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Grandes esfuerzos han hecho á este fin varios escritores: esfuerzos dignos ciertamente de la mayor alabanza, porque sin ostentar, ante todo, el brillo de la verdad pura, en vano aspiraria la Historia al glorioso título de "Maestra de la Vida." Mas la necesidad de esclarecer los hechos y enderezar las torcidas deducciones llega á ser urgentísima cuando el personaje así desfigurado puede servir, por su elevacion ó su influencia, para personificar en él una época ó una doctrina: porque entonces la mentira no solo mancha la reputacion de un individuo, convirtiéndose en calumnia, lo cual no es poco, sino que se agrava á lo sumo, por la gran copia de errores que esparce, en daño de muchos y áun de la sociedad entera.

De los hombres que han figurado en nuestro suelo, pocos habrá que hayan sido juzgados sin pasion, porque el antagonismo de razas, la falta de instruccion, las discordias civiles, y sobre todo las religiosas, han agriado los ánimos y ofuscado las inteligencias. Entre las víctimas de la ignorancia y del espíritu de partido, se distingue el SEÑOR DON FRAY JUAN DE ZUMÁRRAGA, primer Obispo y Arzobispo de México. Merced, en gran parte, á las declamaciones de escritores vulgares; de aquellos que escriben sin leer, ó leen para mentir mejor, el respetable y benéfico prelado llegó á ser, en concepto de muchos, un tipo de fraile ignorante y fanático. Mas no le rebajan y zahieren por celo de la justicia ni por amor á la verdad, sino a veces por pura ignorancia, y las más porque piensan, con ruin lógica, que en su persona combaten la religion que profesaba y que fué el móvil de todas sus acciones. La Religion, la Iglesia, el Sacerdocio, son el verdadero blanco de esos ataques. Y osan juzgarle sin crítica, por narraciones inventadas ó desfiguradas á placer, sin haber leido siquiera sus escritos, donde debieran ir á buscar, si quisieran ser justos, la expresion de sus opiniones y los rasgos indispensables para pintar con

acierto su carácter.

Duéleme haber de añadir que no solamente entre el vulgo de los escritores ha encontrado detractores apasionados el ilustre obispo: historiadores de nota, que en un tiempo alcanzaron gran popularidad, han admitido sin exámen y apoyado con su autoridad las falsedades de que el prelado ha sido víctima. Raro es que siempre podamos librarnos de la influencia de ideas preconcebidas, y más raro todavía que querramos tomarnos el trabajo de llevar la luz hasta los últimos rincones de la Historia, siquiera se interese en ello la honra de un personaje histórico, que no deja de ser un hombre. Más breve atajo es deslumbrar al lector con las galas de un estilo florido, que engolfarse en investigaciones, casi siempre áridas: más fácil es dejarse llevar de la corriente, que trabajar por remontarse, á fuerza de brazo, hasta la fuente misma de donde brota.

Por fortuna comienza á notarse, de poco tiempo acá, un cambio favorable al Sr. Zumárraga. No se desmienten, es verdad, hechos que con falsedad se le atribuyen; pero á lo menos no se le desfigura ya tanto, ni se interpretan de una manera siniestra sus intenciones. Algo es, mas no basta. Preciso es hacer ver que lejos de haber sido el Sr. Zumárraga un fraile ignorante, destructor encarnizado y ciego de los monumentos de la civilizacion mexicana, fué un varon apostólico, pobre, humilde, sabio, celoso, prudente, ilustrado, caritativo, enemigo mortal de toda supersticion y tiranía, propagador infatigable de la verdadera doctrina de Jesucristo, amparo de sus ovejas desvalidas, benefactor del pueblo en el órden material lo mismo que en el moral, y eminentemente práctico en todas sus disposiciones y consejos. Si á veces erró, usemos de alguna indulgencia con quien tanto bien hizo, acordándonos de que era hombre y de su siglo. En vano he esperado hasta ahora que personas competentes y autorizadas emprendan obra tan meritoria, con pleno conocimiento de los hechos y de los escritos del Sr. Zumarraga; y pues nadie se ha presentado todavía, no se me culpe

de atrevimiento, si por habérseme ofrecido ocasion favorable de aprovechar los documentos con que me hallo (aunque no sean todos los que quisiera), hago lo que puedo, y me echo encima una carga superior tal vez á mis fuerzas. La dejaria gustoso si hallara quien quisiera tomarla. Pero en realidad la empresa no es muy difícil. No se trata de apurar sutilezas de ingenio y adornos de estilo para defender una mala causa; ántes por el contrario, lo que precisamente se requiere, y lo único que me propongo en este escrito, es la exposicion sencillísima de la verdad.

