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Viajes regios. - Armamentos.-Nuevas armas.
D. Felipe IV en San Sebastián

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FECTUADA la paz de Cambray, concertóse la entrevista de Doña Catalina, reina de Inglaterra, con su hija Doña Isabel que lo era de España; cuya señora acompañada de los duques de Alba, Infantado y Osuna, del cardenal de Burgos y otros personajes, salió de Madrid (1565) entró en Guipúzcoa por Alsasua, recibióla la diputación en la jurisdicción de Segu ra (1); confesó y comulgó en la pa. rroquia de esta villa por ser la Pascua

(1) Acompañados de mucha gente en traje y orden de guerra, estaban los diputados vestidos con capotes tudescos de terciopelo negro guarnecidos con fran

del Espíritu Santo, diciendo la misa de pontifical el obispo de Pamplona; siguió á Villafranca, donde se hallaba congregada la junta general de Guipúzcoa, se repitió el besamanos, al que asistieron los procuradores y alcaldes de todas las villas de la provincia, y por Tortosa y Hernani se dirigió á San Sebastián, acompañada ya del duque de Orleans y muchos caballeros franceses (1). Marchó la reina el 13 de Junio á Renteria (2), continuó por Oyarzun á Irún donde pernoctó, y al día siguiente abrazó en Francia á su madre y á su hermano el rey Carlos IX, quienes con los cardenales y obispos que les acompañaban hicieron á la reina española suntuoso recibimiento. Regresó Doña Isabel el 3 de Julio del mismo año, atravesando el Bidasoa en una magnífica embarcación, destinada al efecto por Guipúzcoa, acompañándola hasta Irún su madre y el delfín de Francia, procediendo de la misma manera la diputación al día siguiente con la reina de Inglaterra al regresar ésta á Francia por que darse con la de España el delfín; volvieron por Renteria á San Sebastián, donde durante su breve estancia paseó la reina por mar con sus damas. En Tolosa deseó ver funcionar una ferrería, lo cual presenció en la de Yarza. En Villafranca se despidió la junta de procuradores de la provincia; en Segura, el delfín, y al pisar Navarra, la diputación guipuzcoana.

Sirvió Guipúzcoa á Felipe II con gente de mar y tierra para las guerras de los Países Bajos y Portugal; se presentaron en 1579, á hacer retirar á los franceses que de nuevo aspiraban á Fuenterrabía, y la paz en que se vivió en el reinado de Feli pe III se aprovechó en ejercicios militares, que la diputación

jas de plata, y sus caballos lujosamente enjaczados, seguidos de muchos pajes y criados vestidos de librea, acompañados además de muchos parientes y principa les hijos-dalgo, precedidos de la tropa.

Después de besar la mano á la reina la arengó el diputado y comendador de Santiago D. Pedro de Zuezola.

(1) Recibida ostentosamente en las anteriores poblaciones, pudo distinguirse San Sebastián por presentar más gente de guerra y por los disparos de la artillería de la plaza, castillo y embarcaciones.

(2) Aquí comieron y bebieron cuantos quisieron.

mandó se efectuaran en todas las villas y lugares (1600-1609), y que hicieren lista y muestra de armas de las que tienen los vecinos de V. S. y á los que no las tuvieren siendo de edad de 18 años hasta 70, compelan y apremien á que las tengan á su costa ayudándoles para que se las dén de los almacenes de S. M. por su dinero (1).»

No era esto difícil, porque la industria armera estaba muy desarrollada en Guipúzcoa. En el mismo San Sebastián había por entonces fábricas de armas de fuego y blancas de todas clases, de armaduras, morriones, rodelas, etc., etc., y en 1574, Juan Pérez Ercilla inventó en aquella población un cañón de hierro de 926 libras, que disparaba con 3 de pólvora una bala de 33 libras á enorme distancia; y Andrés Lloydi, célebre maestro de armas, trabajó para Felipe III en San Sebastián cinco arcabuces ochavados de cinco tiros cada uno, con sólo un fuego.

Concertados los desposorios del príncipe de Asturias, luégo Felipe IV, aun cuando sólo tenía cinco años, con D.a Isabel de Borbón, hija del rey de Francia Enrique IV, y de su mujer Doña María de Médicis, y á la vez el matrimonio de la infanta Doña Ana con Luís XIII, se ajustaron ambos enlaces por poderes, en Burgos y en Burdeos (1615) y se dispuso la entrega de ambas señoras en el Bidasoa y paso de Behovia cerca de Irún. › Al efecto escribió el rey á la provincia reparase los caminos para que pudieran pasar los coches y carros; mas ya se había anticipado Guipúzcoa á disponer lo necesario para el espléndido recibimiento de la regia comitiva, que, según el itinerario que tenemos á la vista, saldría de Burgos, y pernoctaría en los siguientes pueblos: Quintanapalla, Bribiesca, Pancorbo, Miranda, Vitoria, Salinas, Oñate, Villafranca, Tolosa, Hernani é Irún (2).

