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Beotivar.-Servicios y mercedes.-Los guipuzcoanos en Canarias

S

I

EGÚN vemos en las Averiguaciones de Cantabria por Henao, <quedaron muy desavenidos los navarros con los guipuzcoanos desde que éstos dejaron la Confederación con el Reino de Navarra y se unieron al de Castilla, año de mil y doscientos. Y si bien desde entonces, no hubo guerra entre los reyes de ambas coronas, no cesaban de procurarse navarros y guipuz coanos todo el daño posible con correrías, robos y destrucción de los lugares de las rayas, en tanto grado que no pudiera experimentarse mayor, si entre las dos naciones estuviera rota la guerra declaradamente con acuerdo de los dos príncipes. Fueron más sensibles estos males en el año de mil trescientos veinte y uno (1) por parte de Larrauns porque los navarros con el abrigo

(1) «En el año de 1321 de la Natividad del Señor. Remembranza sea, que vino de Francia D. Ponce de Morentaya, vizconde Anay, Gobernador general de Nava

de los castillos de Lecumberri y Gorriti, donde se recogían, hicieron grandes hostilidades en la comarca de Tolosa. Para embarazarlas los guipuzcoanos de una vez se apoderaron por fuerza de armas de la fortaleza de Gorriti, distante tres leguas de Tolosa, entrando por la parte de Gasselu, esto es castillo, por el que en el más alto de él hacia Navarra había antiguamente, como se ve en sus ruinas que están bien manifiestas; y la compañía de Tolosa demolió casi al mismo tiempo la fortaleza de Lecum. berri, apartada de ella cuatro leguas y media. Era entonces Ponce de Moreutain gobernador de Navarra, por D. Carlos primero de este nombre allí y cuarto en Francia, cognominado el Hermoso, y con ardiente deseo de recobrar los puestos perdidos y asolar toda la provincia de Guipúzcoa, juntó con presteza un ejército copioso de navarros, gascones y franceses y rompió con furia por Verástegui, etc., etc.>

El valioso triunfo obtenido por tan pocos guipuzcoanos, se debió á subir éstos á las montañas y cerros de Beotivar calderas

rra, el dia miércoles ante la fiesta de Santa Cruz de Setiembre, que vino nueva que los guipuzcoanos avian tomado el castillo de Gorriti y mandó el gobernador juntar cuanta gente pudo. E todo esto no fué por otra cosa salvo por destruir á Guipúzcoa. E salió el dicho Gobernador de Pamplona con gran gente un dia domingo víspera de Santa Cruz, y era la gente cincuenta. Y partieron el dicho dia de Santa Cruz é anduvieron recogiendo la gente toda la semana fasta que se juntaron de Navarros é Gascones é Franceses hasta setenta mil combatientes, y entraron en Guipúzcoa dia viernes ante la fiesta de San Mateo, é quemaron á Berastegui. Y el dia siguiente llegaron fasta Beotivar. Y salióles cntonces Gil Lopez de Oñaz, que era señor de la casa de Larrea, con ochocientos guipuzcoanos, y desbarataron toda la hueste é tomaron preso á Martin de Aybar que decía que venderia el sol por dineros en Guipúzcoa, é al tercero dia murió é mataron á Juan Lopez de Urroz Merino de las Montañas é á Pero de Aybar é Martin de Ursa fijo de dicho Martin de Aybar é á Pero de Sotes é Pero García é Juan de Oriz fijo de Diego Perez Faget e bien á otros cincuenta y siete caballeros é otra mucha gente... é mucha gente de la ciudad fueron presos é muertos y el señor de Bosovvel é Juan Cerberan é Juan María de Medrano é Juan Henriquez y murió el hermano del Gobernador, y el Almirante Benaut Caritut y D. Martin de la Peña. Lo vieron Gil Lopez y su compañía toda la Hostillamenta de vestias y armas de la hueste que montaba cien mil libras. Y escapó el Gobernador. Y todos los otros fueron presos ó muertos. Y esto acaeció el sobre dicho dia savado. Hasta aquí la memoria de la batalla de Beotivar, la qual cita Esteban de Garibay como existente en la villa de que se sacó copia, como notó Henao y permanecer en el Archivo general de la Provincia (a).»

(a) GAR:BAY, libro 26, cap. 15, f. 299.-HENAO, libro 3, cap. 45, f. 394.—Landázuri, m. s.

y

tablas de cubas deshechas, y armándolas las llenaron de piedras y cal, y cuando los enemigos iban por los caminos, las arrojaron con ímpetu furioso, arremetiendo otros en aquellos angostos pasos con tanto empuje á la vanguardia, que causaron gran destrozo y mayor pánico. Esto desvanece la extrañeza de que escaso número de guipuzcoanos vencieran á tantos enemi gos (1).

