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pezu, á cumplir los deseos de D. Pedro, pero el versátil don Tello, unido á la sazón con el navarro, medió poco noble y caballerosamente en estos tratos, y acompañó á D. Carlos á tomar posesión de aquellas villas. Procuró cobrarlas D. Enrique al suceder á su hermano; lo consiguió respecto á Salvatierra y Santa Cruz; y para que el navarro devolviera á Vitoria, tuvo que mediar el cardenal Guido de Boloña, legado de Su Santidad.

Poco después, en la guerra de Castilla con Navarra, formaron parte los alaveses del ejército castellano, siempre leales, por lo que les mostraban todos los reyes su agradecimiento confirmándoles sus privilegios y aumentándolos.

Las hermandades, á la vez, no habían estado ociosas; pero careciendo sus acuerdos de la debida unidad, la tuvieron en 1417, en cuyo año las villas de Vitoria, Treviño y Salvatierra, con motivo de los muchos y graves delitos que se cometían en ellas y en sus comarcas, formaron entre sí hermandad y un cuaderno de 34 ordenanzas para su gobierno, que aprobó D. Juan II ó más bien la reina tutora D. Catalina, añadiendo que entrasen en la hermandad otros lugares, so pena de no protegerlos de los malhechores. Las penas que contra éstos se establecían, eran severas, y demuestran lo que aquellos abundaban además del mucho daño que hacían: por la tala maliciosa de diez cepas de vino ó de parral ó de diez manzanos ú otros frutales para arriba, que puedan llevar fruto, sea muerto. Los alcaldes de hermandad, con arreglo á fuero, ejercían jurisdicción y administraban justicia.

Las anteriores ordenanzas llegaron á regir en toda la provincia; se ampliaron en 1458 cuando D. Enrique IV, para arreglar el gobierno de Alava, mandó á tres letrados que con los procuradores de ella, formasen un nuevo cuaderno de ordenanzas, completándose con él el cuerpo de leyes de la provincia (1),

(1) Para el completo y cabal conocimiento de la legislación alavesa, puede verse su historia por los Sres. Marichalar y Manrique.

que ocupaba más extensión que al presente; pues á las juntas para ultimar la anterior legislación, vemos que asistieron repre sentantes de las hermandades de Miranda, Pancorbo, Saja y otros pueblos que no forman hoy parte de Alava.

III

Los bandos gamboino y oñacino que tanto ensangrentaron el suelo de las tres provincias hermanas, y de los que nos ocuparemos al escribir de Vizcaya, porque allí quedaron perpetuados hasta nuestros días, tuvieran ó no su origen en tierra alavesa (1), es lo cierto que en el siglo XIII mandaba en Alava el bando gamboino representado por D. Pedro Ladrón de Guevara, señor de Ulibarri Gamboa, y á su lado los Velascos de Alava, los Olasos de Guipúzcoa, y los Avendaños y Urquizus de Vizcaya; y los oñacinos tenían á su frente á D. Lope de Oñaz, y le seguían los Mendozas de Alava, los Lazcanos y Loyolas de Guipúzcoa y los Múgicas de Vizcaya, peleando continuamente y con ferocidad en Murguía, en Arratia, en Salvatierrra, en Elorrio y en otros puntos, lo mismo de Alava que de Guipúzcoa y Vizcaya; y esto por espacio de cerca de cuatro siglos, durante los cuales la historia alavesa no registra más que horrores, porque parecían haberse extinguido hasta

(1) Cuentan algunos, y como cuento lo referimos, por ser común opinión y por antiguos escritores consignada, que en las procesiones que se celebraban en Mayo para trasladar la virgen de Estivaliz desde su iglesia al campo de Arriaga, Hlevando ofrendas que consistían en cirios, algunos hasta de 3 quintales de peso, se disputó sobre si el gran cirio encendido y con andas, se llevaría en lo alto (Gamboiá), en hombros, ó en bajo (Oñez), en las manos; que á ellas vinieron agriada la disputa, resultando muertos y heridos, y de aquellas palabras tomaron su nombre los contendientes.-Pueril es indudablemente el pretexto; pero no menos pueriles lo han sido otros que han ensangrentado reinos. Supónese también que tomaron el nombre de las tierras ó casas pertenecientes á ambos partidarios; pues Gamboa se llamaba y se llama una hermandad de la cuadrilla de Mendoza compuesta de ocho pueblos, separándola de Guipúzcoa la alta sierra de Elguea, y al otro lado de ella, en aquella provincia y en lo más bajo (Oñez) de los valles, hacia las tierras de Oñate, está el asiento de la casa de Oñez.

las nociones de humanidad. Tan exacerbadas estaban las pasiones y tan endurecido el corazón de todos. Prolongábase tal estado, porque en aquel constante bregar hacían su aprendizaje guerrero los hijos de los caudillos que perpetuaban con su nombre los rencores de familia y perpetuaban también á la vez

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la destrucción del país; pues apenas se daba un paso sin encontrar campos y montes talados, pueblos incendiados y caseríos en ruinas. El blasón de una de las casas antiguas de Alava, de Zarate, es la representación de las anchas hojas acuáticas del río Zadorra, que parece quedaron cubiertas con el polvo levantado por el tropel de los contendientes, con un cerco de sangre; que fué mucha la derramada en la batalla del Zadorra, librada al pié del alto Araca y sobre el viejo puente del camino de Arriaga, mandando á los oñacinos Fernando Ortiz de Zárate, primero de este apellido.

IV

Fundada Vitoria en una colina, apenas era dueña de más terreno que el que ocupaba, y como la villa pertenecía al rey de Navarra, los del llano, que era de los alaveses, no podían menos de oponerse á las aspiraciones de ensanche de la nueva población. De aquí la continua lucha entre unos y otros, pues aunque en menor número los vitorianos, hallaban siempre seguro asilo y defensa en sus torres y murallas. De ellas salían á sorprender á sus enemigos y á efectuar algaradas, dejando en pos tristes recuerdos. Molestábanles mucho los vecinos de Avendaño, y quejándose de ello al rey de Navarra, es fama que sacó su espada, cortó de un golpe una planta que cerca de él había, y dijo á los mensajeros: Esto habéis de hacer con vuestros enemigos; á poco arrasaron á Avendaño.

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