N

II

ADA se sabe de la vida del Sr. Zumárraga, ántes de su profesion en la órden franciscana, y es extraño, porque los cronistas monásticos suelen referir, hasta con prolijidad, toda la historia de los varones ilustres de sus respectivas órdenes. Fué natural de la villa de Durango, en Vizcaya, no lejos de Bilbao: dícelo así él mismo,' y con semejante testimonio no queda lugar á la duda en que pudieran ponernos los cronistas, por afirmar alguno de ellos que la patria de nuestro obispo fué Zumarraga, poblacion de Guipúzcoa; opinion que

I «Eйl mismo pueblo 8 Durango dōde yo naci.» (Doctrina de 1543, última plana del pliego c.)-A mayor abundamiento, el fiscal eclesiástico, Juan de Gurbide, declarando en la informacion que hizo Martin de Aranguren, dijo que el obispo y él eran de un mismo pueblo, que es Durango. V. el Documento no 44, en el Apindice al fin de este libro, pág. 188.— La partida de bautismo del Sr. Zumárraga no se encuentra en la parroquia de Durango, porque no existen los registros de aquel tiempo. Estradicion allí, que nació en una casa que está frente al camposanto, y que desde México pidió jóvenes para colocarlos, advirtiendo que no mandasen

ninguno que hubiera sido monaguillo ó sacristan.

2 Están por Durango GONZAGA, De Origine Seraphica Religionis Franciscana (Roma, 1587, fol.), pág. 1226; MENDIETA, Historia Eclesiástica Indiana (México, 1870, 4), lib. V, pte. 1, cap. 27; FERNANDEZ, Historia Eclesiástica de nuestros tiempos (Toledo, 1611, fol.), lib. I, cap. 15; TORQUEMADA, Monarquía Indiana (Madrid, 1723, 3 ts. fol.), lib. XX, cap. 30; DAZA, Quarta parte de la Chronica General de N. P. S. Francisco y su Apostólica Orden (Valladolid, 1611, fol.), lib. II, cap. 44; GONZALEZ DÁVILA, Teatro Eclesiástico de la primitiva Iglesia de las Indias Occidentales

podia alegar á su favor la circunstancia de que los franciscanos solian cambiar su apellido propio por el nombre del lugar de su origen.' No sabemos á punto fijo el año de su nacimiento, y únicamente por la edad que dicen tenia cuando falleció, se saca que habia nacido ántes de 1468. Hay indicios bastantes para creer que pertenecia á una familia de condicion humilde.'

Varían los autores acerca del lugar donde hizo su profesion religiosa: los más dicen que en el convento de Aranzazu, de la custodia de Cantabria, y que luego pasó á la de la Concepcion: otros le hacen hijo de esta. Dejando aparte autores de ménos nota, tenemos en favor de la primera opinion al P. Fr. Gerónimo de Mendieta, que como fraile de la misma órden, y llegado á México seis años despues de la muerte del señor obispo, es de creerse que estaria bien informado.

(Madrid, 1649, 55, 2 ts. fol.), tom. I, pág. 19; LUZURIAGA, Paranympho Celeste, Historia de la Mystica Zarza, milagrosa Imagen y prodigioso Santuario de Aranzazu (México, 1686, fol.), lib. II, cap. 3; SAN ANTONIO (Fr. Juan de) Bibliotheca Universa Franciscana (Madrid, 1732, 33, 3 ts. fol.), tom. II, pág. 235; BERISTAIN, Biblioteca Hispano-Americana Septentrional (México, 1817, 21, 3 ts. folio), tom. III, pág. 359; &c.—Y por Zumarraga «el cronista de la provincia de Cantabria.» Así le cita BETAN CURT (Tratado de la Ciudad de México, pág. 23). Por ser del cronista de la provincia en que nació el Sr. Zumárraga no careceria de peso esta autoridad, aunque aislada, si no tuviéramos en contra el testimonio irrecusable aducido en la nota anterior.

