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haber conocido hasta dónde llegaba la maldad de los contrarios, que en haber empleado el remedio heróico de dirigirse desde el púlpito á unos magistrados católicos, de quienes debian esperar siquiera respeto al lugar sagrado. Años despues hizo mucho más en la Florida Fr. Domingo de la Anunciacion, y salvó así á un ejército de españoles próximo á perecer de hambre.' Triste historiador es aquel que solo juzga por los resultados, por más que este sea el criterio ordinario del vulgo.

Tomada aquella resolucion, quedóse en Huexocingo el Sr. Zumárraga, y vino á México el fraile escogido para desempeñar tan árdua comision. Fué este Fr. Antonio Ortiz, que tenia fama de gran predicador y reprendedor de vicios con libertad cristiana. Ocurrió á poco la fiesta de Pentecostés en que ofició de pontifical el obispo de Tlaxcala, y llegada la hora, subió Fr. Antonio al púlpito. Desempeñado el asunto principal de su discurso, prosiguió diciendo que debia volver por la honra de su religion, ultrajada en aquel escrito, el cual no contenia acusacion que pudiera probarse. El presidente, al oirle, le mandó en voz alta que dejase aquello y dijese otra cosa, ó bajase del púlpito. Rogó el predicador que por caridad le dejasen hablar, porque no diria nada fuera de su obligacion. Interviene entónces el fogoso Delgadillo, y sin más trámite manda á un alguacil, que haga bajar del púlpito al predicador: júntanse con el alguacil ciertos parciales del factor Salazar, y así en tumulto, vociferando injurias, toman de los brazos y de los hábitos al religioso, y derríbanle con violencia del púlpito. Ya es de considerarse cuán grave escándalo se seguiria de tamaño desacato, cometido en la iglesia mayor, en fiesta tan solemne y oficiando un obispo; pero se prosiguió

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y acabó la misa sin más alboroto. El predicador no mostró sentimiento alguno;' pero como el provisor juzgase que los autores de la tropelía estaban incursos en excomunion, no quiso que al dia siguiente se les dijese misa, si ántes no venian á ser absueltos. Léjos de someterse, le notificaron que saliera desterrado de esta tierra y de todos los dominios de S. M., porque ni él era provisor, ni el electo era obispo, ántes cabia mucha duda acerca de la validez de su eleccion: al mismo tiempo mandaron á un alguacil, que prendiese al provisor, le pusiese en una mula, y le llevase á embarcar al puerto. Conociendo que la órden se ejecutaria, quedose el provisor asilado en la iglesia, junto al altar mayor. Maravilla fué que no le sacasen de allí; pero cercaron la iglesia, y prohibieron con pena de muerte que nadie llevara alimentos al refugiado. Supo el obispo lo que pasaba, y "viendo que todo se ardia, vino á más andar á echar agua." A fuerza de instancias y amonestaciones, consiguió ablandar un poco los ánimos, y que vinieran los oidores á recibir la absolucion á S. Francisco, contentándose el Sr. Zumárraga con tan ligera satisfaccion como fué la de que dijesen el salmo Miserere. Debieron conocer que se habian excedido, y que les convenia destruir el libelo, causa de aquellas turbaciones, porque le mandaron traer y quemar allí mismo, de consentimiento de los frailes, sin dejar copia de él, con lo cual se restableció por un momento la paz.2

I «El siervo de Dios lo tuvo por singular honra, sufriéndolo por amor suyo, como otro S. Pablo, con mucha paciencia, porque ellos alcanzasen misericordia. Y así volvió al convento con tanta alegria como si le hubieran dado una joya de grande estima.» MENDIETA, ubi supra.

2 El Sr. D. José F. Ramirez, en sus Noticias Históricas de Nuño de Guzman (apud Procesos de Residencia instruidos contra Pedro de Alvarado y Nuño de Guzman), da á entender que el predicador fué el obispo de Tlax

cala, y aplica tambien al mismo lo relativo al provisor, haciendo de tres personas una sola. Provino esto de que cuando el Sr. Ramirez escribió áun no se conocia el texto original de la carta del Sr. Zumárraga, y no teniamos sino la traduccion francesa de Ternaux, vuelta luego á traducir al castellano por D. Cárlos María de Bustamante. Ternaux tradujo mal, abreviando mucho, y Bustamante retradujo peor. Ambos indujeron en error al Sr. Ramirez. Igual desgracia aconteció al más moderno de los bió

