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palacio del marqués de Bendaña, en estado ruinoso, demostrando su antigua grandeza una bellísima galería interior, de la que la lámina da exacta idea.

La gran parte que en las discordias civiles tuvieron los Ben

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dañas, obligó á hacer de esta casa una de las principales fortalezas, en la que se libraron muchos y sangrientos combates. Así su aspecto exterior tiene más de castillo que de casa.

Muy desfigurado su interior y sin reparaciones de ningún género, no tardarán mucho en desaparecer hasta los restos verdaderamente monumentales de este edificio, que si informa

la grandeza de sus fundadores, acusa la incuria artístico-histórica de sus sucesores.

Lo propio podemos decir de la casa llamada de los Álavas. Asentado este edificio entre las calles de la Zapatería y de la Herrería, construído hacia el año de 1530, hay que compren. der, por lo que ha quedado, la grandeza de lo que ha sido. Da á la primera calle parte de una severa fachada de sillería, con dos grandes puertas de arcos de medio punto, y con varios huecos de balcones y ventanas que caracterizan la época de la construcción, con otros restos de mayor grandeza, sin faltar los correspondientes escudos de armas. Á la calle de la Herrería mira la otra fachada, compuesta de dos partes; una de tres pisos de mampostería con un cuadrante de reloj y campana, apresado en 25 de Julio de 1782 por el ilustre marino D. Ignacio María de Alava en un navío inglés, y la otra parte de la fachada la forma una galería de arcos y columnas del mejor gusto; no lucen lo que debieran por las obras en ellos ejecutadas.

Los Alavas, de esclarecido renombre, que constituyen una de las glorias alavesas y de España, han dejado notables recuerdos en esa casa, que puede ser considerada como un museo de familia tan distinguida y por tantos títulos apreciable.

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Disensiones civiles. - Deplorable situación del pueblo. - Despotismo de los magnates

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I

s tan antigua la fecha de las deplorables disensiones que

han ensangrentado la tierra alavesa, que ya en tiempo del rey D. Sancho García y de D.a Urraca su mujer, año 924, consta que había bandos y enemistades en Alava y dice que los desafíos y desagraviamentos que acostumbraban hasta allí, los hayan y puedan hacer en adelante en el lomo de Otero de Estibaliz en los días primeros de Mayo, después del sol salido hasta el sol entrado, y no desde más adelante hasta el otro día 1.o de Mayo venidero. >

Aquí se daban reglas ó se consignaba cierta especie de organización á aquellas luchas, que no es presumible observasen

regularidad alguna y se atuviesen á reglas, si no había autoridad que las impusiera, y siendo los contendientes dueños de la fuerza y por consiguiente del país. Si nos atenemos á otros pareceres, ya en el siglo vi existían enemistades entre los vascongados, que si no eran producidas por gamboinos y oñacinos, lo eran entre otros linajes; no faltando quienes las hagan ascen

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der á los tiempos de los romanos. En todos podían existir, porque la ambición, el interés y todas las malas pasiones tienen más antiguo abolengo.

Al comenzar el siglo xv no pudo librarse Alava de la perturbación que por todas partes y más á su alrededor reinaba. Trataron algunos valerosos alaveses de hacer frente ó poner término á las mutuas diferencias de los magnates, especialmente del conde de Castañeda, y más adelante de D. Pedro López de Ayala, contra quien se hicieron fuertes las hermandades, llegan

do hasta cercarle en su villa de Salvatierra; pero acudió en su ayuda á levantar el cerco el conde de Haro, que cayó sobre la hermandad con 500 lanzas y 4,000 infantes y la mató gente. Así se protegían mutuamente los magnates poderosos; prolon gaban las luchas, aumentaban los desastres y devastaban la tierra.

En las contiendas entabladas por los aristocratas Ayalas contra los demócratas Callejas, llegaron á hacerse campo de batalla las calles y casas de Vitoria (1). «Los Ayalas celebraban y tenían sus hermandades en San Miguel; los Callejas en San Pedro. Los primeros á veces en los hospitales, cuyas haciendas gastaban en bandolerías, comidas y borracheras. Así continuaron hasta el año de 1476, en que el católico rey Don Fernando V los extinguió, dándoles para su gobierno y oficios el famoso arreglamento capitulado (2),» ó sean las ordenanzas de aquel año y el siguiente, que estuvieron en vigor hasta que en 1747 se sancionaron las modernas.

Los servicios que á los reyes prestaron los alaveses en las guerras contra Navarra (para la que sólo el valle de Aramayona aprestó 500 hombres) y Portugal, en la invasión francesa en Guipúzcoa, y en las expediciones contra Málaga, Vélez-Má laga y Granada, en cuya conquista les guiaba Diego Martínez de Alava, les granjearon de tal manera la voluntad de los Reyes Católicos, que guerreando éstos con el de Navarra, accedió á los deseos de los alaveses de que conquistaran para sí la fortaleza de Estella. Y tan deferente estuvo siempre con ellos, que cuando entró en Vitoria D. Fernando al frente del ejército que conducía á Guipúzcoa contra los franceses, como en Alava estuvieran preocupados desfavorablemente respecto á ciertos prelados que en sus negocios mostraron malas intenciones á favor

(1) Hasta hace pocos años han existido algunas con sus torres, y hoy existe la de Avendaño y otras, aunque ya desfiguradas por las reparaciones que han experimentado.

(2) Padre Vitoria.

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