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tectores, y siempre se diera ese cargo á religiosos, entre los cuales recomendaba especialmente á Fr. Martin de Valencia y Fr. Domingo de Betanzos, "que son como dos apóstoles:" que los religiosos fueran más favorecidos, para que pudieran entender mejor en la conversion: que se hicieran ordenanzas para el buen tratamiento de los indios, y se pusiera coto en el cargarlos, lo mismo que en el rescatar y sacar esclavos: en fin, que se mandaran observar las leyes suntuarias, porque era excesivo el lujo en los trajes, áun de personas bajas, y "para mantener esa seda, demas de quitar el cuero á los indios de las encomiendas, valen las cosas á excesivos precios." Escribió tambien el obispo, que no hablaba por sentimiento de la ofensa de haberle quitado los diezmos, "pues con el hábito pastoral seria honrado y estimado, y con unas alforjas podria buscar el sustento," sino por la honra de Dios, el servicio del rey, y el descargo de su conciencia.' Otras personas escribieron al mismo tiempo, y encontraron modo de que sus cartas no fueran interceptadas.

Idos los procuradores, quedaron todos aguardando el efecto de los informes enviados, confiado cada cual en que el suyo prevaleceria. Poco ántes se habian recibido más noticias de que Cortés volvia con marquesado y muchas mercedes, lo que dió márgen á otro incidente desagradable, que descubre hasta dónde llegaba el atrevimiento de aquellos hombres. Paseando un dia Guzman á caballo por la ciudad, con varios acompañantes, entre ellos Alvarado y Salazar, recayó la conversacion sobre el asunto que ocupaba la atencion de todos. Salazar, arrebatado de ira, exclamó en voz alta: "El rey que á tal traidor como Cortés envia, es hereje y no cristiano." Quedaron todos pasmados al escuchar tamaño desacato á la majestad real; y aunque por respeto al presidente nadie se atrevió por entónces á replicar, el dia inmediato, 18 de Agosto, se pre

I Esto último no está en la carta á Déc. IV, lib. 6, cap. 9. Véase tambien que nos referimos. Dícelo Herrera, el Apénd., pág. 138, lins. 5, 6.

sentó á la Audiencia Pedro de Alvarado, y pidió licencia para retar al factor á fuero de Castilla. No se le dió en el acto respuesta, por no hallarse presente Guzman; pero habiendo asistido al acuerdo el dia siguiente, dijo en público: "Pedro de Alvarado miente, como ruin caballero, si lo es, que el factor no dijo tal;" y se atrevió así á negar lo que habian oido cuantos iban en el paseo. En seguida mandó prender á Alvarado en las Atarazanas y echarle grillos: de manera que el rey quedó ofendido, el fiel castigado, y el desleal, sobre impune, tan ufano como si hubiera vencido en campo á su adversario.

Guzman, por fin, más avisado ó más medroso que sus compañeros, no quiso aguardar aquí la llegada de Cortés, y ménos la de nuevos gobernantes con que le amenazaba su mala conciencia, áun ántes de saber que venian. Habíase disgustado con los oidores, como era preciso que al cabo sucediera, y tambien por eso deseaba apartarse de ellos. Le pareció que lograba con disimulo su intento, y áun podria salir airoso de los cargos que veia acumularse sobre su cabeza, si remataba nueva conquista que eclipsara, aunque fuera en parte, las de Cortés, porque el esplendor de la victoria, y el servicio de poner grandes provincias á los piés de su soberano, sofocarian la voz de sus contrarios, como lo estaba viendo en su aborrecido rival. Pero Guzman era hombre que no sabia ganar los ánimos, ni gobernar sino con vara de hierro, y desde luego comenzó por actos de violencia los preparativos para su jornada. Queriendo debilitar el partido de Cortés é impedir que le dañase durante su ausencia, hizo notificar á los antiguos conquistadores y á cuantos tenia por afectos á aquella bandera, que se aprestasen á acompañarle en la entrada á los teules chichimecas ó á la tierradentro, como ahora diriamos. Los conquistadores, casi todos viejos, enfermos, y ademas pobres por las persecuciones de la Audiencia, andaban desesperados, sin hallar cómo eludir un mandato que los obligaba á