I Podriamos presentar numerosos ejemplos de tal costumbre; pero baste con dos. Fr. Toribio de Benavente (ó Motolinia), tenia por apellido Paredes. (Coleccion de Documentos para la Historia de México [México, 1858, 66], tom. I, pág. 13.) Fr. Martin de Valencia, natural de Valencia de Don Juan, se llamaba Fr. Juan Martin de Boil, segun Betancurt, Menologio, 31 de Agosto.

2 El Mtro. Gonzalez Dávila (loc. cit.) fija la fecha del nacimiento en 1468; pero habiendo fallecido en 1548, «de edad de más de ochenta años,» como dice Mendieta (lib. V, pte. I, cap. 29), es claro que nació ántes de aquella fecha. Lo propio expresa el P. Torrubia (Chronica de la Seraphica Religion del Glorioso Padre S. Francisco de Assis. Novena Parte [Roma, 1756], Apénd. p. III). Por otra parte, el Sr. Zumárraga, escribiendo al rey en 17 de Abril de 1540, le decia: «ya paso de sesenta años,» cuando segun esta cuenta debia pasar de setenta y dos; y es difícil de creer que en tan avanzada edad no hiciera mérito de diez ó doce años más. Bien pudiera ser que el copista leyera sesenta donde el original decia setenta, por ser palabras fáciles de equivocar en la escritura antigua.

3 «Dos deudos suyos pasaron á México, el uno calcetero, que le puso tienda, y otro bordador, que le ayudó para que se ocupase en su oficio.»> (GONZ. DÁVILA, tom. I, pág. 23). Daza dice que fué «hijo de padres nobles, como lo son todos los de aquela tierra, á los cuales es tan propia la nobleza como á la nieve la blan

cura.»

Pero del lado opuesto se halla el general de la órden, Fr. Francisco de Gonzaga, quien afirma que el Sr. Zumárraga tomó el hábito en la provincia de la Concepcion,' y aun indica en otro lugar, que fué hijo del convento del Abrojo; porque tratando de esta casa dice que apenas era dable explicar la religion, santidad y observancia que habia en ella, y por lo mismo no era extraño que hubiera dado á la órden tantos padres insignes, de los cuales, por no ser prolijo, solo nombraria algunos, y en primer lugar al P. Zumárraga, obispo de México. Es de peso el testimonio del Illmo. Gonzaga; y respecto al derecho que pueda pretender Aranzazu, harémos notar que esa famosa casa perteneció primero á los padres de la Merced, en seguida á los terceros de S. Francisco, y luego á los frailes dominicos, hasta que en 1514 fué adjudicada definitivamente á la religion franciscana, por sentencia de Leon X. No creo que allí se recibieran novicios y se dieran hábitos, ántes de quedar la órden en tranquila posesion del convento, ni que el Sr. Zumárraga profesara despues de 1514, cuando ya tenia cerca de cincuenta años de edad. Los doce ó trece que trascurrieron hasta que fué electo obispo, no dan lugar para noviciado, profesion, estudios y desempeño de varios cargos, que por lo comun eran trienales.

Nos faltan tambien noticias acerca de sus estudios. Un cronista de la órden apunta3 que los hizo en la provincia de la Concepcion, y los demas se contentan con decir que salió gran letrado y predicador. Aunque ellos tal no dijeran, bien lo patentizan los escritos

I «Sancti Francisci habitum in Conceptionis Provincia suscepit, in qua sæpius guardianus, diffinitor, et semel fuit provincialis, magna in his muneribus prudentia et religione conspicuus.» Pág. 1226.

2 «Cujus religio, sanctitas atque regularis disciplina vix explicari possunt. Unde nec mirum, si tot patres scientia illustres, moribus graves, religione atque sanctitate insignes no

que

stro Ordini pepererit. Ex quibus ta-
men, ne tædiosior sim, unum vel al-
terum in medio adducam. Et primo
quidem loco admirandæ religionis at-
que sanctitatis patrem Zumarragam.»
(Pág. 868.) La indicacion no es del
todo segura, porque luego nombra á
Fr. Bernardino de Arévalo que no
profesó en el Abrojo, sino en el con-
vento de Arévalo, su patria.
3 DAZA, lib. II, cap. 44.

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