Renováronse, sin embargo, muy pronto, los ataques á la Iglesia, porque aquellos hombres no acertaban á vivir un dia sin despojar ó agraviar á álguien. Pertenecian á Cortés los terrenos que lindan por el Oriente con la calzada de la Verónica, y por el Norte con la de Tacuba: en ellos tenia una quinta, y habia hecho edificar tambien una ermita ó capilla dedicada á S. Lázaro, que segun las señas, estaba cerca de la que luego fué parroquia de S. Antonio de las Huertas, destruida en 1863. Acudian á la ermita muchos devotos, especialmente por la cuaresma, en que solian decirse muchas misas, porque era más bien una iglesia en forma, muy provista de imágenes y ornamentos, y le pertenecia ademas un buen espacio de terreno. Parece que habia tambien una casa, á manera de hospital, en que se recogian enfermos del mal de S. Lázaro. Agradó á Guzman el sitio, porque era de grandes arboledas y muchas aguas, como que cerca pasaba el acueducto que abastecia á la ciudad. No fué menester más para que el presidente se apoderara de todo, hiciera arrasar la ermita, y mandara levantar allí una suntuosa casa de campo, con un gran verjel cercado; todo á costa de los pobres indios, á quienes no pagó materiales ni trabajo. Muy sensible fué para el Sr. Zumárraga aquel agravio, é instado por el guardian de Tlalmanalco, que le representaba ser caso de conciencia no haber excomulgado al presidente, reconvino á este, y no sacó otra satisfaccion que burla y escarnio. Pero á Guzman mismo no podia ocultarse la gravedad del hecho, y que no dejaria de llegar á oídos del soberano. Se apresuró, pues, á escribirle, que habia destruido aquella casa, porque como pasaba por ella el agua de la ciudad, se podria seguir mucho daño de que los enfermos la usasen para sus menesteres, ántes de recibirla los vecinos. La razon era plausible; pero dado que fuese bastante para aplicar á otros usos la

grafos del Sr. Zumárraga, aunque el texto de la Carta corre impreso desde

1870. SOSA, El Episcopado Mexicano (México, 1877, fol.), pág. 6.

casa, y áun destruirla, ¿servia tambien para justificar los delitos de apropiarse todo, y de edificar para sí á costa de los indios? Guzman aseguraba haber mandado levantar otra casa en lugar más á propósito, y en vista de todo se ordenó á la segunda Audiencia, que si las cosas pasaban como Guzman las referia, aprobara lo hecho; pero que si áun no estaba labrada la nueva casa, mandara hacerla á costa de quienes debieran pagarla.' Con tal providencia quedó de hecho impune el atentado, pues yo no encuentro que tal casa se hiciera por el presidente, ni á su costa.

VI

os de la Audiencia no podian ménos de conocer que por muy desfigurada que estuviera la verdad en sus informes, al fin habia de saberse en la corte lo que realmente pasaba, siendo tantos como eran los agraviados que ocurririan á ella en busca de remedio. Trataron, pues, de parar el golpe; pero Guzman no aspiraba solamente á justificarse, sino que osaba pretender la gobernacion, porque era notorio que no habia traido otro título que el de presidente de la Audiencia, y áun ese en calidad de interino, mientras se elegia á quien debia tenerle en propiedad. Por eso en México opinaron muchos, que Estrada no debiera entregarle el gobierno, y áun pensaron dar favor al tesorero, si se negaba á la entrega.3 Para el logro de sus fines necesitaba Guzman, ante todo, impedir que se confiara el mando á su enemigo Cortés. Ya sabia que áun cuando andaba muy favorecido en la corte, no habia alcanzado del rey que le volviese á despachar con cargo de gobernador á la Nueva España, á pesar del ardiente empeño con que lo procuraba. A juicio de Guzman, era preciso enviar

1 Cedulario de PUGA, tom. I, página 166.

2 HERRERA, Déc. IV, lib. 3, cap. 8. 3 BERNAL DIAZ, cap. 196.

en tal coyuntura un solicitador que apoyara aquella negativa, y negociara en provecho de su comitente. Nadie más propio para el caso, que el factor Salazar, cuya suerte corria unida con la suya, y que se jactaba de tener tal persuasiva, que le bastaba breve rato de plática para convencer á cualquiera.' Despachóle, pues, para España, y llegó á embarcarse; pero una gran tormenta le hizo naufragar en la costa de Guazacualco: logró salvarse en un batel, y de allí se volvió á México, con lo cual no tuvo efecto, por entónces, su viaje.2 Frustrado aquel intento, y como cada dia llegasen nuevos avisos de las mercedes que el rey hacia á Cortés, lo que ponia temor de que alcanzase al fin la gobernacion, creyeron presidente y oidores que podrian salvarse si lograban hacer creer á la corte, que el pueblo estaba contento y apoyaba lo que ellos pretendian, para lo cual les ofrecia ocasion oportuna la circunstancia de haberse de enviar á España, con personas de confianza, el proceso de residencia contra Cortés y los oficiales reales. Al efecto, resolvieron convocar una especie de representacion nacional, muy usada en aquellos tiempos, la cual consistia en que cada poblacion de españoles nombrara sus diputados ó procuradores, y juntos en México escogieran dos ó más personas que fueran á la corte con la voz del pueblo á solicitar lo que parecia más conveniente al bien comun. Dadas las órdenes, vinieron á su tiempo los procuradores, y se reunieron en la iglesia mayor; mas no pudieron estorbar que entraran otras muchas personas extrañas á la junta y levantasen tal desórden, que no fué posible acordar nada. Quedóse para otro dia; pero Guzman, léjos de permitir que la eleccion fuese libre, ni áun cuidaba de que lo pareciese, ántes ejercia por todos lados lo que hoy, de puro comun, ha adquirido ya

I «Se loa públicamente que si oyen á su maldita (lengua) sola una hora, no hay nacido á quien no venza.» Carta del SR. ZUMARRAGA, Apénd., Doc. n. 1, pág. 28.

2 BERNAL DIAZ, ubi supra. No he logrado fijar la fecha de este su

ceso.

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