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contribuir al triunfo de su mayor enemigo; pero al cabo hubieron todos de servir, unos con sus personas, otros dando sus armas y caballos.' Á puro apremio colectó Guzman un ejército de quinientos españoles, de diez á veinte mil indios, muchos de ellos no para guerra sino para carga. Como faltaba dinero para los gastos, pidió que se le dieran hasta diez mil pesos de la caja real; pretension atrevida é inaudita, porque el gobierno jamas daba para esas expediciones sino la licencia; pero los oidores consintieron por el deseo de verse libres de su presidente, y quedar solos en el mando. Arreglado todo, salió de México del 20 al 22 de Diciembre de 1529.3 Dejémosle seguir su camino, y apartemos la vista de un odioso personaje que no volverá á figurar en nuestra narracion.*

1 Cabildo de 27 de Febrero de 1531.

2 Carta de NUÑO DE GUZMAN, 10 de Marzo de 1534, apud Coleccion de Documentos del Archivo de Indias, tom. XIII, pág. 437. Despues se le embargaron y vendieron bienes para cubrir esta cantidad. Ibid. pág. 442. Carta de los OIDORES, Apénd., Doc. no 59, págs. 253, 257.

3 Hay discrepancias acerca de esta fecha. Me atengo á datos que parecen seguros. García del Pilar dice: «Salió año de 29, tres dias antes de la Pascua de Navidad.» (Relacion de la Jornada de Nuño de Guzman, apud Coleccion de Documentos para la Historia de México, tom. II, pág. 248.) «Se partió de esta cibdad, en seguimiento de su jornada, á veinte dias de Diciembre.» (Cuarta Relacion de la entrada de Nuño de Guzman, ibid., pág. 462. Este autor anónimo dice que el año de 30; pero el guarismo está evidentemente errado.) « Partieron de aquí tres dias antes de la Pascua de Navidad,» dice Cristóbal de Barrios que fué en la expedicion. Documentos del Archivo de Indias, tom. XVI, pág. 364.

4 Guzman, que pudo haber alcanzado alto nombre en su conquista, donde mostró dotes de buen capitan,

y sobre todo una asombrosa energía, junta con una constancia á toda prueba, no ha dejado memoria sino de tiranía y crueldad. Ni la venida de la segunda Audiencia, ni la del virey Mendoza, ni los repetidos golpes que recibia de México y de la corte, lograron hacerle desmayar. Mantúvose largo tiempo en el terreno de su conquista, padeciendo infinitos trabajos y sujetando con mano de hierro á los que querian abandonarle, hasta que no pudiendo resistir más á la tormenta, vino á México, de paso para España. Aquí, y en presencia del virey Mendoza, le prendió en 1537 el Lic. Diego Perez de la Torre, nombrado sucesor suyo en el gobierno de la Nueva Galicia, y le puso en la cárcel pública. Despachado luego á España, le desterró el rey, sin oirle siquiera, á Torrejon de Velasco, donde murió en 1544, olvidado y en la mayor miseria.- El Sr. D. José F. Ramirez emprendió una á manera de rehabilitacion de Guzman: no disimulando la fealdad de sus hechos, sino comparándolos con los de otros conquistadores de la época, para deducir que no les excedia en crueldad. Cierto que los peores hechos de Guzman pueden encontrar pareja en los anales de la conquista; pero el con

