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tro ventanas cuadriláteras con guardapolvos. Termina en una gran terraza, sobre la que hay tres troneras para piezas de artillería, apoyándose dicha terraza en magníficos arcos de sillería. Es notable esta parte como construcción. De la ornamentación interior no queda el menor vestigio. Muros ruinosos, restos de una elegante escalera, ojivas muy agudas de elegante trazado y no muy cargadas de ornamentación, es lo único que se ve dentro del edificio.

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En los montones de ruinas del castillo y del recinto de la población, podrían descubrirse, desembarazándolos, los restos de las fortificaciones de Sancho el Fuerte; permitiendo apreciar la gran importancia que tuvo y todo revela; pues además de lo mucho que Fuenterrabía ha figurado en los tiempos de que nos hemos ocupado, aún la veremos figurar en hechos de más alta prez y trascendencia.

Pasajes tuvo también su pequeña fortaleza destinada á defender la pintoresca y no muy ancha entrada de su puerto que

se esconde entre dos elevadas montañas, como si las hubiera cortado de un tajo un gigante. La fortaleza se reduce á una torre no de gran consideración, de hácia el tiempo de los Reyes Católicos.

La inmediata Renteria posee una antigua casa particular, cuyas ventanas trilobadas ojivas en asterisco y una puerta adelantada con ménsulas, pertenecen á la última época del período ojival. Fué villa murada con cinco puertas, y las casas torres de Laztelu, Morroncho, Urdinso, Orozco y Uranzu, con un baluarte cerca de la puerta que mira á Francia. Era su mayor enemigo y el que en las frecuentes entradas en esta villa acabó con todos los vestigios que en ella quedaban de su remota antigüedad; conociéndose sólo algunos del castillo de Beloaga, situado en lo que ahora es término del valle de Oyarzun.

En lo antiguo había astilleros en Renteria; en 1762 se halló en el principio del muelle una escalera de piedra de 14 gradas, y una argolla de fierro, como en los embarcaderos. Su comercio marítimo era tan floreciente, que en los papeles de su archivo se registran buques hasta de 800 toneladas y se contaban en los lugares de aquella frontera y contornos más de 2000 marineros. Hoy impide el fango la llegada de buque alguno.

Merece especial mención el retablo principal de la iglesia parroquial, todo de jaspes del monte Archipi, término de la villa, cuyo retablo es obra de D. Ventura Rodríguez.

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Ni en Renteria ni en sus inmediaciones, aun cuando vecina á la vía romana, si por ella no pasaba, ó algún ramal, y próxima á la frontera y de importancia siempre el valle de Oyarzun en que se asienta, se han hallado apenas restos de construcciones romanas, que no son muy importantes los de que se tiene alguna noticia; tampoco hay castilos feudales ni construcciones religiosas románicas ó bizantinas notables, ni en el resto de la provincia. Las construcciones ojivales debieron seguramente ser importadas por los ingleses que edificaron la catedral de Bayo

na. Algunas casas particulares ensayaron el estilo gótico, pero tímidamente. En cambio, el renacimiento, y más tarde el churriguerismo, han dejado huellas indelebles de su paso.

Las iglesias ó más bien ermitas, que debieron elevarse en los siglos XIII al xv, y se salvaron de la destructora guerra de los bandos, fueron destruídas por el orgullo de los arquitectos del renacimiento que hicieron tabla rasa del pasado, con muy raras exepciones. Vese en algunas iglesias conservada una puerta antigua, alguna pila para tomar agua bendita, algún capitel: pero en cantidad insignificante para poder apreciar la importancia de la iglesia destruída y sobre cuyas paredes se han construído las que han llegado hasta nosotros.

El descubrimiento de las Américas fué para los vascongados un gran venero de riqueza, y aún lo es hoy mismo para algunos, si bien no tantos como anteriormente. Emigraban muchos, perecían ó no salían de la pobreza los más; pero los que ayudados por la suerte ó el ingenio, ó á fuerza de trabajo y economía juntaban un buen capital, regresaban á su pueblo, donde el deseo de mejorar la casa nativa, les hacía derribarla, así como la pobre ermita que á los ojos del indiano se presentaba fea y miserable comparándola con las construcciones que había visto en las tierras que recorrió á su regreso; y eficazmente ayudado por los arquitectos del renacimiento, destruyó sin piedad todas las construcciones de algún valor histórico, para él de ninguna importancia por desconocerla (1). Á estos indianos se deben hoy excelentes edificios de escuelas, cementerios y otras obras modernas no menos útiles, que informan el

(1) León del Zurco, alcalde de Renteria, propuso en 29 de Diciembre 1655 lo siguiente: «En este dia dijo el dicho alcalde que la villa de Tolosa, Universidad de Irun y la villa de Hernani valiéndose de la ocasion de tener en esta provincia á Bernabé Cordero, insigne arquitecto, han fabricado los altares de sus parroquias con admiracion..... y así es conveniente valerse de esta ocasion y que sacando dos trazas la una se remita al general Martin de Zamalvide, dándole cuenta como las dichas villas y Universidad han conseguido el tener obras tan grandiosas mediante el favor y socorro que han tenido de sus hijos devotos y generosos que han tenido en Indias, etc., etc.»

progreso de los tiempos, y más se les debería á tener más patriotismo algunos de estos afortunados emigrantes de gran fortuna y sin familia.

Llama la atención de cuantos recorren las provincias vascas, que en las casas más humildes, en las caserías más insignificantes situadas en los más elevados cerros, se encuentren blasones esculpidos en las fachadas, y no recientes, sino de épocas remotas; observándose que en general dominan en sus cuarteles el lobo, el jabalí, el perro, la zorra, el buey, que pueden dar una idea de las costumbres primitivas. El león y el leopardo, las cabezas de moros, la media luna, las estrellas, la cruz, la granada, etc., tienen su origen en las cruzadas y en las luchas de Castilla y Aragón; no siendo tan comunes, ni viéndose aisladas sino acompañando á otros signos.

Encerrado el vasco en sus montañas, no se mezclaba en los grandes acontecimientos europeos y no podían ejercer en él influencia las modificaciones aristocráticas. Cada valle era, y es hoy en parte, una especie de confederación: adoptaba un signo que luego grabó en la casa consistorial y á él se añadían los que los reyes autorizaban á poner. Orgulloso el vascongado de pertenecer al valle que le vió nacer, que le defendía con heroísmo y le amaba con pasión, tomó por signo las plantas que en él crecían, los animales contra los que constantemente tenía que luchar. Más tarde, los reyes de Navarra, de Aragón y de Castilla añadieron á esos signos primitivos otros tomados del bla. són caballeresco de Europa para perpetuar los servicios prestados. Las familias vascas, en general, se contentaban con la sencillez heráldica del primer blasón; las de más riqueza é importancia, cuyos servicios podían ser mayores, ó las que se unían por enlaces á casas castellanas, aragonesas ó navarras, recargaron los blasones de cuarteles y multitud de detalles de los que hacían ostentoso alarde.

Inútil es, pues, buscar monumentos anteriores al siglo xv. Si alguno pudo quedar en San Sebastián de construcción poste

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