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si era posible, de un buen número de religiosos que le ayudasen. Pidió treinta al Consejo: dijeronle que con doce sobraba, y al cabo, ignoro por qué, se vino sin ninguno, de lo cual siempre le pesó. En vez de ellos, y para hacer bien de todos modos á la tierra, trajo en tres navíos muchos artesanos casados, con mujeres é hijos, cuyos gastos aún no acababa de pagar años despues.'

de probar el regreso del Sr. Zumárraga á México ántes del fin del mismo año de 1533. Que la fecha del doctor es falsa, se prueba por varios caminos. En 7 de Noviembre de 1533 se despachó una real cédula en que se previene que mientras no haya ereccion de esta Iglesia, se dé á los prebendados la cuarta parte de los diezmos. Luego no estaba hecha desde Mayo anterior. (Apénd., Doc. n. 50, p. 232.) El 8 de Abril de 1534 estaba el Sr. Zumárraga, no en México, sino en Toledo, y allí daba su opinion acerca de si era ó no conveniente la nueva poblacion de españoles que se hacia en la Puebla de los Ángeles. (Documentos del Archivo de Indias, tom. XVI, página 560; Apénd., Doc. n. 60, p. 259.) Queriendo apurar todavía si en la primera edicion del Concilio habia una errata que hubiese pasado á las siguientes, busqué un testimonio auténtico de la ereccion; y aunque no existe en el archivo de la Catedral, le hallé entre mis propios papeles. En 1570 envió á España el Sr. Arzobispo Montúfar unas voluminosas informaciones que originales paran en mi poder, y entre ellas hay un testimonio de la ereccion, debidamente autorizado por el secretario del Cabildo y notario apostólico Pedro de Peñas, el 1o de Diciembre de 1569, donde consta igualmente la consabida fecha «Datis Toleti sub anno a Nativitate Domini millesimo quingentesimo trigesimo quarto.» Este testimonio se sacó sin duda alguna del original mismo firmado por el Sr. Zumarraga, porque á renglon seguido de su nombre, y cubierto todo por la certificacion del notario, se encuentra una nota que copio por no haberse impreso hasta ahora.

«En la ciudad de México, sábado, á dos dias del mes de Junio de mill é quinientos é cuarenta é ocho años, el ill. y Rmo. Señor Don fray Joan Çumarraga Obpo. de México, en sus casas dixo: quel auia hecho esta erection con acuerdo de su mag.t para la horden é regimiento del cabildo desta sancta yglesia y que el la aceptaua érretificaua é queria valiese y se guardase como en ella se contiene. E yo Fran.co de burgos Oriuela, secretario del dicho Cabildo doi fee que todo lo suso dicho pasó así, é que la firma de arriba la hizo su señoria Rma. por sus manos proprias, siendo testigos el doctor Bartholomé Melgarejo, é Migel Lopez de Legaspi, escriuano, é Martin de Aranguren. En fee de lo qual lo firmé de mi nombre.-FRAN.co DE BURGOS ORIUELA.»

Es notable que el Sr. Zumárraga difiriera hasta la víspera de su muerte esta declaracion. Acaso entonces recordó ó le recordaron que la ereccion no estaba refrendada por notario ó secretario, y aprovechó aquellas últimas horas de vida para añadir el requisito que faltaba á tan importante documento. Alaman (Disertaciones [México, 1844, 49, 3 ts. 4°] tom. II, pág. 175) dice que el Sr. Zumarraga hizo la ereccion en Toledo, á 9 de Septiembre de 1534. Sospecho que echó mano de la fecha errada de la bula de ereccion del obispado.

I «Supliqué en Consejo, que me diesen treinta frailes que yo dí por nómina, y como me respondieron que hartos eran doce, me vine sin ellos, cargado en tres navíos de casados oficiales con sus mujeres é hijos, cuyos fletes y matalotajes y curas de boticas y médicos hasta agora no los he podido pagar: pluguiera á Dios que yo

Trajo ademas seis beatas para maestras de las niñas indias.'