Otros escritores disienten en los detalles; pero todos convienen en que los guipuzcoanos obtuvieron un gran triunfo, consignado también por los autores franceses. No le negaremos nosotros, ni el que debieran tan colosal resultado á que el terreno fuera como le describen los antiguos cronistas, que seguramente no estuvieron en él como nosotros hemos estado. Situado á 2 kilómetros de Tolosa, hemos visto que el valle al que supusieron que en más de dos tiros de mosquete, es incapaz de dar paso á cinco hombres de frente, es una faja de tierra llana de cosa de un kilómetro de largo por cerca de 200 metros de ancho, teniendo unos 100 metros en los extremos opuestos (2). En cuanto al horrible despeñadero, no existe; pues

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(1) Esta batalla la recuerda anualmente el regocijo de la burdun-danza ó danza de espadas, que se celebra en Tolosa el día de San Juan Bautista.

Para demostrar la alegría de los victoriosos triunfadores guipuzcoanos, al volvea éstos á sus casas formaron su danza enlazados unos con otros con las mismas armas que quitaron á sus contrarios. De aquí el origen, según algunos, de la llamada espata-danza.

(2) BEOTIVAR-CO-CELAYA.-PRADO DE BEOTIVAR.-Forma la figura de un óvalo irregular, encerrado hacia el Sur por la elevada montaña de Zumisaldapa de jurisdicción de Beláunza, con sus hijuelas de Betor Iramendi y otras; hacia el Norte, por una estribación de la gigantesca cordillera de Usturre dividida en los altos peñascales de Elordieta y Arnicu, ó Arrizcu, es decir peñascoso; y por fin hacia Oriente y Occidente por los boquetes de entrada y salida de la mencionada encañada.

Tanto el Arnicu y Elordieta, como Zumisaldapa y demás montes de Beláunza, son aún hoy de dificilísimo acceso, á pesar de los caseríos de Beotivar, Areva y otros que se han levantado en sus términos, y de los jarales que se han desmontado en sus faldas, pero lo eran más todavía en aquella época en que la mano del hombre no había despojado sus abruptas cumbres y sus bosques vírgenes, de su salvaje y vigorosa aspereza.

Pasan por el valle el camino y las aguas de Berástegui, que vienen, hasta llegar allí, tocándose constantemente; apartándose á su entrada, el camino para el Norte,

las eminencias á uno y otro lado del valle tienen una inclinación más horizontal que vertical. No podía deberse tan valioso triunfo solamente al terreno; algo podría ayudar éste; pero no puede presentarse como el cercano de Dos-hermanas, Peñas de San Fausto y otros que adquirieron por sus circunstancias notoria celebridad en la guerra civil de los siete años: serían sorprendidos los enemigos, podría mucho el valor de los guipuzcoanos, y aun creemos que unos y otros no lucharían en el número designado, en el que puede haber error ú omisión sin duda. El mismo Moret rechaza las fuerzas y el número de muertos, exponiendo razones poderosas; pareciendo exacto que acudieron gran número de señores guipuzcoanos con los servidores y gentes de sus casas; no faltando cronista que se incline á creer que en vez de 800 pudieran ser 8000 los combatientes vencedores, debiendo atribuirse esta diferencia á descuido de copista.

Respecto á la verdad de la batalla y al triunfo obtenido por los guipuzcoanos, es evidente, y fué de inmensa importancia para la monarquía, tan combatida durante la minoridad de Alfonso XI. En su Poema 6 crónica rimada escrita por Rodrigo

y las aguas para el Sur, las cuales después de pasar por debajo de un puentecillo conocido en aquel tiempo con el nombre de Iguerapeco-Zubi-Chiquiya, vuelven á reunirse con el camino ccrca de los molinos de Beláunza, empujados el uno y las otras por las laderas del valle, que se acercan en aquel punto casi hasta tocarse.

La extensión de la encañada desde su entrada cerca de Berrobi hasta los molinos de Beláunza, será como de media legua; y su anchura que en algún sitio podrá llegar á unos 800 piés, se estrecha en tales términos, en su mayor parte, que apenas deja espacio entre las montañas que la flanquean, á la calzada y á la regata que van por su fondo.

Se ve pues por lo expuesto, que para llegar á Tolosa, el ejército invasor habia de atravesar grandes y peligrosos desfiladeros, muy fáciles de guardar; y en cuya total extensión no había de encontrar más que el mezquino valle de Beotivar, con espacio suficiente para mover desahogadamente algunos centenares de hombres. Pero aun llegado aquí, podria verse encerrado hacia la izquierda por las elcvadas montañas de Beláunza, como Zumisaldapa y otras; hacia la derecha por los ásperos breñales de Elordieta y Arnicu, y finalmente de frente por el estrecho boquete que forma la aproximación de las indicadas montañas.

Oñar, que conocía detalladamente los menores accidentes de este terreno, y que sabía por lo tanto que era el único que ofrecía la posibilidad de alguna resistencia, se fijó en él para aguardar al enemigo y probar un esfuerzo, con la esperanza liviana de suplir con sus ventajosas condiciones topográficas la inferioridad de sus fuerzas. (ARAQUISTAIN: Tradiciones vasco-cántabras.)

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