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Luchas por mar y tierra.-Parientes mayores.- Oñacinos y gamboinos.

Desastres.-Hermandad.

A

I

pesar de los tratados de paz ajustados en 1351 y 1353 (1)

se declararon los guipuzcoanos en hostilidad contra los ingleses á instancias del rey D. Enrique, temeroso de las pretensiones del duque de Lancaster, como marido de la infanta D.a Cons tanza, respecto á la corona de Castilla. Muy hábiles ya los ingleses

(1) El 29 de Octubre de 1353 se extendió un tratado entre los moradores de Bayona y Biarritz, por una parte, y los vascongados por otra, « para poner fin á los inveterados odios y sangrientas agresiones que hasta entonces habían esparcido la desolación y la muerte en el litoral del país vascongado y de la tierra de Labort.»

y poderosos en las cosas de mar, había que contenerlos con otra fuerza que les hiciera frente en el propio elemento, y lo consiguieron los audaces y expertos marinos de la costa del Cantábrico, distinguiéndose en los combates por mar y tierra ocurridos cerca de la Rochela. Y tanto agradeció el rey de Castilla el servicio prestado por los vascos, que apenado al saber que unas de sus naves mercantes habían sido embargadas en Lisboa, pidió su restitución y la negativa fué causa de una guerra entre ambos pueblos vecinos, consiguiendo así rescatar las naves.

Invitado por el rey de Francia concurrió D. Enrique desde Burgos, con cuantas tropas pudo reunir, sobre Bayona que hacía gran daño en las costas de Guipúzcoa y Vizcaya; mas no pudo tomarla por no haber concurrido el de Anjou, como ofreciera, y regresó por Guipúzcoa, otorgando algunas mercedes en recompensa de servicios prestados. Siguieron prestándolos los guipuz coanos en aquella sostenida lucha contra Inglaterra á la que nos empujaba la alianza con el francés; hubo épocas en que más que lucha de nación á nación, lo era de piraterías; el mismo rey de Castilla, D. Juan II, al recibir una embajada bretona para poner fin á las hostilidades que tantos daños mutuamente ocasionaban, mostró su disgusto por semejante guerra, y para la concordia nombró juez representante de Guipúzcoa á Fernán Perez de Ayala, merino mayor de la misma; firmóse en Segovia el tratado de paz y la indemnización de los daños causados por una y otra parte; mas como no se incluyó en esta paz á los súbditos ingleses, continuó la lucha la flota castellana, cuyo capitán era Fernán Perez de Ayala, y en la que iba gran golpe de gente guipuzcoana; recorrió el litoral del golfo de Gascuña, incendió San Juan de Luz y Biarritz, cayó sobre Bayona (14 Agosto 1419) é incendiando, talando y asolando la tierra, la corrieron toda hasta Burdeos.

Las guerras en que habían tomado parte los guipuzcoanos parecía haberles connaturalizado tanto con el uso de las armas, que era la lucha su estado normal, y apenas cesaba por las

fronteras: tuviéronla con Navarra y Aragón (1) (1430 á 1435); ayudaron á los guipuzcoanos los vizcaínos y alaveses: los grandes daños que produjeron, afectaron al duque de Bretaña, que se vió precisado á enviar sus embajadores pidiendo al rey D. Juan II cesaran tantos desastres y que los daños ocasionados, según costumbre, se pagaran recíprocamente, como así se convino. En otras cuestiones entre ingleses y guipuzcoanos arreglaron entre sí sus diferencias, sin intervención del monarca ni de otros poderes; si bien D. Juan II contribuyó mucho amenazando al de Armagnacq que le haría la guerra con toda la provincia de Guipúzcoa, si otra vez deserviese al rey de Francia. ›

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Es verdad que en medio de aquel desorden, sino todo parecía lícito, se toleraba. Por alardear de más valor ó de mayor poder se concertaban duelos á muerte entre guipuzcoanos y gas. cones de la frontera, y lo que empezaba por un combate personal, para vengar la muerte del vencido en él se reunían sus parientes, deudos y vasallos, hacían lo mismo los del vencedor y se empeñaban sangrientas luchas, trabándose mortíferas batallas, como la librada en San Juan de Luz, tan funesta á Fernando de Gamboa y su gente..

II

En el reinado de D. Enrique IV atravesó Guipúzcoa una de las épocas más funestas de su historia. Parecían demostrar los sangrientos sucesos en que tanta parte tomaban todos, lo que pueden las pasiones inspiradas más en el amor propio que en legítimas y poderosas causas.

(1) En estas guerras los tolosanos conquistaron los lugares de Leiza y Areso (Navarra), dejándolos para la corona y en ellos á sus moradores, y el rey D. Juan II los dió á Tolosa, reteniendo para sí el señorío mayor y las alcabalas.-En Salamanca á 20 de Setiembre de 1430.

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Los que se llamaban parientes mayores (1), cabezas de linaje y bando, que fueron una de las mayores calamidades que tuvo, y los bandos gamboinos y oñacinos con aquellos enlaza. dos, hacen el proceso de los señoríos. No es fácil, dice la Cróni ca m. s., individualizar todos los sucesos que ocurrieron en este particular ni dar puntual noticia de la gran efusión de sangre y de los males y daños que se ocasionaron en el país de resultas de estas parcialidades y banderías. El concienzudo y grave Henao, dice ocupándose de estos bandos que deben entrar en la cuenta de los más execrables que sustentó en Europa la vana porfía de los mortales para ruina y asolación, no sólo de familias sino de república y provincias. Que mientras duraron fueron más perniciosos para Guipúzcoa, Vizcaya y Álava que si crueles y bárbaros las talaran, porque de sus mismos hijos eran alteradas y consumidas perpetuamente con rencillas y debates sangrientos. Nadie vivía en quietud, el padre se recelaba del hijo, éste de aquél, los hermanos peleaban entre sí cual si fueran extraños; matándose unos á otros, y bebiendo su sangre, y las haciendas y casas carecían de dueños ó eran de quien se les antojare.›

En efecto, el saqueo é incendio de caserías y pueblos, la tala de montes y de árboles frutales, los más feroces asesinatos y los choques más sangrientos era el estado en que por mucho tiempo estuvo sumida la provincia, sin que hubiera autoridad que pudiera poner coto á tales desmanes; pues los alcaldes de Hermandad que tenían autoridad y poder para ello, participaban de las mismas pasiones y formaban parte de uno ú otro bando.

No sólo se ensañaban mutuamente parientes y linajes, sino

(1) Parientes mayores-Aide-magusiac. Llamábanse así los jefes de algunas familias que por circunstancias que se ignoran, merecieron tan honorífico título entre los demás de Guipúzcoa. No se sabe si además de la excepción de la justa ordenanza, gozaban de algunos otros privilegios y derechos; pero sea que así fuera, ó sea por el prestigio que les daban su nombre y sus riquezas es lo cierto que ejercían una gran influencia en los asuntos del país.

En Echave, Izarti, Zaldivia, y otros escritores vascongados pueden verse noticias curiosas sobre ellos. (J. V. ARAQUISTAIN.)

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