Vino asimismo en su compañía un mancebo de catorce á quince años, llamado Francisco Gomez, á quien conoció en Búrgos, donde estaba en casa de un tio. Agradó al obispo por su modestia y afabilidad: pidiósele al tio, y este consintió de buena gana en dejarle partir; pero el muchacho se resistia, y le sacaron de Búrgos con engaño, diciéndole que se volveria con una carta que el obispo no queria fiar á otro, y que le daria en el camino. Así llegaron á Sanlúcar, importunando en cada lugar el mozo para que le diesen la carta con que habia de volverse á su casa; pero en vez de ello le embarcaron contra su voluntad. Pena nos causa hallar este borron en la historia del Sr. Zumárraga. Sin embargo, aquel jóven demostró con su conducta posterior, que si al principio padeció violencia, allanóse presto á ella su voluntad, pues en los muchos años que áun vivió aquí, nunca trató de deshacer lo hecho, como fácilmente pudiera. Léjos de eso, el buen ejemplo de vida que dió como religioso y misionero, hizo ver que el obispo no habia errado en la eleccion.2

No consta á punto fijo la fecha en que volvió á México el Sr. Zumarraga. De los documentos que he consultado, resulta con bastante certeza, que salió de España por Junio, y llegó aquí por Octubre del año de 1534.❜

trujiera aquellos treinta frailes y se quedaran los casados, y fuera sobre mi conciencia.» Parecer del SR. ZUMÁRRAGA sobre esclavos, Apénd., Documento no 32, pág. 152.

I Inventario, Apênd., Doc. no 50, pág. 232.

2 Llegado á México, prosiguió sus estudios: el mismo Sr. Zumarraga le ordenó de misa, y le tuvo á su lado por secretario durante ocho años. Al cabo de ellos, se le pidió el virey Men doza que deseaba aprovechar sus servicios en igual empleo, porque era excelente lector, gran calígrafo y áun

iluminador. Desempeñó el puesto durante otros ocho años: pero fatigado del bullicio del mundo, tomó el hábito de S. Francisco. Supo con perfeccion la lengua mexicana, y en un viaje que hizo á Guatemala, aprendió la achí. Fué insigne en humildad y en todo género de virtudes. Sobre. vivió al obispo sesenta y tres años, habiendo fallecido de noventa y uno en el convento de Cholula, el de 1611. (TORQUEMADA, lib. XX, cap. 70.)

3 Torquemada (ubi supra) dice que volvió en 1533; pero en otro lugar (lib. XX, cap. 30), siguiendo, esto

X

UANDO regresó á México el Sr. Zumarraga gobernaba todavía la Audiencia con su presidente el Sr. Fuenleal, quien procuraba con

asiduo celo dar asiento á la tierra, y conciliar, hasta donde era dable, el bienestar de los españoles y el alivio de los indios. Le ayudaban en su noble empresa los religiosos franciscanos; pero no se lograba, ni con mucho, el objeto. Acostumbrados conquistadores y pobladores al desórden pasado, no sufrian que la Audiencia, guardando en ello estrictamente las órdenes del rey, administrase recta justicia á los indios, moderase los tributos, y pusiese corregidores en los repartimientos que vacaban, en vez de encomendarlos nuevamente. Querian, sobre todo, que el repartimiento fuera general y perpetuo, para asegurar así el porvenir de sus familias; y como los religiosos eran un continuo obstáculo á sus excesos, los acusaban de que por una parte insolentaban á los indios contra los españoles, y por otra los castigaban arbitrariamente, ademas de fatigarlos en la construccion de iglesias y monasterios. Aun dijeron que si los frailes impedian que los indios sirviesen á los españoles, no

es, copiando á Mendieta, que así lo dice expresamente (lib. V, pte. I, capítulo 27), señala el de 1534. Del año no puede caber duda, como queda demostrado, y á mayor abundamiento consta por documento auténtico, como es el Acta de posesion, que el 28 de Diciembre anterior aun no estaba aquí, pues la tomó por apoderado. En cuanto al mes y dia no hay certeza. Muñoz (ubi supra) asienta que volvió en Octubre, sin expresar si este mes fué el de la partida ó el de la llegada, aunque de sus propias palabras se puede deducir sin violencia lo segundo. Corroborase por otro lado tal interpretacion. Con fecha 21 de Mayo

de 1534 se despacharon varias cédulas referentes á asuntos de nuestro obispo, y de ellas se desprende que su partida estaba ya próxima: en una se manda auxiliar con cuatro pesos á cada una de las seis mujeres que pasaban á estos reinos con el Sr. Zumárraga: en otra se dispone que no se cobren derechos á lo que embarcaren con sus personas los treinta casados que vinieron con él. (Inventario, Apénd., Doc. no 50, págs. 232, 233.) Hay, pues, fundamento suficiente para creer que salió de España por Junio de 1534 y llegó aquí en Octubre del mismo, como decimos en el texto.