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ADA aventajó el Sr. Zumárraga con la ausencia de Guzman, porque los oidores no valian más que él, y perdido ya el respeto á las cosas de la Iglesia, no tardó en renovarse con creces la lucha entre ambas potestades. Cristóbal de Angulo, clérigo de corona, es decir, simple tonsurado, se habia retraido al convento de S. Francisco, y estaba allí por órden del Sr. Zumarraga, que conocia de su causa, como juez eclesiástico. Cuáles eran realmente los delitos de aquel hombre, no es fácil averiguarlo, porque las relaciones del suceso están escritas con tal pasion, que mientras unos dicen que "aunque le prendieran en la plaza, se librara, si le quisieran oir en juicio, porque sus delitos eran ya viejos, y estaba libre de ellos," ' otros afirman que habia matado dos hombres, y casi tres, á traicion. Tambien se le acusaba de haber tomado parte en una conjuracion encaminada á quitar la vida á los oidores, lo cual no pasaba de una parlería; pero podemos creer que existia delito, antiguo ó reciente, porque de otra suerte él no se habria acogido á sagrado, ni el Sr. Zumárraga le procesara, ni los oidores, que aunque perversos, al fin eran letrados, habrian Îlegado hasta quitarle la vida sin alguna causa, siquiera no fuese bastante para ello. Si solamente se proponian molestar más al obispo, con la extraccion violenta del reo se hubieran contentado.

Se hallaba asimismo retraido en S. Francisco, García de Llerena, criado de Cortés, que segun algunos era tambien clérigo de corona, y estaba procesado por el Sr. Zumárraga: circunstancias que otros omiten.

junto de su carácter presenta tal aspecto de invariable dureza y ferocidad, que no será fácil hallar en nuestra historia otro tan repugnante.

I MOTOLINIA, Historia de los In

dios de Nueva España (apud Coleccion de Documentos para la Historia de México, tom. I), trat. II, cap. 9.

2 Cabildo de 10 de Marzo de 1530.

De sus delitos, únicamente se dice que eran feos: bastábale con ser criado de Cortés y haberle defendido en la residencia, para que le persiguiesen. Sea por lo que fuere, los oidores determinaron apoderarse de aquellas dos personas, sin guardar siquiera las formalidades acostumbradas en semejantes casos, porque omitido todo aviso ó requerimiento, allanaron el asilo la noche del 4 de Marzo de 1530, y sacaron á Angulo y Llerena del aposento en que dormian los niños indios que se educaban en el monasterio. Los presos fueron Îlevados en camisa y descalzos á la cárcel pública, donde los cargaron de cadenas, y á poco rato comenzaron á darles tormento.'

El sábado 5, por la mañana, á tiempo que el Sr. Zumárraga cantaba la misa de Nuestra Señora en la iglesia mayor, llegó á ella, con la noticia de lo sucedido, el obispo de Tlaxcala en compañía de los prelados y religiosos de S. Francisco y Sto. Domingo, llevando sus cruces enlutadas. Túvose allí mismo consejo, y con parecer de letrados se resolvió que para hacer algo en favor de aquellos infelices, cuyos lamentos se oian en la iglesia, y reparar el escándalo producido en los indios, acostumbrados desde su gentilidad á respetar tanto sus templos, fueran todos á la cárcel en silencio, con señales de duelo, y allí se requiriera á los oidores, que restituyesen los reos al sagrado y á la jurisdiccion eclesiástica. El paso era peligroso; pero realmente no quedaba otro camino, porque la Audiencia no reconocia aquí superior á quien apelar. Fueron,

I El Sr. Ramirez, siguiendo á Herrera (Déc. IV, lib. 7, cap. 2), dice que este suceso desavino al presidente con sus colegas é influyó en el nuevo giro que dió á sus proyectos, lanzándole á la conquista de Jalisco, porque contra su voto y voluntad sacaron del sagrado á aquellos hombres (Noticias Históricas de Nuño de Guzman, páginas 200, 201). Basta la comparacion de las fechas para advertir que este suceso pasó dos meses despues de la

partida de Guzman, y así no pudo tener voto ni parte en él. Verdad es que el Cabildo, en sus requerimientos, habla siempre de presidente y oidores: pero será porque veia en la Audiencia un cuerpo moral indivisible. El Sr. Zumárraga, al contrario, nunca habla en sus respuestas más que de oidores. De hallarse en México Guzman, no dejariamos de verle figurar en aquellas escenas.

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