et dissensionibus plena, dissentientibus praesertim Principibus iis inter se, quibus summa rerum pene omnis a Deo permissa est (2). Cum unum ovile, et unum Pastorem Dominici esse gregis, ad integritos entre si aquellos Principes á quienes Dios ha tatem Christianae religionis, et ad caelestium bo norum spem in nobis confirmandam, necessarium duceremus; schismatis, dissidiis, haeresibus erat Christiani nominis divulsa jam pene, et lacerata unitas. Cum tutam, atque munitam ab infidelium armis, atque insidiis Rempublicam opta remus, nostris erratis, nostraque cunctorum culpa, Dei videlicet ira peccatis nostris imminente, Rhodus fuerat amissa, Hungaria vexata, con ceptum et meditatum contra Italiam, contraque Austriam, et Illyricum terra, marique bellum: cùm impius, et immitis hostis noster Turca nullo tempore requiesceret, nostrorumque inter se odia, et dissensiones, suam bene gerendae rei occasionem duceret. Igitur, ut dicebamus, in tanta hae resum, dissensionum, bellorumque tempestate, tantisque excitalis fluctibus, cum essemus ad moderandam, et gubernandam Petri naviculam vocali, nec viribus ipsi nostris satis fideremus (3);

(1) Hebr. c. 5. 2.
(2) Joann. c. 10. 10.

encomendado casi todo el gobierno de las cosas. Porque teniendo por necesario que fuese uno solo el aprisco, y uno solo el pastor de la grey del Señor, para mantener la unidad de la religion cristiana, y confirmar entre los hombres la esperanza de los bienes celestiales; se hallaba casi rota y despedazada la unidad del nombre cristiano por los cismas, disensiones y heregías. Y deseando Nos tambien que estuviese prevenida y asegurada la república contra las armas y asechanzas de los infieles; por los yerros y culpas de todos nosotros, y descargando la ira divina sobre nuestros pecados; se acababa de perder la isla de Rodas, había sido devastada ila Un÷ gría, y concebida y proyectada la guerra por mar y tierra contra, la Italia, Austria, yo Esclavonia: porque no sosegando en tiempo alguno nuestro im pio, y feroz enemigo el Turco, juzgaba que los ódios y disensiones que fomentaban los cristianos entre sí, presentaban la ocasion mas oportuna parà ideat,fosiluce Lun 0501 andh

(3) Psalm. 54, 23.

1

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primùm conjecimus in Domino cogitatus nostros, ut ipse nos nutriret, animumque nostrum firmitate, et robore, mentem consilio, sapientiaque instrueret. Deinde animo repetentes majores nostros, sapien tia admirabili, et sanctitate praeditos, saepe in summis Christianae Reipublicae periculis remedium optimum, atque opportunissimum, oecume nica concilia, et Episcoporum generales conventus adhibuisse; ipsi quoque animum ad generale habendum concilium adjecimus: exquisitisque Principum sententiis, quorum nobis videbatur uti lis in primis, et opportuna ad hanc rem esse con sensio; cum eos tunc non alienos ab hoc tam sancto opere invenissemus; oecumenicum concilium, et generalem eorum Episcoporum, aliorumque Patrum, ad quos pertineret, conventum in civitate Mantuae indiximus, anno Incarnationis Domini, sicut litteris, et monumentis nostris testatum est, millesimo quingentesimo trigesimo septimo, Pont tificatus nostri tertio, ad x. Kalend. Jun. inchoan: dum, spem prope certam habentes føre, ut, cum illic in nomine Domini essemus congregati, ipse, sicut promisit (1), Dominus in medio nostrum af futurus, et bonitate, ac misericordia sua omnes temporum procellas,omniaque pericula spiritu oris sui facilè depulsurus esset. Sed, ut semper insidiatur piis actionibus humani generis hostis; primùm contra omnem spem, et expectationem nostram denegata fuit nobis Mantuana civitas, nisi aliquas conditiones subiremus ab institutis majo rum nostrorum, et conditione temporum, nostra que, ac hujus sanctae Sedis, ac nominis ecclesias tici dignitate, libertateque prorsus alienas; quas in aliis nostris litteris expressimus.

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Quapropteralium invenire locum, aliamque deligere civitatem necesse habuimus: quae cum non statim nobis occurreret idonea, et apta; ad sequentes Kal. Nov.prorogare concilii celebrationem fuimus coacti Interim saevus, et perpetuus hostis noster Turca, ingenti classe Italiam adortus, aliquot oppida in littoribus Apuliae cepit, vastavit, diripuit, praedas hominum abegit nos in maximo timore, et periculo omnium muniendis dittoribus nostris, fi nitimisque auxilio juvandis fuimus occupati: nec tamen interea destitimus consulere,et hortari Christianos Principes, ut de idoneo ad habendum concilium loco quid sentirent, nobis exponerent.

(1) Matth. 18. 20.

ejecutar felizmente sus designios. Siendo pues llamados, como acabamos de decir, en medio de tantas turbulencias de heregias, disensiones y guerras, y de tormentas tan revueltas como se han levantado, para regir y gobernar la navecilla de san Pedro; y desconfiando de nuestras propias fuerzas, volvimos ante todas cosas nuestros pensamientos á Dios, para que él mismo nos vigorizase, y armara nuestro ánimo de fortaleza y constancia, y otorgara á nuestro entendimiento el don de consejo y sabiduría. Despues de esto considerando que nuestros antepasados, que tanto se distinguieron por su admirable prudencia y santidad, se valieron muchas veces en los mas inminentes peligros de la república cristiana de los concilios ecuménicos, y de las juntas generales de los Obispos, como del mejor y mas oportuno remedio; tomamos tambien la resolucion de celebrar un concilio, general: y averiguados los pareceres de los Principes, cuyo consentimiento en particular nos parecia útil y conducente al efecto, hallándoles entonces inclinados á tan santa obra, convocamos concilio ecumenico y general de aquellos Obispos, y junta de otros Padres á quienes tocase concurrir, para la ciudad de Mantua, en el año de la Encarnacion del Se+ ñor 1537, tercero de nuestro Pontificado, como consta de nuestras letras y monumentos; asignando su apertura para el dia 23 de mayo, con esperanzas casi ciertas de que cuando estuviésemos allí congregados en nombre del Señor, asistiria en medio de nosotros, como promeliò, y disiparia fácil+ mente por su bondad y misericordia todas las tempestades de nuestro tiempo, y todos los peligros con el aliento de su boca, Pero como siempre arma lazos el enemigo del humano linage à todas las obras piadosas; se nos denegó primeramente contra puestra espéranza y espectacion la ciudad de Mantua; á no sujetarnos á ciertas condiciones muy agenas de la conducta de nuestros mayores, de las circunstancias del tiempo, de nuestra dignidad y libertad, de la de esta santa Sede, y del nombre y honor eclesiásticos, las que hemos espresado en otras letras Apostólicas.':

Nos vimos por lo tanto precisados á buscar otro lugar, y señalar otra ciudad; y no ocurriéndonos por el pronto oportuna ni cómoda, nos hallamos en la necesidad de prorogar la celebracion del concilio hasta el primer dia de noviembre. Entre tanto nuestro cruel y perpé→ tuo enemigo, el Turce, invadió la Italia con una formi+ dable escuadra; tomó, destruyó y saqueó algunos lugares en las costas de la Pulla, y se llevó cauti vas muchas personas. Nos estuvimos ocupados, en medio del grande temor y peligro general, en förtificar nuestras costas, y ayudar con nuestros' se corros a los comarcanos; sin dejar no obstante de aconsejar entre tanto, ni de exhortar á los Principes

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