L

era por caridad, sino por aprovecharse ellos mismos de esos servicios. Subió á tal punto el descontento, que ya desde Julio de 1532 la ciudad de México enviaba á Antonio Serrano de Cardona por procurador en corte, para que presentase las quejas de los vecinos y favoreciese sus pretensiones. El presidente escribia al Consejo, que aquel descontento provenia de que los malos no llevaban bien la reforma de los abusos, y jamas dejarian de quejarse, áun cuando se hiciera el repartimiento general de la tierra, el cual opinaba él que debia diferirse hasta tenerla enteramente conocida. Defendia sus providencias y abogaba por los frailes, á quienes era preciso, decia, dejar cierta libertad para corregir á los indios, pues se trataba de su bien, y ellos recibian sin pena cualquier castigo de mano de los frailes, así por cariño como por agradecimiento á los muchos beneficios que les debian.' Esto se referia, probablemente, á los franciscanos, pues de los dominicos no se tenia tanta satisfaccion, porque como partidarios de la primera Audiencia, no estaban contentos con la segunda, y le daban algun quehacer. Hasta se atrevian á censurar en el púlpito la severidad de las disposiciones del rey contra la esclavitud de los indios. En poco estuvo que antes de la llegada del presidente ocurriera con ellos otro lance semejante al pasado con los franciscos. El alguacil mayor trató de prender á un negro, el cual se acogió al monasterio de Sto. Domingo, de donde le sacó el alguacil por los cabellos y le llevó á la cárcel. Los dominicos hicieron á la Audiencia un requerimiento en términos irrespetuosos para que les volviese el reo. Disimularon los oidores su desagrado, y habiendo examinado el caso, como hallasen ser de poca monta, acordaron la restitucion del negro; pero llamaron al acuerdo á los superiores de los dominicos, y en presencia del obispo electo, los reprendieron severamente, avisándoles ademas que da

I HERRERA, Déc. V, lib. 5, caps. 9, 10.— Actas del Ayuntamiento, 5 de Julio de 1532.

rian cuenta al rey para que supiese cómo eran tratados sus gobernadores. Los prelados, conociendo que se habian excedido, dieron sus excusas, que no les evitaron otra amonestacion por parte del rey.'

Fatigado de tantas contradicciones el Sr. Fuenleal, rogó muchas veces al Emperador, que pues ya le habia servido tantos años en gobiernos de Indias, le diera licencia para repatriar, en busca de algun descanso." Tanto por esto, como por haber parecido que convenia dar mayor nombre y autoridad al gobernador de tan dilatada tierra, fué otorgada la peticion del obispo, y se ordenó que pues estaba nombrado hacia tiempo por presidente de la Audiencia de Nueva España D. Antonio de Mendoza, pasara ahora con título y cargo de virey. Este importante cambio en el gobierno de la colonia se verificó el año de 1535, y Mendoza hizo su entrada solemne en México el 14 de Noviembre.3

Como el Sr. Fuenleal gobernaba la tierra en justicia y sus providencias eran tan favorables á los indios, venia á ser inútil el oficio de protector, y el rey le suprimió, con lo cual no tuvo ya el Sr. Zumarraga necesidad de mezclarse en negocios civiles, que le tenian bien hostigado. Así es que ni entonces ni mucho despues vemos su nombre en esas querellas entre gobernantes rectos y súbditos descontentadizos. Otros asuntos igualmente graves y más cercanos á su ministerio le daban suficiente ocupacion.

ór

La cristiandad se habia fundado en México por den no comun. Lo mas ordinario en la predicacion del Evangelio es que sus ministros se abran paso len

1 Carta de los OIDORES, Apénd., Doc. n° 59, pág. 254.- Cedulario de PUGA, tom. I, pág. 255.

2 HERRERA, Déc. V, lib. 9, cap. I. 3 Segun las actas del Ayuntamiento, el 20 de Agosto de 1535 se aguardaba ya la llegada del virey al puerto: el 25 y 27 se tomaron disposiciones para el recibimiento: el 2 de Oc

tubre se dice que habia desembarcado: el 12 y 13 de Noviembre se habla de la fiesta del 14, y se acuerda, entre otras cosas, comprar colacion «para dar al señor virey y á los caballeros que con él estuvieren, y á los jugadores que jugaren en la plaza.» El 17 ya habia conferenciado el virey con el Ayuntamiento.

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