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piés de altura. La casa consistorial, que con dos colaterales cierra el frente de mediodía, se distingue de las demás, que son treinta y cuatro, por su riqueza y acabado. Cuatro calles formadas de nuevo con hermosos asientos de piedra y de hierro, hacen otro cuadro exterior al de la plaza, proporcionándole desahogo, comodidad y belleza. Costó más de cuatro millones y medio.

Lo que distingue de las demás á la casa consistorial es un gran resalto que abrazando los cinco arcos centrales con arquitrabe plano y columnas de una pieza aisladas, tiene sobre ellas un bello balcón corrido, con balaustrada de piedra en el piso principal y balconaje de hierro en el segundo. Al adorno en los marcos de los huecos y pilastras recuadradas, se añade un bien proporcionado ático guarnecido de dos jarrones, sobre acroteras, coronado con las armas del municipio.

La fachada posterior que da á la calle de San Francisco, hace en su centro un resalto de buena sillería almohadillada, airosa y grande puerta que soporta un gran balcón voladizo, teniendo también esta fachada por remate otro ático con escudo de armas en la cima.

En el salón de sesiones, una faja que recorre todo su perí metro por la parte superior, contiene una leyenda recordatoria de la jura de los fueros por D.a Isabel la Católica el 2 de Setiembre de 1483, cuya acta existe en el Archivo. En otro salón se recuerda en tarjetones la fundación de Vitoria por D. Sancho, y la declaración de ciudad por D. Juan II de Castilla en Noviembre de 1431.

Independiente de la hermandad ó cofradía de Arriaga, la tuvo también Vitoria; y la primera memoria de su hermandad se halla en un privilegio rodado de D. Fernando IV, á favor de la entonces villa, fechado en Burgos á 27 de Julio de 1302. En 1315 se agregó Vitoria con otras villas de Alava, á las célebres hermandades de Castilla, Galicia, Asturias y León, cuyos procuradores suscribieron lo que se acordó sobre sus demandas

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en las Cortes de Burgos de este año. También consta que Vitoria en 6 de Agosto de 1358, formaba hermandad con las villas de Haro, Logroño, Nájera, Santo Domingo, Miranda, Treviño, Briones.

Igualmente es notable en el mismo orden, el palacio de la Di putación, que no poseía en lo antiguo local á propósito para sus juntas; pues hasta el primer tercio del siglo XVII, las correspondientes á Vitoria se habían celebrado indistintamente ya en casa del Diputado General, ya en el salón del Hospital de Santiago ó en la portería ó refectorio del convento de San Francisco, sin que esto disminuyera el prestigio de su autoridad, como no disminuía la de los reyes que administraban justicia en el pórtico de las iglesias: creyóse, sin embargo, en la necesidad de tener local á propósito, y arregló la provincia una gran sala con archivo, armería y dependencias, en el expresado convento, donde se celebraron muchos años las sesiones. Pudieron muy bien albergar los frailes á la Diputación, hasta principios de este siglo; pero iniciada nuestra revolución política y social, era imposible; tenía que pensar en local propio; exigíalo su decoro, y comenzó su construcción en 1833, bajo la dirección y planos del arquitecto señor Saracibar; se suspendió por la guerra civil; terminada ésta se concluyó el primer cuerpo en 1844 y el segundo en 1858.

Más que por su importancia artística, aunque es de agradable conjunto y excelente perspectiva, el palacio de la Diputación contiene de suyo recuerdos históricos notables, ó más bien personifica la historia de la provincia.

Forman la fachada principal dos esbeltos cuerpos salientes, en medio de los cuales y sobre anchurosa y suave gradería de ingreso, se levanta un elegante intercolumnio dórico, de una pieza cuyas columnas soportan una corrida y graciosa balaustrada de piedra tallada, sirviendo de antepecho á otro intercolumnio más pequeño de orden jónico del balcón central, coronado todo por el escudo de armas de la provincia. Las estatuas

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de dos diputados generales, D. Prudencio M.a Verástegui y Don Ricardo de Alava, que se ven á los lados en el primer cuerpo, grandes candelabros y balaustradas entalladas en piedra, realzan la belleza del magnífico peristilo. En los balcones y en las puertas hay guarda-polvos primorosamente tallados, y sobre aquellos, los escudos de las principales villas alavesas. El salón de sesiones está cubierto con airosa rotonda, de prolija labor, que alumbra con luz zenital, sostenida aquella por columnas arrimadas de orden compuesto, entre cuyos huecos hay colocadas en grandes hornacinas seis estatuas, de mayor tamaño del natural, sobre las cuales se lee en grandes tarjetones con letras de oro: Vela Giménez, conde y señor de Alava, 882; Fernán González, primer conde de Castilla, 931; Alfonso XI de Castilla, 1332; Isabel I, 1474-76-84; Carlos V de Alemania, I de España, 1521; Felipe V de Borbón, 1701. En la cabecera de este salón en forma de hemiciclo, con doble fila de escaños, de buena talla, y bajo dosel con el retrato del rey, se halla la silla presidencial; detrás de este asiento, la capilla, cuya puerta cubre el dosel durante las sesiones. En esta capilla hay que admirar un crucifijo de Ribera, de 10 piés y 8 pulgadas de alto por 7 y 7 de ancho, y en la inmediata sala de remates, un San Pedro y San Pablo, del mismo autor, ambos de 7 piés y 7 pulgadas de alto y 4 y 8 de ancho. Lamentable es que se perdiera la riquísima biblioteca compuesta de las mejores impresio. nes del apogeo de las artes en Flandes.

La Diputación foral, verdadero congreso vascongado, la constituían el Diputado general, los procuradores de los pueblos por éstos nombrados, los alcaldes de la hermandad donde la junta se reunía, y los secretarios por ciudades y villas y tierras esparsas. Sin previa convocatoria, celebraban sus sesiones dos veces al año: en 4 de Mayo y en 18 de Noviembre; duraban ocho días, precediéndoles grande aparato de fiestas, banquetes y regocijos, que tenían lugar en todo el trayecto que recorría el Diputado general desde Vitoria al pueblo en que se cele

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