(1) Son curiosas las instrucciones que respecto á municiones y demás, dió la Diputación en las juntas celebradas en Villafranca en Abril y Mayo de 1610.

(2) Además de remitir el rey este itinerario escribió á la provincia excitando su celo, y encargando y mandando que «siguiendo vuestra antigua costumbre

Recomendóse que presentara Guipúzcoa 4000 hombres, <siendo gente bien vestida con sus plumas, y cadenas de oro, ó bandas rojas, espadas, dagas y arcabuces, y siendo posible no usando de vestidos negros sino es de mezcla. Celosa la provincia por el mejor cumplimiento presentó 4,443 hombres, <todos ellos armados de espadas, dagas, arcabuces, mosquetes, picas, coseletes, y adornados con vestidos y bandas lucidos y brillantes. ›

Á su virtud, desistió el rey de llevar ninguna gente de armas, muy satisfecho de lo prevenido por Guipúzcoa, en cuyo territorio penetró el 30 de Octubre, jinete en hermoso alazán, habiendo abandonado su carroza á pesar de la lluvia; y la reina con la duquesa de Medina de Rioseco en una litera. Recibió á SS. MM. el duque de Ciudad Real, virrey de Navarra y capitán general de la gente de guerra de Guipúzcoa, la comisión de diputados y más de 1500 soldados provincianos, gente lucidísima y bien industriada toda en el arte militar de los quales formó S. E. un muy bien ordenado esquadron, en cuya vanguardia en el cuerno derecho puso la compañía de la villa de Vergara por ser muy numerosa en gente y de muy gallardos y bizarros soldados y muy bien disciplinados todos en las salvas reales que hicieron en presencia de Sus Magestades de que los Reyes recivieron muy grande contentamiento y hicieron de ello demostracion dando S. M. con favorecidas palabras las gracias de todo al Duque de Ciudad Real atribuyendo á su buena industria la destreza de los soldados y respondiendo el Duque muy en favor de todos ellos y honrandolos como buen capitan (1).

luego que recibais este despacho prevengais y pongais á punto de guerra la gente de esa provincia en el mayor número que pudieredes, y armada, vestida y puesta en buena órden para en cualquier suceso la encamineis para que se arrime á la frontera de Francia por la parte de esa provincia hallándose en aquel puesto para asistir á las entregas al tiempo que os señalare y del amor y celo con que acudis á lo que se os encarga de mi servicio espero que en esta ocasion os aventajareis á las pasadas y que la gente saldrá con lucimiento y prevencion que pide el caso, pues aviendo de ser á vista de tantas naciones como han de concurrir conviene que os señaleis...>>

(1) Relación verdadera de lo sucedido en la jornada de las entregas, etc., etc., por FR. TOMÁS DE LASARTE: m. s.

Era de ver el magnífico espectáculo que todo representaba, y lo mucho que alegraba el gran ruido de chirimías, trompetas, clarines, cajas y pífanos, al que acompañaba el estampido de las repetidas descargas de arcabuces y mosquetes. El coronel dejó la pica, se acercó con los tres diputados al rey, quien le echó los brazos; se saludó á SS. MM. con un breve discurso, contestado con palabras de favor y estimación; alabó mucho el rey el marcial continente de la milicia guipuzcoana, haciéndole la guardia en Salinas la de Mondragón, donde al día siguiente vió el regio huésped forjar y barrenar un mosquete, expresando el capitán veedor de la fábrica de armas, que forjadas en ella tenía en la provincia ochenta mil.

Por Oñate y Villareal, siguió la jornada á Villafranca donde vió labrar fierro en la herrería de agua del palacio de Yarza, continuando por Alegría, Tolosa y Hernani á San Sebastián, que recibió á la regia comitiva con salvas del castillo, plaza y navíos que estaban en la Concha, y la milicia formada en los arenales, disparó la arcabucería y mosquetería, en cuanto divisaron á SS. MM. que bajaban de lo alto de San Bartolomé.

Constituían el tren de la corte, 74 coches, 174 literas, 190 carrozas, 548 carros, 2750 mulas de silla, 128 acémilas con reposteros bordados, otras 256 acémilas, 1750 machos con cascabeles de plata, sumando el número de personas 6500.

Visitó el rey los conventos y castillo y desde el Cubo del Ingente vió botar al agua un galeón de 600 toneladas, que le bautizaron con el nombre de Santa Ana.

Al proseguir la regia comitiva á Fuenterrabía, en el embarcadero de la Herrera había aprestada una pinaza bien esquifada con muchos remeros de librea, bien toldada para pasar á SS. MM. á Renteria; mas teniendo Renteria, en el mismo embarcadero de la Herrera, un gran bajel, en forma de galera ricamente adornada con toldo de proa á cubierta y dos sillas en ella y cortinas corridas por los lados, para no estorbar la vista, cubierto el suelo de alfombras, el Alcalde de Corte

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